Decir
que “el blog ha encallado” sería, parafraseando la
frase inglesa, la obviedad del año, pero todo tiene una
explicación. Después del éxito
del post sobre Mike
Oldfield y compañía, pensé en hacer un Peter Gabriel
y lanzar un articulo totalmente
anti-comercial sobre el estado del mundo de los videojuegos. La clase
de post que empiezo pensando “esto no se va a alargar más allá de
una página”, hasta que me doy cuenta de que, por la extensión,
quizás lo de escribir un libro recopilatório de las cosas del
bitácora no parece una idea tan loca como suena al ser sugerida por
otros.
Cuando
estaba ya a punto de empezar con el apartado de “conclusiones”
(por llamarla de alguna forma) del post, un familiar sufrió un
aparatoso accidente doméstico. Afortunadamente, sin ninguna
consecuencia grave, pero con las suficientes complicaciones como para
dejar algunas cosas en un segundo, o en el caso del blog, tercer y
lejano lugar.
Ergo,
el artículo sobre los videojuegos se ve indefinidamente retrasado –
aunque espero que forme parte de la próxima entrada, mientras aún
intento cerrar la “trilogía del cine” -, y un servidor, cuando
ha podido, se ha dedicado a concluir algunos de esos proyectos que
marchan de forma paralela y de los que espero poder hablarles,
también, en un futuro no muy lejano.
Y
por supuesto, ¡¡¡¡Mis colaboraciones con la This is Rock de este
mes!!! ¡Que viene el boss en portada!!!!
Además
del ensayo sobre la etapa “Born in the USA” de Springsteen (obra
del incólume Fran Garcia), u otro material de interés para el fan
medio del Rock clásico – como una entrevista al ex-Eagle Don
Felder -, los lectores podrán disfrutar de mi prosa (por decir algo)
en la forma de dos conversaciones con artistas que, como en el número
anterior, se encuentran en puntos muy distintos de su carrera.
Vamos
con Ian
Anderson, el hombre que, tal y como lo definió una vez David /
Dee Palmer “es” Jethro Tull. Aunque teniendo en cuenta que,
desde la gira de “Thick as a Brick II” se empezó a utilizar de
una forma más sibilina el nombre del señor que inventó el sembrado
pre-industrial (para el que, a estas alturas aún no sepa qué
significa Jethro Tull), y Anderson ha sido muy cauto a la hora de
recurrir a esa marca ya que su nuevo disco “Homo
Erraticus” lo firma como artista en solitario, acompañado por
una banda a la que sólo le faltaría Martin Barre – veterano
guitarrista -, para ser los Tull de los últimos años.
Esta
es una de esas entrevistas que han llevado su tiempo en forjarse, de
días y horas cambiadas en unas cuantas ocasiones – de hecho, la
primera vez que iba a hablar con el flautista más famoso del Rock,
ni siquiera iba a tener un disco nuevo en la calle -, pero al final
todo cuajó y, como extra, los JRANDES de “Vicisitud
y Sordidez” mandaron preguntas para la entrevista, lástima que
sólo se pudiera incluir una, por si tienen especial interés, es la
que aparece en el último lugar de la edición impresa.
Pasamos
entonces del artista consagrado a los “nuevos”. Las comillas
tienen sentido porque los componente del combo británico-colombiano
Messenger llevan ya un
tiempo en este loco mundo loco de la música con sus historias por
separado, pero “Illusory blues” es el primer álbum que firma
este inicial trío, y señalo “inicial” - ah, las comillas
vuelven a tener sentido - porque desde su estreno sobre las tablas,
Messenger son ahora un quinteto con la adición de James Leach y
Daniel Knight.
Además
de ser – desde mi punto de vista -, una de las bandas revelación
de este año, Khaled, Barnaby y Jaime son unos tipos increíblemente
cercanos, con un conocimiento del progresivo español (o de todo tipo
de música, ya que nos ponemos) que avergonzaría a más de un
aficionado. Sí, eso me incluye a mí.
A
continuación les dejo los enlaces a ejemplos de los discos que
reseño este mes (que incluyen un destacado con "Homo erraticus"), así se pueden hacer una idea, comprarlos, después
leer mi crítica y gritar “¡¡¡Pero qué dice Fran!! ¡¡No estoy
para nada de acuerdo!!! Si bien el orden de los factores no altera el
resultado y pueden gritar sin haber leído mi crítica, por aquello
de descargar tensiones.
Y
para terminar este corto – apenas dos páginas en el procesador de
texto – post de autombombo, explicar que he participado en el ciclo
“Por favor, sea historia” en el que se ha ido repasando (desde el
punto de vista de las artes, la poesía en especial), en una cita
semanal, cada década del siglo XX. Aquí les dejo una muestra de
cómo, con mi fiel Korg Triton Le, masacré ése clásico de los 80
que es el “The ghost in you” de los Psychedelic Furs ¿Podría
esto servir como adelanto de otra cosa? Ahh, quién sabe...
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