Precio: 19,80 euros
Lugar: Casa del libro
2012
Salvo que las cosas cambien
drásticamente de aquí al 31 de Diciembre, creo que puedo decir sin
tapujos que 2012 ha sido un año particularmente desastroso para un
servidor por diversos factores que no vienen al caso (recuerden, esto
no es “Fran
nos cuenta su vida”). Al final, va a ser que los cacareadas
profecías mayas tenían razón y que este es el final de algo que va
a provocar un nuevo y mejor futuro. O, si son ustedes seguidores de
Lars Von Trier, se pueden ustedes consolar en la interpretación mas
radical del asunto y pensar que en la fecha señalada va a empezar un
desastre que va a dejar el film de Roland Emmerich y sus efectos CGI
a la altura de una demo del 3D Studio. De mientras, pueden ustedes
hacer falsa
apología del nazismo para obtener notoriedad. Aún así, ahí
estamos, intentando remontar y defendiéndonos de los infortunios
cual
gato panza arriba...
No me tiembla la mano al asegurar que
leer “La rebelión de Atlas” se puede incluir tranquilamente en
la lista de infortunios que me han sucedido en este 2012, libro sobre
el que había oído hablar de una forma u otra anteriormente pero que
nunca me había animado a adquirir. Por cierto, y antes de continuar,
si piensan que este es un articulo poniendo a parir con diversas
gracias la obra que nos ocupa y la señora que la perpetró, les
recomiendo entonces que se lean el artículo de Vicisitud
y Sordidez, que probablemente sea mas divertido que éste. Ahora
bien, que yo haya sido capaz de sacar algunos aspectos positivos de
este opúsculo (una tarea aún mas titánica que terminar de leerlo),
tampoco significa que lo vaya a poner bien. Ni mucho menos, avisados
quedan. Igualmente, también les aviso de que encontrarán numerosos
puntos en común entre este artículo y el citado, hasta haremos un
“copia-pega”, para que ustedes no piensen que de forma
inadvertida, me ha poseído un espíritu Lucia
Quintanil.
De hecho,fue un comentario de José
Ramón (V. Vicisitud, si no me equivoco), en un programa
de Formula 1 sobre estar leyendo este libro lo que me impulsó a
echarle un vistazo. A fin de cuentas, un libro que parecía haber
inspirado a Frank Miller, Alan Moore, Steve Ditko o algunas películas
como “Iron Man” y “Los Increibles” según los argumentos de
JR, no podía ser malo... hasta que me dí cuenta de que lo quería
decir con esas afirmaciones es que a cada uno lo había inspirado de
forma ligeramente diferente.
Podría haber sido mas listo y esperarme al articulo en su blog o
limitarme a leer la entrada que le dedica la Wikipedia a la obra.
Llegados a este punto, quizás podrían pensar que le hecho la culpa
a uno de los responsables de VyS por haber introducido este volumen
en mi vida, pero no, prefiero echársela a Plaza & Janés por no
haber editado mas libros de Terry Pratchett este año, ya que “La
rebelión...” me lo he leído en los huecos que me dejaban los
relatos del creador de Mundodisco.
Y ha sido una lectura larga, no solo
por las sesiones en paralelo con las novelas del autor inglés,sino
también por las 1252 páginas de la obra de Ayn Rand (incluida la
introducción de Leonard Peikoff), consumidas en esos momentos de
prolongado ocio por obligación (léase “paro”) que en este 2012,
creo que buena parte de la población española ha sufrido. Pero
antes de introducirnos en tan “magna obra”, repasemos algunos
detalles de su autora...
Suite de Ondas Lunares
Al igual que muchos aficionados al
progresivo, yo sé quién es Ayn Rand por culpa de Rush, más
exactamente por una serie de artículos sobre la banda canadiense
aparecidos en el fanzine “Lunar Waves” (anteriormente “Lunar
Suite”), perteneciente a la caterva de publicaciones hechas por
aficionados al progresivo, y es que servidor alucinaba con que
alguien pudiera editar algo en papel que hablara sobre mi género
musical favorito, teniendo en cuenta la sequía en las revistas
musicales del momento (aunque las de Heavy siempre le dedicaban un
huequito). Aún guardo con cariño mis ejemplares del Mellotron,
Atropos
y el Bright Light que
devoré con avaricia en su época.
En fin, en un aparte de esos artículos
se hablaba de Ayn Rand y de cómo había servido de inspiración para
las letras del batería Neil Peart, lector empedernido y autor de
casi todos los textos de la banda. Nacida Alisa Zino'yvna Rosenbaum
(en San Petersburgo, 1905), autora de este “La rebelión de Atlas”,
pero que probablemente sonará al público en general por haber
escrito la novela “El Manantial”, (sobre todo después de que
King Vidor dirigiera su adaptación cinematográfica, con Gary Cooper
como protagonista), Ayn Rand representa un pensamiento en el que la
fuerza del individuo emprendedor debe primar sobre la de la sociedad,
tanto en cuanto esta impida el desarrollo de las ideas de dicho
individuo. O mas bien, esa es la versión bonita.
En el
– por otro lado altamente recomendable -, documental sobre Rush,
“Beyond the lighted stage”, se habla de que durante muchos años,
el grupo se ha visto ninguneado por parte del establishment
musical encarnados en la revista
Rolling Stone o la institución del Rock'n'Roll Hall of Fame, (que
son mas o menos lo mismo) por motivos inexplicables. A los directores
se les olvida, o parecen querer olvidar (pero al artículo del Lunar
Waves no) que durante muchos años a Rush se le hacía referencia con
frases tan ingeniosas como “los amigos reaccionarios de Ayn Rand”.
Aunque tampoco tocan el tema de la fiesta de Fin de Año en la que el
guitarrista Alex Lifeson en la que se supone que él y su hijo la
liaron tan parda que tuvo que intervenir la policía... es lo que
pasa con los biopics “oficialmente sancionados”.
En cualquier caso, después de
inspirar muchas canciones del grupo, (“Anthem” comparte título e
intenciones con la novela corta de Rand), en una entrevista para Qtv,
Geddy Lee y Alex ponen los puntos sobre las íes y cuentan que si
bien comulgan con la independencia que promovía su manifiesto
artístico, no lo tienen tan claro con sus inclinaciones políticas.
Lamentablemente, Peart no se hallaba presente en dicha entrevista y
hubiera sido interesante saber su punto de vista al respecto, pero
después de la muerte de su hija en un lamentable accidente
automovilístico camino de la universidad y de perder a su esposa al
año siguiente por un cáncer, es muy difícil que el batería
realice entrevistas en las que no tenga garantía de que no se van a
tocar temas tan delicados. Aún así, ha dejado caer en algunas
declaraciones que su interés por lo randiano fue mas bien pasajero,
que no se considera “discípulo de nadie” y que su ideología
está mas cercana a un “liberalismo de izquierdas”.
Con todo, si bien muchos temas del
grupo están influenciados por Rand (nuevamente, les remito al
artículo de VyS), no parece nunca que lleguen a expresar que aceptan
del todo el cacareado espíritu ultraliberal de esta mujer (vale, a
lo mejor “The Trees” es una excepción), Rush se ha concentrado
muchas mas veces en la parte de la valía del individuo frente una
sociedad opresora. Lo cual probablemente motiva la aparición de
tanto nerd en el citado documental, alternados con miembros de
Pantera, Primus, Dream Theater... Así que no tengan miedo de que los
temas del trío canadiense les den sermones políticos, tengan mas
miedo de los solos de batería de Peart, la guitarra esquizofrénica
de Lifeson, de la aguda voz de Lee y de su maníaco toque al bajo.
Porque son la polla.
Puro Prog-Rock |
Volviendo a lo que nos ocupa ¿tan chunga era Ayn Rand para que el hecho de que te relacionaran con ella supusiera un descrédito? Y si lo era...¿por qué? Bueno, háganse una idea: la familia de Matrishka vivía una existencia bastante acomodada en su Rusia natal, ya que el padre de familia era un farmacéutico cuyo negocio la había reportado suficiente ganancias como para comprar el edificio en el que se hallaba su local. Todo eso se vino abajo con la revolución comunista, que despojó a la familia de su acomodada existencia (adiós al negocio, que suponemos fue nacionalizado).
Como es esperable, Rand incubó un
odio envenenado hacia el régimen estalinista que motivó el que se
quedara en los EEUU a la primera oportunidad. Se casa, consigue la
ciudadanía estadounidense, cambia de nombre y decide trabajar en la
industria del cine. El American Dream in Action. A estas
alturas,quizás ustedes podrían suponer que Ayn, en algún momento
de su vida podría haber sido perseguida por su pasado ruso y por el
“Comité de Actividades Anti Americanas” de Joseph McCarthy. Ni
mucho menos, de hecho sirvió como “testigo simpatizante”
(signifique lo que signifique eso), en algunas auditorias de dicho
comité, explicando la cruda realidad de la Rusia comunista. Si el
político republicano llegó a leer algunas de sus obras, sería
extraño que no le pidiera dirigir personalmente algunos de los
interrogatorios.
Pero antes de editar nada en los USA,
viene la anécdota extraída de la Wikipedia, a mi parecer, mas
graciosa de la trayectoria de esta mujer: fue extra en el film
bíblico “Rey de Reyes” (“The King of Kings”, Cecil B.
DeMille, 1927). Este detalle no tendría especial significación si
no fuera porque el discurso del pensamiento randiano es radicalmente
ateo, pero, claro, uno tiene que comer...
Rand avanza poco a poco, publica sus
novelas cortas, consigue que una de sus obras de teatro sea llevada a
Broadway y después de sortear las reticencias de muchos editores
consigue el suficiente éxito para animar la publicación de “El
Manantial” que la consagra frente al público. Aunque no he leído
las obras anteriores a “La rebelión...”, - y creo que ni falta
me hace -, esa chivata descarada que es Internet me sopla que la
mayor parte de ellas giran en torno a la lucha del individuo frente a
la masa descerebrada de la sociedad que con sus acciones pensadas por
la consecución del bien común va a mandar el mundo a la porra. Ya
sé lo que están pensando, que Rand se parece a Alan Moore en que
los dos siempre están todo el rato con sus temas particulares
escriban lo que escriban, eso me parecería muy injusto, porque eso
es básicamente lo que hacen todos los autores, lo que pasa es que
algunos lo ocultan mejor que otros.
Tras el éxito de su obra de ficción,
Rand se lanza al ruedo político – apoyando a los republicanos,
obviamente – pero al tiempo decide concentrarse en la creación de
su Puta Obra Maestra, el libro que va a resumir a la perfección su
pensamiento, llevando al máximo sus capacidades narrativas y
estirando todo lo posible una trama presumiblemente épica. El
resultado se publicó en 1957.
Pero...¿de qué va exactamente “La
Rebelión de Atlas”? (Contiene spoilers)
En la realidad que nos presenta la
obra, la sociedad estadounidense y el mundo en general se está yendo
a freír espárragos de forma mas bien progresiva (no, no voy a hacer
un ingenioso comentario sobre el prog-rock), sobre todo porque la
mayor parte de los países se han transformado en repúblicas
populares con la consiguiente nacionalización de los servicios,
camino por el que van los Estados Unidos. La existencia de un pirata
(si, han leído bien, un pirata) llamado Ragnar Danneskjöld, que se
va cargando los transatlánticos que portan ayudas materiales para
las distintas naciones tampoco ayuda. Aún mas raro: poco a poco, las
mentes de la ciencia, la industria y las artes van desapareciendo...
La trama va a ir avanzando a través de las evoluciones – es un decir -, de tres personajes, con abundantes secundarios apareciendo ocasionalmente, los cuales protagonizan pequeños capítulos en solitario, quizás por una intención de dotar a la novela de un supuesto tono coral. Estos personajes son:
James Taggart: Por
su condición de hombre, quizás debería ser el heredero del emporio
ferroviario Taggart Transcontinental, pero su condición de petimetre
lo transforma en poco más que el contacto de la empresa con los
“Hombres de Washington”. Y la empresa no mantendría en pie si no
fuera por su hedmana...
Dagny Taggart: Aunque
se nos presenta como una marimacho al principio, con la gestión de
sus trenes como único objetivo en la vida, es la que más moja en
todo libro. De hecho, Rand no tarda más de 100 páginas en dar
cuenta de su estreno sexual – en un libro de esta longitud es de
agradecer - con su amigo de la infancia y magnate Francisco D'Anconia
(a partir de ahora puede que lo llame “Francesco”, “mi tocayo”
o “Francisco De Coña”, esto último, no por hacerme el gracioso,
sino porque me da pereza teclear el apostrofe), quien no tardará en
mutar en un despreciable playboy de laxa moral y vida disipada. El
progreso de Dagny de empresaria a mujer pasional – pero aún
obsesionada por sus trenes -, marca el progreso de la novela.
Hank Rearden: Industrial
metalúrgico, cuya invención de un nuevo metal – ingeniosamente
llamado “Metal Rearden”, Adamantium,
vamos – le va a provocar múltiples disgustos. Primero, nadie se
fía de que esta nueva aleación sea realmente mejor que el acero,
después, cuando Dagny confía lo suficiente en él para hacer una
nueva línea ferroviaria a base de dicho material, los dos acaban
siendo amantes. Esto no sería inconveniente si no fuera porque
Rearden está casado. Después, el gobierno intenta hacerse con la
patente y la fabricación del dichoso metal, previo paso de
chantajearle con hacer pública por su relación con la Taggart...
Si tan solo hubiera estado hecho de metal Rearden... |
Si usted ha leído la obra, se estará preguntando “¿Qué pasa con John Galt?” Eso mismo se preguntan los personajes de la novela, siendo mas exactos, se preguntan “¿Quien es John Galt?”, probablemente el latiguillo mas forzado de la historia de la literatura. La frase que cuestiona quién cojones es el puto Galt se transforma en el vocabulario de la novela en un equivalente al “qué sabemos”, un “qué sabe nadie”, un “qué sera sera...” Tal es la importancia que toma ese nombre a lo largo de la historia que la línea creada con el metal Rearden, es bautizada como “línea John Galt”, pero el dichoso propietario de ese nombre no aparece hasta el tercer acto. Para entonces, uno espera que JG cague bombones y parta nueces con el nabo. Y de hecho es así.
El hecho de que no considere a Galt un
personaje principal de la novela no se reduce a que su presencia
explicita quede reservada para el último tramo del libro, sino a que
básicamente no hace gran cosa excepto ser la personificación del
ideal de hombre de Ayn Rand. A eso se reduce su participación, a ser
guay, sufrir por ser guay y después seguir siendo más guay aún.
Para cuando descubrimos quién es este
señor, el resto de los personajes han pasado por diversas
vicisitudes: Dagny y Rearden hallan los restos de un motor en una
fábrica abandonada que podría revolucionar el mundo – por sus
bajos costes de mantenimiento y consumo -, pero la búsqueda de un
ingeniero que pueda continuar la obra lleva a Dagny a pedirle ayuda
al antiguo profesor que compartieron el pirata, Francesco y un tercer
caballero cuyo nombre el bueno de su ex-tutor no quiere revelar
(¿Adivinan?), el doctor Robert Stadler. Éste se nos describe como
alguien que ha traicionado sus ideales de mejorar la humanidad a
través de la tecnología y se ha vendido a “los saqueadores”.
Porque sí, en un punto dado nos damos
cuenta de que Rand divide a la humanidad en dos grupos, los
productores (aunque nunca utiliza exactamente esa palabra) y los
saqueadores. Dicho de otro modo, los buenos y los malos,
respectivamente. Los buenos serían gente como Dagny y Hank:
emprendedores que inventan, que hacen cosas gracias a las cuales la
humanidad avanza, que asumen riesgos, que contratan a obreros que no
alcanzan su genialidad pero que les sirven para los objetivos que se
marcan. Los saqueadores son aquellos que piensan que el bien común
está por encima de todo y que el estado debe regular lo que hagan
los empresarios, los que viven de su debilidad y de la lástima. Una
visión muy misericordiosa de la humanidad, ¿no creen?
