El
Rey Carmesí ha muerto, ¡Viva el Rey!
La
corta trayectoria de UK – dos discos de estudio, uno en directo, y
un DVD, al menos por ahora – arranca de alguna manera en 1974,
cuando King Crimson está dando los últimos retoques a una de sus
obras maestras, “Red”. Este álbum sirve como perfecto resumen de
lo que había sido la trayectoria de uno de los grupos punteros y mas
innovadores del progresivo, sobre todo en lo que se refiere a su
etapa de los setenta. En sus escasos 38 minutos y pico tiene un
potente instrumental – que
da título al vinilo -,
la balada ominosa - “Fallen
Angel”
-, el tema agresivo con un gran riff de guitarra a lo “21st
century schizoid man” - en “One
more red nightmare”
-, una improvisación grabada en directo - “Providence”
(la ciudad de Lovecraft,
¿dónde si no?)- y el gran tema épico con un largo desarrollo que
concluye en una reiteración majestuosa del tema principal – la
gigantesca “Starless”-.
La
portada, no obstante, difiere bastante del estilo utilizado por la
banda hasta entonces: ni enigmáticas ilustraciones o fotos de
estrellas, sino un retrato en blanco y negro de los integrantes del
combo. Tal y como señala Sid Smith en su libro “In the court of
King Crimson”, la carpeta de “Red” guarda algunas similitudes
con el retrato que decora la portada de “With the Beatles”, obra
de Robert Freeman. Pero en el caso de King Crimson, en lugar de unos
jóvenes que están a punto encontrar el éxito masivo, vemos a tres
músicos curtidos y experimentados: Robert Fripp aparece con sus
anteojos y su barba, la mirada intensa, mostrando la preocupante
seriedad de un guitarrista que lanza sus agresivos riffs y
experimentos sonoros desde la tranquilidad de su taburete. John
Wetton (voz y bajo) aparece con una sonrisa casi maliciosa, y Bill
Bruford (batería) tiene oscurecido buena parte de su rostro, casi
como si no estuviera allí o se encontrase de paso.
Busquen las diferencias... |
Lo
cierto es que quien casi no estaba presente era David Cross, el
tranquilo violinista folk que había entrado a formar parte del grupo
un par de años antes y que, a pesar de su virtuosismo, acabó
relegado a un papel casi marginal a causa de la potente sección
rítmica. Aunque llega a aparecer como coautor y toca en el disco, a
estas alturas, Cross estaba prácticamente expulsado del grupo. A
decir verdad, Fripp tampoco es que estuviera especialmente
involucrado en la creación de lo que sería la última obra en
estudio de la banda para aquella década.
David Cross |
Para
Wetton, esto no podía venirle mejor, ya que así podía erigirse en
amo y señor del grupo. Durante una conversación telefónica que
mantuve con John para la promoción de su “Raised
in captivity”, el bajista no tuvo problemas en presumir de ser
uno de los principales artífices del vinilo, y no creo que le falte
razón. Por ejemplo, la genial “Starless”, compuesta
mayoritariamente por él, había sido rechazada por el grupo meses
antes, pero ante la habitual escasez de material no improvisado de
los Crimson (“este grupo escarba y se ensucia las uñas para crear”
como diría Bruford años mas tarde), se decidió retomar el tema y
arreglarlo para su inclusión en el disco.
John Wetton, con su molona camiseta de "Lark's Tongue in Aspic" |
Al
igual que Jack Bruce en Cream, Wetton había decidido transformar el
bajo en un instrumento solista y sus continuas manipulaciones del
pedal de volumen, el wah-wah y los controles de tono de sus cuatro
cuerdas amenazaban con ahogar el sonido del resto de los músicos.
Tanto Fripp como Bruford tenían la capacidad para responder a las
“amenazas sónicas” de su también cantante, pero Cross,
dependiente de la débil amplificación que podía obtener de su
violín, intento competir con el piano eléctrico y el mellotron. Al
final, Wetton no quiso permitirse el “tener pasajeros” en su
particular viaje a la cima.
Robert Fripp |
Aunque Crimson seguía atrayendo decenas de miles de fans en sus shows en directo, la estela comercial de sus discos se había apagado progresivamente después del éxito de su debut. Los cambios de formación y estilísticos habían erosionado las ventas, aunque Wetton pensaba que el grupo, si jugaba bien sus cartas, podía alcanzar las ventas de los Pink Floyd, que estaban triunfando con “The Darkside of the moon”, en el que habían encontrado ese difícil equilibrio entre éxito comercial e integridad artística.
Por
ende, casi todos los dedos señalan a John a la hora de culparle por
la disolución de la banda al poco de publicarse “Red”. Según
Fripp, dentro de una conversación mantenida en uno de los Holiday
Inn que usaba el grupo para hospedarse durante sus giras en EEUU, el
bajista le expresó su deseo de abandonar King Crimson si después de
un par de años el grupo no remontaba el vuelo comercialmente. Mas
adelante veremos cómo las conversaciones casuales juegan un papel
decisivo en la historia de UK. El guitarrista identificó este deseo
como una amenaza frente su reinado en el grupo, Fripp había
permanecido – y permanece – en todas las formaciones de su banda
desde el inicial “In the court of the crimson king” (1969) disco
cuyo éxito prácticamente había estrenado el género progresivo
para el Gran Público. Hablando sobre sus motivos para abandonar
Crimson después de la grabación de “Red”, Robert explica “si
pones en este caldero una buena cantidad de alcohol y cocaína,
tendrás una buena receta de por qué decidí dejar el grupo. Y para
completar la mezcla, ¿qué tal si añades la presencia de un
ex-miembro del grupo, cuyo principal motivo para dejarlo en primer
lugar era que no podía seguir trabajando conmigo?”
Ciertamente, en otra maniobra que no pretendía ser tan preocupante en un principio, Wetton había invitado al saxofonista / musico todoterreno, Ian McDonald, a las sesiones de “Red”. Para el bajista, incluirlo en la grabación era una forma de darle un valor añadido al álbum, al igual que le daba una sensación de “cerrar el circulo” para la historia de la banda, animándolo incluso a que volviera a formar parte como miembro de King Crimson de pleno derecho, nuevamente, una jugada que hacía arquear la ceja a Fripp. Sobre el tema de las drogas y la bebida, de sobra es conocida la dolorosa sobriedad de Robert, mientras que Bruford solo llega a reconocer que es un hombre de cervezas, a estas alturas Cross ya ni siquiera era miembro oficial del grupo, así que eso solo deja a un tipo responsable del vicio en KC...
Que no se diga que este articulo no está bien documentado.... I |
Ciertamente, en otra maniobra que no pretendía ser tan preocupante en un principio, Wetton había invitado al saxofonista / musico todoterreno, Ian McDonald, a las sesiones de “Red”. Para el bajista, incluirlo en la grabación era una forma de darle un valor añadido al álbum, al igual que le daba una sensación de “cerrar el circulo” para la historia de la banda, animándolo incluso a que volviera a formar parte como miembro de King Crimson de pleno derecho, nuevamente, una jugada que hacía arquear la ceja a Fripp. Sobre el tema de las drogas y la bebida, de sobra es conocida la dolorosa sobriedad de Robert, mientras que Bruford solo llega a reconocer que es un hombre de cervezas, a estas alturas Cross ya ni siquiera era miembro oficial del grupo, así que eso solo deja a un tipo responsable del vicio en KC...
A
pesar de las presiones, “Red” es espectacular, aúna todos los
elementos sonoros que hasta entonces se podían asociar a King
Crimson, no solo en las composiciones, sino también en la
instrumentación, al núcleo de guitarra, bajo y batería /
percusiones excéntricas de Bruford (influido por su ex-compañero,
Jamie Muir), se sumaron cellos, violines, saxofones, oboes y
clarinetes. Un asalto sonoro que pide ser puesto una y otra vez en
cualquiera de sus continuas reediciones: que si vinilo, que si CD,
que si edición remasterizada por el trigésimo aniversario, que si
DVD de audio...
Pero,
como hemos señalado, Fripp ya había tomado una decisión, aunque
con su extraña parsimonia, declaró a sus compañeros que si lo
deseaban, podían seguir con una hipotética formación de Wetton /
Bruford / McDonald. El hecho de que Robert se sintiera arrinconado
por Wetton y sus decisiones no deja de ser irónico, en su propia
autobiografia, “My own time”, John explica que lo que había
empujado a Fripp a disolver la anterior formación de KC había sido
el encontrarse “contra las cuerdas” frente a Ian Wallace, Boz
Burrel y Mel Collins, a pesar de que para entonces se había
“librado” del letrista y coproductor Pete Sinfield, a quien había
pasado de considerar su principal compañero a ser un escollo. Así
las cosas, haber incluido a Wetton dentro de una banda –
probablemente, con el objetivo de liberar a Burrel de sus
obligaciones al bajo, instrumento que prácticamente aprendió a
tocar con KC, antes de ingresar en Bad Company - con tanto malestar
podría haber tenido fatales consecuencias, con lo que el cantante
prefirió esperar a que Robert “despidiera” a estos músicos y
empezara desde cero.
Durante
toda la trayectoria de King Crimson, siempre ha dado la impresión de
que Fripp necesite a alguien con una fuerte sensibilidad pop para
nivelar su tendencia a las composiciones instrumentales guitarreras o
sus experimentos con bucles sonoros que en aquel momento estaba
practicando con Brian Eno. Aunque Sid Smith, en una de sus
entrevistas para promocionar su libro concretó que, de hecho, buena
parte de la magia del grupo se debe a la tensión creativa entre el
batería Bill Bruford y el propio Fripp, o en palabras de uno de los
managers de la banda “Robert era consciente de que necesitaba a
Bill, pero odiaba necesitarlo”.
Que no se diga que este articulo no está bien documentado... II |
Lo que no deja de ser curioso es que el batería, en su propio libro, explica que durante “Red” estaba la mar de contento con prestar sus servicios como músico y batería pero que rara vez influía en otras decisiones de la producción. Para variar, cada uno cuenta la feria según le ha ido, puede que Bruford no fuera consciente de que su sarcasmo y su negativa a servir de metrónomo al resto del grupo pudiera ser tan enervante a lo largo de los años, precisamente su capacidad para manipular el ritmo forma parte del genio del percusionista, si interpretamos la palabra “genio” en todas sus acepciones...
Con
o sin sensibilidades pop, Wetton no veía unos King Crimson sin
Fripp, a fin de cuentas, él decidía lo que era valido o no para la
banda, ni siquiera sus reservas durante las grabaciones podían
obviar ese hecho, y su toque esquizofrénico a la guitarra era
insustituible, con lo que, a última hora, al firmar su renuncia como
miembro de la banda, obligó a la misma a “cesar su existencia”.
