miércoles, 22 de enero de 2020

Reseña de un concierto de LA banda tributo a Genesis con fotos del incomparable Enric Minguillon

THE MUSICAL BOX: A GENESIS EXTRAVAGANZA PART II
Sala Barts (Barcelona) 11/11/2019


Para mí, The Musical Box ha significado siempre la oportunidad de peregrinar (en el fondo, como con muchos artistas que me gustan) a sitios en apariencia tan lejanos – aunque gracias a los vuelos de bajo coste, no muy gravosos de alcanzar – como Madrid, Barcelona o Londres. Es lo que tiene ser un fan irredento de Genesis, que si alguien te pone delante el caramelo de escuchar una reproducción en directo bastante fidedigna de la banda original, haces lo posible por hacerte con él.


Siguiendo la absurda lógica por la que a veces parece regirse el mundo, un proyecto como este tenía que nacer en un lugar – de nuevo, aparentemente – tan lejano como el Canadá francófono (Quebec, no menos), donde unos cuantos locos, dirigidos por Sébastien Lamothe en lo musical y por Serge Morisette en lo visual, decidieran poner en marcha, en 1993, una reproducción dolorosamente fiel de las actuaciones que Gabriel, Banks, Hackett, Collins y Rutherford daban durante la primera mitad de los 70 (del siglo pasado).


Como cualquier banda con cierta trayectoria, los Musical Box han pasado por una serie de conflictos internos, cambios de personal y desafíos que han moldeado la experiencia que pudimos vivir – algunos de nosotros, por enésima vez – en el precioso teatro barcelonés de envidiable acústica. No me quiero detener mucho en esto, pero sin lugar a dudas, mi formación favorita sigue siendo la que incluía a Martin Levac (auténtico clon de Phil Collins, como demuestran sus proyectos en solitario) tanto a la batería como a los coros o a la ocasional voz solista y con David Meyers a los teclados. La Wikipedia, según su cronología, me dice que estos dos músicos nunca coincidieron en TMB, pero tengo fotos que atestiguan lo contrario (y la peluca que lucía Meyers no es excusa, además la enciclopedia gratuita comete el imperdonable error de obviar las funciones de Morisette).


Hay quien podría discutir que hay algo de patético en que unos señores – de ya una cierta edad – insistan en un repertorio y una escenografía de hace 40 años. Algo de razón no les faltaría, pero a mí me parece un poco más digno que ver a esas bandas en las que ya no queda ni un sólo miembro original (conservando sólo el nombre) y definitivamente, mucho más digno que esas “giras con holograma” que amenazan con comerse el futuro de la música en directo. O dicho de otra forma, me encanta Genesis, es mi banda favorita y si quiero ver a unos tíos tomando el desafío de reproducir su música y sus pintas sobre un escenario, es mi puto problema.



El mío y el de bastantes más, he de decirlo, aunque The Musical Box es sin duda “café para los muy cafeteros”, la sala estaba llena a unos minutos de arrancar el espectáculo. Curiosamente, el montaje en esta ocasión es la secuela de una proposición que el año anterior había ocupado la Barts durante dos noches seguidas – en este caso, sólo una, imagino que es mejor asegurar un sólo lleno absoluto a un par de citas que no terminar de agotar el papel – y que denota que la propia banda también se ha cansado de ser tan fiel a los Genesis originales.



A Genesis extravaganza” nos visitó en 2018 para presentarnos una selección de temas del repertorio genesiano que recorrió desde el poco celebrado “From Genesis to Revelation” (1969) hasta el clásico “Wind and Wuthering” (1977 o 1976, según algunas fuentes). En este caso, el concepto se plantó en los años que van entre 1970 y 1978, con lo que el grupo se pudo permitir interpretar temas desde el rompedor “Trespass” (1970) hasta el castigado “...And then there were three” (1978).



