I. MARTY FRIEDMAN: La
tarde caía sobre Tokio mientras el ex-guitarrista de Megadeth y yo
hablábamos sobre su nueva obra, “Inferno”. Me gustaría
contarles, para redondear este post de auto bombo sobre mis
incursiones en el periodismo musical, que la conversación se produjo
alrededor de unos vasitos de sake, sentados en las sillas Harkonnen y
el resto de decoración que diseñó H.R. Giger (se le echará de
menos, maestro), para el bar de la capital nipona en el que nos
citamos.
Pero
no, me temo que la cosa fue a través de una práctica llamada de
Skype, un domingo por la mañana (hora española), con muy pocas
horas de sueño encima por mi parte – después de pasar unas horas
en urgencias, debidas al accidente doméstico que mencioné hace un par de entradas -, y con un poco de confusión de por medio, ya que
Friedman era quien tenía que llamar y no reparó en que en España
(y buena parte del continente europeo), tenemos esta costumbre de
adelantar o atrasar la hora según se acerque el frío o el calor.
Cómo
conseguí mantener una charla con un mínimo de coherencia es un
misterio, no tan grande como el hecho de que consiguiera transcribir
lo que se dijo de forma que el lector medio no se quiera dar de
cabezazos contra el escritorio, pero un misterio a fin de cuentas.
Friedman, no obstante, tuvo que notarme espeso un par de veces, ya
que respondió algunas preguntas con algo de sorpresa. Como quien
dice, me reservé el comodín de explicarle mi situación para el
final de la entrevista y el guitarrista de metal flipado – y algo a
la defensiva, sobre todo al nombrarle a Megadeth, si bien esto no se
traslada a la versión impresa - con el que había hablado durante
media hora dio paso a un tipo bastante razonable y hasta preocupado.
Si
a ustedes le gustan las locuras a lo largo del mástil de la guitarra
con un pie en el metal y el otro en multitud de géneros (incluido el
jazz con patrones de doble bombo), no se deben perder “Inferno”.
Por cierto, ya conté que he entrevistado a todos los miembros de
Transatlantic, y ya llevo dos de Megadeth ¿Me darán un reloj de oro
si consigo entrevistar a Dave Mustaine sin acabar a hostia limpia
como creo que ocurrirá si nos vemos? (¡¡¡Deja de lloriquear,
imbécil!!! Es lo que me imagino diciéndole mientras ejecuto un
gancho de derecha, más o menos)
II. IQ
Dentro
de los cuatro gatos a los que nos gusta el progresivo, se generan
debates que, entiendo, deben resultar muy estrafalarios vistos desde
fuera. Que si “The Wall” de Pink Floyd guarda más de un parecido
razonable con “The lamb lies down on Broadway” de Genesis (aka EL
MEJOR DISCO Y MEJOR CONCIERTO DE LA HISTORIA), que si Yes sin Jon
Anderson no son Yes o que IQ son mejores que Marillion.
Comparar
bandas siempre es un fastidio, más que nada por lo ridículo de la
idea en sí – comparar artistas siempre es una mierda, como ya
expliqué en el articulo sobre Hopper -, pero, para colmo, como gran
fan de Marillion, no me explico de dónde puede salir semejante
sugerencia.
Para
empezar, se deja, de forma bastante cruel, a Pendragon fuera del
debate, cuando yo creo que los de Nick Barret son la auténtica banda
de neoprogresivo por excelencia ya que Marillion, a mi entender
abandonó ese camino hace tiempo. Para continuar, creo que siempre va
a haber una diferencia muy grande entre un grupo cuyos miembros viven
exclusivamente de la música – Marillion - y otro en el que los
integrantes tienen que repartir su tiempo con otras cuestiones de
índole laboral – IQ -. Cuidado, que esto es un arma de doble filo:
no depender de las ventas de tus álbumes o de cómo funcionan tus
conciertos también puede suponer un alivio para la presión
creativa.
Y
para terminar, Pete Nicholls. No es que me caiga mal como cantante,
ni mucho menos, pero tiene un timbre tan particular, que a mis oídos,
cubre con una capa bastante homogénea a buena parte de los temas de
IQ. Con todo, he de decir que la última producción del quinteto,
“The road of bones”, es un discazo y que incluso Nicholls está
que se sale, escuchen la épica suite “Without walls” si no me
creen, espectacular.
Pude
hablar con Mike Holmes – el único miembro de la banda que ha
estado en todas sus encarnaciones -, al que se le unió el teclísta
Neil Durant (para algunas puntualizaciones, como podrán ver en la
entrevista es un señor más bien tímido), para debatir sobre “The
Road of bones” y otros aspectos de la historia de la banda,
incluido el film sobre su álbum conceptual “Subterranea”, cuyo
directo – primero en VHS y después en DVD – tengo (o tenía)
prácticamente gastado.
Y
en fin, un servidor es demasiado adulto para meterse en estériles
debates sobre qué banda es mejor... 。Pero
“Afraid of sunlight” le da sopa con ondas a cualquier canción de
IQ!
Ups.
III. JOHN WESLEY
El
bueno de John se reía cuando le recordaba que pude en verle en
concierto hace ya diez años (¡tempus fugit!), cuando tocó formando parte de los directos Porcupine Tree,
en una sala que se encontraba en los interiores de un centro
comercial (la tristemente extinta Divino Aqualung). Wesley es,
indudablemente, uno de esos nombres fáciles de reconocer para
cualquier fan del progresivo de los últimos años, aunque sea por
sus diversas asociaciones con lo más granado del gremio, además de
una de las personas más agradables del negocio musical. Quiero
decir, alguien que le cae bien a Fish, Mark Kelly o Steven Wilson no
puede ser un mal tipo ¿Verdad?