Si, Robert Fripp es muy amigo de las sentencias rimbombantes. Por muy
sincera que fuera su proposición de unos Crimson sin él, es más
que probable estuviera jugando su baza como pieza clave para frenar
al grupo, al igual que Roger Waters años después, el guitarrista
veía algo amenazante en el creciente número de asistentes a los
conciertos y la maquinaria del negocio musical como industria capaz
de engullir al artista.
Como
muchos discos que se acaban considerando clásicos, “Red” tuvo
una acogida tibia por parte de la prensa, los críticos seguían
observando con cierto desdén el “apreciable, pero poco útil
talento de Fripp para la composición instrumental”, mientras que
otros, tal y como explica el volumen de José Miguel López, se
preguntaban si era necesario un discurso tan intelectual dentro de un
contexto Rock. El hecho de anunciar la disolución de la banda junto
a la publicación de la nueva obra también le resto seriedad a la
propuesta, y algunos afirmaron que Fripp estaba utilizando la misma
maniobra que Paul McCartney con su banda Wings, anunciando cada dos
por tres el fin de una formación para al poco, aparecer con una
nueva banda. En ambos casos, no obstante, los cambios en sus grupos
solían estar marcados por las circunstancias.
Una
guía para jóvenes y la dama del lago
Aunque
“Red” no consiguió revalidar los anteriores éxitos del grupo,
consiguió venderse bastante bien, el posterior recopilatorio “A
young person's guide to King Crimson” demostró que seguía
habiendo hambre por parte del público de música “crimsoniana”,
así que la discográfica del grupo E.G, decidió examinar las cintas
de las últimas actuaciones de Crimson, el resultado, “USA”
(yuesei) se publicaría en 1975.
Portada a lo Terry Gilliam |
Para
entonces, los miembros de la banda estaban recorriendo sendas muy
diferentes: Fripp decidió aislarse del mundanal ruido y prosiguió
sus estudios de educación continua en uno de los centros de Bennett,
Bruford estaba iniciando su peregrinaje por distintas bandas como
músico acompañante – Gong, Roy Harper, Brand X, hasta llegar a
Genesis, ya en 1976 – y Wetton había pasado por Wishbone Ash y
Roxy Music. La inclusión de Wetton en la banda de Bryan Ferry
también tiene su miga, en un principio solo había acudido a las
audiciones para bajista en calidad de asesor – Wetton era muy amigo
del guitarrista Phil Manzanera -, pero como un Ricardo III del
progresivo y tras escuchar a todos los aspirantes durante un día
entero, se giró y dijo las inmortales palabras “el bajista que
necesitáis... ¡¡¡soy yo!!! ¡HAHAHAHAHAH!” (risa alocada con
ruido de truenos al fondo). Bueno, vale, puede que no fuera así,
pero John es la clase de tipo que no deja escapar un trabajo por las
buenas, sobre todo cuando por una vez puede ingresar en un grupo al
que le tiran ropa interior femenina (lanzada por mujeres, quiero
decir) al escenario.
Es en Roxy Music donde Wetton coincide con el teclista Eddie Jobson, el cual está ocupando la plaza, curiosamente, de Brian Eno, quien había abandonado el grupo tras un par de desencuentros con Ferry. Durante los ensayos y las pruebas de sonido, el bajista se da cuenta de que Jobson, al igual que él, es capaz, musicalmente, de mucho más de lo que requiere el repertorio de Roxy, además de ser un mas que competente violinista.
Cuando
EG decide iniciar el proyecto “USA”, las pistas en directo tanto
del violín como del piano eléctrico de Cross se consideran
defectuosas, así que ni corto ni perezoso, el equipo de producción
(Wetton y Fripp) decide realizar algunos overdubs
(sobregrabaciones)
en el estudio, utilizando a Jobson para dichos menesteres. Tampoco es
una maniobra tan extraña, buena parte de “Starless and bible
black” (o “Clueless and slightly slack” como Bruford lo solía
llamar con su habitual sorna, “Sin ideas / pistas y ligeramente
aturdido”) eran tomas en vivo en las que se había eliminado el
sonido ambiental, y por lo tanto, al público. Con todo, cuando años
después se publicaron las tomas originales de la actuación en el
Casino
de Absbury Park
(que forman el grueso de “USA”), el sonido de Cross, aunque lejos
de ser perfecto no es tan malo y uno se pregunta si la desavenencias
personales habían motivado el intentar “borrar” a Cross de la
historia, como años después intentaría Fripp con Gordon Haskell,
sustituyendo su voz por la de Adrian Belew y su bajo por el de Tony
Levin en una de las reediciones de “Lizard” y en la caja “Frame
by Frame”.
Lamentablemente,
Fripp y Jobson no empezaron con buen pie, cuando el miembro de Roxy
apareció en el estudio, el guitarrista lo recibió con la siguiente
frase: “Así que, el joven Edward, ¿vienes a echarnos una mano?”
a lo que el
joven respondió
con un gélido “mi nombre no es Edward, sino Edwin”. Wetton, que
guardaba el deseo de proponerle a Fripp el formar una nueva banda,
incluso una encarnación de Crimson con Jobson, debió de sentirse
especialmente decepcionado al ver cómo asomaban los témpanos de
hielo por los controles de la mesa de mezclas.
“USA”
con su portada imitando a la dama del lago de la leyenda artúrica,
no consigue ser el directo definitivo de Crimson (aunque es una
mejora con respecto a “Earthbound”), pero consiguió llenar de
nuevo las arcas de EG, lo suficiente para iniciar un ciclo de rumores
sobre una reunión del Rey Carmesí. Obviamente, Fripp no quería ni
oír hablar del tema, además, sus intereses musicales (y
filosóficos) se estaban alejando de los gustos de Wetton, el cual no
“entendía” los discos repletos de repetidas frases de guitarra y
capas de teclado creados por Robert con Brian Eno. Con este y con
Bowie colaboraría metiendo guitarras en berlines
“Heroes”.
Igualmente, el guitarrista estaba bastante impresionado por la forma
de trabajar de los músicos punk y la New Wave, aires de renovación
y grabaciones rápidas, menos técnica, más espíritu. Ni Bruford ni
Wetton tenían especial apego a estas tendencias, habían pasado
mucho tiempo practicando, aprendiendo a dominar sus instrumentos,
para ahora bajar el nivel, por mucho que la prensa alabara a los
nuevos grupos.
Fripp
intentó llevar esas ideas, con desiguales resultados, a su trabajo
como productor del segundo disco en solitario de Peter Gabriel,
publicado en 1978, para entonces UK estaba ya tenía a punto su
primer disco, así que... ¿Qué ocurrió en esos tres años?
¡Quiero
un supergrupo!
Ya
hemos hablado en este blog del concepto “supergrupo”
y de cómo, en múltiples ocasiones, dichos combos han parido obras
decepcionantes. Esta afirmación, no obstante, es algo engañosa, ni
Cream ni ELP, ni Blind Faith ni Transatlantic ni Black Country
Communion, Chikenfoot o Them Crooked Vultures han firmado obras
especialmente malas – muy al contrario, de hecho -, pero
normalmente las expectativas suelen estar tan altas que, por lo
general, cualquier cosa que estas formaciones entregaran se verían
como una decepción y un triste uso de sus respectivos talentos.
Lo
cierto es que las compañías discográficas y los managers pensaban
(y siguen pensando) que si juntas a una serie de músicos de renombre
en una misma banda, por la fuerza iba a salir algo digno que diera
mucha pasta. Pues ni tanto ni tan calvo, aunque cosas como las jams
que llenan los últimos minutos del “All things must pass” de
George Harrison puedan hacer que nos lo replanteemos.
Por
otro lado, también hay músicos que parecen emperrados en formar uno
de esos supergrupos, y John Wetton es una muestra, se podría decir
incluso que el King Crimson del que formó parte, era en sí un
supergrupo – a fin de cuentas contaba con un miembro de Yes y otro
de Family - y no cejaría en su empeño años después para crear
otro. Quizás consciente de que era el formato que mejor le venía a
un músico como él para copar las listas de ventas. En su libro
sobre Rick Wakeman, el veterano y prolífico escritor Jordi Sierra i
Fabra, describe cómo el teclista de Yes fue nominado a formar un
grupo en 1976, incluyendo al bajista de KC y a Bill Bruford, lo cual
implicaría su reencuentro con su viejo colega.
Para
variar, la historia toma serias bifurcaciones que resultan difíciles
de poner en perspectiva: se supone que Wetton quería trabajar con
Jobson y que estaba dispuesto a grabar un álbum con él, implicara
eso la creación de una banda o no. Entonces, ¿De dónde sale la
historia del grupo con Wakeman? Lo mas curioso es que se suponen que
existen hasta grabaciones de los ensayos de este curiosa agrupación
¿Tan lejos llegaron? Otro rumor es que Atlantic, la discográfica
estadounidense de Emerson, Lake and Palmer, no vio con muy buenos
ojos este power
trio
con teclados que copiaba tan descaradamente la estructura de una de
sus bandas insignia y amenazaron con maniobras legales por plagio si
el proyecto no se frenaba ¿Nos lo creemos?
En
cualquier caso, y para beneficio de A&M (la casa disquera de
Wakeman), el teclísta regresó con Yes para las grabaciones de
“Going for the one” (1977), ya que las continuas extravagancias
de Rick con sus discos repletos de orquestaciones y coros les estaba
empezando a provocar más pérdidas que ganancias. Seguimos con las
contradicciones: en el documental sobre la gira del “Invisible
touch” de Genesis, Phil Collins asegura que Bruford dejó de tocar
con el grupo en directo para “formar UK”. De hecho, en otra
entrevista, el batería cantante afirma que se pilló un buen cabreo
telefónico con Bruford al descubrir por la prensa que se había
unido a Wetton en un proyecto, “pero vamos a ver, ¿Estás con
nosotros o estás trabajando en este otro grupo?”, se supone que
fueron sus palabras.
No
se me pierdan, que ahora viene la versión de Bruford: según su
libro, sus comentarios no demasiado amables sobre la música de
Genesis durante las reuniones del grupo – y si me apuran, después
tampoco se ha cubierto precisamente de gloria al hablar con la prensa
-, le hicieron pensar que, probablemente tampoco sería invitado a
tocar de nuevo con ellos. Así que ni corto ni perezoso, se puso a
montar su propia formación con Jeff Berlin (bajo), Dave Stewart a
los teclados (no, no es el Eurythmics, sino el de los progresivos
National Health) y Allan Holdsworth a las guitarras. Pero, ah,
mientras trabajaba en la composición de su primera obra en
solitario, recibió la llamada de Wetton para preguntarle si le
gustaría formar una banda con este nuevo genio de las teclas,
Jobson.