Otro elemento que diferencia esta extravagancia con respecto a los shows anteriores, es que en la pantalla de formato cine que ocupa el fondo del escenario se proyectaron algunas nuevas animaciones que sirvieron para ilustrar el contenido de los temas, amén de la recuperación de algunas piezas provenientes del archivo oficial de Genesis.
Poco antes de empezar el concierto, por los altavoces estuvieron sonando clásicos del Progresivo: ELP, Pink Floyd, King Crimson, definitivamente, la forma perfecta de caldear un ambiente. Las luces se apagan, empieza a sonar la toma original de “Ravine”(“The lamb lies down on Broadway, 1974) mientras los músicos toman su lugar, la pantalla nos confirma que vamos a ver “A Genesis Extravaganza, part II” y en lugar de una cita de algún miembro de la banda proyectándose, el grupo entronca directamente con “Eleventh earl of Mar”, una pieza de historia con música épica que narra la historia de John Erskine, protagonista de la (fallida) rebelión jacobita de 1715.




La interpretación instrumental fue prácticamente intachable, Lamothe pudo sacar su imitación del Shergold “desmontable” que Mike Rutherford usó desde finales de los 70 hasta principios de los 80 (suma de bajo de 4 cuerdas con guitarra de 12) y Dennis Gagné lo hizo bastante bien imitando tanto las inflexiones vocales como los ticks de Phil Collins. La cuestión es que su timbre natural lo acerca más a Peter Gabriel, así que uno se queda con esa sensación de estar viendo una versión de Genesis proveniente de una realidad paralela, en la que el cantante original no dejó el grupo. Quizás precisamente por eso, el experimento de montar hace unos años, la reproducción de la gira de “A trick of the tail” (1976, primer disco con Phil como cantante) no fue más allá de una sola tourne. Con todo, fue una delicia ver cómo el guitarrista François Gagnon se calzó la guitarra clásica para reproducir fielmente el pasaje tranquilo – originalmente llamado “House of the four winds” - del tema.

De hecho, lo siguiente fue otro tema de gran épica y el estreno de Collins como sustituto definitivo de Gabriel, “Dance on a volcano”. Dennis se sumó a las percusiones para la intro instrumental, y me quedé bastante perplejo ante lo bien sincronizadas que estaban las imágenes de erupciones de lava con la música. Si esto encajaba igual de bien en 1976, no me quiero ni imaginar lo arduo que tenía que ser trabajar con las proyecciones, dada la tecnología de la época. Aunque Morisette ya tiene experiencia en estas lides, después de todo, fue el encargado de sincronizar las diapositivas utilizadas en la gira de “The lamb lies down on Broadway” para la edición del disco en DVD.




Siguiendo en la misma línea, pero bajando las revoluciones, lo siguiente fue la preciosista balada “Entangled”, otro tema de “A trick of the tail” y, aunque no lo parezca, un auténtico tour de force para cualquier vocalista, ya que requiere una voz en falsete lo bastante enérgica para no perderse en la música. Con el apoyo vocal de Bob St-Laurent (batería) y de Ian Benhamou (teclados), Dennis pudo lucir bastante bien. Por supuesto, qué decir de la coda final en la que los sintes cobran protagonismo, tan dramática y espectacular como en la grabación de los Genesis originales. Una coda que también sirvió para ver una de las nuevas animaciones creadas para estos shows, en este caso, la enfermera que aparece en la portada del álbum – un magnifico retablo de raigambre dickensiana obra de los geniales Hipgnosis – y que nos muestra la “factura” de la que se habla en esta letra con “reminiscencias de Mary Poppins” como explicó Denis antes de la canción.
Como otros recursos del espectáculo, las animaciones se usaron de forma económica, aunque tengo que reconocer que el nivel de las mismas, a veces roza el de “trabajo de fin de curso de After Effects”.



Lo siguiente fue toda una sorpresa que hizo honor a la cronología de esta nueva extravagancia, “Down and out”, otro tema de apertura, en este caso del primer álbum de Genesis sin Steve Hackett. Sébastien tocó una guitarra eléctrica de 6 cuerdas – un síntoma de la “normalización” del sonido de la banda tras la marcha del guitarrista –, con lo que las notas de bajo tendrían que venir de los pedales, una muestra de cómo trabajaban Banks, Collins y Rutherford de cara a la composición y de lo autónomo que era este trío, ya que Gagnon apenas añadió alguna línea de guitarra durante el tema.