Por cierto, ¿nunca han pensado que la
humanidad en realidad se divide en dos grupos: los que dividen la
humanidad en dos bandos y los que no? Mmm, eso me ha quedado muy
hippie...
Da igual, James Taggart se casa con
una dependienta que lo tiene por un ídolo de los negocios, mientras
se nos revelan pequeños detalles de un supuesto “Proyecto X”
gubernamental (¿será la creación de un supersoldado?).
Eddie Willers, oficinista de Taggart Transcontinental y segundo de
abordo de Dagny departe ocasionalmente con un obrero de la empresa
que le escucha atentamente mientras Eddie se lamenta por los diversos
percances de la empresa...
Poco antes del tercer acto, las tramas
confluyen: después de un gran desastre ferroviario, la señora
Taggart está decidida a evitar que el mundo se destruya frente a sus
ojos, descubre que el ingeniero al que había encomendado la
reconstrucción del motor milagroso está a punto de ser abducído
por el “agente misterioso” que ha hecho desaparecer al resto de
hombres insignes de la faz de la tierra, dejando tras de si el único
rastro de unos cigarrillos con el signo del dólar impreso. Se sube a
un avión – ella es una superwoman y puede con todo – y
persigue al ingeniero “secuestrado” y a su supuesto captor. Para
cuando se quiere dar cuenta, por poco se mata en la persecución,
acabando en un valle oculto por lo que sería el equivalente del
holograma que protege la Batcueva.
En ese valle, Dagny conoce finalmente
a Galt, que es...¡tachan tachan! ¡El obrero con el que Willers
había estado departiendo en la garita de la empresa durante todo el
libro! ¡Qué sorpresa! ¡Qué giro mas inesperado! (Sarcasmo). No
solo eso, Galt también ideó el motor que todo lo puede, y,
lógicamente, es el que ha captado a las mentes mas preclaras del
mundo y las ha concentrado en “la quebrada de Galt”, que es el
nombre recibido por el valle. Pero ¿cual es el pérfido plan de este
fibroso inventor / empresario / piloto / todopoderoso? Átense los
cinturones porque la curva de aprendizaje se comba en diversas eses:
lo que John propone es “La Huelga” de las personas (no todos son
hombres) mas inteligentes y de sus cerebros, a fin de paralizar el
mundo hasta que éste se dé cuenta de que no puede vivir sin ellos,
que no pueden seguir maltratándolos con sus férreas leyes fiscales,
sus sindicatos de pacotilla o sus exigencias de justicia social.
Ni una suma de Skeletor, Megatrón y
Liberace
podrían haber ideado algo tan maléfico.
Durante la visita de Dagny a “La
quebrada” se le revela la verdad sobre Francisco de Coña: que se
ha mostrado como un playboy todo este tiempo porque eso era lo más
conveniente para que los gobiernos lo dejaran en paz, a él y a sus
empresas familiares (sobre esta teoría del auto descrédito como
protección volveremos más adelante), pero que en realidad sigue tan
comprometido por el amor de la Taggart como desde el primer día.
Ah, pero Cupido es muy cabrón y nada
mas verle la cara al bueno de John, Dagny queda prendada de su genio
y de su físico exultante, aunque tampoco puede negar que le hace
tilín el bueno de Ragnar, pero éste ya está cogido por una
dramaturga que escribe obras ignorando las estrecheces de miras del
mundo exterior, como Rand, vamos.
Durante su estancia en el valle, Dagny
trabaja, como todos, por una cifra simbólica, y su cometido es
básicamente el de ser la criada de John, mientras descubre detalles
tan increíbles como el símbolo del dólar gigantesco que preside
esta nueva Atlántida. A Galt y a Francesco se les llena la boca al
alabar la grandeza de los EEUU y del estandarte definitivo de su
gloria... sí, todo el rato se refieren a $.
Aunque todos los empresarios,
científicos y artistas que pueblan La Quebrada la animan a quedarse,
Taggart decide que no puede dejar al mundo degenerar en el caos mas
absoluto, aunque entiende las motivaciones de los prohombres. A su
regreso, se nos muestra, finalmente, de qué se trata el Proyecto X,
y es... un rayo de la muerte. En serio, ni Lovecraft, ni Howard, ni
Matheson habrían utilizado un recurso mas tonto para un gobierno
conspirador. Ya sé que no se llama exactamente así en el libro,
pero “rayo sónico” no queda tan guay, así que quédense con esa
idea, Rand se saca de la manga un recurso que ni un cómic hecho con
bolígrafo por un adolescente pajero tendría presente.
En fin, Dagny vuelve al mundo, los
“hombres de Washington” - incluido su hermano James, que se
posiciona pronto junto a “los saqueadores” - intentan repetir la
jugada del chantaje con ella para que muestre su apoyo a las nuevas y
agobiantes medidas del gobierno. Pero el tiro les sale por la culata
porque esta mujer decide salir con la verdad por delante y confiesa
su relación por antena. Curiosamente, Rearden, que hasta entonces
había estado llorando por las esquinas al creer que se amante había
muerto, se reúne con la Taggart, y no solo entiende su ausencia,
sino que también comprende que ha encontrado a otro porque en su
discurso radiofónico ha usado el pretérito imperfecto al hablar de
su affaire. Qué hombre.
Las cosas se van a torcer rápidamente,
a estas alturas el gobierno ya ha prohibido las innovaciones, se
obliga a todo el mundo – especialmente a los altos mandos - a
seguir en sus puestos de trabajo y ya no se pueden escribir mas
libros. En serio, una parte de las medidas gubernamentales es que no
se pueden escribir libros nuevos, casi como en Fahrenheit 451 pero
con estupidez y falta de cohesión argumental añadida. Argentina y
Chile, en convenio con los EEUU, deciden nacionalizar las empresas de
mi tocayo, pero el día que se va a hacer efectiva, todas sus
propiedades, oficinas, fabricas y minas vuelan por los aires, sin
ninguna víctima humana, no obstante.
Así las cosas, los transportes (y por
supuesto, en especial los trenes) empiezan a fallar miserablemente,
una malvada señora que pregona las bondades de la soja sobre el
horrible trigo – de verdad que no me lo invento y que la novela no
intenta ser auto paródica – provoca que las reservas del cereal
limpio se
echen a perder, con lo que el descontento generalizado se aposenta
(más que asentarse) en la población, que empieza a rebelarse de
malas maneras. Ah, y la mujer de James Taggart se da cuenta del cerdo
que es su marido y después de descubrir que se la ha pegado con la
mujer de Rearden (dejen de reírse, coño, que ahora viene algo
serio), se suicida tirándose al río...
Los mandamases deciden que van a dar otro golpe de timón para solucionar los problemas, pero antes de poder decir una palabra a la nación a través de la radio o la televisión, la imponente voz de Galt llena las ondas y da su celebérrimo discurso de casi 70 páginas, más exactamente de la 1083 hasta la 1147 en mi edición. La Virgen.
Este discurso, es básicamente el
resumen (por decirlo de alguna forma), del pensamiento randiano,
también conocido como “objetivismo”, o, se lo voy a comprimir en
una frase: usted existe.
Ya está, se lo podría prolongar en
muchos mas detalles, le podría decir que si “A es A”, que si es
una suma de Nietzsche, Berkeley y las teorías económicas liberales
mas desatadas. Pero, básicamente lo que dice Galt a lo largo de su
laaaaaaaaaaaaaaaaarga disertación es que yo existo, tu existes y
todo el mundo existe en base a nuestra voluntad de existir. Más
tarde volveremos al pensamiento randiano, pero aún nos quedan unos
cuantos golpes de gracia en la historia.
Rearden se suma a los “huelguistas”
y desaparece, Dagny se obsesiona con encontrar a Galt en Nueva York,
pero el gobierno la ha estado vigilando y la siguen, deteniendo al
guapo ingeniero, aunque, como él se las sabe todas, apremia a su
amada (si, Taggart y John ya se han transformado en pareja oficiosa a
estas alturas) para que dé la impresión de haberlo hecho a posta
para atraparlo. JG es aprisionado en el lujoso hotel en el que sucede
buena parte de la trama y día tras día va despachando a los
distintos consejeros, presidentes y demás “hombres de Washington”
a los que va desquiciando poco a poco. Hasta su antiguo tutor, el
doctor Ferris no puede soportar su imponente presencia, su “rostro
sin culpa” y se marcha de la habitación trastornado.
Los dirigentes del país pierden la
paciencia e intentan que Galt dé otro discurso de la nación, pero
esta vez apoyando las medidas del gobierno. Esto es especialmente
gracioso, mas que nada por el momento en el que John dice “ya dí
un discurso” y su oponente le responde “ya, pero ese duró tres
horas (probablemente el tiempo que yo mismo tardé en leerlo, así de
farragoso es), esta vez será mas sencillo”.
Huelga decir que Galt sale del
entuerto con estilo, aunque no consigue escapar, con lo que la cosa
se va a poner especialmente fea para él a partir de este momento ya
que lo van a someter a una tortura a base de descargas eléctricas en
un base oculta del Instituto Científico. Sí, yo también esperaba
que Jonny Quest o La
Sombra hicieran un guest starring en cualquier momento.
Dagny pide ayuda a los hombres de La Quebrada para realizar un
rescate de emergencia, mientras el antiguo maestro de Galt decide que
se va a apropiar del Rayo de la Muerte. Pero un burócrata se ha
hecho fuerte en las instalaciones del otrora Proyecto X, ambos están
fuera de sí, pero es el funcionario el que acaba por tirar de la
palanca errónea y provoca un cataclismo que se cepilla todo a lo que
hay en decenas de kilómetros a la redonda. Incluyendo las propias
instalaciones.
El pirata, Rearden, De Coña y Dagny
llegan a la base del Instituto y se transforman en un implacable
escuadrón rápidamente. De un tipo que es un pirata profesional te
puedes esperar que dispare a troche y moche, incluso Francisco ha
demostrado buena puntería anteriormente en la novela, pero que tanto
Taggart como Rearden sean capaces de disparar a quemarropa a un
militar resulta, cuando menos, chocante.
Para cuando el rescate se ha hecho
efectivo, los torturadores han salido por patas al comprobar la
inquebrantable voluntad de Galt. Atención, que lo que viene es de
traca: después de provocarle diversas convulsiones con los
electrodos, la maquina se estropea y nadie sabe cómo arreglarla,
¡excepto el propio Galt, que les explica, paso por paso, lo que
tienen que hacer para que vuelva a funcionar! James Taggart, que toma
partido en la tortura, queda tan impresionado por la magnificencia
del ingeniero que se hunde en el miserable descubrimiento de su
ponzoñosa existencia, quedando catatónico.
El avión con los habitantes de La
Quebrada de Galt vuelve a casa tranquilamente, mientras John
tranquiliza a uno de sus paisanos, ya que no hay por qué preocuparse
ya que, según su eslogan “A es A”. La Huelga sigue su curso
natural, el mundo retrocede (suponemos) a un estado casi medieval y
finalmente, abrazado a su amada Dagny, John decide que seguramente el
mundo ha aprendido la lección de que no puede vivir sin ellos y que
a partir de ahora aceptarán sus normas que promueven la libre
empresa. Dibujando el símbolo del dólar en el aire, dice “es el
momento”. Los hombres de La Quebrada están dispuestos a volver.
Fin.
Para ir a mear y no echar gota.
Discusión
Voy a dejar clara una cosa, “La
rebelión de Atlas” no me parece un buen... libro. Y en este
apartado voy a explicar por qué. Mas adelante, y de forma mas
pormenorizada – incluyendo unos “versus” que creo la obra
demanda – intentaré explicar lo poco aplicables al mundo real que
son algunos de los principios filosóficos / económicos que se
exponen en la novela. Pero aún así encontraré cosas buenas que
decir sobre este... libro.
Para empezar, el opúsculo está bien
escrito: en el sentido de que no tiene falta de ortografía, que los
tiempos gramaticales se corresponden y que los personajes no cambian
de sexo o de raza sin razón aparente a lo largo de la trama. Ahora
bien, la cosa empieza a fallar en el diseño de los propios
personajes, en su forma de hablar y en las descripciones de la
autora. No está mal como principio de la crítica ¿no?
El principal problema con los
protagonistas es que en realidad no evolucionan, en otras palabras,
Rand se empeña en mostrarnos que el principal motivo del sufrimiento
de Rearden o los hermanos Taggart es que no asumen su auténtica
esencia: Hank y Dagny pertenecen a la clase social admirable, a los
que aportan ideas, los que hacen que las “ruedas giren” - como
cantaba Grace
Jones -, pero en su día a día tienen que lidiar con seres
mediocres y limitados como James Taggart. Éste es otro que tarda las
1200 paginas y pico de la novela en aceptar su malvada naturaleza
(suponemos que el suicidio de su esposa no era suficiente pista), y
cuando llega a ese descubrimiento, poco puede hacer salvo hundirse en
su propia mierda.
Ergo, todas las personalidades que
construye Rand a lo largo de la historia son prácticamente
bidimensionales, cuando no unidimensionales. Puede que Rearden
albergue dudas sobre la moral de su relación con Dagny, puede que
los “hombres de Washington” piensen que están obrando mal y que
el giro comunista que le están dando a “a esta gran nación” que
son los Estados Unidos les va a llevar a la ruina mas absoluta, pero
no hacen gran cosa al respecto. Simplemente, siguen el curso de sus
destino hasta que, por ejemplo, el industrial asume su destino de
Santo Varón y de ser un pilar de la sociedad.
Lo malo es que las conclusiones a las
que llega Rearden, Francisco, o cualquier otro, no se expresan de una
forma especialmente tajante o breve. Todos los personajes con un
mínimo de enjundia (es decir, nada de “saqueadores”), se
expresan en largos monólogos internos o amplias disertaciones frente
a otro colega igualmente insigne. Para cuando Galt suelta su discurso
radiofónico, el lector está ya mas que cansado de tantas “verdades
del barquero”, sobre todo porque lo que hace este hombre es resumir
todo lo que han dicho el resto de personajes “buenos” de la
novela. Eso y describir la personalidad de los “saqueadores”.
Pero el principal problema de toda la
historia no es el diseño de personajes, sino uno mucho mayor:
estamos ante uno de los más claros ejemplo de la ideología del
autor imponiéndose al argumento.
Eso no tendría por qué tener una
especial relevancia, si la propia Rand no se obsesionase con meter
sus pequeñas puyas de forma más que habitual en los diálogos, en
las descripciones y en el propio transcurrir de la obra. Una amiga
escritora me afirma que al final, todos los personajes de una obra
son el propio autor, yo especificaría que cada personaje suele ser
una suma de las facetas que vemos en nosotros y en otras personas que
no nos gustan – normalmente, aplicadas a “los malos” - o de
aquellos aspectos de nuestra personalidad y de las de otros que nos
hacen enorgullecernos – aplicables a “los buenos”-. La
grandeza, creo yo, de un buen escritor, es la capacidad de crear
protagonistas – y antagonistas, y deuteragonistas – que sumen
todas esas cosas, es decir, creíbles, hasta cierto punto reales. Con
ojos, cara y piernas reconocibles. Rand no hace eso.
Para ella, dejar claro que los malos
son execrables y que los buenos son inmensamente superiores en base a
su curso de acción es mucho mas importante. Tanto es así, que
cuando Rearden y Taggart mantiene su relación, la autora les concede
como única salida a la redención admitir su “culpa” y cuando lo
hacen, se erigen como vencedores morales frente a las oscuras
maniobras del gobierno.
