martes, 24 de abril de 2018

CULTURA CARA – BEFORE WATCHMEN, OZYMANDIAS

Esta es la pinta que tiene, sin la absenta, claro.


AVISO: NO LEER SI NO HAS LEÍDO WATCHMEN

Precio; 16,90

¿COMO TWIN PEAKS SIN DAVID LYNCH?

A tenor de las líneas que Alan Moore firma para mi edición de Watchmen – la grande, tocha, rompe omoplatos -, se entiende que hubo una época en la que el barbudo hechicero de Northampton estaba razonablemente contento con su obra, el merchandising derivado de la misma y del trato que le propiciaba DC. No le podían faltar motivos, con toda seguridad era consciente de haber reinventado la narrativa del cómic, su acercamiento al género de los superhéroes había martilleado (según Frank Miller) los últimos clavos en el ataúd para las típicas historias de Superman u otros caballeros con mallas, y encima, con éxito de ventas. 

Size Matters?


Pero todo parece indicar que nombrarle a Moore cualquiera de sus creaciones que ha terminado por formar parte de la cultura pop no hace más que abrir una herida infectada por contratos engañosos, amistades traicionadas y una abulia generalizada sobre el tema. Y es que el bueno de Alan es una de esas personas que tienen en más estima la ética que el sucio dinero de Hollywood. A todas luces, es la clase de característica que se puede tomar como un defecto en la personalidad capaz de hundir a cualquiera con menos talento. 

Empero, Watchmen, V de Vendetta y La Liga de los Caballeros Extraordinarios demuestran que Moore es un genio de la narrativa. Podría citar sus trabajos más “convencionales” o incluso añadir la convulsa trama de From Hell, pero me parece que con estos tres ejemplos es más que suficiente. 

Alan es un hombre de ideas, de buenas y grandes ideas, del tipo que no se pueden pervertir únicamente con promesas de fama y fortuna ¿Para qué? Él ya vive en “el centro del universo” – según sus propias palabras, su Northampton natal, – y no parece que necesite más dinero o reconocimiento del que ya tiene. De necesitar algo, se podría decir, quizás necesite poder dibujar todas las cosas que tiene en la cabeza con el mismo detalle que las describe en los escrupulosos guiones que le suele enviar a los dibujantes que colaboran con él.

Del libro "W Watchmen" de Rafael Marín


Por supuesto, los tres ejemplos que he puesto sobre la genialidad de Moore tienen sus respectivas adaptaciones al cine. Sería muy fácil ponerme en plan “fanboy” y decir que ninguna le llega ni a la suela de los zapatos de las obras originales, pero no. Por muchas hostias que le hayan caído a Zack Snyder por algunas de sus producciones, siempre voy a defender su más que digna “Watchmen” (en especial el “Ultimate Cut”), y todos aquellos que se quejan o la critican, sólo tengo que decirles que intenten levantar un proyecto como ese sorteando a un montón de ejecutivos que se preguntan si realmente es necesario que se vea el micro pene azul del Doctor Manhattan.

Este, vamos


V de Vendetta, a pesar de algunas de sus modificaciones, lograba transmitir la intensidad y la emoción del original,- me da igual que Hernan Migoya considere al cómic original una “obra facilona” - mientras que La liga de los Hombres Extraordinarios lograba el raro hito de alejar a Sean Connery de las pantallas al tiempo de lograr un perfecto film palomitero. Cierto es que se podría haber hecho mucho más con el material de partida, bueno, de hecho muchísimo más, o incluso se podría decir que tiene tan poco que ver con el original que para qué molestarse en ponerle el mismo nombre. Pero se deja ver.



Ahora bien, existe una sutil diferencia entre aprovechar una falla en los contratos con el artista para hacer películas usando su material como base y otra muy distinta es cagarse en todo su legado, como cuando se quiso hacer la tercera temporada de Twin Peaks sin David Lynch, propiciando que todo el elenco grabara un vídeo defendiendo que se contratara al director. Porque total, para armar tal chocho, mejor que lo haga el tipo que lo empezó todo.



Lamentablemente, los personajes de Watchmen no podían hacer lo mismo.