Down and out” es todo un manifiesto sobre la situación en la que bandas como Genesis se encontraban a finales de los 70: “hay gente ahí fuera dispuesta a ocupar tu puesto / una visión más comercial, una cara más fresca”. Los dinosaurios (con apenas 9 años de trayectoria, en aquellos tiempos, tan longevos ya como The Beatles) tomaban nota de la presencia del Punk y otras tendencias musicales del momento. Lo más irónico de que TMB interpretase este tema es que fue uno de los pocos que la banda original dejó de tocarlo en directo porque, tal y como explicó Daryl Stuermer (fiel escudero a la guitarra y al bajo durante las giras tras la marcha de Hackett) en una entrevista, eran “incapaces de encontrar el 1 rítmico en el que empezar a tocar”. Una de las pocas veces en las que las ambiciones compositivas del grupo han derrotado a sus capacidades técnicas.



Quizás, puestos a elegir un tema de “...And then there were three” habría sido más apropiado “Burning Rope” por su dramatismo y porque básicamente es un tema de la época Gabriel pero cantado por Phil Collins. O si se hubiera querido algo más comercial, apostar por el sencillo de éxito “Follow you, follow me”. Pero ya decimos que The Musical Box es un plato para connoisseurs, aunque nadie pidió que el grupo se sacase de la manga unos espejos hexagonales para hacernos el viaje en el tiempo aún más exacto.

Tras esto, un popurri de instrumentales, reflejo del que sirvió para abrir el anterior volumen de “A Genesis Extravaganza”. Algunos fans expresaron que como apertura, era un poco frío – en los tiempos de “A trick of the tail” el mismísimo Elton John se quejaba a Phil Collins por algo parecido cuando cerraban sus conciertos con “Los Endos”, “no me puedo creer que terminéis con un instrumental”- aunque a mí me funcionaba como primer movimiento de una sinfonía o como reivindicación, tal y como se podía leer en la pantalla al principio del bolo, según un extracto de una entrevista con Collins en 1976 “mucha gente no tenía en cuenta nuestras contribuciones”, en protesta por el excesivo interés de muchos críticos por un Peter Gabriel estelar, sin detenerse en que en la banda había otros cuatro músicos.




Este medley arrancó con “...In that quiet earth” (“Wind & Wuthering”), y me permite recordar lo en serio que se toma la banda la recreación de los temas en directo. Gagné se colgó un bajo Rickenbacker para reproducir fielmente los arreglos de disco original. El año pasado, cuando pude hablar con el vocalista (y hacerme el obligado selfie) le felicité por aprender a tocar el violonchelo para “After the ordeal” (“Selling England by the Pound”, 1973) y me contestó que sólo había aprendido a tocar lo que se escucha en el tema. Puede que lo mismo se pueda decir del bajo, la flauta, las percusiones o el teclado que también tocaría en otras partes del bolo, pero hay que tener un compromiso muy fuerte con la música para llevar las cosas tan lejos.

Engarzaron con el break instrumental de “Robbery, assault & battery” quizás unos de los momentos más jazz-rock de Genesis… de no ser por el siguiente “Wot Gorilla?”, o lo que es lo mismo, la visita de una banda de Rock al territorio de Dixieland, con los obviamente curiosos resultados que uno puede esperar.




Lo siguiente fue “Ripples”, una historia sobre la brevedad de la belleza física – ilustrada de forma contundente por las nuevas animaciones que se proyectaron, las cuales daban vida, una vez más, a los dibujos de la carpeta de “A trick of the tail” -, y que mostró uno de los problemas de ser tan fiel a la grabación original. Me explico, en su versión de estudio, la canción es un ejemplo del barroquismo del que Genesis se quiso librar en los 80, de hecho, cuando el grupo original la tocó en directo para la gira promocional de “Duke” (1980) simplificó los arreglos. En parte porque era imposible reproducir todos los elementos que se hallan en el vinilo, en parte porque el grupo empezó a dar más dinámica a sus interpretaciones sobre el escenario.