Igualmente, la escritora no se obceca
mucho en ocultar su denuncia de la manipulación de los medios. Un
ejemplo que ya produce patadas en el estómago es la narración del
estreno de la “Línea John Galt”, en el que uno de los
periodistas exclama, frente al cinismo rampante “¡Deseo poder
escribir verdaderas noticias!” Como si fuera una niña que
corretea por el campo con una cestita llena de frutas mientras le
dice a los animalitos lo mucho que le gustaría ser cantante en la
orquesta del pueblo.
No tarda uno mucho tiempo en darse
cuenta de que “La rebelión de Atlas” es, básicamente, un
panfleto político novelado, torpemente novelado. Puede que Ayn se
viese a si misma como una artista incomprendida frente a un mundo
bobalicón, alguien a quién las generaciones futuras le acabarían
dando un merecido reconocimiento, una visionaria excesivamente
adelantada a su tiempo. Bueno, todo podría ser, yo mismo soy fan de
algunos artistas bastante
desconocidos, pero hay ALGO que me dice que lo mismo Rand tenía
en sus manos algo más parecido a la receta para el desastre que para
la salvación del mundo. ¿Por qué lo digo? Mmm...¿han oído hablar
de la crisis económica?
Si ustedes han visto “Enron”
o “Inside Job” y después
se han comido las páginas de esta novela, quizás hayan notado un
paralelismo un tanto irónico. Por un lado, que la élite bancaria e
industrial ha actuado como “saqueadores” en cuanto le ha visto
las orejas al lobo – tomando medidas extremas o haciendo tratos
reguleros para asegurarse la manteca – y por otro, que la
progresiva desregulación de LOS MERCADOS genera, como el sueño de
la razón, grandes monstruos. La clave está en que uno de las mas
insignes discípulos de Rand es Alan Greespan, quién, al igual que
otros popes de la economía americana despreciaba cualquier intento
de legislar las transacciones económicas entre los CEOs de grandes
entidades, porque, a fin de cuentas, “ellos lo saben todo”.
Ouch.
Una amiga me cuenta que, a su vez, un
amigo suyo le ha comentado que “La rebelión...” es el libro de
cabecera de muchos liberales económicos. Dos cosas:
Primero: Si este...libro, pretende
representar el liberalismo en todo su esplendor, le hace un muy flaco
favor, ya que reduce esta doctrina en una triste papeleta de niño
chico a base de deformar la realidad como en una galería de espejos
de la feria cutre de tu pueblo. La posible crítica al socialismo /
comunismo se desinfla rápidamente en base a la infantiloide forma
que tiene Rand de arremeter contra esas ideologías. Al final, uno se
queda con la sensación de que los grandes industriales son meros
poseedores de un Scattergoris,
“¡las grandes empresas son mías y si no aceptáis barco como
animal acuático me las llevo!”. Adolescentes malcriados que no
quieren aceptar las reglas del juego y se plantan enfadados.
Segundo: ¿Soy el único que piensa
que utilizar la palabra “liberal” para describir lo que, de toda
la vida, se ha llamado “reaccionario” es una de las perversiones
del lenguaje? Bueno, supongo que ya es muy tarde para cambiar...
Pero para aclarar otros aspectos de
esta... novela, y para contradecir algunos de los argumentos del
articulo de VyS (yo soy así), pasemos a uno de nuestros primeros
“Versus”...
Round One: John Galt vs
Dilbert....¡fight!
En la esquina azul está el hombre que lo mismo te pilota un avión, que trabaja por una mísera paga en una empresa ferroviaria o que sabe lo que tiene que hacer para arreglar la economía... ¡John Galt! En la esquina roja se sitúa el ingeniero meapilas, el oficinista de cubículo por antonomasia, el hombre que, probablemente, no solo está soltero, sino que seguirá así el resto de la vida si su creador no es un poco magnánimo... ¡Dilbert!
Si John Galt es la personificación de
los ideales de Rand, Dilbert es... un trasunto excesivamente realista
de su autor, Scott Adams. Como suelen enunciar las sinopsis de sus
libros, una vez que los lees, las expresiones como “comisión de
calidad, objetivos trimestrales y stock-options” son mucho más
difíciles de tomar en serio. Y como el propio Adams cuenta en una de
sus obras, antes de crear la tira cómica que narra las andanzas del
pobre Dilbert, vivía “como un perdedor”, echando horas en una
oficina bancaria – llegó a citarse en tres bancos diferentes para
hacer una entrevista de trabajo en el mismo día y hora -, mientras
en su reducida vivienda, la posición de su cuerpo dictaminaba si su
televisor se veía de un color – uno o dos- u otro. Ah, y algunas
noches se dedicaba a fracasar en sus intentos de hacerse el gracioso
con la camarera de un bar cercano, o se reía de los fracasos de
otros parroquianos.
Dilbert es, básicamente, una sátira
muy interesante y divertida sobre el mundo empresarial, con malvados
jefes del departamento de Recursos Humanos – papel que a veces
toman las propias mascotas de Dilbert, Dogbert y Catbert -, jefes que
solo buscan el beneficio propio, compañeros de trabajo que compiten
por ver quién rinde menos y becarios de minoría étnica lo
suficientemente ingenuos como para pensar que si son agradables con
todo el mundo, van a medrar en la empresa.
Galt podría estar en cualquier parte... |
Por si esto no fuera suficiente, al pobre Dilbert (sí, hay más de un parecido con el “Jon” de Garfield), le ningunea su madre cuando le enseña algunos de los productos en cuyo diseño ha tenido alguna mano, hasta sus propios colegas lanzan OPAs hostiles a sus estilizadas presentaciones en PowerPoint...
Galt no permitiría nada de esto, ya
que probablemente se levanta a las cinco de la mañana, toma un
desayuno bajo en grasas, entrena durante varias horas en su equipo
casero de gimnasia, estudia durante otras tantas en su laboratorio
particular, diseñado para autodestruirse si alguien no deseado
intenta tener acceso a él (esto sí que pertenece a la novela, a
diferencia de las líneas anteriores) y después se va a currar a
Taggart Transcontinental, donde sigue con su labor rutinaria mientras
espera toparse por accidente con Dagny. Corrijo, Galt es tan molón
que probablemente sepa con exactitud dónde y cuándo va a estar la
jefa oficiosa de la empresa, y si no lo sabe, seguramente se lo dirá
el bueno de Eddie. De hecho, es por él que se entera de la relación
que mantiene con Rearden. Va a ser que Galt no es tan certero como
nos quiere hacer creer, ya que se le queda bastante cara de boniato
cuando se lo soplan...
El motivo de enfrentar a un héroe
randiano y a un antihéroe del universo de los cubículos es muy
sencilla: Dilbert está mucho mas cerca a la realidad.
Hay muchos errores de base en el
discurso de Galt / Rand, que probablemente el personaje de Adams
podría rebatir con suma facilidad, para empezar, la buena de Ayn nos
hace entender que todos los liberales operan en base a una cierta
buena voluntad con la que persiguen, sin ningún tipo de complejo, el
beneficio propio. Pero ese beneficio producirá bienes comunes por el
mero hecho de que el empresario hace cosas tan arriesgadas como
“pedir un gran préstamo al banco” o “comprar un solar grande”,
los cuales implican un compromiso con el futuro y con la comunidad.
En otras palabras, déjennos hacer las cosas a nuestra manera porque
“Daddy knows best”.
… A lo que Dilbert respondería:
“eso es una tontería, no puede usar la baza de que es el
propietario de este terreno o de que tiene un gigantesco préstamo
pendiente para convencernos de que va a pagar nuestros seguros
médicos, las nóminas y los coches de empresa, porque en cualquier
momento las ventas pueden ir mal y nosotros quedarnos con una mano
delante y otra detrás...¿por qué la gente de marketing me está
señalando con sus punteros láser?”
Probablemente, mientras Galt intenta
explicarle al bueno de Dilbert los pingües beneficios de la libre
empresa y la libre competencia, Dogbert aprovechara el momento de
trance para mear en los efectivos zapatos del idealizado ingeniero,
eso si Catbert no está dejándole el regazo hecho una pena. Además,
a Dilbert no le preocupa tanto el motor que funciona con una energía
limpia y reutilizable, no tanto al menos como plantearse por qué sus
compañeros mas incompetentes (los que se van de farra con el
presidente de la compañía), ascienden sin problema mientras él
sigue viendo pasar los días en su triste cubículo. Eso o por qué
la secretaria de su jefe sigue sin aceptarle como amigo en Facebook.
A esto último, probablemente John le
respondería que no tiene por qué preocuparse, ya que las grandes
mentes están destinadas a encontrarse tarde temprano, pero sobre las
teorías amatorias de Rand profundizaremos más adelante...
Aunque hace años que Adams dejó de
ser oficinista - gracias a las ganancias de su tira cómica – y se
pudo permitir el mudarse a una urbanización de clase alta en la que
la gente se queja de su “codo de tenista” (y no se refieren a
empinar el codo), sigue dando en el clavo en muchas problemáticas
gracias a los correos que le mandan muchos de sus admiradores. Me
imagino que de vez en cuando le caerá algún “voy a matarte,
maldito hijo de puta”, pero el bueno de Scott mantiene la
suficiente cercanía con el mundo real para saber cuándo los mails
contienen prácticas tan inverosímiles para incentivar a los
trabajadores, que a la fuerza tienen que ser verdad. Por supuesto, no
falta quien cree que Adams frivoliza en exceso sobre ciertas
cuestiones como “los ajustes de plantilla” (=despidos) o la labor
del departamento de RRHH. Probablemente no les falta algo de razón,
pero no dudo que el autor es consciente que lo suyo es una tira
cómica, no una canción
protesta, intentando quitarle todo el hierro que puede al asunto,
además, como quien dice, el ya estuvo en las trincheras y ha pasado
a una vida mejor.
El propio Adams sufrió la “libre
competencia” en sus propias carnes: creó una empresa de comida
sana – efectivamente, en el mundo real, Scott es la mujer de la
soja – que rápidamente se vio barrida de los supermercados por la
presión de otras marcas cuyos alimentos se hacían “con
serrín”(aquí me temo que Adams exagera en aras del chiste, pero
captan la idea), que consiguieron que los productos del creador de
Dilbert se vieran relegados a las esquinas más tristes en las
estanterías de los supermercados, cuando no cubiertos por las bolsas
de la competencia.
Puede que aquí el escritor esté
ejerciendo su papel de víctima potenciado por su capacidad para la
hipérbole graciosa, pero en contraste con la visión que tiene Rand
de la competencia, no deja de ser llamativo: Ayn parece visionar los
mercados como una especie de circo romano en cuya arena, los
emprendedores se enfrentan en igualdad de condiciones, y que,
simplemente, ganará el mejor. Lo único que no se puede permitir es
la intervención del gobierno, porque eso es abrir una puerta al
intervencionismo económico, y una vez abierta la caja de Pandora, es
más que probable que algún saqueador prefiera buscar prebendas en
sus amigos de la política que utilizar su tiempo haciendo un
producto mejor. Producto que por el mero hecho de ser mejor, tendría
que barrer de la faz de la tierra a sus competidores.
Quizás Rand no tuviese en cuenta
factores como el Markteting, que es capaz de hacer que un producto no
tan bueno sea número 1 en ventas (“convencer a la gente de que
nuestra mierda peor es un poco mejor que la mierda de otros”, como
diría Adams), o, ni siquiera hay que referirse a la crisis actual
para ver que un mercado 100% libre trae consecuencias atroces.
¿Recuerda alguien el 29? Obviamente, la buena de Ayn piensa, como
muchos neoliberales – o neoconservadores – que el mercado se
autoregula y que después de desastres tan gordos la gente toma las
medidas adecuadas para que eso no vuelva a ocurrir. Si siguen
riéndose es mucho más difícil continuar...
Por supuesto, yo creo que con todos
sus conocimientos sobre ciencia, sociedad, psicología y todo lo que
se ponga por delante, Galt perdería por el KO más absoluto frente
a Dilbert, no porque le fuera a atacar con un gancho de derecha
especialmente fulminante, sino porque le bastaría con dejarle caer
sobre su cabeza todo el peso de la realidad, traducido en balances de
cuentas dudosos, gastos personales cargados a la cuenta de la
empresa, el lastimoso aspecto presupuestario de los departamentos
I+D. Galt puede con los saqueadores y apoya a las grandes mentes,
pero... ¿qué puede hacer con gente que son un poco de ambos, ni
chicha ni limoná que pueblan los organigramas de buena parte de las
grandes empresas?
Probablemente el libre mercado se parezca a esto en muchas ocasiones... |
Yo se lo digo, no gran cosa, salvo
intentar enervárlos lo más posible con sus interminables discursos
a lo Fidel
Castro, hasta que, llevados a la locura decidan atacar
físicamente a John y entonces él, tal y como dice en su largo
soliloquio, pueda usar la violencia como respuesta justificada a la
violencia. ¿Qué diría Gandhi?
Dagny
Antes de pasar al siguiente “versus”,
detengámonos un momento en la buena de Dagny Taggart. De hecho, yo
diría que un nombre alternativo para esta obra podría muy bien ser
“el despertar sexual de una ejecutiva ferroviaria en apuros”. Ya
puestos, conviene recordar que el título “La rebelión de Atlas”
no se corresponde exactamente con el original (“Atlas Shrugged”),
siendo mas correcto “Atlas se encogió de hombros” - “se
encogió de hombros” es , probablemente, junto con “frunció el
ceño” una de las descripciones mas utilizadas en cualquier novela
-, dejando claro que el gigante (las mentes preclaras, esto es)
decide dejar de cargar con el peso del mundo con una pose de “¡paso
de tu rollo!”
Esta suripanta le quitó el papel de Dagny a Angelina Jolie, o eso dice FoxNews, jajajajajajaj |
Como ya señalamos anteriormente, la Taggart empieza el libro siendo el retrato típico de una mujer cuya obsesión por el trabajo bien hecho le obliga a renunciar prácticamente a su condición de fémina. Cuando su madre intenta que se vista como una señorita para su puesta de largo, Dagny se siente hueca ante las festividades y, peor aún, nota el vacío en los rostros del resto de los asistentes. En otras palabras, si fuera la protagonista de un capítulo de “Súper Dulces 16”, acabaría pegándole una hostia a la cámara. Y al operador, ya que estamos.
Vistiendo casi siempre con útiles
monos de trabajo, y nunca expresando interés alguno en otros hombres
– salvo la afinidad que no todos conocen que tiene con Francesco -,
Dagny no tarda en alzarse sobre las circunstancias. Su duro físico,
trazado por las largas horas en la empresa familiar y su capacidad
para la organización, la hacen oscuro objeto del deseo para varios
hombres de la trama, que en la intimidad se descubren embelesados por
su imagen.
No solo Francisco, Hank Rearden
recuerda en otro laaaaaaargo flashback la primera vez que vio a la
“jefa de operaciones” de TT, y cómo se encontró, finalmente,
con un espíritu afín. Y, supuesto, John Galt también rememora la
elegante figura de su amada, paseando por los pasillos de la empresa
como si fuera la jefa de todo aquello. Un segundo, ¡es que lo es!
El que no podía esperarse uno es que
el pobre de Eddie Willers fuera también uno de los enamorados de
esta mujer, a pesar de ser el primer personaje que conocemos en el
libro, en realidad es un poco el Dilbert de esta historia. Para
añadir mas patetismo, descubre la oculta relación de su jefa con el
metalúrgico cuando su jefa le dicta algunas notas haciendo el
equipaje y nota un albornoz colgado con las iniciales HR bordadas, el
pobre...
