“Hello,
this is Mike”, con esas palabras, todo el cinismo rampante que yo
había demostrado en mi reseña de la
autobiografía de Miguel Campoviejo desapareció, como Renée
Zellweger en “Jerry Maguire”, ya saben, “ya
me tenías con el hola”.
Bueno, vale, a lo
mejor no fue tan así, ya que llegué a reunir la suficiente calma
como para comentarle al creador de “Ommadawn” que su “Heaven's
open” no era precisamente, desde mi punto de vista, una de sus
mejores obras, afortunadamente, él no estaba muy en desacuerdo. En
todo caso, el momento para la fan histérica que habita dentro de mi
ya tendría ocasión para aparecer en toda su gloria más tarde. Algo
de lo que hablaré, efectivamente, más tarde.
Pero
como ya hice en el caso de Tony
Banks, esta entrada en el blog no va a ser la entrevista en sí
que pude hacerle a Oldfield, ya que por cuatro sencillos euros
(gastos de envío incluidos), ustedes pueden tener en casa el
fabuloso número 118 (Abril de 2014) de “This is Rock” que
incluye no solo declaraciones del bueno de Mike sino también un
montón de excelente contenido, y no, no lo digo por aquellos de los
que soy responsable. No sólo, al menos.
Estos son los
extras, las tomas descartadas, los “outtakes”, el cómo se hizo
de una de las entrevistas que más ganas tenía de hacer.
Verán, tengo la
más que segura sospecha de que todos los que nos dedicamos a esto
del periodismo musical (¿A quién se le ocurre semejante idea?), ya
sea a un nivel u otro, tenemos una lista de gente a la que nos
gustaría plantarle un micrófono / grabadora / móvil delante para
hacer esas preguntas que, pensamos, nadie les ha hecho nunca. A
veces, cuestiones tan propensas a momentos de tensión como “¿Cuál
fue el auténtico motivo por el que tu grupo se separó?” u otras
tan vitales para la humanidad como “¿Qué efecto de pedal usaste
para el segundo solo de guitarra en la cara B de aquel single que
solo se editó en Benelux?” Sí, lo han adivinado, yo soy de los
que a veces encuentran más interesantes las preguntas del segundo
tipo.
En el caso de Mike
Oldfield, estaba dentro de esa serie de nombres que poco a poco he
conseguido tachar de mi lista secreta, entre ellos, y con mucho
orgullo, puedo incluir a Steve Hackett, Tony Banks, Peter Hammill,
Adrian Belew, John Wetton, Tony Levin, Steve Gadd, Steve Hogarth,
Mike Portnoy, John Petrucci, Mark Kelly, Steven Wilson o Neal Morse.
En el caso de
Campoviejo, además, había un cierto ingrediente de envidia, a veces
sana, otras no tanto.
Verán, considero
a Mike Oldfield como un estilo musical en sí mismo y uno de los
compositores más importantes de LA HISTORIA, lo cual, insisto, no es
óbice para admitir sus meteduras de pata. El músico siempre ha
tenido una buena relación con España por varios motivos, entre
ellos porque nuestro país, junto con Alemania, se ha vuelto uno de
los mejores mercados para su música, aquellos en cuyas listas de
ventas sus álbumes se mantienen semanas y semanas en buenas
posiciones. De hecho, cuando fijó su residencia en Ibiza, era
relativamente fácil ver a Oldfield promocionando sus discos en los
medios nacionales. En ese sentido, mi envidia nació de ver cómo
Mike era entrevistado en la Gaceta Universitaria durante mis años de
facultad. “Un momento ¿Por qué esta chica (recuerdo que era una
mujer, de hecho, es posible que por ahí tenga guardada la pagina o
hasta el ejemplar entero) puede hablar con uno de mis ídolos y yo
no?”