The Musical Box no tiene ese problema, y Denis Gagné sumó las líneas adicionales de teclado, lo cual deviene en una cantidad de elementos que se volvían difícil de discernir, por muy bueno que sea el técnico de sonido. Pero es un queja nimia, para cuando volvió el estribillo al final del tema, el público estaba más que entregado. Como lo estuvo con el cierre instrumental de la primera parte, efectivamente, “Los Endos”, con las luces reproduciendo la mítica portada del directo “Seconds Out” (1977). En el anterior volumen de la extravagancia, durante el crescendo final, se usó el palo láser que Genesis había empleado en la gira de “A trick of the tail”, pero en este caso se optó por un diseño de luces verdes que recordaban, curiosamente, al que se se usó, muy posteriormente, para los conciertos promocionales de “Invisible Touch” (1986).




Durante el descanso se proyectó un homenaje a Betty Swanwick, la artista cuyo cuadro “The Dream” sirvió a Gabriel como inspiración para “I know what I like” y que fue portada – tras adaptarlo a los requerimientos del formato vinilo – de “Selling England by the pound”. También aparecieron imágenes de las distintas etapas de Genesis que cubre TMB, amén de una petición para que aquellos fans que tuvieran alguna grabación en 8 mm de las giras tempranas de la banda se pusiera en contacto a través del perfil de Facebook oficial de The Musical Box. Siguen investigando, pues.


Tras los 15 minutos de descanso, y después de que los pipas montasen el “infame” bombo que se supone Peter Gabriel tocaba durante los directos – Collins nunca fue un gran fan del pulso rítmico del cantante sobre las tablas - nos cayó encima “The Fountain of Salmacis” (“Nursery Cryme”, 1971). Una de esas épicas composiciones de los primeros Genesis basadas en la mitología griega, que durante mucho tiempo se podría haber considerado intrascendente y fuera de lugar en este mundo moderno en el que vivimos. Pero su historia – básicamente, la parábola de Hermafrodita, que se fusiona con su enamorada Salmacis en un solo cuerpo – se revela como de ferviente actualidad en esta época de géneros sexuales fluidos.

El grupo la tocó, de nuevo, con una exactitud impresionante, aunque a Denis se le notó en algún momento con pequeñas dificultades para moverse a través de los complejos intervalos que también resultaban un problema para el propio Gabriel en su día.

Antes de presentar el siguiente tema, Denis explicó cómo fue una de las primeras composiciones en las que el grupo intentaba proponer “un viaje” para el oyente en lugar de ir en círculos – como, considero personalmente, ocurre la mayor parte de las canciones pop -, hablamos de “Stagnation” (“Trespass”, 1970), todo un ejemplo de las diversas sonoridades que exploraban los (entonces) jóvenes músicos: empezando por una serie de preciosistas arpegios en las guitarras acústicas de 12 cuerdas hasta que entra la batería y el órgano Hammond rompiendo la armonía, terminando el conjunto en una enorme melodía vocal que la banda siguió utilizando hasta en su gira de 2007.


El siguiente plato fue “Can-utility and the coastliners” (“Foxtrot”, 1972), otra rareza, dado que el grupo original la tocó muy pocas veces en directo – Steven Wilson me aseguró en una entrevista por teléfono que se debía a que Tony Banks no le tenía mucho aprecio, al ser un tema sobre todo compuesto por Steve Hackett -, y que cuenta la historia del rey Canuto II, de quien se aseguraba que podía controlar las mareas. Sting (compañero de giras de Peter Gabriel) hizo una referencia al enloquecido monarca en el vídeo de “If I ever lose my faith in you” (“Ten summoner’s tales, 1993). Otra interpretación calcada al vinilo, incluyendo las voces a lo Monty Python que cierran el tema, y es que conviene recalcar que buena parte de los temas de la primera etapa de Genesis terminan en lugar de apagarse con el típico fade out que después se ha vuelto rutinario en sus grabaciones.