En fin, uno no tarda en notar un
cierto patrón en las relaciones que Dagny va manteniendo a lo largo
del libro: pasa de un santo varón a otro santo varón sin mirar
atrás y con la absoluta aceptación por parte de sus compañeros
anteriores. Me explico: antes de utilizar la cobertura de ser un
playboy superficial, Francisco ya despuntaba como alguien con un gran
talento, capaz de duplicar la fortuna de su ya por si rica familia.
Pero cuando decide que la mejor forma de que el gobierno no intente
expropiar sus empresas es cultivar una fama a lo Ernesto de Hannover,
pierde el favor de Dagny. No problemo, ahí está Hank Rearden para
ser su paño de lágrimas. Cuando De Coña descubre que su amiga de
la infancia ha encontrado a otro, se come su orgullo a lo grande,
provocando además un triangulo amoroso que sin duda vertebra el
interés marujíl (por decir algo) de este... libro.
Esto no deja de ser curioso por dos
motivos: primero, Francesco había lanzado una larga (¡sorpresa!)
perorata a Rearden en su despacho sobre el tema romántico y el sexo,
lo cual, por ende, refleja el sentir de Ayn Rand sobre estos temas.
¿Conclusión? Pues que la gente que es igualmente brillante acaba
junta por el mero hecho de ser igualmente brillante. En otras
palabras, si ustedes son una de esas parejas de las que se dice “no
pegan ni con cola” o “ella vale mucho más que él”, entonces
son ustedes unos seres mediocres que no se merecen consideración
alguna porque han elegido una vida que les va a llevar a la mas
absoluta infelicidad. Por si esto no fuera suficiente, el sexo no
puede ser otra cosa que la expresión última de toda la pasión que
dos seres tan excepcionales pueden generar... Esta forma de hablar,
que casi roza la eugenesia, pone mas de dos mil años de tradición
romántica mirando a Atapuerca, transformando las relaciones
personales en una ecuación matemática de segundo grado. (Con tres
incógnitas).
El tema sexual ya casi merecería un
artículo por si solo. Cuando vi que en mi ejemplar de “La
rebelión...” rezaba la etiqueta “sin censura”, pensé
“¿censura” ¿Será por el tema político? ¿Tan polémico es
este volumen?” (nótese mis optimistas previsiones sobre este...
libro, antes de leerlo). ¡Pero no! Aunque no he hecho un profundo
trabajo de investigación al respecto (ni ganas), me juego los dedos
pequeños del pie derecho de cualquier lector a que la parte a
censurar probablemente caiga en las extremas relaciones sexuales que
mantienen Rearden y Taggart. Aunque Rand no se regodea especialmente
en ello, nos deja pistas en los arañones que se dejan en espaldas o
cuellos y en las ropas hechas harapos después de consumar.
No seré yo quien critique estas
practicas, porque me parecería especialmente mojigato, pero lo más
gracioso es cuando Rearden se mortifica delante de la propia Dagny,
aduciendo que le duele pensar que haya habido otro hombre al que
“hayas dejado hacerte lo que yo te hago”. Obviamente, a estas
alturas, el bueno de Hank no sabe que su predecesor ha sido el señor
D`Anconia.
Esto entronca con lo segundo: A lo
largo de la... novela, el empresario del metal deja caer que en su
vida solo ha querido a dos personas. Entendemos que una es Dagny, y
la otra... ¿Será su padre que apenas se nombra en toda la historia?
(Quizás HR sea como Anakin
Skywalker y Jesucristo) ¿Será su hermano, al que quiere sobre
todas las cosas a pesar de ser un “saqueador” y un chupoptero que
está a la sopa boba en la gran mansión de Hank? ¿Será su madre,
que siempre le dice que debe cuidar de los mas débiles? ¿Será su
mujer? ¡No! El otro ser al que probablemente haya amado jamás
Rearden es el propio Francisco, uno de los pocos hombres que
comprende sus ambiciones y su deseo egoísta de prosperar frente una
sociedad que quiere imponer el bien común.
No deja de ser curioso que una señora
como Rand, tan homófoba, dejara caer un aprecio con connotaciones
que probablemente ella misma consideraría dudosas si no hubiera
escrito ella misma la historia. Imagínense cuando Francesco se la
juega en cierta ocasión por temas industriales, y no hablemos ya
cuando descubre que el que antes le “bailaba el agua a su santa”
(por usar una expresión fina) era el propio latin-lover.
Por supuesto, uno podría trazar
algunos paralelismos con la vida privada de la propia autora, pero en
el articulo de VyS ya tienen ustedes los enlaces necesarios sobre
este respecto. Lo que no deja de ser curioso es cuando la mujer de
Rearden decide visitar a Dagny para jugar, one more time, la baza
del chantaje, cogiendo el toro los cuernos, los suyos propios, de
hecho. En una “conversación” sin desperdicio, la futura ex-mujer
del empresario le pone las cosas claras a la ejecutiva con una frase
tan definitiva como “su opinión vale tanto como la de una puta”.
“Si no os cojo por la parte filosófica, os pillaré por la trama
folletinesca, cabrones”, debió de pensar Ayn al escribir esa
línea.
Lo mas chanante pasa unas páginas
después. Como ya hemos contado, el hecho de que Dagny utilice el
tiempo pasado para referirse a su relación indecorosa con Rearden
durante su intervención en la radio, ya le vale a Hank como
confirmación de que lo suyo ha terminado. Después de una charranada
gubernamental, Rearden pone tierra de por medio, recalando – como
no – en la Quebrada de Galt. Desde allí le escribe una misiva a su
ex-amante, en la que cual le explica, básicamente, que no le extraña
que cayera rendida ante Galt. Tan solo le faltaba añadir “al igual
que en el caso de Francisco, nunca podré saber lo bien que folla,
pero seguro que hasta es mejor en la cama que yo, ay, si tan solo
pudiera hace que me arañara un poquito”.
Por supuesto, llegados a este punto,
Dagny remata su poco común vida amorosa estrenándose con Galt en
los sucios pasillos de su empresa, ¡¡¡¡vestida de noche y cuando
están en medio de una emergencia ferroviaria!!!
En
el último tramo de la novela, cualquier intento de desenmarañar el
simbolismo de algunas acciones le deja a uno con el culo bastante
torcido. Por un lado, es el propio hermano de Dagny el que presiona
por torturar a un desnudo Galt para doblegar su espíritu. Aunque
James no sabe que su hermana y John son amantes, ¿qué conclusiones
extremas podemos sacar de que un señor disfrute maltratando el
cuerpo que ha intimado con su hermana? (Afortunadamente, los hermanos
nunca a llegan a cruzarse en esta circunstancia) Y tal y como hemos
descrito anteriormente, a la hora de rescatar a su amado, a Dagny no
le tiembla el pulso lo más mínimo para cargarse al que sea. Solo
faltaba, a modo de alivio cómico, que el militar soltase mientras se
desploma “¡mierda! ¡solo me faltaban dos días para jubilarme!”
La escena en la que los hombres de La
Quebrada + Dagny intentan convencer al jefe de los soldados para que
suelten al prisionero es ya de juzgado de guardia, a Rearden le cae
un disparo en el brazo mientras el resto se dedican a un lucha más
dialéctica que física. Lo cual, teniendo en cuenta la escabechina
que se estaba mascando, no deja de ser curioso.
A mi no me cabe duda que si Galt era
la personificación del hombre ideal para Rand, Dagny era una
conveniente trasunta de la propia escritora. Al igual que Taggart,
Ayn era una señora de facciones muy masculinas: pelo corto y ropa
más cómoda que insinuante, con una moral a veces mas cercana a
Alesteir Crowley (por su “haz tu voluntad, que así sea” más que
por otra cosa) que a una creencia cristiana. Algo que para una un
país tan pretendídamente religioso como los EEUU debía resultar
chocante.
Ahora, que Rand se viera como una
especie de sex-symbol para grandes intelectuales no deja de ser una
noción un tanto extraña. ¿Les he dicho ya que Alan Greenspan fue
discipulo personal suyo? Reflexionemos por un momento al respecto...
Tag team: Tony Stark y Bruce Wayne
vs Francisco D`Anconia y Hank Rearden... Round Two: Fight!
Hace unos años, en una circunstancia
que no merece recordarse (de acuerdo, lo contaré, ya que insisten:
estaba haciendo guardia a Julian Muñoz en la cárcel de Jaén,
mientras curraba para una agencia de noticias), “discutí” con un
redactor acerca de la personalidad del Batman de Nolan (Las guardias
daban para eso y más). Mas concretamente, del Bruce Wayne de “Batman
Begins” y del resto de la trilogía del “Darnai”.
El impertérrito periodista (ahora funcionario, chico listo) me
cuestionaba que en los cómics, Wayne nunca había sido un playboy
tan exageradamente superficial como en la (entonces) nueva película.
La respuesta adecuada ante esta clase
de afirmaciones es, por supuesto: “Cómo se nota que ahora te
consideras un freak porque las pelis de superhéroes se han puesto de
moda y que sólo has leído las cuatro recomendaciones culturetas de
Moore, Miller y cosas así, pero en el fondo no tienes criterio
alguno, tu no has estado en las trincheras chaval, no sabes lo que
son las fotocopias de los mangas de Bola de Dragón, las dudosas
traducciones de la editorial Vértice, las convulsas publicaciones de
Spiderman perpetradas por Bruguera o la miniserie de “La visión y
la Bruja Escarlata”. ¡No tienes ni puta idea! ¿Tu? ¡Tu
no has tenido infancia!”
Tu intenta autojustificarte para comprar esto mes tras mes tras mes... |
Pero teniendo en cuenta que mi primera
peli de Batman fue la de Tim Burton, que a renglón seguido me compré
el tomo de “Las mejores historias de Batman jamas contadas”, y
que yo tampoco me había metido en el negocio de las fotocopias
dragonboleras, decidí introducirme la lengua un poco en el culo y
recapacitar, antes de pasar a una respuesta más meditada: “hombre,
en realidad eso es un recurso que aparece desde los tiempos de Neal
Adams, en los 70, me refiero a los 70 en Estados Unidos, aquí...
vete a saber”. Conciso y conciliador.
Si han leído el post de VyS, ya
habrán adivinado que estos párrafos son una respuesta a su sección
“Aunque el randiano sea un putero... randiano se queda”. Bien, la
cuestión es que Francisco D`Anconia, como ya hemos explicado
anteriormente, se finge un VivalaVirgen para evitar que los ojos de
los inquisidores gobiernos se posen en sus empresas. Como también
deja claro el artículo vicisitúdico, autores tan magnos – aunque
un poco bocachanclas – como Steve Dikto o Frank Miller comulgan de
buena manera con las ideas randianas. De hecho, tanto el Peter Parker
primigenio como el Wayne de los ochenta, podrían ser buenos
trasuntos de Galt y De Coña: ambos se posicionan en personalidades
que no tienen nada que ver con sus alter egos. Spiderman se conforma
con seguir siendo un cuatro ojos capitán de los piojos en el
instituto mientras se burla de sus enemigos en plan bestia cuando
lleva el disfraz de lanzarredes. Igualmente, Galt está la mar de
contento realizando un trabajo monótono en Taggart Transcontinental,
mientras da forma a su particular Atlantida en La Quebrada.
Rearden, por su parte, se nos retrata
como el hombre que sufre el mayor drama: a pesar de ir siempre con la
cara descubierta, él también sufre los reveses de la hipócrita
moral que consigue hacer que entregue su metal a los “malvados
hombres de Washington”. Sus bajas pasiones – bajas para aquellos
que no comprenden que las grandes personalidades como la suya y la de
Dagny tenían que estar juntas de un modo u otro -, se acaban
transformando en su otra vida, frente a la humildad de John o la
opulencia de Francesco.
Por supuesto, todas estas tapaderas
son bastante gilipollas, y en realidad nos recuerdan a la vieja duda
de por qué la gente no se da cuenta de que Clark Kent se parece
bastante a Superman cuando se quita las gafas. Aunque entiendo que a
mucha gente le disguste el pretendido “tratamiento realista de
Batman” (¿una contradicción intrínseca?) de Nolan, no hay
enemigo en las tres partes de la saga “Darnai” que no se dé
cuenta de que Wayne y Batman son la misma persona. De la última de
Spiderman, en la que el trepamuros se pasa más tiempo sin la mascara
que con ella, ni hablamos.
A fin de cuentas, ¿de verdad que una
voz distorsionada (elemento primordial en los films de Nolan) iba a
ser suficiente despiste para los malos? ¿A nadie le extraña que
Batman aparezca al poco de volver Wayne a Gotham? ¿Quién coño iba
a poder permitirse esos juguetes
para luchar contra el crimen? ¿Por qué Jack Nicolson no hizo un
cameo en “El caballero oscuro”?
Tony Stark / Iron Man, es otra
historia: si bien durante una época – en los tebeos - le da por
poner excusas tan ridículas como que “Iron Man es mi
guardaespaldas”, el hecho de que sea el Hombre de Hierro no tarda
en volverse insustancial, transformándose en mucho mas importante
sus problemas con el alcohol. En otras palabras, Stark (que se parece
mucho a la descripción física de Francisco) vive al igual que
Rearden a cara descubierta, pero sus vicios privados transforman su
vida en una careta como la que se tiene que poner Galt y mi tocayo
para sobrevivir.
Quizás el
presidente de Repsol / Ypf debería haber hecho lo mismo para
evitar la nacionalización de las instalaciones argentinas (un
peligroso parecido con los hechos de esta... novela, por cierto), y
haber ido de fiesta en fiesta para que Kirchner no metiera baza en
sus negocios. Aunque lo mismo, no hubiera dado resultado, en
realidad, es otro de los mensajes de Rand: como la sociedad es
envidiosa de aquellos con talento, lo mas probable es que acaben
siendo defenestrados por los mediocres de una manera u otra, por eso
es preferible que se oculten detrás de una máscara ridícula.
Y este es el punto en el que me doy
cuenta de que Ayn Rand ha escrito una historia desde el punto de
vista de lo que, en el 90% de la narración universal, sería el de
“el malo”.
Me explico, incluso reducidos a su
estado mas amargamente básico, Batman (un psicópata huérfano que
se dedica a pegar a criminales vestido con un pijama oscuro) o Iron
Man (un borracho que usa sus cachivaches para limpiar un cargo de
conciencia), siguen teniendo un trasfondo positivo, a fin de cuentas,
pelean para defender a los inocentes y tal. La... novela de Rand es
el equivalente a videojuegos como Overlord o Dugeon Keeper, como si
“El señor de los Anillos” se contara desde el punto de vista de
Sauron, como si el matón del colegio se creyera Goku (algo mas
habitual de lo que creen) como si los “Cobra Kai” de Karate Kid
narrasen la cruel historia de cómo un chaval nuevo y su malvado
maestro oriental destrozaron la vida a su pobre sensei después de
realizar crueles maniobras psicológicas en el torneo de artes
marciales.
Posible público potencial de la obra |
Aunque Rearden, Francisco y Galt intentan ser representados como epítomes de los “capitalistas buenos”, y aunque la autora pone en boca su hombre ideal frases tan grandilocuentes como “Juro por mi vida, y mi amor por ella, que jamás viviré para nadie, ni exigiré que nadie viva para mi”, en el fondo uno tarda en darse cuenta de que su representación de “los buenos” hace aguas por el lado más sencillo: los adversarios.