La
envidia malsana me llegó años después con otra interview
publicada en el suplemento dominical de ABC de la que ya hablé en el
post sobre “Changelling”. Mike acababa de lanzar su “Music of
the Spheres” con orquesta, un proyecto al que se le podía sacar
mucha chicha, ya que había contado con Karl Jenkins como
colaborador. Admito que son la clase de datos que, probablemente,
solo pueden interesar a los fans de la rama dura, pero ¿De verdad es
necesario dar explicaciones sobre cómo empezó la carrera de Mike
Oldfield más allá de un par de líneas? ¿Acaso no existimos en un
mundo con Google?
Lo peor es que la
persona que habló con Mike parecía estar especialmente interesada
en averiguar aspectos de la vida privada del músico – básicamente,
sobre si había ligado durante su estancia en Ibiza y los medios para
tal fin -, echando a perder una gran oportunidad para hablar de
muchas otras cosas. Una demostración, siento decirlo, de periodismo
de mierda. Y no se trata de ser proteccionista con alguien a quien
admires, yo ya mostré mi decepción con que Oldfield asegurara que
las drogas y el desequilibrio emocional estuviesen detrás de sus
mejores obras. Tampoco me duelen prendas para hablar de cuando el
creador de “Tubular Bells” estrelló su coche – conduciendo
borracho -, contra el muro de su residencia balear. Esos son hechos
fácilmente contrastables, están ahí, no creo que Mike se sienta
especialmente orgulloso de ellos y, a fin de cuentas, no me dicen
gran cosa sobre su música. Ni, lo han adivinado, sobre qué pedalera
está usando hoy en día.
Así que en cuanto
supe que nuestro amigo Miguel iba a sacar nuevo disco, hice todo lo
que estaba en mi mano para conseguir una entrevista, pero he de decir
que si no fuera por el director de This is Rock, no habría llegado a
buen puerto. Ahora permitan que me deje llevar por el sentimentalismo
barato, pero siempre recordaré la llamada en la que se me comunicó
la noticia.
- TiR: ¿Estás sentado?
- Yo: Sí (de hecho estaba en el cine, mientras pasaban los anuncios previos a la proyección de “Operación sombra”, porque Jack Ryan siempre mola, incluso con un actor shakespeariano poniendo un acento ruso más chungo que un tetra brik de leche podrida).
- TiR: El señor Oldfield te llamará dentro de un par de semanas a las 16:00.
- Yo: szlktzothf0iwthhg40h!!!!!!!
Quizás
tuve una reacción un poco más articulada, pero no consigo
recordarlo con claridad. Sólo sé que “Operación sombra” me
pareció magnifica, aunque es probable que, después de la noticia,
me hubiese tragado una hipotética trilogía de cine compuesta por
“Cabeza
Borradora”, “Fando y Lis” y “La cinta blanca” como si
fueran una colección de thrillers a toda mecha. O habría admirado
los excelentes guiones de toda la saga de “The
fast and the furious” si me las hubieran puesto. En su
totalidad. En orden inverso.
Decisiones,
decisiones...
Después
de la sorpresa y la alegría viene el acojone ¿Y ahora qué le
pregunto? ¿Será simpático? ¿Le cogeré en un mal día? Y ya
entrando en los territorios de la más pura paranoia... ¿Habrá
buscado el nombre de los que van a entrevistarle, ha encontrado mi
blog y con la ayuda del Google Translate ha interpretado que yo
también voy a concentrarme en un montón de aspectos negativos?
Lo
peor no es sólo esto, sino que Anil Prasad, responsable de la muy
recomendable web de entrevistas con músicos “Innerviews” había
puesto el listón muy alto con su última entrada sobre
Oldfield, sobre todo teniendo en cuenta que había logrado el
particular hito de prácticamente no hacer preguntas sobre “Tubular
Bells”. Más o menos, yo también lo conseguí.
Inciso:
Aunque
admiro profundamente la labor de Prasad, y ha editado una magnifica
compilación de sus mejores entrevistas en un más que recomendable
volumen, lo tengo
de amigo en Facebook y trollea como el que más. Por no decir que
estoy en profundo desacuerdo con muchas de sus opiniones sobre el
negocio de la música e incluso la ética laboral. Fin
del inciso.