El siguiente tema de “Trespass” en caer fue “Looking for somenone”, que además abría ese temprano clásico del grupo. Aparte de ser otra interpretación intachable de los Musical Box, he de decir que por muy castigado por la historia que haya sido el batería John Mayhew (fue expulsado de la banda y su sucesor fue nuestro amigo Phil), sus aportaciones a temas como este se me antojan esenciales.
Una inconfundible introducción de piano nos llevó a “Selling England by the Pound”, esto es, la señal de entrada para “Firth of Fifth” y uno de los puntos para el lucimiento del guitarrista, a la que siguió la bellísima “Cinema Show” que dio pasó a “Aisle of plenty”. En otras palabras, el literal cierre del disco, esta vez sí, inevitablemente con un fade out…
Para terminar el show principal, se recurrió a la composición que da nombre a esta banda. “The Musical Box” sonó tan enérgica como de costumbre y de nuevo – como en algunas recreaciones de la gira de “Foxtrot” y en la anterior “Extravaganza” - Denis apareció sobre el escenario con un disfraz a lo “Dama-Zorro” que ilustraba la carpeta de “Foxtrot”. Nuevamente, esto es una referencia para los muy cafeteros: Peter Gabriel no empezó a disfrazarse por una necesidad artística, sino que en principio fue una maquinación publicitaria.
Cuando se lanzó “Foxtrot”, se sugirió que alguien se vistiera como la imposible criatura como elemento promocional. Gabriel consideró que si alguien debía hacer algo así, era él. De esta forma, podría quitarse la espina de que la prensa no hablase de ellos por ser “¡Jodidamente aburridos” - como le espetó el jefe de prensa de Charisma Records -, aunque decidió no decírselo a nadie del grupo. A diferencia de otros disfraces que vendrían después, la unión de un vestido de mujer – de su esposa de entonces, para ser más exactos – y cabeza de zorro no tenía ninguna conexión con la música. “The musical box” es una oscura opereta con toques del Lewis Carroll más chungo sobre la represión sexual, aliñada con asesinatos y reencarnaciones, no muy distante en tono del “Otra vuelta de tuerca” de Henry James. Una opereta en la que el disfraz del “Anciano Henry” es más adecuado, pero lo cierto es que todas estas son consideraciones para el fan de la rama dura. Con su uso dramático de las luces, el clímax final ” Now! Now! Now!” funcionó tan bien como siempre. De nuevo, hay que mencionar las nuevas animaciones que dan vida a los personajes que ideó Paul Whitehead para la carpeta y que no muestran su “sanguinolento” instinto hasta el punto en el que la guitarra eléctrica rompe en mitad de la canción con un toque que casi se asemeja a un chillido.





¡Pero no se vayan, que aún hay más! Esta fue la única parte del set-list que había visto antes del concierto y una que esperaba con lógica expectación: “Supper’s Ready”, si hay un bis definitivo, es una composición épica de 23 minutos sobre la lucha entre el bien y el mal. Antes de atacarla, Denis nos avisó que el año que viene volverían a Barcelona para una interpretación íntegra del Mejor Disco de Todos los Tiempos – no admito discusiones en este sentido -, “The lamb lies down on Broadway” (1974) cuyas canciones habían sido, lógicamente, obviadas para este montaje.



Otra demostración de que con la “extravagancia” el grupo se estaba tomando algunas libertades se pudo notar en la puesta en escena para “Supper’s Ready”: Denis no se disfrazó de flor para “Willow Farm” ni se puso la cabeza hexagonal de Magog durante “Apocalypse in 9/8”, dejando que las proyecciones en pantalla se ocuparan de ilustrar esos momentos. Aunque sí apareció vestido de blanco para el apoteósico final de “As sure as eggs is eggs”, aunque usó un pie de micro en lugar del tubo fluorescente que Gabriel utilizaba para simbolizar el triunfo final de las fuerzas del bien.


¿Veredicto? Tengamos en cuenta que los tres momentos que me engancharon definitivamente a Genesis fueron interpretados – esto sucedió durante una escucha del directo “Seconds Out” y son el crescendo de “Firth of Fifth”, el inicio de “The Cinema Show” además de “Supper’s Ready” al completo – poco puedo decir que no sea que me encanta tener este motivo para poner los pies en la ciudad condal. Hubo algunos momentos en los que The Musical Box tuvieron algunas dificultades, pero dada la naturaleza del repertorio, lo raro es que no fuese un show repleto de errores.
¿Volveré a Barcelona para verles recrear de nuevo “The Lamb”? La duda ofende.