...para
casi todo. El post de este mes sobre mis aportaciones a This is Rock
ha estado muy cerca de ser una reflexión sobre el arte y la música,
al menos durante el periodo de gestación por el que ha pasado esta
entrada en mi cabeza. Iba a tener referencias a Robert Fripp, sobre
cómo la afirmación de que la vida que el arte nos ofrece – en
este caso, la vida que nos ofrece la música -, a veces da la
impresión de ser más real que la vida misma. Iba a reflexionar
sobre cómo ésto, a última hora (afortunadamente), no es cierto.
Pero tampoco iba a resistirme a escribir cosas como que, para
aquellos de nosotros que somos capaces de decir tonterías del
calibre de “este disco / esta canción me salvó la vida”, falta
muy poco para que, lo que nos pueda ofrecer la música, sea
suficiente para suplantar a la vida real.
Menos
mal que no lo he escrito ¿Eh? Y menos mal que tampoco he dicho
aquello de que “en el negocio de la música, lo mejor es la música
en sí”.
Bueno,
lo mismo cuando la gente del TED me
ofrezca dar una de sus suntuosas conferencias les desgrano un montón
de detalles sobre mi (nuestra) relación con la música. Mientras
llega ese día, decirles que el concierto de las “12
canciones tristes” superó mis expectativas, que espero dar
buena cuenta de ello en el futuro vídeo promocional, que Junio de
2014 ha sido un mes excepcional y que... bueno, que estamos en
Agosto. Empezamos aquí a coger, de verdad, para algunas cosas, el ritmo propio de un
Peter Gabriel.
En
todo caso, vamos al turrón de la revista. Que es de almendra ¿De
almendra? Sí, de almendra.
Chris
Squire
En un probable manual de
“Cómo hacer entrevistas con músicos”, yo pondría como
advertencia – en negrita y subrayado - “nunca entrevistes
telefónicamente a alguien que está de gira”. A ver, una cosa es
pillar al artista en persona antes (o después) de la prueba de
sonido, y una muy diferente que te den un nombre falso acompañado
por el teléfono de un hotel... en Dinamarca. Lo del nombre falso, me
temo, que es una medida para evitar el acoso de los fans, lo cual
puedo entender si es usted un ídolo de jovencitas pre-púberes, pero
es más difícil de justificar si nos dedicamos a tocar el bajo en
una de las bandas de Rock Progresivo más longevas y míticas del
género.
Contactar con Squire fue
una minúscula odisea telefónica, con todo, he de decir que alucino
con el buen nivel de inglés de todo el personal hotelero danés,
desde el paciente personal de recepción – que debieron de
sospechar que lo mío era una broma a lo Bart Simpson / Bar de Moe
durante la primera temporada de Los Simpsons -, hasta la señora de
la limpieza que se encontraba haciendo sus labores cuando entré en
contacto con la habitación de Squire.
El bajista, al igual que
Howe hace años, no desmereció en absoluto su fama. Si el
guitarrista, durante nuestra conversación en Málaga, se mostró
como un señor un tanto maniático, no precisamente muy fan de las
conversaciones, Chris confirmó su fama de tardón y despreocupado.
Que conste que no lo digo como algo negativo, Squire es famoso –
lean sino la desternillante auto biografía
del batería Bill Bruford para confirmar -, por cuidar muchísimo los
variados aspectos de su producción musical, detallista y pensativo
hasta la nausea, lo cual explica por qué sus arreglos de bajo y voz
son tan únicos. Para todo lo demás... ni Visa ni Mastercard, sino
una actitud que se resume con la frase con la que empezó nuestras
charla: “Oh, no tenía ninguna entrevista para hoy” (se va, pasan
3 minutos, se le oye hablar con alguien),“pues resulta que sí que
tenía una entrevista para hoy ¿Puedes llamar otra vez dentro de 15
minutos? (Suspiro).
Pero nada de esto quiere
decir que la entrevista en sí no fuera bien, Squire es un señor la
mar de simpático, pero que vive al día, que nadie espere una
memoria de elefante sobre los diversos avatares de la historia de
Yes. Además, el motivo de la llamada era el nuevo “Heaven and
earth”, un disco que... digamos que no lo puse demasiado bien en la
reseña, o como dijo Fran Garcia en el programa de radio de This is
Rock: “Francisco Roldán le da un palo a este disco”. Ahora bien,
al igual que me pasó con Mike Oldfield, no tuve el valor de
decírselo a la cara... o sea, al oído.