Allan Holdsworth, con su sonrisa habitual |
¿Dónde
queda entonces el proyecto con Wakeman dentro de esta cronología? Ni
idea, lo cierto es que Bruford afirma que EG le aconsejó unirse a
esta nueva banda, cuyo posible éxito serviría para costear las
caras grabaciones de Bruford e incluso sería beneficioso para la
promoción del disco, a fin de cuentas, se trataría del primer álbum
por su cuenta del batería de Yes, King Crimson, Genesis y la,
probablemente nueva banda puntera del progresivo. ¿Qué podía salir
mal? Pues para empezar, Bruford pensó que si John se traía a un
genio de los sintes, por qué no se traía él a un genio de las seis
cuerdas para equilibrar la balanza, así, de paso, se eliminaba el
factor
ELP
de la ecuación. Ergo, Allan Holdsworth fue promocionado para formar
parte de la banda.
Bill
hace una descripción muy somera de la personalidad de Holdsworth en
su libro, con la cual me costaría no estar de acuerdo después de
haber pasado un rato con él. Allan estuvo tocando con su trío
durante el Festival de Jazz de la Universidad de Sevilla, siendo mi
primera experiencia como “periodista musical”... y fue muy
triste. Con su guitarra sobre el hule del magro catering festivalero,
entre empanadas de atún y bebiendo vino de un vaso de plástico, el
guitarrista se negó a que una amiga mía – que había venido para
hacer fotos durante la proyectada conversación – tomara imágenes
suyas, excusándose con que no quería ser visto con tan mala cara.
Esto no dejaba de ser extraño, ya que mi compañero fotográfico,
Gabriel Arroyo y un servidor, no tuvimos problemas en tomar imágenes
durante el concierto a las pocas horas, de hecho, las fotos de aquel
festival sirvieron para nuestra primera exposición “Doce pulsos de
Jazz”.
Holdsworth
no tenía ganas de hablar con ninguno de los dos redactores que
estábamos allí, ni sobre música ni sobre nada en particular. Ni
siquiera mis intentos por averiguar algunas cuestiones técnicas de
su guitarra “a la Steinberger” consiguieron avivar su
interés, el único momento en el que creo que fui testigo de Allan
animándose un poco y “viniéndose arriba” fue en los últimos
compases del concierto. Y no me refiero a que sintiera alivio por
haber terminado, sino a una genuina cara de agradecimiento por el
aprecio hacia su música o incluso una satisfacción personal por
haber firmado un concierto notable, si no sobresaliente.
Aunque
el show fue genial, salí escaldado de la entrevista (tampoco sería
la última vez, aunque fuera por otros motivos), decepcionado con el
encuentro y conmigo mismo, pensando que cualquier otro sería capaz
de sacarle algo más de información al artista, “no sirvo para
estas cosas, no sirvo para estas cosas” me repetía a la vuelta,
con la cinta (sí, he dicho “cinta”) en la grabadora repleta de
minutos de incómodos silencios y respuestas en monosílabos. Cuál
no sería mi sorpresa al descubrir en algunas publicaciones de Jazz
nacionales – aunque el estilo de Allan es mas “Jazz-Rock”
siempre ha sido muy admirado por la crítica del género – que todo
el que había querido sacar algunas declaraciones al virtuoso
guitarrista, pasó por el mismo trago.
Que no se diga que este articulo no está bien documentado... IV |
Hasta un par de años después, en una entrevista-reportaje sobre Holdsworth en un magazine para guitarristas y otra para la recomendable web Innerviews, no descubrí exactamente los motivos de su desidia, aunque algo transpiró durante los minutos que pasamos de conversación. Me explico: con motivo de la gira europea se había publicado un recopilatorio de sus obras en solitario, pero cuando le pregunté por el disco, Allan me aseguró que no tenía nada que ver con su edición (extraño, porque estaba anunciado a bombo y platillo en su web), igualmente, me expresó que la entonces presente gira no era idea suya y que lo único que deseaba era volver a California – Holdsworth es inglés pero se mudó a los EEUU en los 80 – con su mujer (después apostillaría “novia”, no sé por qué, pero ese detalle me pareció curioso).
Viendo
el poco ánimo del músico, no me vi muy tentado de preguntarle
“bueno, si no ha sido idea tuya, ¿De quién ha sido?” La
respuesta, no podía ser de ningún otro modo, era...¡su manager!
(ahora sí, sonido de relámpagos y risa loca con reverberación de
catedral). Como muchos músicos, Holdsworth había llegado a acuerdos
y firmado contratos con discográficas y representantes que se
aprovechaban del nulo olfato comercial de los artistas, viéndose
obligado a lanzar discos no del todo terminados o a realizar giras en
cuyo planificación el músico poco tenía que ver. En las
entrevistas de unos años después, Holdsworth parecía mucho más
optimista, habiendo recuperado parte de los derechos de su obra,
montando su propio sello discográfico y con ganas de afrontar nuevos
retos.
Ahora
bien, y volviendo a la definición que realizó Bruford en su
biografía, todo esto no quita para que Allan sea un serio dolor de
cabeza para aquellos que eligen trabajar con él. Holdsworth es la
clase de músico cuyas propias aspiraciones le sobrepasan
continuamente, no se hace el torturado, realmente la búsqueda del
tono, del sonido que tiene en la cabeza y la decepción que le
produce la realidad le hace sumirse en un estado anímico triste y
molesto. Por supuesto, para el mundo exterior la cosa no podría ser
mas diferente, si se lee la lista de nombres, dentro de la comunidad
de músicos profesionales, que alaban a este hombre, sirve para
cortarle a uno la respiración: John Pretucci, Steve Vai, Adrian
Belew, Eddie Van Halen, Joe Satriani...
Ya
en el caso del público o la crítica, la cosa anda un poco desigual,
hay quien opina que, efectivamente, Allan es un innovador y un
virtuoso que ha vuelto a definir el papel de la guitarra unos cuantos
millones de veces, otros creen que, con todo, lo mejor de Holdsworth
han sido sus colaboraciones en música ajena (algo que también se
dice de Bruford), más que sus propios discos. No falta, por
supuesto, quienes opinan que es un plasta y que desde que abandonó
el synthaxe
(un cruce de guitarra, sintetizador e instrumento de viento, creado,
cuándo si no, en los ochenta, hasta el grupo en directo de Michael
Jackson usaba uno), apenas ha evolucionado en su sonido. Ésta última
acusación es complicada de rebatir cuando, en uno de sus videos
didácticos sobre cómo tocar la guitarra, Holdsworth explica,
ayudado por los dibujos en una pizarra, un esquema armónico de
acordes que, según sus propias palabras, “utilizo en casi todos
mis temas”.
La
figura del guitarrista tampoco resulta tan complicada de entender ya
que es la Pan nuestro de cada Día en muchos casos: admirado por sus
colegas, pero ignorado por el Gran Público, un poco como el resto de
sus compañeros en UK. Pero conviene aclarar que, como en el caso de
John
Martyn, Holdsworth puede llegar a ser su peor enemigo, su volátil
personalidad le ha llevado a dejar en la estacada a mas de un
compañero (como le sucedió al propio Bruford, poco antes de iniciar
las fechas de una gira con su banda) o a apartarse de las luces del
escenario cuando éstas le apuntaban. ¿Humildad? ¿Desprecio? Lo mas
probable es que fuera lo primero, pero la mayor parte del mundo se lo
tomaría por lo segundo.
Poco
debía importar todo esto a finales de 1977, cuando los cuatro
músicos se reunieron en una sala de ensayo, con vistas a preparar
las canciones de su debut.
U.K
(1978)
Si bien nunca se ha explicado demasiado bien el por qué del nombre del grupo, es más que probable que tenga un significado pomposo, al igual que Clapton, Bruce y Baker llamaron a su banda “Cream” porque se veían realmente como la crema de la escena británica, quizás los cuatro miembros de este combo se veían como una importante representación de la música inglesa. Tras una portada un tanto insípida – tomas de los rostros de los músicos bajo luces de colores -, el librito del CD / portada gatefold del vinilo, mostraba un dibujo de las islas británicas.
Si bien nunca se ha explicado demasiado bien el por qué del nombre del grupo, es más que probable que tenga un significado pomposo, al igual que Clapton, Bruce y Baker llamaron a su banda “Cream” porque se veían realmente como la crema de la escena británica, quizás los cuatro miembros de este combo se veían como una importante representación de la música inglesa. Tras una portada un tanto insípida – tomas de los rostros de los músicos bajo luces de colores -, el librito del CD / portada gatefold del vinilo, mostraba un dibujo de las islas británicas.
Tengo
que reconocer que me costó bastante “entrar” en este primer
álbum, no fue hasta el viaje a la capital malagueña para ver a Asia
en directo y entrevistar a Steve Howe – otro affaire
que
suena mucho más sofisticado de lo que en realidad fue – que me dí
cuenta de lo bueno que realmente es. Mi explicación para sentirme un
poco decepcionado años atrás cuando lo recibí es la misma que he
expuesto al principio de este post: que de los supergrupos (y sobre
todo, los de culto, como este caso), uno siempre espera mucho más de
lo que acaba recibiendo. Pero insisto, ese acaba siendo más problema
del oyente que de los músicos.
En
la primera audición, la apertura con la “pequeña” suite
compuesta por la trilogía “In
the dead of night / By the light of Day / Presto, Vivace and Reprise”
(doce minutos y pico si se suman los tres temas), me pareció más
una impostura progresiva que una composición con empaque. Daba la
impresión de ser una banda que forzaba unos tempos complicados, con
un Bruford nada contenido y con Wetton superponiendo su melodía
vocal con mas preocupación de cantar algo que mostrase su capacidad
de “repartir” letras, más que cantarlas. Sobre todo con frases
tan equívocas como “¿Eres uno de los míos / de los que tiene que
dormir con un ojo abierto?” Jobson, eso sí, brillaba con luz
propia, si bien su estilo podía remitir rápidamente a cualquiera de
los teclístas estrellas de la época (Banks, Emerson, Wakeman), su
fraseo era único, así como su capacidad para introducir partes
secuenciadas – como durante “By the light of day” -, que suenan
naturales y como parte íntegra de la composición.
Con la firma del alegre Holdsworth |
Pero,
como ya digo, tras oírlo en la carretera (no son pocos los discos
que ganan en este modo de escucha), percibí la maestría tras la
producción y el virtuosismo de los temas. Tengo que admitir, no
obstante, que Holdsworth no parece pintar ni pegar demasiado, cuando
interviene a la guitarra, vale su peso en oro, pero sus
contribuciones están repartidas económicamente a lo largo del
disco. Una de las principales características de su estilo, el uso
del vibrato mientras pulsa acordes o durante sus solos, además de su
limpia forma de pulsar las cuerdas (Holdsworh no es un guitarrista de
muchos rasgueos) por no mencionar su elección de notas, mas cercanas
al jazz, dotan a “U.K” de una gama armónica de la que carecen
muchas bandas progresivas, desde los 70 hasta ahora.