MECANISMO DE RELOJERIA

Recuerdo ojear Watchmen cuando se editó originalmente en nuestro país, al igual que El regreso del Caballero Oscuro, era un título que me resultaba extraño, ajeno, al tiempo que tenía algo fascinante. Cuando me lo leí casi de una sentada años después, no pude más que confirmar que era una Obra Maestra.

Por supuesto, con el tiempo a todo se le puede sacar defectos, pero en líneas generales, Watchmen funciona como un mecanismo de relojería en el que todo tiene su razón de ser, un mundo creado a medida para que cada elemento encaje, otro de esas realidades creadas por Moore que se parecen a la nuestra lo bastante para resultar creíble, lo bastante distinta para que llame la atención a nuestra parte más decidida a creer en lo imposible y de nuevo lo bastante parecido como para que nos acojonemos – figuradamente - ante la posibilidad de que algunas cosas puedan realmente ocurrir.



Inevitablemente, todos aquellos que hemos leído Watchmen nos preguntamos qué sucede después de ese final abierto-pero-no-del-todo. Contamos con que esa es la intención original de Moore, que saquemos nuestras propias conclusiones, que rellenemos lo que viene después ¿Se descubre todo el pastel de Adrian Veidt y los países del mundo se alían para acabar con él como iban a hacer contra la supuesta “amenaza alienígena”? ¿Reinará la barbarie en un mundo dominado por el caos? ¿Volverá en un momento dado el Dr. Manhattan con la vida que haya podido crear? ¿Sale El Comediante de su tumba en un giro inesperado de los acontecimientos?

Todo eso debería quedar como pasto de los diversos foros de Internet – sí, he dicho “foros”, ese concepto tan 2004 -, o la más furibunda fan fiction. Pero no para DC, empeñada en que personajes tan icónicos no se pueden quedar en el olvido, decidió incluir a los Watchmen dentro de la continuidad del universo de Batman, Superman y Linterna Verde. Pero antes de eso... estuvo Before Watchmen.

FRASES QUE NO PUEDEN SIGNIFICAR NADA BUENO: “ME SIENTO IDENTIFICADO CON (INSERTE NOMBRE DE PERSONAJE DE WATCHMEN)”.

Dejémoslo claro, todos los personajes de Watchmen fueron diseñados para resultar odiosos si uno es una persona con dos dedos de frente. Contrastando con el preocupante favoritismo por parte de los fans que tienen personajes como Batman o Lobezno, Moore insufló a los protagonistas de esta historia con los suficientes defectos como para que nos horrorizasen en distintas estancias de la historia.



Roscharch es la parte más desagradable, sociopata y traumatizada de personajes como Daredevil o Lobezno. El investigador de los bajos fondos que no se anda con sutilezas a la hora de llegar al fondo de la cuestión. Búho Nocturno II es una versión ridiculizada del Batman más bonachón y limpio de los años 50. Un inventor acomodado que con sus cachivaches intenta llevar a los criminales ante la ley, impotente en el plano sexual si antes no se ha metido en una buena pelea, esto es, igual de traumatizado que Roscharch pero más fino.



Espectro de Seda II es una mujer que ha crecido a la sombra de una madre que ni siquiera ella misma era capaz de entender las consecuencias del simbolismo de su personaje o sus acciones. Se enamora de Manhattan – siguiendo el camino de su progenitora en el camino de sentirse atraída por hombres que no le convienen en absoluto -, hasta que cae en la cuenta de que quizás es preferible envejecer con un ser humano.



Manhattan y Veidt, son en cierta forma muy parecidos. Ambos, perdidos en su perfección se han deshumanizado. El antiguo científico relativiza todo acontecimiento humano con respecto a su significación con los grandes eventos del Universo ¿Cómo va a competir en importancia la muerte de un ser querido con la explosión de una super nova? Del mismo modo, Ozymandias decide que la única forma de salvar a la humanidad es sacrificando en la carnicería más desagradable de la misma a un montón de personas.



Y qué decir de El Comediante. Una perversa unión de el Joker y Capitán América. Un Súper Patriota consciente de que la propia patria es una patraña, un organismo que le paga suntuosos cheques pero indefensa, a fin de cuentas, frente a amenazas como el conflicto en Vietnam. “No sé qué hubiera sido del país si hubiéramos perdido esta guerra” le espeta a Manhattan después que este haya ayudado, en este universo ficticio, a derrotar al Viet cong.