De
hecho, no, el ex-pipa de Marillion es un tipo tan sencillo que uno no
puede más que desearle mucha suerte con su estupendo nuevo álbum en
solitario “Disconnect”.
Reseñas
De
las críticas que se publican no voy a decir gran cosa, salvo que
aquí tienen los enlaces, de nuevo, a lo bruto, (tranquilos, este mes
la cosa ha estado relajada) para que se hagan una idea personal de
los discos. Pero sí me gustaría destacar – ya que, de hecho, es
una reseña destacada -, el nuevo disco de los Anathema. Curiosidades
de la vida, pude ver a Anathema como teloneros de Porcupine Tree en
el mismo concierto en el que tocó John Wesley y he decir que el
grupo ha tenido una evolución increíble desde entonces. El nuevo
“Distant satellites” merece una buena escucha, como muestra, un
botón:
Cómo
NO entrevistar a Jimmy Page, pero hablar con un miembro de The Moody
Blues a través de un “Hangout” de Google.
No,
la entrevista central al guitarrista y mente maestra de Led Zeppelin
no lleva mi firma, ojalá, pero un consejo os he de dar: no digáis
“no voy a participar en tal sorteo porque, total, no me va a tocar
nada”. Decid mejor “no voy a participar, no vaya a ser que me
toque” ¿Por
qué digo esto? A rebufo de las últimas reediciones de la
discografía de Led Zeppelin – casi tan timo como las de Pink Floyd
si me preguntan -, se organizaron algunas “Listening Parties” en
puntos estratégicos del globo, entre ellos el Olympia de Paris.
“¿Qué
es una listening party?” Os oigo preguntar... básicamente, un
músico o un grupo reservan un local con un equipo de sonido muy
potente, se le da al botón de “play”, se escucha un disco, se
hacen algunas preguntas, se firman discos, se charla un poco, se
bebe, se come y ala, todos a casíta. Si se le quiere dar un poco más
de empaque a la cosa, pues se saca una guitarra acústica o un piano,
y los músicos interpretan algunos temas para el deleite del público
y prensa convocados.
Para
la “listening party” de Paris se organizó un concurso para
sortear entradas... y me tocaron. Problemas: era un miércoles por la
mañana, había que confirmar rápido y para colmo, el resultado del
sorteo se comunicó con menos de una semana de antelación. Tampoco
había datos (en el correo electrónico original) sobre a qué hora
iba a ser el evento, ni siquiera si los asistentes al evento
podríamos hacer preguntas a Page – el único miembro de Zeppelin
presente en los medios para esta campaña de reediciones -, o si éste
firmaría algún disco.
Raudo,
fui a echar un vistazo a “Tight but loose”, LA web sobre Led
Zeppelin a la que hay que acudir y pude informarme con todo lujo de
detalles sobre cómo podría ir el acto, a tenor de los eventos de
similares características celebrados anteriormente.
Después
del periplo y con no poco arrepentimiento, decidí que no merecía la
pena reservar vuelo con hotel para ver a Page respondiendo tres
preguntas. Sí, el Olympia es un marco incomparable, sobre todo
cuando uno de los discos incluidos en las nuevas ediciones es un
directo grabado en el prestigioso recinto hace 40 años. Pero si se
trata de ver a Page, prefiero que sea empuñando una guitarra o
alrededor de un café, preguntándole sobre si tiene en venta (y baratita) la
acústica-mandolina que usó en el “Unledded”. Soñar es
gratis...
Lo
que SÌ me
tocó y salía gratis, era poder hacerle una pregunta a Justin
Hayward, voz y guitarra de The Moody Blues. ¿Quieren
más coincidencias? A la vuelta del concierto de “The Cavern Beatles” (genial banda tributo), le puse en el coche a mis amigos
la versión de Transatlantic de “Nights in white satin”... días
después, ahí estoy, en el cyberespacio, preguntándole a Hayward
por guitarras acústicas y sobre cómo es hacer un disco en
solitario. A fin de cuentas, la cosa era promocionar el nuevo “Dreams
of the westerns sky” de Justin. (Alrededor del minuto 5, y sí,
aproveché para hacer DOS preguntas, cosa que, por la cara, creo no
le agradó mucho al señor de Eagle Rock, ahhh, se siente...)
Si
se preguntan por qué el español es el que tiene la calidad más
penosa de imagen... pues la respuesta es algo tan práctico como que
estaba con el móvil. Acababa de recoger a un familiar de la estación
del tren y por poco no llego al Hangout (una forma muy fina que tiene
Google de llamar al videochat en directo), a su hora.
Lo
gracioso de el vídeo es ver los diferentes “fondos” de cada uno
de los participantes, con nuestros respectivos micrófonos y caótica
organización casera, mientras Justin nos observaba desde la suite de
su hotel en Estados Unidos, apoyándose cómodamente sobre el piano.
Ahh el estrellato...
Y
eso es todo por ahora, en breve (espero) hablaremos sobre un grupo de
Rock nacional que no tardará en partir la pana... ¿Amiguismo?
Nahhh, sólo un poco...
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