El
grupo se pone “serio” con otro tema largo, (ocho minutos),
“Thirty
Years”, en el cual una intensa capa de teclados sirve como
fondo para que Wetton cante con una seguridad que atraviesa
firmemente los altavoces. Aunque de nuevo repite un esquema típico –
planteamiento ominoso, desarrollo instrumental, y retomar la melodía
de apertura en modo épico -, aquí fluye naturalmente. Cuando John
toma la recta final, su voz y la música sirven como perfecto
desenlace tras la tensión contenida de los minutos anteriores. Y en
esta ocasión las letras tienen algo más de poesía, sobre todo en
el verso “cuando alguien intenta pintar estrellas en tu cielo...”
Una
gruesa capa de teclados continua el CD (o abre la cara B del vinilo),
“Alaska”,
un tema de Jobson en el que, básicamente demuestra su capacidad de
sacar sonidos envolventes de su característico Yamaha CS-80. Este
entronca con un tema corto en el que vuelve el virtuosismo, “Time
to kill”, aunque tanto el riff como el estribillo (“tiempo que
matar / matando el rato”) resultan un tanto intrascendentes, es
complicado no cogerle el gusto y tener sus melodías repicando en tu
cabeza.
Tanto
“Nevermore”
como “Mental
Medication” son una buena demostración de la capacidad de
Holdsworth a la acústica (o semi), escuchar a Wetton cantar sobre
esos acordes jazzisticos es toda una delicia, no solo por la sabia
elección de notas por parte del guitarrista, sino porque rara vez,
Wetton ha vuelto a usar este registro. Aunque las dos canciones
también tiene una estructura un tanto típica (para lo que se estila
en el progresivo, quiero decir), el mero hecho de poder escuchar las
aportaciones de cada músico hace que valga la pena. Si esto es estar
con el piloto automático para esta grupo, póngame dos tazas.
El
periodo 77-80 fue especialmente traumático para el progresivo, lo
que el punk no había conseguido hundir con toda su filfa y su furia,
casi lo logran los propios músicos del estilo. En este tiempo, los
tótems del sinfónico habían sufrido una serie de altibajos –
creativos y comerciales – que empezaban a minar sus bases de fans.
Tal y como hemos explicado en artículos anteriores, tanto Genesis
como ELP estaban sorteando el camino al cambio de década con
desigual fortuna: los primeros conseguían mejores ventas pero
sacrificaban parte de su espíritu mas experimental, mientras que los
segundos parecían no saber por dónde tirar, quedando un poco en
tierra de nadie, al poco se disolvieron. Por primera vez.
La
fortuna comercial de Jethro Tull también empezó a perderse en este
periodo, mientras que Yes lanzaban una pequeña decepción con
“Tormato” y no tardarían en perder a Jon Anderson por primera
vez y a Rick Wakeman por segunda (y las que quedaban...). Aún así,
todas esas bandas seguían siendo capaces de arrastrar varias decenas
de miles de aficionados a sus conciertos, eso, por supuesto, le dio
munición a buena parte de la prensa para poner en solfa lo poco
relevantes que resultaban ya estos músicos, confinados al circuito
nostálgico. Ahí la crítica solo erró el tiro por unos 30 años.
En
un clima tan hostil, la “gran esperanza blanca” del progresivo,
como podían ser considerados los UK, no consiguió revitalizar la
salud del género, aunque obtuvo unas ventas respetables de varios
cientos de miles y una buena aceptación, los resultados distaban
mucho de lo que se supone la unión de estas luminarias podía
conseguir. De nuevo, Bill Bruford no opina del todo igual y cuenta en
su biografía que el grupo consiguió todo el éxito que se suponía
podían obtener, ofreciendo a los músicos la oportunidad de viajar,
de nuevo, en lujosas limusinas.
Viendo
algunas de las escasas filmaciones
que han sobrevivido de la primera “etapa” del grupo, es fácil
ver a un grupo enérgico. Aunque no he conseguido localizar fotos del
directo, algún vídeo pirata que duró dos días en Youtube nos
ofrecía una presentación espartana – unas luces y las siglas que
dan nombre al grupo ofrecidas en fluorescente tipo puticlub de
carretera – bajo la cual, los músicos desgranaron sin problema el
repertorio de su primer disco, algunos temas de lo que iba a ser su
segunda obra, y si hacemos caso a los grabaciones
no oficiales que pululan por ahí, un tema que acabaría en el
segundo disco de la banda Bruford, co-escrito con Jobson, “Sahara
of the snow”.
Tras
un triunfal concierto en Philadelphia, ciudad que siempre ha apoyado
positívamente al progresivo, los artistas subieron a sus lujosos
transportes y se dedicaron al dudoso arte de intercambiar pareceres
mientras baja el nivel de adrenalina o sube el de alcohol. De nuevo,
dos versiones de una misma historia, agárrense que vienen curvas.
Historia
de John Wetton: Durante el viaje en limusina después del último
concierto en Philly, Bruford me sugirió que quizás no se sentiría
muy a gusto haciendo esto otra vez. Así que Eddie y yo nos pusimos a
buscar otro batería, cuando se enteró, Bill me dijo que quizás no
debería prestar mucha atención a lo que dice alguien en una
limusina a altas horas de la noche.
Historia
de Bill Bruford: Después de la demostración de ego que habían sido
los últimos shows, sabía que a pesar de lo divertido de la
experiencia tenía que volver a aquello que me había propuesto en un
principio, llevar a delante mi propio grupo. Allan tampoco estaba
contento con UK así que me lo llevé de vuelta a mi banda.
¿Ganaba
en algo Wetton haciendo ver que Bruford había sido “despedido”
de la banda? ¿Estaba Bruford haciéndose el digno? Vaya usted a
saber, lo cierto es que tanto Bill como Allan dejaron el grupo tras
algunas fechas en Otoño de ese mismo año. Sobre la deserción del
guitarrista poco podían añadir sus compañeros, ya que Holdsworth
era muy capaz de soltar lindezas por esa boquita suya: “Nunca
llegamos a tocar una canción de principio a fin en las grabaciones,
sino como cachos que después se iban uniendo durante las mezclas […]
en UK querían que tocaran lo mismo noche tras noche, y yo me acababa
aburriendo, me ponía a pensar en otras cosas, como en un buena pinta
de cerveza”
Si
bien estas lindezas dejan muy claro el poco aprecio que el músico
sentía por la música grabada con el grupo, no tuvo ningún problema
en firmarme mi CD durante nuestra “no-entrevista”. Puede que
Holdsworth estuviera amargado, pero no perdía la educación inglesa.
Con todo, una cosa es cierta, Allan es un improvisador nato, al igual
que Robert Fripp, entiende que el desafío máximo de un músico es
probar cosas nuevas delante del público. Puede que Bruford y Wetton
se encontraran cómodos en ese contexto dentro de Crimson, pero
Jobson no tanto. Tal y como narra Holdsworth en su entrevista (y Bill
en su libro), Eddie quería que el guitarra repitiese sus solos en
cada actuación. A Allan le resultaba imposible “computar la
instrucciones”, algo que Bruford observó como una falla
insalvable, aunque entendía el punto de vista de cada uno de sus
compañeros, ambos los consideraba igualmente válidos. La separación
era inevitable.
UK, Mark II |
A nivel compositivo, estas dos deserciones no eran una gran preocupación, a fin de cuentas, el grueso del primer disco llevaba la firma Wetton/Jobson y en el siguiente el dúo se encargaría exclusivamente de la tarea. Así que tras prescindir de la figura del guitarrista, - enfatizando así el “factor ELP” de un power trio con teclados -, simplemente reclutaron a otro batería virtuoso, Terry Bozzio. Proveniente de la “escuela Zappa” (en la que, irónicamente, ingresaría Jobson años después), Terry es, simplemente, uno de los mejores bateras del mundo, con una independencia entre sus cuatro extremidades que le hacen a uno plantearse si no están tocando varios tipos a la vez en lugar de uno solo.
Jobson, Wetton y Bozzio |
Curiosidades de la vida, y a rebufo de lo comentado sobre Holdsworth en el párrafo anterior, cuando pude entrevistar a Tony Levin hace unos años, le pregunté por la banda que conformaban ocasionalmente, él mismo, Bozzio, Pat Mastelotto y Allan Holdsworth. El bajista de King Crimson me confirmó, oh sorpresa, que tocaban 99% de música improvisada, sin tener ni idea de lo que iba a interpretarse en directo.
Entre
su virtuosismo y el creciente tamaño de su kit de batería, la nueva
formación de UK tenía en Terry un arsenal sonoro incontestable a
sus espaldas. Ahora bien, ¿lograrían finalmente el éxito que se
merecían?
Desde
luego, si uno tiene que tener en cuenta algunos factores extra
musicales, da la impresión de que el grupo iba a por todas. Por un
lado, el hecho de presentarse con un planteamiento de
teclados/violín/bajo/batería parecía ser la respuesta a unos ELP
(o incluso a unos Curved Air en los que había militado Jobson)
desahuciados creativamente, como si dijeran “aquí estamos nosotros
para ocupar su puesto”.
Finalmente,
la portada, quizás para paliar la insulsa de su disco debut, esta
vez echaron mano de Hipgnosis – creadores de buena parte de las
carpetas de Pink Floyd, Genesis o Led Zeppelin – y de uno de sus
diseños fotográficos, aunque parece mas bien una pintura
fotorrealista.
La imagen de un señor lavándose las manos en un lavabo muy
setentero no es una referencia a Poncio Pilatos, sino a las letras
del tema-título
de la obra. Con una lenta apertura de teclados y una tajante batería,
la canción pone en evidencia, me temo, esa tono ridículo que la
critica observaba en algunos textos del progresivo: “Estoy a 3000
millas de mi hogar / estoy tan cansando y solo / es bueno que esté
soltero, ojala pudiera juguetear toda la noche (nota: “to swing”
se puede traducir de muchas maneras, las menos amables, como sinónimo
de “follar” o “guarrear”) / pero tengo un trabajo con un
precio en mi cabeza, así que debo marcharme”
¿Adivinan
el trabajo de nuestro narrador? Esperen y vean: “Es un estilo de
vida infernal, pero me trae el sueldo / Ningún sitio dónde colgar
mi pistola, sin tiempo para decir “hola...”” Bueno, después la
voz de Wetton nos avisa de que teme el momento en el que suena el
teléfono y vuelve el estribillo inicial: “Dinero
peligrooooooosooooo”. No, no parece que Los
Chichos escucharan este álbum.
En
cualquier caso, el hecho de que nuestro hombre tenga una Luger
en un cinto alrededor de su muslo (también dice que tiene una
Magnum, pero no especifica dónde y no creo que queramos saberlo), y
que es capaz de vernos en cuestión de un segundo, debía de ser
bastante explicativo. Por si no lo teníamos lo bastante claro, nos
lo cuenta en la estrofa final: “Soy un soldado de fortuna, tengo la
voluntad de sobrevivir”. Por qué dos tipos provenientes de la
clase media británica decidieron encarar una composición sobre un
asesino a sueldo que se dedica a los magnicidios (otro detalle que
deja caer en las letras) es algo que se me escapa. Si bien la música
y el estribillo me encantan, encuentro las estrofas sonrojantes,
contradiciendo la vieja máxima de algo siempre suena más molón si
se canta en inglés.