No hay nada que nos pueda gustar de “los Watchmen”. Conviene recordar que no se trata de un cómic de superhéroes, no hay grandes peleas a doble página. Tanto es así, que se diría que los momentos en los que hay algo de genuina “acción” - como cuando Ozymandias se carga al tipo que supuestamente intenta pegarle un tiro -, se agradecen frente a una narrativa más centrada en el desarrollo de los personajes, acciones que no implican muchas onomatopeyas y diálogos internos. Una suerte de “cómic europeo” disfrazado de tebeo de super héroes.

Todo lo que se podía contar de Watchmen, ya nos lo han contado Moore y Dave Gibbons con el cómic, la película sirvió para poder ver a esos personajes moverse en la piel de unos actores capaces de darles vida de una forma más o menos convincente, con un estilizado diseño de producción y efectos especiales a la zaga. La elección de contar la trama de los piratas como un corto animado – especialmente bien integrado en el “Ultimate Cut” - permite subrayar esa “historia dentro de la historia” de modo que resulte comprensible para el público mayoritario que debía llenar las salas de cine.

Entonces...¿Para qué hacer una serie de cómics a modo de precuelas?



PERDÓNEME PADRE PORQUE HE PECADO

Lo reconozco, me pudieron las ansias, en cuanto se empezaron a publicar estos “Before Watchmen” me los descargué en inglés en formato .cbr y me los leí. Estuvo muy mal – tanto por la impaciencia como por la piratería -y casi os podría asegurar que escribir este artículo forma parte de mi penitencia. 

Seguramente, algunos de los guionistas y dibujantes de “Antes de Watchmen” también empezaron su labor artística en dichos tebeos con el mismo enunciado de confesión, o a mí me gusta pensarlo que así fue, o quizás empezaran su confesión después de terminarlos y darse cuenta de que habían mancillado la Obra Maestra con sus Sucias Manos Llenas de 30 Monedas de Plata.

No nos pongamos tan dramáticos. En su día (2012) me descargué los cómics porque nadie tenía claro si iban a ser tal mierda que, a pesar de ser unas cuantas miniseries, lo mismo vendían tan poco que se cortaba su publicación después de un par de números y nunca se llegarían a traducir.

Por supuesto, eso era altamente improbable, con toda seguridad la buena gente de DC - y en especial Jim Lee (nada que ver con Stan) – habrían hecho sus estudios de mercado para llegar a la conclusión de que lo mejor eran unas cuantas colecciones limitadas. Si vendían una locura, siempre se podían sacar de la manga una marcianada del talante de “After Watchmen” (¡Horror! Aunque incluirlos en la continuidad de DC casi está a la altura), y si sólo vendían lo justo como para llamar la atención de la gente que les gusta Watchmen pero no saben de lo problemático que resulta todo esto para su autor original (si es que ese tipo de gente existe) pues mira, ya está todo más que amortizado.

Obviamente, nada que ver con Stan


Además, el que coordinaba todo era Len Wein. Me cago en la puta, Len Wein, el señor que había creado a Lobezno y a la Cosa del Pantano. Vale, no es el tipo que los había dotado de la profundidad que después le infundieron gente como Chris Claremont (en el caso de Logan) o el propio Moore (¿Rencor profesional? Lo dudo pero, de nuevo, es gracioso pensarlo). Si bien el encargo parecía nacer del mismísimo Jim Lee, aunque imagino que motivado por alguna instancia mayor de Warner.

Vale, a lo mejor no era el comienzo más alentador...


Aún así, la gran pregunta para muchos fans era... ¿Para qué?

EL FIN ESTÁ CERCA

Before Watchmen” no es la primera incursión de otros creadores dentro del mundo previo a la narrativa de la obra original. El videojuego “The end is nigh” - nombre extraído de la pancarta que pasea Rorschach en su identidad civil- ya contaba, con su mecánica de “beat`em up”, los sucesos que llevaron a la ruptura entre Buho Nocturno y el de la máscara con manchas de tinta.

Porque mi enfermedad no conoce limites


Aunque formaba parte de esa cosa tan horrible como son los “videojuegos basados en una película”, “El fin está cerca” supuso una propuesta bastante digna, nos permitió a algunos (por supuesto que me lo compré en físico ¿Qué pasa?) dar hostias como panes en la piel de dos personajes que sí, que son odiosos, pero igualmente fascinantes. Aparte, como tampoco tenía que tener mucha trama de fondo, se les apañaba para ser mínimamente respetuoso con el material de salida.