Es una frase muy habitual, cuando se
habla de cómics, decir que un héroe se “define por la calidad de
sus enemigos”, con personajes como el Joker, el Duende Verde o
Obadiah Stane (mucho más tóxico en la colección original que en el
primer film de El Hombre de Hierro), los protagonistas se las ven y
se las desean para derrotar a sus enemigos, ya que estos son tan o
más inteligentes que ellos. Además, todos persiguen un objetivo,
aunque sean tan peregrinos como generar un caos social porque sí, la
venganza, o controlar la empresa de su adversario. En “Atlas”,
los “saqueadores” son retratados de forma tan ridículamente
contraria a Galt, Rearden o Francisco, que uno no siente ni rechazo,
ni asco ni nada por ellos.
Por ejemplo, Hank es un hombre maduro
que mantiene una excelente forma física porque a pesar de ser un
buen magnate, sigue bajando a sus hornos cuando la ocasión lo
requiere, mientras que mi tocayo y John son listos, guapos y
atléticos... porque Ayn Rand los ha “dibujado
así”. Pero todos los burócratas que intentan chafarles la
vida son gordos e ignorantes, gente que cree en el bien común como
si fuera una superchería. Y para colmo, la autora no ceja en
dejarnos claro que todo lo que van a hacer “los hombres de
Washington” va a llevar al país a una situación insostenible, ¡y
no hacen nada para evitarlo porque, básicamente, son demasiado
estúpidos!
Obviamente, este es otro caso en el
que a la autora se le fue la mano a la hora de ejercer paralelismos
entre el malvado comunismo y los antagonistas de su... novela. Hay
momentos en los que Rand expone imágenes que evocan algunas de las
injusticias de la Rusia de Stalin que podrían haber sumado muchos
puntos para que nos involucráramos en su historia. Pero el discurso
maniqueo de los superhombres nietzschianos que protagonizan la trama,
e incluso las propias descripciones exageradas de la autora – todo
lo que hacen los saqueadores se describe con sinónimos de “malo”
- hacen que al final uno claudique ante la realidad y no se crea
nada.
Y ahora viene la parte en la que
contradigo a Jose Ramón, defendiendo que los guiones de “Los
Increibles” y “Iron Man 2” no son una mierda. Aquí parece que
me desligo un poco del tema principal del artículo, pero... ¿desde
cuando escribo yo artículos sobre un solo tema?
El principal “problema” con esos
guiones parece ser su regambre 100% randiana: Stark no quiere ceder
la tecnología de la armadura Iron Man al gobierno por miedo a que se
utilice para fines militares dudosos (como en el primer film sobre El
Hombre de Hierro), y en la película de Pixar, los héroes son
relegados a un segundo plano, a una vida alejada de su épico pasado,
como si una nueva “acta Keene” se hubiera impuesto.
Obviamente, es muy fácil trazar una
línea Rearden-Stark-Francisco-Invencibles-Galt, incluso incluyendo a
Steve Jobs en el paquete (y teniendo en cuenta que todavía me
gustaría optar a un trabajo en Apple, quizás debería cortarme un
poco al escribir esto). Pero aquí creo que Vicisitud intenta, “un
tiro largo” como dicen los ingleses. No es que yo no crea que Jobs
tuviera algunas características randianas en su modus operandi (no
en vano, en su biografía oficial aparecen orgullosamente nombres
como Greenspan y Larry Summers), pero ¿donde deja uno el budismo que
también practicaba en su juventud?
Por otro lado, a mi siempre me ha
parecido que “Los invencibles” era una especie de versión con
final feliz de “Watchmen” (y antes de la adaptación de Zack
Snyder, pensaba que sería lo mas cercano que llegaríamos a tener),
y que diálogos como “todo el mundo es especial/entonces nadie lo
es”, en realidad, solo eran una forma de rebatir el sentimentalismo
bobalicón del que a veces hacen gala muchos films infantiles.
Quizás lo mas interesante para una
hipotética “Iron Man 4” sería adaptar la saga “Stark Wars”
(¡esos juegos de palabras freak con los que nos obsequiaba Marvel!),
en la que Tony descubre que después de ayudar a SHIELD a crear
algunas armaduras, sus descubrimientos son utilizados indistintamente
por criminales y agentes al servicio de la ley. A pesar de que
consigue interponer una demanda legal, la lentitud del sistema
jurídico le “obliga” a hacer lo que haría cualquier viyilante
y decide tomarse la justicia por su mano, inutilizando los equipos de
todo fantoche con armadura que se encuentra. Es una trama muy buena,
y que después del alcoholismo de Stark, sirve para llevar al
personaje a un nuevo punto de patetismo, así que léanla en cuanto
puedan.
Sus vais a cagar metalúrgicos... |
Tanto en el intervencionismo
gubernamental en Iron Man como en la opresión por parte de la infame
masa “normal” en “Los increibles”, Jose Ramón ve rastros de
la moral randiana. Yo no. ¿Por qué? Muy sencillo: en la película
dirigida por Jon Favreau el principal enemigo no es el gobierno, sino
una unión de malos con una serie de objetivos muy dispares, en parte
la codicia, en parte la simple venganza. Y no olvidemos que todo lo
que sucede en el film consigue llevar a Tony a incorporarse a “Los
Vengadores” otro equipo de superhéroes que trabaja para el
gobierno.
En el caso de la familia con poderes,
el mundo no se ve amenazado por su propia ineptitud ni por el hecho
de prohibir las actividades superheróicas, sino que es precisamente
un fan alocado de esas épocas lo que obliga a “Los increíbles”
a ponerse en acción. Puede que el padre de familia sienta nostalgia
de su pasado en mallas, pero a mi parecer la intrahistoria familiar y
el drama doméstico copa la atención de los espectadores mucho más
que cualquier rastro de la filosofía de Ayn.
No obstante, para algunos será de
traca el parecido que hay entre el juicio al que se somete Rearden en
“Atlas” y la auditoria en la que tiene que testificar Tony al
principio de “Iron Man 2”. En el caso del primero, unos jueces
comandados por el gobierno intentan que Hank eche un poco el freno en
sus actividades comerciales y ceda un poquito espacio a sus
competidores. El metalúrgico, después de una apasionada digresión
(qué iba a ser si no...), consigue darle la vuelta a la opinión
pública, que había empezado en contra del egoísta empresario.
Stark solo consigue quedar como un gracioso y funky playboy.
Pero igualmente se salen los dos con la suya, quizás Rand tenga
mucha confianza en los comerciales a puerta fria.
Ayn Rand vs JRR Tolkien, round
three...¡fight!
Ahora no es que hagamos referencia al
articulo de VyS, ¡es que directamente hacemos un copia-pega!
“Hay
dos novelas que pueden cambiar la vida de un chaval de catorce años
que se dedique a devorar libros: ‘El señor de los anillos’ y ‘La
rebelión de Atlas’. Una es una fantasía infantil que,
normalmente, suele engendrar una obsesión enfermiza con héroes
increíbles que termina degenerando en una madurez emocionalmente
dañada y socialmente inválida, creando un ser incapaz de
relacionarse con el mundo real. En la otra novela, por supuesto, hay
orcos.”
Después de leer el blog de Paul
Krugman puedo confirmar que se trata de uno de los mejores
analistas de la situación económica actual, no solo porque defienda
que tanta austeridad en los presupuestos de Europa vaya a ser un
tanto contraproducente a la larga, sino porque da los datos sin dejar
rastro alguno de ideología. Esto es lo que hay, será más bonito o
mas feo, lo podrá interpretar como usted desee, pero las cifras son
estas. Y lo mejor es que uno se siente un poco más listo después de
leer sus artículos, tanto es así que uno intenta escribir algo al
nivel... pero rápidamente te das cuenta de que por algo él tiene un
premio con el nombre de un “insigne dinamitero” (Juan Manuel de
Prada dixit ¡ouch!) y tu no.
¿Tiene razón a la hora de describir
la épica tolkeniana y el voluminoso volumen de Rand como una de las
peores influencias literarias que puede tener un adolescente? Mmm...
podríamos hacer un experimento con dos chavales, si uno termina como
Tom Hanks en “Mazes
and Monsters” y el otro como tertuliano en Intereconomía,
entonces le daré la razón.
No creo que Rand haya “transformado
a los freaks en una cuadrilla de gilipollas”. Desde que Shakespeare
pusiese en boca de Hamlet “lástima de haber nacido en unos tiempos
tan torcidos, para tener que rectificarlos”, el complejo de
Salvador o incluso de Observador Incólume de la realidad ha pasado
por muchos libros, así a bote pronto se me ocurren “El lobo
estepario” o “El guardián entre el centeno”. En estos, sí que
creo que el freak medio puede sentirse un Uatau de la vida (y hay que
ser freak de verdad para pillar esta referencia).
De hecho, me molesta mucho la
comparación entre “Atlas” y “El señor de los Anillos”, no
tanto como para trollear en el blog de Krugman, pero sí lo bastante
como para dedicarle algunas líneas.
¿Cómo? ¿Que este no es Sean Bean? |
Mientras que Rand se obsesiona tanto
en transmitir sus ideas mediante sus personajes hasta que consigue
asfixiar la trama, Tolkien siempre estuvo en contra de que su gran
contribución a la épica británica se viera como algo más que un
cuento de hadas salido de madre. Con razón, Aragorn y compañía
fueron vistos como personajes de cartón piedra frente a la
revolución del dialogo interno que habían supuesto las obras de
gente como Virgina Woolf, novelas en las que los sentimientos y su
descripción primaban sobre las acciones.
Aún así, las motivaciones de Bilbo,
Frodo, Legolas o Boromir no son simplemente combatir un gran mal y se
acabó. No se trata sólo de ir (andando, casi siempre) de A (La
Comarca) a B (Mordor), sino que “Los viajes de los héroes” les
llevan por caminos que el lector medio de fantasía no espera. O por
lo menos en el caso de Tolkien, porque sus imitadores sí
que transitan por territorios comunes...
Tampoco quiero caer en la típica
defensa a ultranza que hacen los freaks del maestro JRR, si a la
aristocracia intelectual le parece escandaloso y deprimente que “El
señor...” sea la novela mejor valorada del siglo XX, es su
problema, no el mio. A diferencia de muchos lectores de su obra puedo
decir que el viejo profesor de Oxford tenía sus claroscuros
personales (según su biógrafo, a pesar de odiar a Hitler, admiraba
lo que “Franco había hecho con España”) y que sus
descripciones, por detalladas, son un coñazo. “El hobbit” fue mi
primera lectura sin dibujos y la verdad es que me daba la
sensación de haber escalado una montaña después de acabar cada
capítulo; la vista es espectacular, pero no veas lo que se sufre
para llegar hasta aquí...
Eso sí, al igual que los personajes
de la obra tolkeniana, los Rearden y Galt de “Atlas” son hombres
hechos de otra pasta, se acercan, de hecho, a lo que Frederic
Nietzsche (un proto-freak, aunque él no fuera consciente) hubiera
descrito como “Super hombres”, el lógico paso evolutivo del ser
humano, una vez que se ha quitado las múltiples limitaciones de la
moral y la religión convencionales: el científico y el hombre de
acción en un solo paquete.
Tanto es así que el “objetivismo”
del que hace gala John en su largo discurso es, sobre todo, un
batiburrillo de las ideas de diferentes autores, de hecho, Rand casi
copia algunas líneas del autor de “Asi habló Zaratustra” cuando
describe la problemática del hombre que tiene que ponerse a la
altura de un ideal (Dios) inalcanzable, con lo que termina
lamentablemente – aunque no usa el término – alienado. También
se podría añadir a la mezcla algo de Hegel, del solipsismo de
Berkeley o de algunos filósofos clásicos – conocida es la pasión
de Rand por Sócrates -, pero nada de esto sirve para “desacreditar”
a Ayn, ya que no existe en el mundo ninguna idea filosófica pura.
No deja de ser interesante que Rand use algunas influencias tan
aparentemente contrarias a la suya para explicar su “A es A”. Lo
que afecta a la... novela, es que, ya que los personajes que
representan estos ideales no pueden fallar, sus andanzas carecen casi
por completo de suspense o tensión. En “El señor de los Anillos”,
los buenos se traicionan, dudan, fallan en el último momento, y la
verdad es que luchan contra un mal poco claro (mas allá de su
“oscuridad absoluta”), hasta cierto punto no tienen una idea
precisa de qué es lo que les ha llevado a esta situación, salvo que
se remonta a un error humano de tiempo atrás. Muchas veces se ha
querido ver en la obra de Tolkien una especie de representación de
la amenaza nuclear, pero teniendo en cuenta que JRR fue veterano de
la Primera Guerra Mundial, ¿no sería mas correcto encontrar las
raíces en ese conflicto, en el que una serie de naciones sin apenas
relaciones ideológicas se vieron envueltas en una sangría contra un
enemigo que tampoco tenía unos motivos muy claros para ponerse en
pie de guerra?
Por supuesto, y volviendo al tema del
frikismo, es muy fácil marcar una línea entre los autores
“fanáticos” de la moral randiana (Ditko, Miller) y encontrar un
hilo conductor. Pero creo que eso a la larga es contraproducente: por
ejemplo, el Spiderman primigenio no surge sólo de la mente del
dibujante afincado en Nueva York (por mucho que éste lo reclame), y
por lo tanto, sus motivaciones no son el deseo de triunfar sobre una
sociedad mediocre, sino la culpa por la muerte del Tio Ben y cuidar
de la pobre Tia May (probablemente el personaje “a punto de morir”
mas longevo de la Historia). Es muy posible que, si hubiese sido por
Ditko, cuando el Trepamuros se balanceaba sobre una manifestación
estudiantil en protesta por al intervención en Vietnam de los EEUU,
el bocadillo de pensamiento hubiera rezado “maldita escoria
desagradecida” en vez del mas comprensivo “esos chavales luchan
por lo que creen que es justo”. Pero ni siquiera el bueno de Steve
podía ejercer tanta ponzoña sobre un cómic para adolescentes.
¡Si hombre! ¡Y yo me lo creo, a estas alturas!!! |
El caso de Miller es un poco más
triste porque él mismo se ha movido en sus historias a lo largo de
muchas zonas grises, tanto en Sin City como en Daredevil, por eso
algunas instantáneas de “El regreso del Señor de la Noche”,
resultan chocantes a años vista. Hacia el final de la historia uno
siente algo de pena por Batman / Wayne (por cierto, en la obra
también se hace una jocosa referencia a la etapa de “divertido
playboy”) pero no por lo que sucede, sino por su forma de ser,
después de tantos traumas y dificultades, sortear enemigos de los
mas diversos pelajes, Batman sigue siendo el mismo psicópata del que
tantas veces se nos ha avisado. A un milímetro de Rosarch.
No obstante, la publicación de algo
como “Holy Terror”, da las claves de la evolución filosófica de
un señor que ya ha decidido que el mundo se debe regir por
absolutos. Por mucho que en la portada rece “¡El Batman Vs Al
quaeda que DC no quiso publicar” (un testamento más hacia el
control de calidad de la propia compañía que a la censura), “Terror
sagrado” es la respuesta visceral y poco recapacitada frente a un
ataque terrorista, utilizando los mecanismos bien enseñados por Rand
como el héroe incomprendido o la extraña trama romántica. Sí,
después de tantos años, Miller ha creado su propia “Rebelión de
Atlas”, afortunadamente más corta, quizás demasiado para lo que
vale el volumen...
¿Qué tiene todo este que ver con
Tolkien y el frikismo? Bueno, aquí es donde rebato totalmente la
teoría de VyS sobre que la escritora rusa sea la culpable de haber
transformado a la comunidad amante de Juego de Tronos y afines en un
atajo de imbéciles.