En todo caso, la
fecha de la entrevista se acercaba, y yo, entre la incredulidad (no
sería la primera vez que, por equis motivos, una conversación con
algún músico no se produce) y el plantearme qué cosas me
interesaban más como fan, qué cosas iba a ser redundante preguntar,
qué cosas le podrían interesar a otros fans de Oldfield y, por
supuesto, qué cosas del nuevo álbum se podrían sacar a relucir. A
fin de cuentas, Mike no iba a llamarme para preguntarme por el mejor
sitio donde ponen cruasanes a la plancha con mantequilla en mi
barrio, él quería hablar de su libro. O sea, de su disco.
Aquí tampoco voy
a hablar sobre “Man on the rocks” porque mi reseña también se
incluye en el TiR, digamos que no soy tan radical como Cronopio en
Hipersónica,
y que conste que un señor que tiene como imagen de perfil a Peter
Gabriel vestido con su disfraz de Magog, tiene todo mi respeto de
entrada. Y acabo de lanzar una referencia que no va a pillar casi
nadie.
Llegó el día y
la hora de la entrevista, yo, desconfiado de la puntualidad, estaba
apuntando unas posibles letras en la aplicación “notas” de mi
móvil, eso fue a las 15:59, aún no había cambiado el reloj a las
16:00 cuando un número anormalmente largo apareció en la pantalla
¿Perdí quizás un posible número uno por culpa de Mike Oldfield?
Nah, después me acordé y seguí escribiéndola. Aunque era un buen
titular, tengo que admitirlo.
Una cosa sobre
Miguel es cierta, y fue un detalle que se me quedó de aquel número
de la Gaceta Universitaria: Oldfield se ríe mucho. Él mismo se
define como una persona “hipersensible”, con grandes subidas y
grandes bajadas emocionales, así que, supongo, si algo le parece
divertido, le parece MUY divertido y si algo no le hace gracia, no le
hace NADA de gracia.
Como os podréis
podido imaginar, una conversación telefónica no es algo tan cómodo
como hablar alrededor de un café o un ron con cola (no todo el mundo
es Steve Hackett ¿Os he dicho ya que ADORO a Hackett?), incluso
Skype tiene una mejor calidad sonora, pero Mike lleva años ya
viviendo en Las Bahamas, de donde es muy complicado sacarle, a menos
que, como él mismo dice, le organices una ceremonia de apertura de
los Juegos Olímpicos dirigida por Danny Boyle. Lo entiendo, si yo
viviera en un sitio en el que siempre es verano, también pondría el
caché a esas alturas.
Ahora bien, al
igual que ocurrió con Tony Banks, viví un par de momentos absurdos
durante la charla que no tenían cabida en la transcripción. Uno
fue, de hecho, el mismo que viví con el teclísta de Genesis y con
John Petrucci, alguna llamada a la puerta y el artista se tiene que
ausentar. Como os podéis imaginar, para el entrevistador, ése
tiempo es como cuando hay un fallo en el escenario (los músicos y
actores ya saben a lo que me refiero), y hasta que se arregla, a ti
te da la impresión de que han pasado un par de semanas, pero la
percepción real no pasaría de un minuto.
El otro momento de
absurdo fue mucho más divertido. Se me ocurrió preguntarle a
Oldfield por el éxito de la reedición de “Crises”, tanto es así
que, de hecho, es imposible de encontrar la megaedición con DVD en
directo en la propia tienda on-line de su web personal. Incluso la
caja “Deluxe” de “Tubular Bells” sigue estando disponible.
Campoviejo
respondió un poco estupefacto “¿No lo puedes encontrar? ¿Qué
quieres decir”? Y entonces un sudor frío me recorrió el cuerpo
“Ay dios mío, espero que esto no signifique una bronca con nadie”.
Lo que ocurrió confirma mi idea de que ningún deportista se queda
sin leer el Marca ni ningún músico deja de preguntar por las ventas
de sus discos.
Escuchaba a
Oldfield cliquear su ratón mientras investigaba, todo esto mientras
intentaba responder a una de mis preguntas con algo de cohesión.
Efectivamente, encontró que en Amazon.co.uk se podía pedir la
dichosa caja de “Crises”. Qué grande, a estas alturas, aún se
empeñaba en que su obra estuviera disponible para que su público la
comprara.