Before Watchmen”, por fuerza, tenía que ser diferente. O no.

ANTES DEL DURANTE

De entrada, las colecciones dedicadas a “El Comediante” y a Ozzy tenían visos de ser las más interesantes, aunque quizás podría añadir a la pila la de “Buho Nocturno”. Sería curioso intentar poner en pie qué había ocurrido en la vida de estos seres para que se transformaran en lo que acababan siendo para cuando aparecen en Watchmen.



El resto... no tenía mucho sentido, y cuando leí la de Rorschach se me confirmó. ¿Qué sentido tiene contar los orígenes de un personaje cuya historia ya se nos cuenta de forma implícita (o no tan implícita) dentro de las obras que nos los ha dado a conocer? Ya sabíamos que la madre de Rorschach era prostituta, que el padre de Dr. Manhattan era relojero... ¿Qué cambia el darles algo de trama previa a la Gran Obra más allá de los dólares que se puedan sacar de los confiados fans? Ya les digo yo que no gran cosa.

Aún así, y a pesar de que he dicho que todos los personajes de Watchmen son odiosos, todos tienen aspectos inspiradores. El Comediante es un ser libre en su amoralidad, descreído, continuamente decepcionado con la humanidad, lo único que le ha importado en la vida es ser el tipo más fuerte de la habitación, aparte de su inteligencia de calle. Al mismo tiempo, esos factores también le acorralan, le limitan. Cuando la gente se manifiesta en las calles contra los justicieros enmascarados por la “Ley Keene”, sólo sabe usar la fuerza bruta, ignorante de las posibles consecuencias de sus actos, alardeando de una impunidad a la que le quedan pocos puntos de armadura.



Rorschach sufre de la misma estrechez de miras, pero es completamente honesto en su brutalidad. Así se lo hace saber a Manhattan (y a todos nosotros, de paso) segundos antes de que El Azul acabe con su vida, incluso ante el holocausto seguirá en sus trece. Por mucho que odie la humanidad, la masacre urdida por Veidt para alcanzar su utopía le parece injustificable.



Las “segundas partes” de Búho Nocturno y de Espectro de Seda deambulan por la trama de Watchmen con un despiste importante, están hechos para lidiar con los criminales de poca monta, por mucho que consideren a Rorscharch un paranoico, se acaban suscribiendo a la teoría conspiratoria del “asesino de vigilantes enmascarados” porque... no se les ocurre nada mejor. Pero con todo, su idealismo pacato, su creencia en que todo tiene una solución sencilla – que contrasta con la relación que Espectro mantiene con Manhattan, básicamente, un Dios en la tierra – resulta cercana, casi enternecedora.

También se incluye en estos “Before” a los Minutemen, el grupo de héroes, trasuntos de La Liga de la Justicia / Los Vengadores en la realidad que retrata Watchmen. A diferencia de las otras miniséries, no es que no me lo haya leído, es que ni lo he ojeado, seguramente porque después de piratear las otras colecciones y de repasar un par de veces el volumen de Ozymandias, ya tenía muy presentes el defecto común a todas estas narraciones. Ergo...

AHORA SÍ, OZYMANDIAS

La fascinación que puede producir Adrian Veidt es, en esencia, la misma que produce James Bond, ya que, tal y como explicaba Cristopher Lee en el documental “Everything or nothing”: “todos los hombre quieren ser el número uno”. Por ende, todas las mujeres quieren estar con un número uno. Manhattan supone la exageración de esa idea, en sus propias palabras, para él: “el hombre más listo del mundo no supone una gran diferencia con respecto a la hormiga más inteligente”. 



No deja de ser curioso que la “competición” entre Ozymandias y El Azul se corresponda con la de Batman y Superman en “El regreso del caballero oscuro”. Este es un viejo adagio entre los lectores: cualquiera podría entrenar para ser el Hombre Murciélago, mientras que el kryptoniano es básicamente un Dios entre los hombres, por mucho que ello se deba a su condición de extraterrestre. En la historia de Miller, Batman está a un tris de cargarse a Kal-el usando sobre todo su inteligencia (amén de sus casi ilimitados recursos económicos y algo de ayuda extra de Flecha Verde) mientras que Veidt consigue que Manhattan no lo purgue en base a coger un mando a distancia.