Los
ocho minutos de tema sirven para que los tres músicos demuestren su
buen hacer en sus respectivos instrumentos, Bozzio deja claro que es
batería estupendo, perfectamente capaz de acometer los polirítmos o
cualquier otra locura a las percusiones que hubiera protagonizado su
predecesor. Puede que Terry no sea tan sutil como Bruford, pero
conviene recordar que dentro de UK, Bill no parecía contenerse
mucho, así como en sus discos como líder de una banda.
Una
elegante melodía de piano sirve como fondo para que la voz de Wetton
narre la historia de fantasmas de la guerra que se aparecen de vez en
cuando en una estación de tren. “Rendez-Vous
6.02” es una delicia, aunque melódicamente es difícil
quitarle su estampa setentera, el toque de Jobson a las teclas es
genial. Puede que el ritmo de batería parezca a veces un añadido
posterior, desplegando unos rudimentos excesivamente complicados para
lo que es el tema, pero funciona bien.
Más
activa es la composición que terminaría la cara A del álbum, “The
only thing she needs”, con la sección rítmica dándolo todo
en el estribillo, con una letra un tanto mas convencional que las
anteriores, parece un pequeño intento pop, o todo lo pop que puede
sonar esta banda. La cara B se abre con otro tema lleno de energía y
virtuosismo, “Caesar's
Palace Blues”, en el que Jobson demuestra que el violín puede,
perfectamente, interpretar la principal línea melódica de una
canción con complicados ritmos. Hasta cierto punto puede parecer
otra demostración vacua de la destreza de los músicos, pero tiene
su encanto. Si el “Great
Deceiver” de King Crimson era, en cierto modo, una protesta
sarcástica por la excesiva comercialización de la fe por parte de
El Vaticano, “Caesar's” no nos deja muy claro si se trata de una
visión irónica del despendole que suelen ser Las Vegas o una
alabanza al modo de vida de la ciudad de los casinos.
“Nothing
to lose” es lo siguiente, un corte muy en la línea de los
temas de ELP de la época, aunque sensiblemente mejor que “Tiger
in the spotlight” o “Love
Beach”. En el video promocional de la canción (básicamente
una actuación con playback), podemos ver a los tres músicos en sus
respectivos papeles: Jobson con sus delicados manierísmos, frágil
en su delgadez pero desplegando sus capacidades virtuosas durante el
solo de violín (sí, otro), en definitiva, como si siguiera en Roxy.
Wetton, con su pelambrera, sus pantalones de cuero y su mínimo
arsenal de bajos y guitarra, la típica imagen de rockero de los 70.
Bozzio, por su parte, aún es visible entre los timbales de un kit de
batería que, a pesar de ser grande, no es tan descomunal como lo que
ha venido usando en las últimas épocas, ah, y por una vez aparece
con un peinado normal. EG / Polydor debían tener bastante confianza
en el grupo como para grabar el vídeo en unos suntuosos 35 mm, o eso
es lo que asegura el fan que ha subido la versión HD a Youtube,
aunque quizás sean unos “normalitos” 16... En todo caso, resulta
curioso tener unas imágenes de tanta calidad de un grupo tan
desconocido, creo que ni Gentle
Giant tiene algo que se le parezca.
Unos
sonidos secuenciados anuncian el último tema del disco, con un
principio relajado, “Carrying
no Cross” parece ser la historia de un hombre de espíritu
irresponsable en una equivoca carrera hacia la redención. Siendo
otra canción larga, el trío desarrolla todo su virtuosismo hasta un
punto que parece que Jobson está citando los acordes que abrían “In
the dead of night”, ¿falta de originalidad o sensación de cierre,
sospechando el cercano fin de la banda? Tras el despliegue
instrumental, la historia termina con Wetton cantando esa especie de
arrepentimiento con un ambiente tan tranquilo como con el que arrancó
el tema.
Aunque
algún crítico del género ha calificado a este segundo álbum como
“increíble”, lo cierto es que sigue sin ser un clásico del
progresivo, hay grandes temas, pero escuchado de principio a fin,
parece faltar algo de cohesión. Desde luego es una mejora con
respecto al anterior, no se echa en falta a un guitarrista, Jobson
exprime las posibilidades de su Yamaha CS-80 y del resto de sus
sintes. Wetton, con su magnifica voz así como su enérgico toque al
bajo, sigue repartiendo emoción y virtuosismo a espuertas, aunque le
faltaría poco para tener que cambiar tanto tecnicismo. Bozzio está
gigantesco, lejos de demostraciones vacías de su talento, otro que,
probablemente, funciona mejor sobre la plataforma de música ajena
que en la compuesta por él.
Night
after night (1979)
El
directo, si hoy en día, no hay grupo que no tenga su DVD después de
una gira, en los setenta, tener tu primer disco en directo lo antes
posible era prácticamente una obligación, incluso si, en casos como
el de Genesis,
no lo tenías muy claro. En parte lanzado como herramienta
promocional para su gira como teloneros de Jethro Tull en los Estados
Unidos – y la tourneé posterior de la banda en solitario -, y en
parte como demostración de que se trata de un proyecto con posibles
que busca afianzarse, “Night
after night”, a pesar de su sonido vigoroso, no se salva de
algunos vicios de esta clase de lanzamientos.
Para
empezar, da la “impresión” de que hay algunos “retoques” de
estudio – sobre todo voces -, y se trata de un sencillo que solo
recoge tomas de los conciertos en Tokyo (quizás por culpa de Deep
Purple, quizás por los adelantos técnicos, no fueron pocos los que
grabaron sus directo en Japón), con lo que tenemos es una selección
de temas en lugar de un bolo completo. Curiosamente, se abre con una
nueva canción, cuando me encontré el single de este tema en una
Feria del Disco, no me lo pude creer, y perdí una oportunidad de oro
para que Wetton me lo firmara cuando me lo encontré en los pasillos
de la malagueña sala Paris 15, después de mi entrevista con Howe y
horas antes del show de Asia. Se trata de un tema magnífico, una
lección de cómo se construye un extraño cruce de pop y progresivo:
un estribillo que engancha, ritmos difíciles y un solo de órgano
Hammond por parte de Jobson, que está GIGANTE.
Sigue
una lectura bastante conservadora de “Rendezvous 6.02”, tras la
cual se nos viene encima “Nothing to lose”, mucho más orgánica
que en “Danger Money”, siendo prolongada para acomodar el tiempo
que tarda Jobson en coger el violín, ejecutar su virtuosismo y
volver a los teclados, eso nos permite escuchar lo bien que funciona
la sección rítmica. Escuchen el bajo de Wetton y cómo sin ser su
enésima demostración complicada de lo que puede hacer a las cuatro
cuerdas... sigue siendo hipnótico.
La
primera cara de este “En vivo” termina con “As long as you want
me here”, un tema tranquilo en el que los posibles retoques se
hacen más obvios y en el empiezan a aparecer los síntomas de lo que
sería la posterior carrera en solitario de Wetton. La inevitable
concatenación de “Alaska” - que vuelve a poner a prueba los
graves de nuestros altavoces – y “Time to kill” siguen antes de
que el trio retome la primera suite
del grupo pero modificada y al revés, es decir, “Presto Vivace”
seguido de “In the dead of night”. Todas grandes tomas, aunque el
grupo decide poner como último tema “Caesar's Palace Blues”, que
a mi sigue sin parecerme una canción con el suficiente carisma como
para cerrar un set, pero...
Curiosamente, el single de “Night after night” contenía otro tema inedito, pero de estudio, “When will you realise”, en este caso, una composición 99% pop. Según la Wikipedia, fue precisamente la dirección de esta cara B y las desavenencias sobre el rumbo de la banda – Jobson quería más progresivo, Wetton ser más comercial -, las que provocaron el fin de la misma. Aunque esa sea la “versión oficial”, lo cierto es que el teclísta ha dejado caer en algunas entrevistas posteriores, que “trabajar con John, siendo la persona que era en 1979, era muy difícil”. Nada había cambiado, entonces.
Curiosamente, el single de “Night after night” contenía otro tema inedito, pero de estudio, “When will you realise”, en este caso, una composición 99% pop. Según la Wikipedia, fue precisamente la dirección de esta cara B y las desavenencias sobre el rumbo de la banda – Jobson quería más progresivo, Wetton ser más comercial -, las que provocaron el fin de la misma. Aunque esa sea la “versión oficial”, lo cierto es que el teclísta ha dejado caer en algunas entrevistas posteriores, que “trabajar con John, siendo la persona que era en 1979, era muy difícil”. Nada había cambiado, entonces.
Tal
y como explica Bruford, dentro de UK, Wetton seguía con el volumen
del bajo a niveles desafiantes, arrinconando a Holdsworth, al cual no
le faltaban motivos para sentirse fuera de lugar. Si vemos una
entrevista de la
época al cantante, podemos ver que su supuesta chulería hace
acto de presencia en varias ocasiones, si a eso le sumamos que
probablemente seguía siendo bastante parcial con los mejunjes
destilados (y otras sustancias ilícitas), a Jobson le faltaban pocas
excusas para romper su relación profesional.
Legado
Los
cinco músicos que formaron parte de UK siguieron sendas muy
distintas: Holdsworth, como ya hemos indicado, se mudó a los EEUU y
mantuvo una desigual carrera, sin una banda especialmente fija pero
por la que siempre pasaban músicos de primer orden, mientras
alternaba la grabación de videos “tutoriales”
sobre el instrumento de las seis cuerdas. Eso, cuando no exprimía el
Synthaxe
hasta el límite de sus posibilidades, o se deprimía y se quejaba
del asco que era la industria musical, mientras muchos colegas le
profesaban su admiración en declaraciones a la prensa especializada.
En una maniobra que probablemente sorprendió a muchos, no tuvo
problemas en integrarse en la banda de pop ochentero Level
42, cuando su estela se estaba apagando, pero aún eran capaces
de llenar durante diez noches el Hammersmith Odeon (ahora HMV Odeon).
Probablemente el morrocotudo cheque que el virtuoso bajista /
cantante Mark King – que tuvo la dudosa ocurrencia de ponerle
lucecitas en
los trastes a su instrumento - convenció al virtuoso guitarrista de
tocar, por una vez, el mismo solo noche tras noche, o puede que al
fan medio de Level 42 estos detalles carecieran de importancia.
Bruford
siguió con su banda – cuyo nombre era el del propio apellido del
batería -, que a pesar de su notable jazz-rock no consiguió los
mismos resultados comerciales de los primeros Brand X, Return to
Forever o Mahavishnu Orchestra. En los 80, Fripp volvió a llamarlo
para los nuevos King
Crimson, lejos de los mellotrones y los violines de antaño, el
“nuevo” grupo obligaría a Bill a replantearse muchos elementos
de su técnica, recalando, ahora sí, en la contención y con las
vistas puestas en las flamantes baterías electrónicas Simmons.