Hace bastantes años, cuando Zinco
publicaba los cómics de DC (sí, ya hace MUCHO de eso), se llevó a
cabo una encuesta sobre los personajes que gozaban de mayor
popularidad entre los aficionados. Aquellos tiempos de cartas a los
correos y dibujos a tinta china... Total, por sorpresa o no, el que
apareció como número uno fue Lobezno. No Hugh Jackman, Lobezno, ya
saben: “soy el mejor en mi trabajo pero mi trabajo no es agradable,
tengo mis huesos forrados de Adamantium, nadie sabe quién lo
hizo,soy un mutante, me curo yo solo, envejezco lentamente...”. El
número dos lo ocupaba Batman.
Aquellos tiempos... |
Que estos dos personajes fuesen en su día – y me consta que su popularidad no ha bajado mucho en este tiempo – tan queridos, es mucho mas preocupante que cualquier estudio de tres al cuarto que intente culpar a los videojuegos o al rol de las masacres en institutos. Entre otras cosas porque el individualismo de Lobezno es muy del palo del “tipo duro contra el mundo” que tanto chana entre los freaks. Y créanme, sé del tema.
El “sentir freak” (término
horrible, ¡horrible!) no es tanto el sentirse mejor que el mundo
exterior, sino sentirse diferente, y la diferencia, el no
sentirse parte de nada, o aún peor, ser parte pero estar aparte –
como dicen los ingleses “A part and yet apart” -, no tiene una
traducción fácil. La literatura en general, como los libros
mencionados anteriormente, tiene una solución sencilla y
reconfortante: “eres diferente pero eres mejor”. Lo cual no deja
de ser un triste consuelo, en el caso de “Atlas”, Ayn Rand ofrece
a los desdichados del mundo la opción de crear una ciudad alejada
del mundo en la que los próceres de la sociedad pueden crear a su
antojo sin los cortapisas legales y éticos de la masa ignorante.
Ahora bien, creo que ella estaba pensando más en personajes como
Bernard Madoff que en un adolescente adicto al chocolate que se
masturba pensando en Gillian Anderson o en Natalie Portman... o en
Carrie Fisher, cuando no se “parecía
a Elton John”.
Se podría interpretar, entonces, que
Rand dice “no te preocupes, la gente te desprecia porque eres
mejor, pero tu sigue tu camino porque la gente tarde o temprano te
necesitará y tu, como un Titán que sostiene el mundo sobre su
espalda, podrás encogerte de hombros o no”. Ya sé qué estarán
pensando: que el freak medio esta condenado, en base a esa línea de
pensamiento, a ser como el propietario de la tienda de cómics de Los
Simpson, diciendo frases como “la cerveza es el néctar de los
perdedores” a los parroquianos del bar de Moe, mientras sortea como
puede sus problemas con los carbohidratos (léase dónuts y
hamburguesas).
Por supuesto, como ustedes ya sabrán
(y si no, se lo recuerdo) el término “Freak” evoluciona desde el
film de Todd Browning, traducido aquí como “La parada de los
monstruos” (1932), protagonizada por auténticos “fenómenos de
feria”. Si aquello era una fábula sobre cómo uno se acaba
trasformando en un monstruo por fuera después de ser un monstruo por
dentro, la evolución del lenguaje en los años 70 provocó que gente
que no eran realmente “monstruitos” usaran el término para
desligarse de las corrientes en boga, tal y como hacía el gran
(aunque a veces cargante) Frank Zappa.
En los últimos años, debido a la
popularización de los films de fantasía, las adaptaciones al
celuloide de diversos cómics y la confesa admiración por parte de
muchas figuras públicas de según qué escritor de ciencia-ficción,
lo “freak” (o “friqui”) se ha puesto mas de moda, llevando a
un amigo mío a afirmar que los de nuestra calaña somos los nuevos
“Cool-Hunter”. Dios nos libre... Aparte, todo el mundo ha
decidido adueñarse del término, tanto es así que hasta tu colega
aficionado al mundo cofrade (digan todos conmigo ¡CAPILLITA!)
es descrito como un “friqui de la Semana Santa”.
Lo bueno y lo malo de ser freak es que
nadie tiene la potestad para expedir carnés.
Ergo, puede que Rand susurre al oído
del adolescente que está leyendo su obra que el altruismo es para
los papanatas, pero está claro que Tolkien sugiere que uno siempre
puede sobreponerse a los desafíos por muy pequeño que se sea.
Teniendo en cuenta la cantidad de salones, grupos y asociaciones que
acuden a foros de divertimento “subcultural”, hemos de suponer
que la escritora rusa quizás consiguió permear con algo de
prepotencia el mundo freak, pero este asalto lo gana por KO Tolkien
(sí, Jose Ramón, y Star Trek).
Caricatura del freak medio |
Para terminar: eso no quita que
alguien con 13 años al que le gustan los tebeos, al que miran raro
por saberse los nombres de los personajes, que comenta videojuegos en
una revista/blog del ramo, que escucha rock progresivo, que espera
con una conjunción de miedo y esperanza el estreno de una nueva
adaptación cinematográfica de una obra de Alan Moore y al que no le
gusta el fútbol (sabéis perfectamente de lo que hablo, ¿verdad),
de vez en cuando se rebote ante la ignorancia o el desprecio que
algunos muestran ante esas cosas que para él son tan importantes.
Puede que a veces se sienta aislado, ignorado y lleno de rabia, puede
que el mundo quizás debiera ser un poco más comprensivo, puede que
él tenga también que ser un poco menos cabezota, que aprenda a
dominar su estrés (en términos psicológicos, es decir, cómo le
sientan las cosas que le suceden) y a reírse de si mismo, al tiempo
que gasta bromas sobre las aficiones de otros. En un bar donde
trasmiten la final de la Champions. Con la bufanda del equipo
extranjero puesta.
O también puede buscarse un grupo de
colegas para jugar al Rol y dar un golpe a la mesa mientras dice
“¡Los cojones me vas a invadir mi reino!”
Cualquiera de esas opciones es mejor
que leer “La Rebelión de Atlas” y creérselo, o llevar una
pistola / navaja al patio. Lo
de mandar un sobre lleno de mierda anda ahí ahí...
Tag Team: La Quebrada de Galt y
Eurovegas VS Marilaneda y Lepe, round four...¡fight!
Tengo que reconocer que este versus en
realidad iba a ser “La quebrada” contra “Eurovegas”, pero
teniendo en cuenta que iba a ser un enfrentamiento un poco ridículo
(sería como comparar “La gaceta de los negocios” e
“Intereconomía”) y como poner a Sanchez Gordillo contra Galt iba
a estar un poco descompensado por tratarse uno de ellos de un
personaje de ficción (me refiero a John, malpensados), pues mejor
este contubernio coyuntural. Además, Dilbert ya se había enfrentado
al guapo ingeniero anteriormente.
Tanto en La Quebrada como en
(aparentemente) Eurovegas, parece ser que el hombre puede prosperar
en base únicamente a sus esfuerzos, si bien en el caso del paraíso
en la tierra de Galt, las cantidades que uno recibe por sus trabajos
son más que nada simbólicas, en base a la nueva economía que
promueven las grandes mentes de nuestra civilización. Una economía
en la que, obviamente, no existen esas cosas tan molestas como los
impuestos ni los sindicatos, probable fuente de todos los males y que
sirven como fuente de poder para los saqueadores.
Puede que el señor Jose Maria Gay –
si, ese economista con tantos títulos que parece que esté siempre a
punto de soltar una burrada muy gorda aunque solo “beba
Coca-cola” - tenga razón al aconsejar al gobierno que libre de
algunas imposiciones fiscales a las PYMEs durante un par de años si
contratan a personas en el paro. Ahora, las exigencias leoninas de
Sheldon
Adelson son tan exageradas que casi parecen de chiste. Es el
clásico ejemplo de una buena idea que alguien aumenta hasta límites
insospechados hasta transformarla en una obscenidad.
¿Será Adelson alumno de Rand? Me
arriesgo a suponer que, desde luego, no le disgustan sus principios
filosóficos. Ayn no es precisamente amiga de los sindicatos,
ciertamente, en los EEUU, la historia de los representantes de los
trabajadores ha sido un tanto convulsa,
pero de ahí a eliminar de un plumazo un sistema que ha permitido
mejorar las condiciones laborales de tantos, hay un buen trecho.
Al igual que al hablar de Pixar / Jobs
me andaba con cuidado porque todavía quiero trabajar un día de
estos en Apple, quizás debería cortarme un poco a la hora de hablar
de Eurovegas, quizás algún día tenga que mandar el currículo...
Bueno, da igual, para la gente que va a leer esto...
Cuando Esperanza Aguirre, aka “La
lideresa” (hay que ver qué boca mas sucia tienen los niñatos
sociatas) abandonó su puesto en la primera línea política,
aduciendo querer una vida personal un poco mejor, no fueron pocos los
que vieron en esa maniobra un receso para tomar impulso antes de
entrar en la directiva del futuro Megacasino. De verdad, estos
comunistas... en cualquier caso, Eurovegas, en su papel de páramo en
el que construir un nuevo parque de ocio temático con influencias
benderianas (con
furcias), dista un poco de La Quebrada, ya que en esa moderna
Atlantis, de lo que se trataba era de la concentración de las
grandes mentes que hacían que el mundo se mantuviera en
funcionamiento. En Eurovegas puede que también necesiten de eso,
pero parece ser que sobre todo lo que se hace falta es mano de obra
fácilmente sustituible.
¿Generará pingües beneficios en lo
social y en lo económico? El tiempo lo dirá, la cuestión es que
casos como el de montar un Parque al Ocio de la Ruleta no es tan
fatídico como montar un centro para la manipulación de residuos
nucleares, algo que, teniendo en cuenta la situación actual, se ve
con la perspectiva de ser una forma de liquidar el paro más que como
un riesgo para la salud. Y lo peor es que no se puede culpar a
la gente por considerarlo de esa manera.
En la esquina roja (of course) se
sitúa Juan Manuel Sánchez Gordillo: no creo que haya tenido unas
conversaciones tan encendidas sobre política con mis amigos sobre
ningún otro tema desde el día que el alcalde de Marilaneda
decidiera apoyar la “apropiación” de un par de carros para la
compra. Y si lee estas líneas, probablemente usted acabará también
queriendo discutir seriamente conmigo, vamos al lío.
Fina estampa |
En su largo discurso, Galt dice que no
se debe utilizar la violencia a menos que otra persona la use contra
ti, en ese caso, tienes rienda suelta para responder con una fuerza
equivalente al daño recibido o lo que haga falta hasta solucionar el
problema. Afortunadamente, el “incidente Mercadona” se decidió
con unas denuncias y poco más, aunque tener cámaras delante no
implica que todo se vaya a solucionar de forma tan pacífica ¿cierto?
Para mi, no cabe duda alguna de que lo
que ha logrado Gordillo con su pueblo tiene muchos puntos positivos,
pero eso no implica que este hombre tenga siempre razón, y ya más
de una vez se le ha notado una tendencia a “montar el número”
mas que de realizar reivindicaciones serias. Y sí, lo de Mercadona
pertenece a la primera clasificación.
¿Por qué opino así? Bueno, tomemos
como punto de inicio una de las conversaciones que mantuve con un
amigo, el cual estaba a favor de dicha maniobra, su razonamiento:
“con cosas como esta, la gente fuera de España sabe lo que está
pasando aquí, yo no he visto ninguna mención de España en la
prensa extranjera hasta que Gordillo se llevó los carros”. Esto
tiene un problema de base, cualquiera que haya consultado la prensa
internacional en los últimos 12 meses (especialmente desde la
entrada de Rajoy en la presidencia del gobierno), se habrá dado
cuenta de las numerosas referencias que se han dado sobre nuestra
situación económica, sobre todo en relación a ser la siguiente
nación a rescatar, después de Grecia y Portugal. Y no hace falta
ser un desocupado con conexión a Internet para darse cuenta de esto,
bastaba con ver “Los desayunos de la 1”, presentados por Ana
Pastor. ¿Os
acordáis de Ana Pastor?
Igualmente, nosotros hemos sabido de
la difícil situación de Grecia sin que los partidos de extrema
derecha o los ciudadanos medios de a pie la liaran parda por las
calles del país heleno. Que la nación creadora de la mitología –
y la filosofía – clásica pasa por tiempos oscuros es algo que
llevamos escuchando cinco años, y la solución ha sido un rescate
económico. Lo cual, como ustedes ya saben, significa perder el
control sobre la gestión económica de un país a cambio de dinero,
para así poder devolver esa pasta lo antes posible.
Como se pueden suponer ustedes, Rand,
en uno de sus accesos visionarios, ya pronosticó esta clase de
maniobras en “La rebelión...”, propias de una población
desesperada a la cual no le llega el trigo porque las vías
ferroviarias no funcionan, transformando a la gente en una masa
saqueadora.
Razonamiento de otro colega mío: “De
las revoluciones no se recuerdan la violencia, sino los resultados,
la gente no se acuerda de que Che Guevara matara a gente, solo de la
gente que liberó” ¿Perdón? Yo SI recuerdo que el médico se
cargase a más de uno y más de dos. No en vano, me comí ese coñazo
que fue “Diarios de motocicleta” (Walter Salles, 2004), en la que
un joven Ernesto contempla un revolver como mecanismo para llevar a
buen puerto sus ideas. Por esa clase de cosas, siempre me he negado a
comprar camisetas del Che – habiendo de Genesis o Pink Floyd ¿para
qué? -, no por no coincidir con algunos de sus puntos – a fin de
cuentas, una Sudamérica unida y mas justa no le causaría ningún
mal a casi nadie – sino porque
dichas camisetas se venden en el mismo sitio en el que se pueden
adquirir las que tienen a Sid Vicious en su anverso. Un tipo cuya
única contribución a la música fue cantar cómicamente mal “My
way”, picarse heroína y muy probablemente, asesinar a su novia.
Eso no tiene ninguna gracia.
Nada de esto quita méritos a los
logros de Guevara, pero tampoco puede uno olvidar que no lo consiguió
con las manos limpias de sangre. Curiosamente, y para redondear las
figuras revolucionarias, Lord Byron murió en Grecia, luchando por la
libertad de sus ciudadanos, y no veo camisetas suyas en las
tiendas...
Aparte, cada vez que alguien aboga por
la revolución y la violencia como protesta contra la situación
actual, lo que me entran ganas es de usar esa misma violencia y todo
el peso revolucionario contra sus cabezas. ¿Por qué? Pues porque me
recuerdan al tipo que arenga en las turbas descontroladas con
antorchas para después decir “¿yo? Yo pasaba por allí...”.
Incluso alguien que apoyaba la idea de Anarquía en “V de Vendetta”
como Alan Moore, ha relajado su visión de las cosas y prefiere
dejarlo en que, más que una clase política, lo que necesitamos son
buenos gestores. A esa idea, mas allá de ideologías, yo también
me apunto. Con la esperanza de que “buenos gestores” no
signifique “tecnocratas”, como los que hemos tenido hasta ahora.
Eso probablemente disgustaría mucho a
Rand, enemiga acérrima de cualquier tipo de regulación. Ayn
probablemente vería con ojos de sospecha cosas como la americana ley
anti-monopolio (bueno, yo también lo vería con extrañeza si
hubiese empresas que abrieran un nuevo mercado, transformándolo
automáticamente en un monopolio), pero, insistimos, ella vive en un
mundo en el que los empresarios buscan los mejores materiales, los
mejores empleados y estos últimos deberían agradecer a los
emprendedores que los contraten.
En contrapartida, Gordillo sigue utilizando racionamientos tan anticuados (como su cartelería) como que los terratenientes utilizan sus tierras, no para sembrar, sino para recoger subvenciones del gobierno. Bueno, no conozco muchos terratenientes, pero tengo claro que Cayetanos de Alba solo existe uno (y si existiera otro, no sé si sería tan torpe como Relaciones Públicas) y sé de bastante gente que trabaja en el campo, cuyo principal problema no es el uso de las tierras, sino que los productos con base agrícola que vienen de otros países son mucho mas baratos que los nuestros. Pura oferta y demanda.