Que
conste que esto no lo digo como algo malo, sino como algo muy
divertido. A veces, con el semi retiro en el que se halla Mike, uno
podría pensar que está de vuelta de todo, que se conforma con
remezclar en 5.1 sus álbumes y en pasear en lancha por el Pacífico.
Cuando lo cierto es que probablemente sigue teniendo esa inteligencia
“de calle”, esas ambiciones secretas que todo músico tiene que
tener para triunfar en este negocio. Algo que el propio Oldfield
declaró en su entrevista con Prasad cuando se refería a su viejo
colega y mentor, Kevin Ayers, a quien consideraba demasiado tranquilo
para triunfar en el choubiz.
Y ya está bien de referirnos a una entrevista que no he hecho yo,
que también he venido a hablar de mi libro y este es un post de
autobombo. Cojones ya.
En todo caso y a
pesar de que la línea telefónica no era lo más estable que uno
pudiera desear, la conversación, a mi parecer, fue muy bien.
Hablamos mucho de música, que para mi era lo más importante, y
sobre todo por un hecho en particular que siempre me había
fascinado: Un ensayo secreto que tuvo Oldfield hace años con Stewart
Copeland (batería de Police) y Jeff Lynne (cerebro de la Electric
Light Orchestra). Mike ya había hecho algunas referencias en algunas
entrevistas, pero, para mi asombro, casi nadie había hecho especial
hincapié en ella ¿Cómo es esto posible??? O sea, se junta el señor
que le dio el toque reggae a “Roxanne” (Sting siempre lo vio como
una bossa nova), el señor que ayudó a The Beatles a terminar “Free
as a bird” (por mucho que aquello pudiera parecer una aberración a
algunos, es un buen tema) con el creador de “Tubular Bells” y
¿Nadie quiere profundizar en aquello? ¿Ni siquiera Prasad??
¿¿¿Estamos locos???
Y como en Internet
está todo, ahora seguro que viene alguien y en los comentarios me
pone un enlace a otra entrevista en la que Oldfield profundiza en el
asunto.
Para terminar, el
momento fan loca histérica. El músico anuncia que se tiene que
marchar, lanzo mi última interrogativa, a la que responde con un
gran sentido del humor (es con la que termina la versión impresa) y
le pregunto si puedo decirle una última cosa. “Yeah”, dice, y
entonces, el adulto suelta intentando que no le tiemble la voz
“gracias por todos estos años de música genial”. Una vez más,
Campoviejo ríe, con un tono más bien paternalista y responde
“That's lovely”. El teléfono se cuelga y creo que tengo bastante
jugo que pasar al teclado. Ya me contarán ustedes.
Bonustracks
(¡Por decir algo!)
Bien, para
hacerles un poco más llevadera la lectura de este post que empieza a
tomar dimensiones épicas (lo cual no es tan raro en mí), adornaré
los espacios entre parrafadas con adelantos de algunos de los discos
que reseño en la revista. Aunque por motivos obvios (de los cuales
mi fanatismo no es el más importante), la entrevista con Mike tenía
que ocupar buena parte de esta entrada, el resto de mis aportaciones
al TiR de este mes me llenan de orgullo por diferentes motivos.
Para empezar, en
un sólo número se reúnen cinco músicos cuyas trayectorias cubren
todos los espectros de una carrera. Está el músico consagrado más
cerca de la jubilación que de otra cosa (Oldfield), el que ha
conocido los grandes éxitos así como los fastuosos contratos con
grandes discográficas pero que ahora opera a niveles más manejables
(Tony Clarkin, de Magnum), el héroe de culto (Devin Townsend), el
que lucha por relanzar su carrera después de una crisis muy gorda
(Damon Fox, de Bigelf) y el principiante (Adam Warren, de
Synaesthesia).
Cada entrevista
tiene su encanto particular. Siempre me habría preguntado cómo
serían los miembros de Magnum ¿Rockeros trasnochados?