Pero, tal y como explica Bruford, Crimson siempre fue su “casa
espiritual con una cama de pinchos” y no tardaría en agotar la
paciencia de Fripp, otro síntoma del futuro, aunque las tensiones
con el cantante / guitarrista, Adrian Belew y su incipiente carrera
en solitario tampoco ayudarían, eso sí, en esta nueva formación,
el batería se encontró con un maestro del bajo incontestable, que
he mencionado anteriormente, el gran Tony Levin.
Tras
esta reunión y desbandada, el percusionista formó otro grupo de
jazz – o lo que el músico entiende como jazz -, utilizando como
base las mencionadas baterías electrónicas: Earthworks.
A pesar de la elegante ejecución de los discos y la finura de sus
ejecutantes, la banda no tardaría en sufrir el mismo destino que la
anterior experiencia de Bruford como líder de una banda, ventas
menguantes y conflictos entre el personal. El batería terminaría la
década integrándose en una formación que contaba con antiguos
miembros de Yes y su cantante, “Anderson, Bruford, Wakeman and
Howe”, los cuales no tardarían en unirse a sus otros ex-compañeros
e iniciar el proyecto de todos
nos queremos, vámonos de gira juntos,
conocido como “Union”. Álbum al que Rick Wakeman denominaría
“Onion” (Cebolla), porque, según sus palabras “siempre hace
que se me salten las lagrimas cuando lo escucho” y no por lo
emotivo o bueno de las canciones, sino por todo lo contrario, hasta
Bruford admite que es el único disco de su carrera que odia de forma
activa.
Tras
el periplo de ida y vuelta con Yes, el batería se integró en los
King Crimson de los 90, el “doble
trío” - como lo llamó Robert Fripp - con dos baterías, dos
guitarristas y dos bajistas / stickistas. Curiosamente, bastante
escaldado tenía que estar el líder de la banda como para no contar
con Bruford en un principio, siendo la formación anunciada
inicialmente: Adrian Belew, Tony Levin, Trey Gunn, con Pat Mastelotto
y Jerry Marotta (veterano de la banda de Peter Gabriel) como
baterías, aparte del propio Fripp, lógicamente.
Sobre
por qué Bill no estuvo incluido en esta nueva iteración del Rey
Carmesí hubo (de nuevo) varias explicaciones: que si Bruford estaba
todavía representado por la oficina de EG – con la que Fripp
estaba en litigios judiciales -, que si las desavenencias personales
y musicales... Tras examinar las diversas fuentes – intenté
sonsacar a Tony Levin sobre el tema, pero tiro por la calle de en
medio - podemos concluir que fue un poco de todo, por un lado Robert
no estaba precisamente ilusionado con la idea de colaborar otra vez
con su viejo sparring,
de
hecho, Bruford confiesa que tuvo que escribir una carta conciliadora
para ser “admitido” en el grupo, e incluso entonces, su situación
con el management bloqueaba las evoluciones de Crimson.
Al
batería le gustaba trabajar dentro de los margenes del grupo
liderado por Fripp, por mucho que las actitudes del guitarrista le
pusieran de los nervios, incluso teniendo que compartir el
departamento de las baquetas con otro músico. Pero la formación
solo firmaría (sin contar “Proyecktos”
o piezas improvisadas) un disco de composiciones originales en
estudio, el sobresaliente “Thrak”.
Tras
su decisiva marcha de KC, Bruford retomó Earthworks pero con una
vena acústica
y más conservadora de cuarteto de jazz, mientras seguía colaborando
con diversos músicos hasta anunciar su retiro a la par que publicaba
su autobiografía.
Terry
Bozzio fundó “Missing
persons” junto a su señora y a otro guitarrista de la escuela
Zappa, Walter Curcurrulo, músico que tiene una de las anécdotas más
extrañas del pop: después de la disolución del grupo con Bozzio,
se integró en Duran Duran y tras la vuelta de la formación original
de los antiguos ídolos de jovencitas en los 80, Walter se dedicó al
dudoso negocio de vender reproducciones del molde de su pene para
vibradores (¿¿¿¿????). Si, ya sé que no tenían necesidad de
saber esto, pero yo tampoco...
En
cualquier caso, este monstruo de las percusiones ha seguido
distribuyendo su tiempo con las mas diversas grabaciones: Korn,
Jeff Beck,
Steve Vai... y ha dejado crecer su kit de batería hasta dimensiones
poco aconsejables para cualquier técnico, pipa.... o ser humano.
Aparte de explorar las posibilidades melódicos de la batería,
Bozzio también se ha revelado como un interesante entrevistador en
la web “Drum Channel”,
especialmente interesante es el programa dedicado a reunir a todos
los baterías (o gran parte de ellos) que pasaron por el grupo de
Frank Zappa.
Que no se diga que este articulo no está bien documentado... VI |
Tras UK, Jobson se integró en los nuevos Jethro Tull de forma un tanto inesperada, tal y como cuenta Ian Anderson en el DVD de la serie “Classic Artists”, su plan era grabar un disco en solitario, pero según iba llamando a más colaboradores – entre ellos el guitarrista Martin Barre –, las nuevas ideas que iban surgiendo y la seguridad por parte de su discográfica de que aquello tenía que ser la nueva obra de Tull, acabaron por transformar “A” en un disco de la banda. Esta noticia pilló bastante por sorpresa a los músicos que hasta entonces se consideraban Jethro Tull, sobre todo al teclista David Palmer (ahora Dee Dee tras su operación de cambio de sexo), que se encontró con una carta de Ian en el buzón explicando los motivos de la jugada. Algo de ojeriza le tuvo que pillar Palmer a Jobson después de esto, porque en su entrevista dice que “A Eddie Jobson se le consideraba un brujo (de los teclados, llamar “wizard” a los que tocan los sintetizadores de forma virtuosa siempre ha sido costumbre), así que creo que sería buena idea ir al diccionario de inglés Oxford y ver lo que significa esa palabra”. Una de las acepciones de “brujo” o “hechicero” en dicho volumen es “embaucador”... Curiosamente, Eddie no aparece en este documental para responder a las acusaciones, aunque si que habla de su trayectoria con Roxy en el programa que repasa las evoluciones de la banda: “More than this... the story of Roxy Music”.
Palmer y... Palmer |
Jobson tampoco se salvaría de los cambios de formación en la banda de Ian Anderson y tras salir de la misma, grabó algunos discos en solitario en los que exploraba las capacidades de sus teclados, dejando una sutil pero importante influencia en otros sintetistas. La ignominia más grave con el mundo del rock le vendría después con su brevísima experiencia con Yes. Probablemente el músico que ha pasado menos tiempo en el combo fundado por Jon Anderson y Chris Squirre. Jobson entró cuando el grupo ya tenía terminado el que iba su gran éxito de los ochenta, “90125”, de hecho, es el misterioso teclísta con melena rubia que aparece en algunos fotogramas del vídeo y megahit “Owner of a lonely heart”. El que había ocupado la plaza tras las teclas durante la grabación, Tony Kaye, había sido protagonista de una espantada tras discutir con el productor Trevor Horn, así que su canosa cabeza no aparece mucho en las imágenes del mayor single de la banda.
Chusco pero aclaratorio "photoshopeado" |
Los
motivos del corto tiempo que pasó Jobson en las filas de Yes son tan
misteriosos como ridículos, a tenor de las declaraciones
posteriores. Algún miembro de la banda llegó a decir cosas tan
zorrunas como que “Eddie traía su propio maquillaje para la
grabación del vídeo”, para echarse a reír después de soltar la
frase. El teclísta lo intentó resumir en que la lucha de egos y las
personalidades de los miembros de Yes le resultaban tan desagradables
– solo Jon Anderson se salva de la quema -, que no tuvo otra opción
que marcharse. Al poco Kaye recuperó su plaza.
Después de esto, parece ser que Jobson se decepcionó bastante con el mundo del Rock, prefiriendo meterse de lleno en las bandas sonoras para películas y publicidad para televisión, aunque seguía componiendo cosas con un fuerte raigambre progresivo de las que hablaremos en breve.
Por su parte, Wetton inició una renqueante carrera en solitario, pero por mediación del ex-manager de Yes, Brian Lane, conseguiría por fin crear un supergrupo que le serviría para escalar las listas de éxitos: Asia. Formado inicialmente por el guitarrista Steve Howe (de los propios Yes) y Wetton, se les iba a añadir en un principio Simon Phillips – batería y colaborador de lujo de Mike Oldfield en los 80 -, pero pidió demasiado dinero y entró Carl Palmer, quien siguió el sabio consejo de su progenitor y solo quiso un porcentaje... Curiosamente, una pieza clave en la historia de la banda no hubiera entrado sin la mediación de Steve Howe, el teclísta Geoff Downes, compañero suyo en la última formación de Yes y que formó The Buggles con su colega Trevor Horn, firmando estos el hit “Video killed the radio star” . Con Downes, Wetton compondría algunos de los grandes éxitos de la banda – parece ser que si Fripp necesitaba a alguien con sensibilidades pop, John requiere de un genio de las teclas -, antes de que las cosas empezaran a torcerse.
A
pesar de los antecedentes de los involucrados, Asia fue básicamente
una banda de Rock con algún deje ocasional de progresivo, aunque el
consenso general era que se trataba de un AOR sin contemplaciones.
Pero, al igual que King Crimson, los continuos cambios de formación
y un estilo musical titubeante fueron erosionando su popularidad. La
historia de este combo es tan convulsa que merece una biografía
aparte, pero como muestra, un botón, Wetton no llega a aparecer en
la única filmación oficial de la primera gira del grupo, grabada
durante el tramo “Asia
in Asia” (han adivinado, es un concierto en Japón), siendo
sustituido por... ¡Greg Lake!
Este
giro tan absurdo de los acontecimientos tuvo que ver con la rapidez
con la que el mal rollo (sobre todo entre Howe y Wetton) se implantó
en la banda, aunque el bajista y cantante había actuado con el grupo
durante sus bolos en América y Europa (incluyendo nuestro país, con
un concierto que contó con la locución de Ana Rosa Quintana), las
tensiones llegaron a un nivel tan ridículo que provocó que el
antiguo cantante de otro supergrupo cantara en éste... ¡Y con las
cámaras de la MTV grabando cómo Wetton dejaba la formación!