Va a ser cierto que, a última hora,
lo que necesitamos son gente que hagan buenos balances, que le den lo
que necesitan a los ciudadanos para seguir adelante, que recorte en
tonterías y no en educación y sanidad. En eso, Marilaneda es un
ejemplo y me quito, pisoteo y me como el sombrero. Ante el alcalde y
el concejal del PP que salió elegido en las elecciones
municipales del 99, tío, si tu partido promociona internamente
la lealtad, tu tienes que estar muy alto en esa lista.
La discusión sobre Gordillo se
encendió un poco cuando, en broma, sugerí que para detener ese
temido avance del gigante chino – que todo el mundo opina que nos
obligará a todos a aprender mandarín o cantonés a lo largo de este
siglo -, deberíamos mandar al prócer al país de la Gran Muralla,
así podría instalar los sindicatos y frenar en seco su desarrollo.
“Claro, porque tu opinas que hay que mandar fuera al que te molesta
¿no?” ¿Perdón? ¿Me he transformado en un reaccionario de tomo y
lomo sin darme cuenta? No, mas bien esto demuestra que, incluso entre
los freaks, el iconoclasta sentido del humor que siempre se nos
supone debe de tener unos límites. Supongo.
Llegados a este punto, quizás tengan
la muy razonable duda de por qué esta incluido el pueblo de los
chistes en este epígrafe. Bueno, la verdad es que Lepe siempre ha
tenido fama de tener un paro cero, y la verdad es nunca he logrado
encontrar una explicación clara al respecto: ¿Será la recogida de
la fresa? ¿Será su envidiable situación geográfica? ¿Será el
humor local? Pues algo me dice que lo mismo todo se debe a una muy
buena gestión interna. Y sin tener que llevarse carrítos de ningún
supermercado.
Me queda un último “pero” que
ponerle a este acto tan simbólico. El efecto llamada, o el
“Copycat”: al poco de liarse parda en Mercadona, en sitios tan
distantes como Valencia, algunos que se autoidentificaron como
simpatizantes del “S.A.T” - es decir, Sindicato Andaluz de
Trabajadores, cuya marcha por Andalucía fue promocionada por el
“tema carritos”- decidieron hacer pintadas y cargarse la
cristalera de un establecimiento de la cadena.
Cuando apunté ese hecho a mi amigo,
este me respondió que si había algo más a lo que echarle la culpa
a Gordillo. Iba a hacer algún comentario jocoso sobre Kennedy, pero
viendo que eso no iba a ir a buen puerto decidí explicar que si ya
nos indignan los comentarios de los políticos cuando creen tener el
micrófono del parlamento cerrado, ¿Qué deberíamos sentir cuando
hacen cosas como esta? Su respuesta fue que al presidente de
Mercadona ya le valía por llamar “flojos” a los españoles”.
Puede que este señor sea tan bocachanclas como Diaz Ferrán (y
espero que ahí se acaben los parecidos), pero no creo que esa sea
excusa para putear a sus empleados – que para mi son los auténticos
perjudicados por todo este asunto -, además a Juan Roig nunca le he
escuchado ese comentario en particular, ya que tiene fama justamente
de todo lo contrario: hablar poco pero claro...
Neil Peart vs Robert Wyatt... final
round: ¡Fight!
Cómo son las cosas, en el número de
Noviembre de la retro rockera publicación inglesa “Mojo”, aparte
de una voluminosa entrevista con Led Zeppelin, hay un reportaje sobre
el primer disco de los Manic Street Preachers. A la hora de hablar de
sus influencias, Nicky Wire (bajo y textos) explica que si bien son
fans de Rush, nunca estuvieron muy cómodos con las letras
“ultraliberales” de Peart. No deja de ser chocante, porque tanto
él como James Dean Bradfield (guitarras y voces) no podían haber
perdido más el culo para entrevistar a Geddy Lee y a Alex Lifeson
para la publicación hermana de “Mojo”, “Classic Rock”.
Neil Peart |
Si bien temas como “2112” o“The Trees” estaban fuertemente influenciados por la lectura de las obras de Ayn Rand, es muy probable que Peart se quedara, sobre todo, en la esencia de que un hombre es sobre todo dueño de su destino, tal y como expresan en canciones como “Freewill” o “Driven”.
Curiosamente, en “Ghost
Rider” no hay mención a la escritora rusa. En este libro, un
cruce entre el diario de viaje y la autobiografía, Peart va
desgranando la lenta curación a la que se fue sometiendo después de
sufrir la traumática muerte de su hija y el lento, pero terrible
fallecimiento de su esposa a manos de un cáncer. Preguntando a su
esposa qué iba a ser después de su muerte, ella simplemente
respondió “¡Oh! Tu simplemente te montarás en esa moto tuya”.
Y eso es efectivamente lo que hizo, intentando encontrar respuestas
en las largas autopistas.
Por otro lado, Robert Wyatt es otro
batería, en cierta forma clasificable dentro del Rock Progresivo,
aunque sea por su paso por Soft Machine y los posteriores Matching
Mole (“Topos correspondientes”, aunque el nombre viene, por lo
visto, de la traducción al francés de su grupo anterior). Tengo que
aclarar que un corto clip de vídeo de Wyatt rugiendo mientras toca
la batería con los MM, es sin duda una de las cosas mas inquietantes
que he visto nunca. Marilyn Manson, vete a tu casa.
Robert siempre tuvo grandes problemas
con el alcohol, tanto es así que durante una fiesta, terriblemente
borracho, sufrió un accidente, cayendo desde una ventana y quedando
inmovilizado de cintura para abajo. Hay diversas versiones sobre lo
sucedido realmente en aquella fiesta, como es lógico, el propio
Wyatt no recuerda de forma muy exacta los acontecimientos, la
cuestión es que estaba como una cuba y que se cayó desde la
suficiente altura para causarse graves daños corporales, el hecho de
que estuviera o no tonteando llega a ser un poco irrelevante.
Aunque para entonces Robert estaba ya
grabando su primer vinilo como cantante y cada vez se sentía menos
cómodo únicamente como batería, el accidente supuso un giro
importante en su carrera, dejó el jazz-rock-progresivo y se volcó
en una variante de canción de autor. No obstante, uno de sus
primeros éxitos fue su versión del tema hecho famoso inicialmente
por los Monkees (pero compuesto por Neil Diamond), “I'm a
believer”. Si ver a Wyatt haciendo ruidos raros con los Mole ya era
una visión inquietante, el verlo con su cara de colgadura en silla
de ruedas durante su actuación para el “Top
of the pops” de la BBC, resulta una estampa bastante incómoda
para algunas personas. Entre ellas, probablemente, la propia
dirección de la compañía británica, que quiso sentar al
ex-batería en una silla “normal” para la actuación. Tal y como
expresa el propio Robert en una entrevista “hasta entonces no había
sentido ninguna afiliación a la gente discapacitada, pero en cuanto
este gilipollas me prohibió salir en cámara con la silla de ruedas,
un furor reivindicativo salió de mi”.
Robert Wyatt |
En el famoso clip se puede ver al batería de Pink Floyd, Nick Mason (que produjo el tema), a un Andy Summers pre-Police y escuchar un magnifico solo de violín tocado al revés (o sea, la cinta va marcha atrás, no es que al instrumento le den la vuelta, cosa que por cierto sí que hace Summers con su guitarra) cortesía de Henry Cow. Al igual que Cow, Wyatt siempre tuvo una cierta afiliación de izquierdas, pero hacía finales de los setenta, su ideología se fue radicalizando.
Tanto es así que se hizo miembro del
partido comunista y no era raro verlo luciendo una gorra militar con
su correspondiente estrella (sí, a lo Che Guevara), aunque, a
diferencia de otros artistas que se agarran a un partido político
como una garrapata sin ningún tipo de perspectiva – como les pasó
a los Oasis con Tony Blair -, Wyatt siempre tuvo presente con quién
se jugaba los cuartos. “Escuchabas Radio Moscú y te dabas cuenta
de la más absoluta manipulación que hacían de los temas, era
delicioso, aunque era la clase de manipulación que te gustaba”.
Aunque Robert pronto se dio cuenta de
que no podría ser tan prolífico como le gustaría y que en varias
ocasiones tendría que recurrir a versiones de temas ajenos para
seguir sacando obras con cierta regularidad, preciosidades como “Sea
Song” justifican una trayectoria un tanto irregular. Aunque es
esperable que su lánguida voz - “la única persona que conozco que
cante con el mismo tono con el que habla”, según Mike Oldfield –
eche un poco para atrás a mas de uno, su versión del “Biko”
de Peter Gabriel o la canción compuesta ex-profeso para él por
Elvis Costello - “Shipbuilding”,
sobre el conflicto de Las Malvinas - son muestras de su extraña
pero innegable calidad como interprete.
Sus temas propios, como es de esperar,
expresan algunas de sus inquietudes ideológicas, pero con mucha mas
sutileza que los habituales grupos de “rock urbano”. O como
explicó Brian Eno: “Es una de las pocas personas que ha expresado
algo de compasión por la gente que fabrica las cosas que vestimos o
comemos”.
Ya habrán adivinado que en realidad
buscaba una excusa para hablar de Robert Wyatt y que a estas alturas
el versus me la suda big time. No obstante, los dos baterías no
podrían ser mas diferentes y más iguales, ambos son virtuosos de su
instrumento – o al menos, Robert lo era durante el tiempo que podía
mover las piernas – y los dos han tenido que sobreponerse a sus
demonios personales. Peart ha vuelto a casarse y a ser padre, creando
“pequeñas
victorias” a cada paso, consiguiendo reactivar a Rush,
componiendo nuevos temas y haciendo un “comeback” en toda regla
que deja todas esas salidas de las clínicas de rehabilitación de
las Lohans y los Sheens en pañales. Wyatt, con el apoyo de su
esposa, ha dejado atrás muchas de sus obsesiones más oscuras (su
sobriedad es relativamente reciente) y ha conseguido un público
especialmente fiel.
Puede que uno estuviera durante muchos
años contento como narrador de la vida en los suburbios canadienses,
y el otro un reivindicativo cantante de izquierdas, pero los dos han
tenido que sobreponerse a unas desgracias que podrían haber
destrozado a muchos de nosotros. No sé qué habría hecho John Galt
en estos casos, quizás responder con una alarmante frialdad, o a lo
mejor es que hay los mas conveniente que puede hacer uno con las
ideologías es metérselas por el culo, en aras de seguir adelante.
Epílogo: Fuego sagrado y El Club
de la Lucha
Sentado en la cocina de mis padres,
intentado leer un poco de “La rebelión de Atlas”, mi hermana
alcanzó a ver el nombre de la editorial que edita este... libro en
España, la argentina “Fuego Sagrado”. El arqueo de ceja de mi
hermana fue tan pronunciado que con él se podía levantar un saco de
patatas, así que tuve que invertir unos minutos en explicarle que no
iba a unirme a ninguna secta raruna...
No hace mucho hablé con un arquitecto
(sí, tocamos el tema de edificios satánicos y Le Corbusier), y me
contó uno de sus viajes por Sudamérica. Que salga tanto la parte
austral del continente americano no es casualidad, también se la
nombra mucho en la... novela de Rand. Que alguien que viviese en los
EEUU mirase tanto a Argentina, Chile y demás no deja de ser
importante, sobre todo en una época en la que los dirigentes
políticos estadounidenses miraban a estos países como una zona
fácil de influenciar para poder extraer sus recursos naturales. La
cosa no ha cambiado mucho en estos años.
Siguiendo con la conversación,
concluimos que a Sudamérica le había tocado, desde siempre, bailar
con la más fea. Con una tradición indígena propia casi masacrada
por la colonización, estos países (e incluyo a México, y a
Centroamérica) han pasado por tantas etapas convulsas en su
política, tantas crisis económicas, tantos conflictos internos, y
han acogido tantos movimientos migratorios, que lo raro es que no
hayan desarrollado un armamento nuclear para cagarse en todos
nosotros. Un
momento...
Eso implica que, por ejemplo, el
psicoanalisis, lo paranormal, el comunismo y un montón de tendencias
más hayan causado un impacto importante. Y eso incluye al
objetivismo, por eso “La rebelión de Atlas” solo conoce una
edición argentina como muestra de Rand en español. ¿Es porque los
editores no quieren ganar dinero? ¿Será por su pobre valor
literario? Bueno, eso explica por qué los apartamentos son
“departamentos” y los railes son “rieles” a lo largo del
texto.
Vaya usted a saber, en este último
apartado, y ahora que ya tenemos dos
partes de “Atlas”
traducidas al lenguaje cinematográfico,- sí, ya lo sé, cada una
con un equipo más serie B o Z que la anterior...- me gustaría
repasar una película (basada en una novela), que para muchos
representaba el zeitgeist (“espiritu de los tiempos”, para
que vean que no soy tan pedante como para no traducirlo) de finales
de los 90, “El club de la lucha”.En uno de los comentarios del
DVD, Edward Norton argumentaba que la película basada en la novela
de Chuck Palahniuk (y a su vez, ésta misma), representaba esa
necesidad del hombre de rebelarse contra el entorno, aunque no
hubiera un motivo claro. Parafraseando un dialogo de “Salvaje”
(“The Wild one” 1953) con Marlon Brando - ¡y los Beetles! -
“¿Contra qué te rebelas?” a lo que el personaje de Brando
responde;“¿Qué hay disponible?”.
En “El club”, un treintañero con
un buen trabajo y un vacío existencial por el que cabe el Titanic de
canto, se rebela contra la felicidad prefabricada, los Bang &
Olufsen (menos mal que no contra los Bower & Wilkins), IKEA, los
lofts... En otras palabras, el nihilismo contra el consumismo. La
violencia pura como la que mencionábamos hace un par de epígrafes y
el terrorismo situacionista (es decir, gracioso) como protesta ante
el aborregamiento generalizado.
Ya hemos dicho que en el título
original, Atlas no se rebela contra nada, simplemente se encoge de
hombros y deja que la humanidad se caiga por el agujero creado por su
propia ineptitud. Como hemos dicho también anteriormente, el hecho
de que alguien como Rand ponga en manos de los emprendedores un
mecanismo de reivindicación como la huelga – que solemos asociar a
la clase trabajadora -, pervierte su propio significado, como pasaba
con los impuestos para las PYMES y Eurovegas.
Por supuesto, a Rand no se le ocurrió
pensar que sería mucho más gracioso utilizar una maniobra de su
paisano Stajanov – quien sin saberlo, promovió la huelga por
exceso de trabajo, que tanto gusta en Japón – y dejar a todo el
mundo con el culo aún mas torcido: ¿Qué pasaría si las grandes
mentes no dejaran de darnos nuevas ideas y nuevas oportunidades para
que la sociedad avanzara? ¿Acabaríamos agobiados ante tanta
magnificencia?
En cualquier caso, en un mundo como el
actual, con rescates económicos, recesiones con efecto dominó y
movimientos políticos casi de risa, las preocupaciones sobre si las
mentes mas preclaras se dedican o no a innovar son un tanto
irrelevantes. Si acaso, de lo que habría que preocuparse es de que
los equipos de investigación tengan presupuesto para llevar a cabo
sus ideas. Igualmente, rebelarse contra el aburguesamiento tampoco
tiene mucho sentido porque todo apunta a que la clase media va a
desaparecer (¿tremendista? ¡solo un poco!).
Aunque en su día “El club de la
Lucha” me mantuvo clavado en el sillón, y la tengo o DVD (o la
tenía, hasta que se la presté a mi amado primo tras lo cual, nunca
más se supo), creo que las circunstancias actuales la han mantenido
un poco fuera de lugar. Aunque no me cabe duda de que algún día
volverá a tener una gran relevancia y se reivindicará como una obra
de culto generacional. Que eso hable bien o mal de la generación que
representa, es ya otra historia.