¿Intelectuales que se cubren con la capa del AOR? Pues el señor
Clarkin se mostró como un tipo sencillote que se dedica a lo que más
le gusta, la música y no hay más que hablar.
En el caso de
Townsend, tengo que decir que se trata de, como se suele decir, un
gusto adquirido. En los panfletos publicitarios que se suelen
adjuntar con los lanzamientos de la discográfica InsideOut (y siendo
fan del progresivo, tengo MUCHOS discos de ese sello), no paraba de
ver anuncios de sus múltiples obras. Siempre me había preguntado
cómo sonaría y no fue hasta que conocía a una persona que es,
probablemente, una de sus mayores fans, que profundicé en su
catálogo. Y el tipo es un genio, ya sé que “genio” es una
palabra que hoy en día se usa con excesiva soltura, pero juzguen por
algunos enlaces que dejo aquí e intenten contradecirlo.
En este aspecto,
tanto la entrevista de Oldfield como la de Townsend tienen
importancia desde el punto de vista personal como desde el
divulgativo (por decirlo de alguna manera). La de Mike, porque es una
de las pocas entrevistas en una publicación sobre música en español
– además, impresa en vetusto papel - que se pueden encontrar por
motivo del lanzamiento de “Man on the rocks” y la de Townsend
porque, que alguien me corrija si me equivoco, es una de las pocas
veces que aparece en un medio español. Y espero que le guste a la
persona que me presentó su discografía.
La de Damon Fox /
Bigelf fue curiosa, en un principio pensaba que lo mismo no iba a ser
una cosa de mucha chicha, a fin de cuentas, el Gran Elfo me gusta
pero tampoco puedo decir que sea el mayor experto en su discografía.
Incluso su forma de presentarse en directo (según fotos y vídeos de
youtube) me llegaba a echar un poco para atrás. Para añadir
complicaciones, la hora de la entrevista se me podía pisar con ir a
ver la obra de teatro en la que actuaba un amigo. Y, como suele
pasar, acabé yendo al segundo pase de la representación.
¿Qué ocurrió?
Pues que Fox es un fan de la ciencia-ficción como yo, y como ya me
pasó con el cantante de Letz
Zep, en un momento dado, la charla derivó a esos terrenos.
Obviamente, la entrevista en papel no incluye nuestras disertaciones
sobre el tema, porque esto es el TiR, no el “Weird Tales”. Pero
me lo pasé como un enano, y la verdad es que Damon es un tipo que
transmite su pasión por su música. Compren el disco, coño.
Por cierto, más
abajo hay otra momento de autobombo sobre el tema fantástico (en su
vertiente literaria) que, si ya han llegado hasta aquí, no les
costará mucho leer.
Antes de eso,
hablar de Adam Warne, fundador de Synaesthesia, un músico
prácticamente imberbe que ha parido un debut la mar de interesante.
Merece la pena escuchar su disco, aunque sea para confirmar que los
solos de Moog y los compases en 13/8 no son sólo cosas de señores
con mucho vello facial, sudaderas negras y edad cercana a la
consecución del carné de pensionista.
Ah, y que no se me
olvide que en la sección de reseñas en directo están las fotos que
realicé del increíble concierto de Transatlantic en La Riviera.
Aquí van unos descartes no incluidos en la revista, y que, tal
y como he comentado a mis amigos, me temo que son el canto de cisne
de mi Canon 20D. Gracias, compañera, por estos 10 años de firme
servicio.
PD de las reseñas: Y también comento un libro ¡Sobre Yes no menos!
One last
thing...
Me llena de
orgullo y satisfacción comunicar que mi relato corto “Un código
básico” ha sido premiado “Mejor
relato en al categoría futurísta en el concurso de relatos de
FanHammer”. De acuerdo, no me llenará la cuenta del banco como
el Premio Planeta, pero, joder, esta clase de cosas siempre son una
alegría. Ojalá que el proyecto para sacar una versión física de
los mejores relatos salga adelante.
Y eso es todo por
ahora. Algún día, de verdad, cumpliré la promesa de escribir
entradas de no más de un folio, lo prometo. Hasta la próxima.
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