Épica portada del primer álbum de Asia |
En fin, las veces que el bueno de John entró y salió del grup son incontables hasta que Downes acabó harto y decidió sustituirlo por el sosias John Payne. Wetton siguió firmando discos mas emparentados con un Rock convencional (o de nuevo, un AOR, mas bien) que con el progresivo, realizando algunas colaboraciones estelares - “The Tokyo Tapes” y el primer “Genesis revisited” con Steve Hackett - y repasando temas de UK o King Crimson tanto en sus shows en solitario como con Asia (cuando estaba con el grupo, es decir). Aunque mantenía su voz y su envidiable toque al bajo, la carrera y la vida del cantante descendería en una peligrosa espiral a finales de los 90. De hecho, Wetton protagonizó una de las experiencias mas desagradables de mi vida, en materia de conciertos. Su acústico en la extinta sala Caracol fue un cúmulo de despropósitos con alguna brizna de genialidad, por lo pronto, nadie sabía que iba a ser un concierto de solo guitarra y voz. John salió al escenario con un pie escayolado –por lo visto había sufrido un accidente de tráfico, a lo cual se refirió irónicamente a rebufo de uno los versos de “Sole Survivor” - y con bastantes kilos de mas, aspecto que parece consecuencia de la medicación para tratar su alcoholismo.
John Payne |
Wetton
se dedicó a ser borde con la gente de la barra, a tocar durante poco
menos de una hora y ser prácticamente obligado a tocar un bis
después de que una voz por anunciara por megafonía que el señor
“John Waters” (cachondeo del público, voz: “¡Bueno, como se
llame!”), “no iba a volver a salir”. Ya les digo yo que una de
las mejores cosas del show fue que se proyectara el concierto de
Genesis en Knebworth del 92 antes y después de la actuación de “la
voz de Asia y King Crimson” (como rezaba el ticket).
El
siglo XXI ha servido para un particular renacer artístico y personal
para el bajista, con algunos sustos de por medio. Tras una fallida
reunión de los Asia originales que devino en una suerte de
supergrupo de segunda B – Quango, que solo llegó a grabar un álbum
en directo -, un fan del cantante organizó una pequeña convención
alrededor de la figura de Wetton que significó el reencuentro y la
firma de la paz con Downes. Juntos crearon Icon, un proyecto que, con
los planetas convenientemente alienados, esta vez sí, permitió que
se reunieran los cuatro miembros del primer disco de Asia,. Si bien
no fue una reunión de ventas millonarias y grandes estadios, fue
mucho mejor que el rumbo que hasta entonces había tomado la banda
con John Payne, el cual insiste en su particular versión del grupo –
John Payne's Asia, una cosa que produce un poco de vergüenza ajena –
en lugar de concentrarse en GPS,
un combo humilde que ha producido algunas buenas canciones.
Una
cirugía cardiaca en 2007 motivó un buen susto entre sus seguidores,
para entonces, John ya llevaba muchos años involucrado en un nuevo
proyecto de UK, Legacy.
UZ,
UK-Z y finalmente... UK
Los
ex-miembros del supergrupo habían mantenido una cierta distancia con
respecto a la experiencia, Wetton llegó a afirmar que UK se quedó
en una “versión light de King Crimson” (lo cual es difícil de
discutir), mientras que Holdsworth dejaba claro que si bien no tuvo
ningún problema con sus compañeros, la música del grupo no parecía
emocionarlo mucho. Bruford no cita a la banda como una de sus
favoritas, pero tampoco parece a disgusto. Solo Jobson parece
genuinamente orgulloso del invento, lo cual tiene su lógica,
probablemente fue el que invirtió mas a un nivel compositivo y hasta
emocional.
Quizás
por este motivo, a mediados de los 90, el teclísta empezó a mover
baza para grabar un nuevo proyecto que iba a contar con la
participación de Bill, John, Allan...y un coro de voces búlgaras.
Envuelto en el secretismo y la rumorología que tanto disgusta a
Bruford, “Legacy” nunca pasó de un cúmulo de colaboraciones por
parte de cada músico por separado cuya cohesión dependería de
Jobson exclusivamente. Leyendo algunas declaraciones posteriores de
Eddie, da la impresión de que la cosa se va a quedar como el “Toy”
de David Bowie, uno de esos discos que se empiezan, se dejan y que,
cuando se van a retomar, el artista decide que ya no le mola nada la
dirección que se había tomado y lo guarda en el baúl de forma
indefinida.
Eso
no significa que Jobson dejara de insistir en las colaboraciones
remotas, para “U-Z” volvió
a recurrir a un ex-miembro de King Crimson – Trey Gunn – y a
otros músicos insignes, llegando a realizar algunos directos y todo,
volviendo a tocar cosas como “In the dead of night”. Casi por
inercia, Eddie inició una serie de maniobras para conformar “UK-Z”,
que, básicamente, era una banda en directo a la que se unión John
Wetton durante sus shows en Polonia para revisitar repertorio de
crimsoniano, de UK y la Mahanavishu Orchestra. Curiosamente, aparte
de John al bajo y a la voz, también estuvo presente el mismisimo
Tony Levin al stick.
Intenté
que Tony Levin me explicara por qué estaban presentes él y Wetton
(básicamente, dos bajistas), sobre el escenario, aunque prefirió
pasarle la pelota a Jobson, “fue idea de Eddie”, dijo. Eso sí,
me señaló que tenía muchas ganas de hacer la foto de Wetton y
Jobson juntos, sonriendo. Mucho había pasado desde 1980 para llegar
a esa foto, sin duda.
Volviendo a Wetton: hablar con él da sin duda la impresión de que se trata de un hombre mucho más feliz y contento consigo mismo, de hecho, la cercanía con la que comenta sus asuntos en el foro de su página web dista mucho del tipo que respondía con mala cara en los extras del DVD “Amorata”. En lo referente a lo de usar dos bajistas, mi apuesta va con el síndrome de túnel metacarpiano que sufre John – una afección nerviosa de la mano, que también sufre Keith Emerson -, lo cual, según me admitió durante nuestra entrevista, le complicaba bastante tocar los exigentes temas de UK y Crimson en directo, así que puede que Jobson decidiera cubrirse las espaldas con Tony. Aunque también sirvió para que Levin añadiera una magnifica línea de stick a la crimsoniana “Book of Saturday” (otro vídeo imposible de encontrar para el artículo ¡ouch!)
Al
año siguiente de los compromisos polacos, Eddie se decidió por una
banda mas formal y acometer una serie de fechas con la misma, ya bajo
el nombre de UK, sabiendo que ni Bruford o Holdsworth querrían saber
nada del tema, pero que contaba con Wetton. Las cinco noches de
concierto en Tokyo servirían para el primer (y hasta ahora único)
lanzamiento del supergrupo en 25 años y su primer DVD en directo.
UK
REUION TOKYO (2012)
Preguntado en una entrevista sobre los posibles lanzamientos de las actuaciones en vivo de sus diferentes bandas, Jobson afirmó que, aparte de grabar todos sus audios, filmaba todo lo que hacía con “seis pequeñas cámaras HD”. La historia de los DVD en directo tiene varias muestras de artistas que se lo montan exclusivamente por su cuenta mientras graban todo lo que hacen. “And all that could have been” de Nine Inch Nails se le atragantó a Trent Reznor, en parte porque se echó a la espalda su edición y en parte porque el líder de la oscura banda estaba pasando por una de sus habituales depresiones. Igualmente, “Songs from the road” de Leonard Cohen, es una selección de “todas las actuaciones, todas las pruebas de sonido” (como avisa el director en el libreto del disco), de la gira del músico canadiense. El problema con este modo de hacer las cosas es que, a diferencia de montar la logística propia de la grabación de una noche, o como mucho, un par (como intentan siempre U2), con sus 15 cámaras, grúas, dollies y estadicams, uno se tiene que conformar con tener las lentes sobre trípodes y, de vez en cuando, usar el zoom. En los dos ejemplos mencionados, no obstante, hablamos de dos músicos que cuentan con el respaldo de grandes discográficas, lo que les permitió grabar sus directos con cámaras de grandes cuerpos y lentes de calidad.
Cuando
Jobson dice “pequeñas cámaras HD”, se refiere a Handycams. O
esa es la impresión que da.
Dicho
de otra manera, a un nivel de virtuosismo instrumental, el directo de
UK es superior a los esfuerzos de NIN y Cohen, pero a nivel técnico
o de realización, “Reunion” no les va a la zaga. El principal
problema, es que da la impresión de ser la típica intentona por
parte de un estudiante de Comunicación Audiovisual de grabar un
concierto sin un control de realización porque “lo grabamos todo y
después cualquier cosa se arregla en el montaje”.
Bien,
hay cosas que el Final Cut o el Premiere pueden enmascarar, pero no
resolver. Entre ellas, la continuidad: por mucho que uno grabe a los
músicos con la misma ropa, en el mismo recinto, con el mismo
repertorio, es prácticamente imposible que todo coincida. Por
ejemplo, una de las veces que Wetton acomete el estribillo de “Danger
Money”, uno no tiene demasiado claro si llega demasiado tarde o
demasiado pronto al micro. O en “Rendez Vous 6.02”, en la que los
gestos del cantante (en un tiro de cámara con las manos abiertas, en
otro, entrecruzadas) tampoco acaban de fluir de forma muy natural.
Pero el raccord está lejos de ser el único problema del DVD. La calidad de imagen tampoco es para tirar cohetes, puede que una pequeña cámara HD dé una calidad interesante bajo la luz del día, pero en una sala de conciertos, con focos de colores cambiantes, la cosa cambia. Por eso, buena parte de los vídeos en directo se graban con luces adicionales, ya se use Alta Definición, 35 mm o Betacam, las cámaras siempre van a captar menos luz que el ojo humano. Para resolver el problema, o al menos para intentarlo, da la impresión de que Jobson intenta subir los niveles de luminancia. Muy bien, pero aunque eso aclara las tomas, también da unos colores disparatados, con los músicos alternando unos tonos de piel azul venusiano o verde marciano. Para “redondear” el desaguisado visual, el aspecto pasa de 4:3 a 16:9, como si a alguien se le hubiera olvidado cambiar esto en el menú de la cámara, eso cuando no se abusa del zoom digital (o mas bien cropeado) durante algunos segmentos, como en el solo de batería.
Aunque
se usa un DVD9 (en este caso, siete gigas), para mantener un buen
bit-rate, lo cierto es que se trata de un lanzamiento bastante
espartano, el menú se compone de diapositivas estáticas del propio
vídeo, no hay ningún extra, y en la configuración del sonido,
cuando elegimos la mezcla en 5.1, el disco insiste en preguntarnos si
tenemos cinco altavoces y un subwoofer. Si, de verdad que sé lo que
significa 5.1, maldito DVD.
El
sonido es otra cuestión, porque a pesar de las preguntas, la mezcla
multicanal es más 4.0 – 4.1 si acaso – que otra cosa, con muy
poco uso del altavoz central. Al igual que la imagen, parece que la
música se ha manipulado para arreglar algunas deficiencias de la
toma original. Y como pasa con las imágenes, tanto retoque acaba
estropeando la cosa, faltando limpieza en las tomas.