Por otro lado, me terminé “La
rebelión de Atlas” en parte por el tipo de interés morboso de “no
quiero mirar, ¡pero tampoco puedo apartar los ojos!”. Con fuego
sagrado o no, es una novela (ya está bien de la bromíta con los
puntos suspensivos) que avanza a un ritmo de trompicones, el diseño
de los personajes es lamentable, los discursos son de juzgado de
guardia porque saltan de un raciocinio espectacular (brevemente) a un
infantilismo que es de traca. Rand nos podría haber ahorrado muchas
páginas escribiendo solo “A es A, comunismo=malo,
capitalismo=bueno, folle usted con gente tan lista como usted mismo”.
Cualquier libro de los aquí mencionados – incluso un folio en
blanco firmado por Terry Pratchett - les hará mas bien que leer la
rebelión de Atlas, que no solo se salta nuestra limitación de 12
euros de cultura barata, sino que ofrece mucho menos que otras obras
aquí reseñadas. Quiero decir, ¡hasta con “Fantasmas
de Marte” te puedes reír lo mala que es!
Para terminar, ya indiqué
anteriormente que el tema ideológico no tiene gran importancia a
estas alturas, como sucede en la democracia, puede que no sea el
sistema que funcione mejor, pero es el menos malo. ¿Una economía
ultraliberal? Provoca grandes diferencias sociales ¿Una economía
100% comunista? Todos acabamos igual... de pobres. Y ni siquiera es
una opinión personal, los diversos experimentos de gestión social a
lo largo de los siglos han dejado claro que los impuestos son
necesarios porque con ellos cubrimos necesidades básicas como la
SANIDAD o la EDUCACIÓN. Hablando con una amiga médico, me explicó
que eso no era suficiente, y entonces yo salté con el tema de la
gestión, y vuelta a empezar...
Lo mas preocupante de “Atlas” no
es su ideología en sí, sino el hecho de que Rand busca paralelismos
y maldad haciendo oídos sordos de lo que sucede en la calle.
Cualquier preocupación que pueda mostrar de vez en cuando sobre “la
gente normal”, no es más que un ejercicio artificioso, Rand se ve
a si misma como un pibón, como una mujer de un gran intelecto y una
revolucionaria del mundo de las ideas. Pero no en el fondo no es mas
que una conspiradora paranoica que responde con su propia
conspiración, al igual que Miller, tiene motivos de sobra para
haberse radicalizado. Pero no puede esperar que todos nos lo tomemos
igual de en serio que sus discípulos.
Leido!!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"Pero el discurso maniqueo de los superhombres nietzschianos que protagonizan la trama"
ResponderEliminarNo, el superhombre de Nietzche no es un hombre de negocios, ni un super rico ni exitoso empresario. No tiene nada que ver con eso, absolutamente nada. Rand estaba influenciada con Nietzche, y mucho, pero su ego solo quiso reconocer a Aristoteles. El Zaratustra, esto es Nietzche, es un mistico solitario que se dedica a dar su enseñanza, con muy poco exito. Y poco le importa la economia o como se organiza una sociedad, lo unico que le importa es superar el nihilismo de la sociedad occidental. El heroe de Rand seria casi como el ultimo hombre que tanto desprecia Nietzche. Ranhd quiere imponer lo apolineo, igual que los clasicos griegos, Nietzche se caga en ese pretension de superar el instinto vital, el cuerpo, lo irracional... pues para el esa es la fuerza creadora.
Eso sí, al igual que los personajes de la obra tolkeniana, los Rearden y Galt de “Atlas” son hombres hechos de otra pasta, se acercan, de hecho, a lo que Frederic Nietzsche (un proto-freak, aunque él no fuera consciente) hubiera descrito como “Super hombres”, el lógico paso evolutivo del ser humano, una vez que se ha quitado las múltiples limitaciones de la moral y la religión convencionales: el científico y el hombre de acción en un solo paquete.
ResponderEliminarClaro que si campeon, habras leido y desgranado la rebelion de atlas, pero no has tocado ni un libro de Nietzche, y si lo has hecho, no has profundizado nada en ellos.
No tienes ni que leer sus obras, te basta con ver algunos resumenes excelentes, como este:
https://www.youtube.com/watch?v=lX9K7R7dEcA&list=PLfg-nvLMvO0jwZR2kP43XrldYwWNpgGQw
Y me pregunto eso de usar la palabra freak que sentido tiene, osea, suena muy cool, pero parece que es una especie de resentimiento y envidia sobre cualquier planteamiento distinto a lo establecido, a lo que se considera sano, lógico o normal. Por ejemplo, por muy poco que me guste Rand en muchos sentidos, como anarquista considero inaceptable que exista un gobierno (le acuso a ella de no ir demasiado lejos y suprimir el estado en su totalidad) y todo el entramado de los impuestos, o por muy shopenhaueriano y nihilista que me considere, veo a Nietzche en alguien muy interesante y un enemigo digno para los que tenemos planteamientos mas anti existencialistas o budistas.
Entonces, si ser freak es ser diferente, no veo cual es el problema y quien puede entrar o salir en esa categoria, o si es bueno o malo. Yo pensaba que ser freak era jugar videojuegos y hacerse pajas, cosas asi.
En primer lugar, tengo que decir que encuentro delicioso que te hayas encontrado con esta entrada de hace 9 años y pico, que me agrada mucho que la hayas leído – o eso creo entender, dado que citas párrafos enteros – pero que me descuadra un poco que lo que más te haya ofendido sean las referencias a Nietzsche. Por cierto, no entiendo que siendo tan fan del hombre te saltes la “s” del apellido a la hora de escribirlo, reconozco que yo desarrollé una mnemotécnica para escribirlo bien de corrido sin tener que recurrir a Internet cada vez que tenía que usarlo.
EliminarNo sabía que tanto tiempo después la policía nietzscheniana iba a aparecer para atacarme por no profundizar en la obra de este hombre tanto como en la encantadora Ayn Rand ¿Vendrán a mi casa para llevarse todos mis libros sobre filosofía? ¿Incluidos los de Fernando Savater? ¿Estoy dando demasiada munición para atacarme de nuevo?
En todo caso, reconozco que estaba usando “superhombre nietzscheiano” como ejemplo de la visión que mucha gente fanática – recordemos que el bueno de Frederic (¡Madre mía! ¡Que lo llamo por su nombre de pila!) ha sido reivindicado por muchas corrientes filosóficas y/o políticas a lo largo de los años – tiene de sí misma. Estaba buscando un uso más de “personas que se ven como la versión última y definitiva del ser humano”. Pero “superhombre nietzscheiano” suena mejor y es más corto.
También me encanta el uso de “Claro que sí, campeón”. En este blog usamos (plural mayestático ¿Por qué? Por joder ¡Claro!) esa clase de tratamiento para gente tan conocida que tratarlas con esa cercanía impostada es hasta gracioso. Ese paternalismo con alguien que no conoces es harto inquietante, por eso no me suelo meter en discusiones en RRSS. Más que nada porque es imposible mantener una discusión mínimamente normal y respetuosa en Internet, así en general.
Por mucho que agradezca que hayas leído esta entrada, está claro que no has ahondado en este humilde blog medio muerto más allá de las referencias a Nietszche, porque entonces entenderías que uso “Freak” de una forma muy distendida, sobre todo porque si serlo es “jugar a videojuegos y hacerse pajas”, creo que tendría que darme un título especial de Freak. Presidente o algo así.
En todo caso, y una vez más, gracias por pasarte por aquí, me has dado una excusa para escribir algo en el blog, aunque sea una respuesta. Un abrazo.
Acabe aquí de rebote, primero me salio un audio-libro en youtube del libro la virtud del egoísmo, eso me llevo a algunos blogs y en algunos de esos ponían links a otros blogs sobre otras obras de Rand siendo analizadas o criticadas, y listo. Y como no leo muchos libros, mucho menos uno de mas de 1000 paginas, me auto-torture con esta entrada, que desde luego se me hizo eterna y que es lo opuesto a eso que ansiaba el alemán, parafraseando eso de pretender resumir en un aforismo lo que otros ocupan 10 paginas.
EliminarDe policía nada, yo no soy fanático ni defensor de nadie, pero si de la verdad, o de lo que yo interpreto como tal. Como dices a Nietzsche se lo han querido apropiar muchos, el mas claro ejemplo los nazis. El superhombre es el niño, inocencia y olvido, y diría que es algo mucho mas inalcanzable para el hombre actual que ese hombre ideal de Rand (racional, independiente y de gran autoestima), que yo diría se parece mucho a ese ultimo hombre.
Zaratustra no legisla ni gobierna ni sostiene el mundo material, y rechaza a todos esos que son pastores para un rebaño, su enseñanza es mística y su poder es la creación de nuevos valores.
Rand era nietzschiana cuando escribió una de sus primeras obras que no llego a publicar. Pero luego rechazo esa parte irracional e instintiva.
https://www.facebook.com/groups/186250581973567/posts/690094304922523
"El tema ideológico no tiene gran importancia a estas alturas, como sucede en la democracia, puede que no sea el sistema que funcione mejor, pero es el menos malo. ¿Una economía ultraliberal? Provoca grandes diferencias sociales ¿Una economía 100% comunista? Todos acabamos igual... de pobres. Y ni siquiera es una opinión personal, los diversos experimentos de gestión social a lo largo de los siglos han dejado claro que los impuestos son necesarios porque con ellos cubrimos necesidades básicas como la SANIDAD o la EDUCACIÓN"
ResponderEliminarHay que ser conformista o incluso bastante mezquino para considerar que el sistema actual es el menos malo posible.
Primero, ni siquiera vivimos en una democracia real (y si viviéramos, tampoco seria un sistema deseable porque a la verdad o a las soluciones no se llega por opinion de las mayorías, sino por conocimientos).
Es por eso que Socrates o los padres fundadores de EEUU, no querían la democracia, porque no es posible defender los derechos individuales en una democracia de mayorías. La República de la constitución de EEUU fue el primer documento que defendió el derecho a la vida y la libertad individual, hasta ese momento, los individuos no tenían derechos inalienables.
https://www.youtube.com/watch?v=xD69zRfY694
Eso por un lado.
Por otro, ni el comunismo en estilo de socialismo libertario (esto es IMPORTANTE, DEBE SER VOLUNTARIO y no esas porquerías fascistas de Mao, Stalin, los Castro) ni un capitalismo autentico sin estado metiendose en la vida privada de las personas, han existido en los últimos 100 años. Del primero se han dado algunos experimentos, pero no de forma sustancial en el tiempo y en una comunidad lo suficientemente grande como para extraer algún tipo de conclusiones, y el segundo, en parte, durante los primeros 2 siglos de la historia de la república de EEUU, que con los delirios o no de Rand (no diré el mas moral por los temas de esclavitud y racismo, etc...) pero si ha sido el país mas prospero y rico de la historia y donde esa riqueza se distribuyo a una gran parte de la población (no toda, por supuesto) y no fue a un zar, un rey o una corporación. Por eso tantos desde Europa y Asia querían mudarse allí.
EliminarLa sanidad y la educacion, igual que la comida y el agua, no las produce el estado, sino los productores, esto, personas que trabajan e innovan. Los ingenieros, los arquitectos, los científicos. Ni los impuestos ni el dinero son necesarios, lo que son necesarios son los recursos y el acceso a los mismos, y el dinero y los impuestos no facilitan ese acceso, es al contrario, lo limitan. Teóricamente, unos creen que el sistema de mercado es el mejor para garantizar esto, otros creen que es el estado de bienestar masivo... ninguno de los 2 tiene razón porque no están basándose ni en recursos ni en leyes científicas, ya que son modelos teóricos.
Solo si se supera el sistema de precios basado en la escasez real o artificial y todas sus instituciones oligárquicas parasitarias (monarquías, empresas privadas, estados, iglesias) podremos hablar de un buen sistema y decir que nuestra sociedad esta civilizada.
Estos tipos idearon un principio de ese tipo de sistema hace casi 100 años, así de retrasados estamos que seguimos con los mismos experimentos que estan fallidos y son obsoletos.
http://technocracytechnicalalliance.blogspot.com/2011/06/tecnocracia-informacion-en-espanol-un.html
Si tras la dilapidacion de todos los derehos y libertades llevados a cabos por el estado de guerra/bienestar en esta pandemia actual todavia alguno piensa que este es el mejor sistema posible, que los gobiernos dirigidos por bancos y corporaciones nos cuidan y se preocupan de nosotros, no es para que Atlas se encoga de hombros, es para que directamente haga un press militar y arroje la tierra contra el mismísimo sol.
"De todas las tiranías, una tiranía ejercida sinceramente por el bien de sus víctimas puede ser la más opresiva. Puede ser mejor vivir bajo los barones ladrones que bajo los entrometidos morales omnipotentes. La crueldad del barón ladrón a veces puede dormirse, su codicia puede en algún momento saciarse: pero aquellos que nos atormentan por nuestro propio bien nos atormentan sin fin, porque lo hacen con la aprobación de su propia conciencia. . . . Esta misma bondad pica con un insulto intolerable. Ser "curado" en contra de la voluntad de uno y curado de estados que no podemos considerar como enfermedades es ponerse al nivel de aquellos que aún no han alcanzado la edad de la razón o de aquellos que nunca lo harán; es decir, permitir ser clasificados como infantes, imbéciles y animales domésticos."
C. S. Lewis
En cuanto al termino de Freak, lo conozco y bastante bien ya que soy aficionado al culturismo y es un termino que usamos para referirnos a alguien extremadamente musculoso y masivo, a un monstruo de la masa. Podemos decir freak o nasty (para nosotros este no es un termino despectivo, sino justo lo contrario).
ResponderEliminarEl culturismo en sus inicios, eran hombres forzudos que actuaban en circos y mas que demostrar sus físicos definidos y cincelados, lo que hacían era mostrar sus hazañas de fuerza y generalmente eran tipos mucho mas grandes -y también gordos-de lo normal debido a una mezcla de genética, entrenamiento y alimentación.
Y en esos circos había especímenes raros, medio enfermos, siameses, el hombre elefante, cosas así, mendigos que de no haber encontrado el trabajo en el circo se habrían muerto de hambre.
Dicho esto, también esta el termino freak para el que viste raro o tienes hobbys minoritarios, o mas bien que están fuera de la normalidad de su entorno/cultura. Por ejemplo, en España ser fanático del béisbol es algo inusual y extraño.
Luego esta el nerd freak de la informática que es fan de los vídeo-juegos, cómics y demás.
Pero si bien uno puede hacer asociaciones de este tipo por gusto y hacer la gracia, parece mas bien un ejercicio forzado eso de encontrar coincidencias y desprestigiar a un pensador o filosofo. Es decir, que culpa tiene Rand de que sus seguidores (en caso de que eso sea cierto) sean unos inútiles y desgraciados?
Ayn era una pensadora brillante (que no quiere decir que sea infalible o todas sus opiniones lo sean), una superdotada. Así que esos ataques vienen mas bien desde la envidia y el resentimiento que otra cosa. A Rand se la podría criticar desde muchos ángulos basados en la lógica y la realidad, por ejemplo el acto de fumar en que medida se relaciona con el ser racional.
Y lo mas importante, ya sea Rand o Nietzche, ellos no veían al hombre actual, masificado y mediocre como el final de la evolución del hombre, crearon unos ideales que si bien muy pocos podrán llegar a alcanzar, si nos saca de nuestra arrogancia y vanidad de pensar que el ser humano es la mayor y mas perfecta creación.