Tim
Bowness
Hay gente a la que uno
admira desde la distancia, deduciendo, por su obra y sus
declaraciones a la prensa – pistas a veces engañosas -, que
podrías tener una charla interesante con ellas. Y después llega el
día y... es justo como te lo habías imaginado, sino mejor. Como no puede ser de
otra forma, Tim – la mitad de No-man , siendo la otra el hiperactivo
Steven Wilson – y yo empezamos a hablar de su disco en solitario que se supone que
estaba por promocionar (el genial “Abandoned dancehall dreams”)
para acabar charlando sobre... Almodovar y Neil Jordan, algo que, lógicamente, no iba a terminar en la versión impresa. Ah, bueno, también hablamos sobre
el hecho de que tanto Tim como Wilson tienen entradas para los
conciertos que suponen la vuelta de Kate Bush a los escenarios
después de tres décadas ausente sobre las tablas. “Lucky you! Le
dije, cuando tendría que haber dicho “Lucky bastard!” En otras
palabras, mi particular momento de “yo también he sonreído cuando
tenía que haberme cagado en tu puta madre”. Pero con cariño,
claro.
Bowness es tan culto,
educado y sereno como uno puede esperar, además de que, como muchos
melancólicos, es de risa fácil, así que os exhorto a leer una
entrevista en la que desgrana muchos aspectos de su obra, sus
opiniones sobre el negocio de la música y la vida en general. Una de
esas personas con la que se puede hablar de lo divino y lo humano sin
problema.
Conciertos
perfectos y viajes
Como parece que va a ser
la tónica, en lugar de previas de los contenidos de la revista (decisión del dire),
tenéis este post repleto de avances de los discos que reseño este
mes, entre ellos un destacado sobre las reediciones de la carrera en
solitario de Derek Sherinian, sí, el teclísta de Dream Theater que
no es ni Jordan Rudess ni Kevin Moore.
Pero tal y como empezó
esta entrada en el bitácora, la música es la excusa... para
tragarse una buena cantidad de kilómetros. Como los que me hice para
asistir a uno de esos conciertos perfectos que se pueden apreciar de
vez en cuando: Pat Metheny en Córdoba. En mi reseña me explayo un
poco más, pero ya les adelanto que me parece simplemente alucinante
la magia que puede desplegar este señor a la guitarra, y pensar que,
probablemente, la conjura noche tras noche...
Para redondear, servidor
se fue a Madrid para ver al elegante Bryan Ferry, una de mis
asignaturas pendientes de la música en vivo que, finalmente, he podido
aprobar, y sí, me importaba más que ver a The Rolling Stones en
directo. Ferry también triunfó, regalando todos los temas que uno
podía esperar de su repertorio con, o sin Roxy Music, aunque si
hubiera tocado más de los 90 minutos que ofreció, nos hubiera
parecido igualmente corto.
En el caso de Bryan, lo
que realmente me dolió es que traía al bajo a Guy Pratt, excelente
músico que ha tocado con Madonna, Michael Jackson y, sobre todo...
los Pink Floyd de David Gilmour. Yo no lo sabía (ciertamente había
tocado en varias ocasiones con Roxy Music, pero no era consciente de
que formaba parte de este tour), pero hubiera estado bien preguntarle
por cosas como por ejemplo, el próximo – o mas bien no disco –
de Pink Floyd, “The endless river”, si bien, me imagino que
tampoco podría contar mucho sin enfrentarse a alguna reprimenda al
volver. Pero conociendo su carácter bromista y que está casado con
la hija de Rick Wright – extrañado teclísta de los Floyd -,
probablemente hubiera dejado alguna joya en la conversación. Una
pena. Tanto en el caso de Metheny como en el de Ferry, aquí en el
blog tienen algunos descartes fotográficos de lo que no ha terminado
en la revista, jalonando esta mismísima entrada.
Y hasta aquí este
capitulo de auto bombo, como se puede comprobar, empezamos a retomar
el ritmo de posts que no hablan sólo de la promoción desvergonzada
de la revista, poquito a poco...
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