Dicho todo esto, podría dar la impresión de que este DVD no merece la pena. Nada mas lejos de la realidad, de hecho, este disco lleva ya bastantes reproducciones en mi equipo, pero no me cabe duda que es por la calidad de las interpretaciones y el repertorio que por la consistencia del lanzamiento. O por verlo de otra forma, si existiese otra grabación de esta gira, con un generoso despliegue técnico, este DVD se quedaría como una mera anécdota para los fans acérrimos. Pero no hay otra cosa, y de hecho, una de las formas de obtenerlo es suscribirse a la web de Jobson.
La
banda, aunque no se trate de ninguna de las formaciones de UK al
completo, es espectacular, a Wetton y a Eddie se le suma a la batería
Marco Minemann y Alex Machacek a la guitarra. En otras palabras,
sustituyendo unos genios de la música por otros, sencillo. A
Minemann tuve la oportunidad de verlo en vivo durante la actuación
de Adrian Belew en la barcelonesa sala “Luz de gas” y durante su
solo estuvo a punto de desmontar el kit, un auténtico monstruo de
las percusiones. Por cierto, la crónica de los sucesos alrededor de
ir a ver a Belew se merece un artículo propio, aunque la bajista de
su banda, Julie Slick, ya comentó algunas cosas
interesantes
en
su blog.
En
cualquier caso, Minemman se toma mas libertades – o dejan que se
las tome - que Machacek para la reinterpretación de los temas, lo
cual no deja de ser una lástima, porque es obvio que el guitarrista
es capaz de mucho más aparte de tocar redenciones calcadas nota a
nota de la grabación original.
El vídeo se abre con unos planos de Tokyo – nuevamente, un tanto oscuros -, que le dan un cierto toque a lo “Blade Runner”, un recorrido por los trastes del bajo de Wetton durante los créditos iniciales, dan la impresión de que lo que vamos a ver es mucho mas profesional de lo que acaba siendo, aunque es de agradecer las secuencias de teclado que suenan de fondo como apertura, con las que el grupo empalma para tocar la suite “In the dead of night”. Ya en este tema podemos apreciar la excelencia de estos músicos, que a pesar de los breves ensayos (por lo visto, apenas cuatro días), tienen una cohesión excepcional, la voz de Wetton suena fuerte y segura. Con su ya característica púa en el pulgar, el bajista parece llegar sin muchos problemas a tocar las intrincadas partes de bajo de la banda. Eso sí, aunque John tiene una voz muy expresiva, su cara no lo es tanto y a veces da la impresión de que lo mismo podría estar cantando la lista de la compra.
Con
todo, lo que más me gusta es poder disfrutar del virtuosismo de
Jobson en directo, especialmente su solo en “Allegro, Presto y
Vivace”, con una energía y precisión que deja boquiabierto.
Indirectamente, este DVD también sirve para promocionar los teclados
“plegables” (aunque de eso no nos podemos percatar a menos que
visitemos la web) de
Infinite Response, en cuyo diseño tuvo una mano el propio Eddie. El
teclísta le recuerda a la audiencia que hace cosa de 30 años que el
grupo no tocaba en directo... y atacan con una pristína versión de
“Thirty
Years”, demostrando la versatilidad de la guitarra de Machacek,
capaz de sonar como una electroacústica jazzy durante un segundo,
para aportar una furiosa descarga eléctrica al siguiente.
Es Jobson quien se comunica todo el rato con el público, y tal como ha explicado varias veces Wetton en diversas entrevistas, él es ahora el líder de la banda, también al que le toca explicar el rescate de “Nevermore”, que antes de estas actuaciones nunca se había tocado en directo “quizás porque la considerábamos demasiado difícil”. Realmente, las tomas son muy fieles a los originales, aunque también se incluyen dos piezas de King Crimson y una mínima referencia a “Sahara of the snow”.
Es Jobson quien se comunica todo el rato con el público, y tal como ha explicado varias veces Wetton en diversas entrevistas, él es ahora el líder de la banda, también al que le toca explicar el rescate de “Nevermore”, que antes de estas actuaciones nunca se había tocado en directo “quizás porque la considerábamos demasiado difícil”. Realmente, las tomas son muy fieles a los originales, aunque también se incluyen dos piezas de King Crimson y una mínima referencia a “Sahara of the snow”.
Los dos temas del Rey provienen de “Red”: “Starless” y “One more red nightmare”, el cual queda unido a “The only thing she needs”, que nuevamente cierra el set principal. “Starless” es una versión monumental, y sin duda mucho mejor que la versión “AOR” que a veces ha interpretado Wetton con su banda en solitario. También resulta muy emotiva la forma por la forma en que se ejecuta, con solo piano y voz, “Rendez-vous, 6.02”, tema que cierra el disco.
Con
solo dos álbumes de estudio, es fácil que se interprete casi todo
el repertorio de la banda en directo, curiosamente, los temas
desechados son, por ejemplo, singles como “Nothing to lose” o
“Night after night”, aunque éste último sería interpretada
durante la gira americana. Minemann ejecuta un deslumbrante solo de
batería, tras lo cual le toca el turno a Jobson. Tengo que decir que
el solo de Eddie es una pequeña decepción, ya que básicamente se
dedica a demostrar que con unos pedales, puede provocar tanto ruido y
distorsión con su violín transparente como un guitarrista, pero
musicalmente no pasa gran cosa.
En definitiva, una oportunidad de oro para aquellos que no hemos podido ver a la banda en carne y hueso, (sniff, sniff), a pesar de sus limitaciones técnicas, “Reunion” es una buena demostración del talento de unos músicos increíbles, además de unas composiciones incontestables.
En definitiva, una oportunidad de oro para aquellos que no hemos podido ver a la banda en carne y hueso, (sniff, sniff), a pesar de sus limitaciones técnicas, “Reunion” es una buena demostración del talento de unos músicos increíbles, además de unas composiciones incontestables.
Tras
el éxito de estas incursiones, Jobson se animó lo suficiente como
para proponer una gira de la formación que dio al mundo “Danger
Money”. Así que en 2012, Eddie y Wetton, con la adición de
Bozzio, volvieron a recorrer mundo, colgando el cartel de “no hay
entradas” en muchos conciertos, lo cual impulsó al teclísta a
afirmar que, quizás la mejor forma de vender tickets era “hacer
una gira cada 30 años”.
Con
muchas ganas espero el deseable DVD de esas actuaciones, en las que,
gracias a Youtube,
podemos comprobar que ahora el grupo cierra los conciertos con otro
tema de King Crimson interpretado como una pieza para voz y piano:
“Fallen
Angel”, sí, otro tema de Red. Solo espero que en esta ocasión
se hayan utilizado mas luces...
¿El futuro? Es obvio que UK es básicamente un monumento a la nostalgia, que solo existe en la actualidad como una de las diversas ramificaciones de la carrera de Jobson y que sigue actuando en directo para colmar las ganas del teclista de tocar frente a un público. Aunque el “mago” se pilló los dedos en este 2013, quizás envalentonado por el éxito de los bolos con Wetton y Bozzio, e intentó realizar una tournée bajo su propio nombre, proponiendo un repaso a su carrera. Lamentablemente, el público no fue tan receptivo, y algunos shows tuvieron que cancelarse o fueron modificados para acomodar una actuación de UK. Aparte de los que vivan cerca de las ciudades por las que pasó esta corta gira, los afortunados pasajeros del “Cruise to the edge” también pudieron disfrutar de la vesión “Danger Money” de la banda.
Me
gustaría dedicar unas líneas de “Cruiste to the edge”, un
crucero de temática progresiva, en el cual, un viaje en barco se
compatibilizan actuaciones de diversos artistas, un mini festival que
recorre el océano, como cuando Pink Floyd tocó en una plataforma
flotante en
Venecia... solo que un poco mas cutre y sin malos rollos por
parte de la clase
política local. El reunir a tus fans más acérrimos y a una
serie de artistas afines no es mala idea, de hecho, Marillion tiene
mucho éxito con sus “Weekends”,
pero ya el hecho de que se haga en un barco le da un tufo a
espectáculo para el Imserso que no me hace mucha gracia...y eso que
entre los participantes está mi amado Steve Hackett...
Bozzio, en un de sus delicados momentos estéticos |
En cualquier caso, con lo difícil que está vivir de la música, tampoco se les puede culpar, los Moody Blues (que llevan milenios llenando sus arcas con las rentas de sus mejores obras), también se han descolgado con su “Moody Cruise” - si, los nombres de estos cruceros son una oda a la sutilidad -. No todo puede ser como el High Voltage.
Para
terminar, cuando hablé de “Danger Money”, dije que no se trataba
de ningún clásico del progresivo, pero sería injusto decir que UK
es una mera nota a pie de página en la historia del género. Puede
que fueran una decepción a nivel de ventas y que artísticamente no
consiguieran sorprender a casi nadie, puede que, antes de Asia,
fueran una de las peores demostraciones del llamado “Rock
Corporativo”, pero la calidad de su repertorio es innegable.
El
problema, a nivel de imagen, es que UK no podía aspirar ni siquiera
a la credibilidad de algunas de las emergentes bandas de lo que se
vino a llamar “neoprogresivo”, como Pendragon,
IQ o Marillion, grupos cuyas referencias a la música con la que
habían crecido eran obvias, pero al menos no daban la impresión de
hacer música con un público en particular en mente. El grupo de
Jobson y Wetton surgió en un momento difícil, cuando el progresivo
hacía ya tiempo que había dejado de contar con el favor de la
critica y se enfrentaba a un mercado comercial menguante.
Puede
que nunca firmaran un clásico como “Close to the edge” o
“Foxtrot”, que nunca alcanzaran las ventas de “Tubular Bells”
o “The Wall”, pero si juntáramos en un solo disco algunos de sus
temas más destacables, como “In the dead of night”, “Thirty
Years”, “Danger Money” (sí, a pesar de lo ridículo de las
letras), o “Carrying no cross”, seguramente obtendríamos una
obra maestra. No está mal para un supergrupo que, en realidad, nunca
lo fue.
¿Y si te da igual que vendieran más o menos?.. ¿Y si te la pela bastante si se hicieron más o menos famosos?... ¿Y si te importan un pimiento las letras? (que las juzguen los literatos)... ¿Y si te la renfanfinfan las etiquetas?.... ¿Y si al final nos quedamos con la calidad musical "pura y dura" y la aportación musical de esta banda al prog, al rock en general e incluso a la cultura musical universal?.. Y hablo de sonoridad, armonía vocal, instrumentación, evolución en los teclados, violines, guitarras,.. politonalidad, poliritmia, originalidad,... y sí, también hablo de inspiración extrema (personalmente cosas como "Nevermore" me ponen los pelos de punta desde hace 30 años).
ResponderEliminarEntonces ya te digo yo que U.K. está entre los más grandes y que su legado se reconocerá antes o después, quizás nunca multitudinariamente (no es el destino de su música), pero si entre los músicos y profesores más avanzados del futuro (lo que de alguna manera inmortalizará su música).
https://youtu.be/ekygM0TGQNE