Quizás por eso tenía especial interés por el volumen basado en este personaje. En estos tiempos que demasiada gente habla como un iluminado de la New Age – concepto muy 1992 – y tendemos a enunciar que “debemos ser la mejor versión de nosotros mismos”, me resulta difícil encontrar algo más atractivo que la perversión de ese concepto, a fin de cuentas, Ozymandias no es sólo la versión mejor posible de Adrian Veidt, sino de cualquier ser humano.

El problema sigue siendo el mismo que he planteado anteriormente, Moore y Gibbons ya nos habían contado todo lo que se nos podía contar sobre estos personajes ¿Realmente nos aporta algo saber que a Veidt de niño, los acusicas le robaban el almuerzo y éste decidió aprender artes marciales para un día romperle la pierna a uno de ellos? ¿Qué nos dice eso sobre su idea de la justicia que no supiéramos ya? ¿No nos había contado ya, por activa o por pasiva, su fascinación por Alejandro Magno? ¿No nos habían sugerido ya que Ozymandias le daba a pelo y a pluma? ¿Qué nos explica el ser más explicito con su sexualidad? ¿Cómo es que un tipo tan inteligente no ve venir que a su novia le gusta un poco demasiado las drogas duras? ¿Por qué demonios se responsabiliza por su muerte por sobredosis? ¿Hacía falta, de verdad, explicar el significado de la frase “Quis custodiet ipsos custodes?” con una escena encajada con calzador?



Tanto el dibujo como el argumento funcionan a la perfección, todo casa con lo que se podría esperar del estilo de Ozzy, incluso hay momentos que considero genuínamente emocionantes, y por supuesto, hay páginas que sólo caben describir como magistrales en su diseño, incluso lo apagado de algunos tonos me parece una elección más que acertada. Es de agradecer incluso la falta de horror vacui tan presente en la obra original.



Pero... insisto ¿Para qué? Más allá de sacarle unos cuartos al fan medio, Before Watchmen no tiene un gran valor artístico. Quizás como pista, en las propias páginas del cómic se nos ofrece el otro poema basado en el nombre del mítico faraón egipcio. Ya saben, el famoso es el de Percy Shelley: “Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes ¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!” Pues en “Before Watchmen” nos ofrecen el poema que compitió en las páginas de The examiner con el del señor que se acabó casando con la autora de “Frankestein”.



Mientras que el de Shelley se centraba en la grandeza del faraón, Horace Smith habla de lo poco que queda de tan gran líder, una vez que sus estatuas y construcciones han sido erosionadas por el tiempo: “Nada hay salvo la pierna que ayude a revelar dónde tan olvidada Babilonia se llegó a alzar”.

Hay dos lecturas perversas sobre la inclusión de este texto: por un lado, como un mensaje velado al propio Moore, “tu Watchmen sería todo lo grande que tú quisieras, pero al final aquí estamos, como alimañas, intentando sacar algún rédito de sus restos”, o como excusa no solicitada, “mientras que el cómic original pudo hacer aún más famoso un poema, nosotros, como obra secundaria, nos tenemos que conformar con los versos de un segundón.”



Es una pena, por algún motivo siempre he pensado que Ozymandias era el personaje en el que más cariño había puesto Moore, a fin de cuentas su apellido “real” se basa en Conrad Veidt, actor alemán que encarnó al Cesare de “El gabinete del Doctor Caligari” (Robert Wiene, 1920), que tuvo un papel como el mayor Strasser en “Casablanca” (Michael Curtiz, 1942) pero que, quizás de forma aún más simbólica, fue un trasunto de El Joker en “El hombre que ríe” (Paul Line, 1928).

No os suena de nada ¿Verdad?


En definitiva, la tapa muy dura de este “Before Watchmen” queda muy bien en mi estantería, no me cabe duda de que lo repasaré de cuando en cuando, pero no tiene la suficiente valentía como plantear ángulos nuevos sobre el personaje – hubiera estado bien ver algo más de cómo se desarrolla el “plan monstruoso” de Ozymandias – ni es especialmente grácil a la hora de explicar las cosas que ya sabíamos.

Para completistas y fanáticos, me temo.