Siempre
está bien empezar un artículo ÉPICO con una referencia – aunque
sea velada – a Terry
Pratchett. Bien, si nos atenemos a lo que dice la última entrada
del blog, no he actualizado desde Agosto del 2015, lo cual, en
términos de Internet es como decir que no he actualizado desde el
siglo pasado. Así que para desquitarme lo cuento todo, TODO (bueno,
a lo mejor no todo) en este resumen de lo que no han sido mis
vacaciones.
This
is Music
Bueno,
tengo apilados al lado del notebook los seis números del This is
Rock cuyos entresijos me he dejado sin explicar. Llegados a este
punto podríais pensar que esto es ya un poco el colmo: Suelo contar
estas historias cuando al menos existe una mínima posibilidad de
conseguir el número “vigente” en las estanterías. Bueno,
siempre os queda el pedir números atrasados en la web de la revista
o esperaros a mi excelso (y tan cacareado) libro que resume todas mis
entrevistas y conciertos.
Empecemos
por el número 133, con ese Bruce Dickinson potente (y
afortunadamente recuperado de un cáncer) acompañado por un
desafiante Steve Harris en la portada. Nada más ponerme a repasar
las páginas me he dado cuenta de la cantidad de recuerdos agridulces
que contiene este número, y si vosotros también lo tenéis cerca,
os resultará fácil imaginar los motivos. Sí, sobre todo me refiero
a Chris Squire.
Hay
un buen montón de homenajes que quiero escribir para el blog: Terry
Pratchett, H.R. Giger y lógicamente, el propio Squire están entre
ellos. Por un lado me resisto porque tendría que inventarme horas al
día para hacerlos, por otro, tampoco quiero que el bitácora se
transforme en una serie de panegíricos, pero teniendo en cuenta
todas las perdidas acumuladas (cuando empecé a escribir esto Lemmy y
Bowie seguían vivos), creo que tampoco hay muchas opciones.
En
todo caso, recuerdo que los días alrededor de la llamada
internacional que tenía que ponerme en contacto con el bajista
fueron precedidos de diversas tensiones personales – una vez más,
esto no es “Fran os cuenta su vida”-, y teniendo en cuenta el
caos que fue la anterior entrevista con Chris, tampoco llegué yo muy
católico a la conversación. A pesar de todo, y de la brevedad de
nuestro encuentro telefónico, acabé razonablemente contento, y
recuerdo que The Fish (sobrenombre que se ganó el músico por sus
largas horas en la bañera comunal de Yes en los días que compartían
techo) se rió con un par de mis tonterías.
Lamentablemente,
al poco de esta conversación supimos que Squire estaba gravemente
enfermo con una tipo de leucemia no muy común. Con todo, había un
cierto resquicio para la esperanza, aunque para cuando la entrevista
se publicó, uno de los mejores bajistas, cantantes y compositores
del Progresivo (y por tanto, de la historia de la música), estaba ya
muy cerca de abandonarnos. Cuán extraño es haber sido uno de los
últimos que lo entrevistara y más extraño aún es que el motivo de
nuestra conversación fuese el glorioso pasado de su banda, cuando él
siempre fue un hombre al que le gustaba vivir en el momento.
Para
aquellos que quieran a recordar a Squire en toda su imperfecta gloria
como dinámico señor de las cuatro cuerdas, ahí tenéis “Progeny:
Seven shows from 72”. Para recordar su magia, tenéis cientos de
horas de música más repartidas en múltiples discos, colaboraciones
y vídeos.
Descanse
en paz.
Satriani
le gusta a tu hermano
Para
mí, Joe Satriani siempre ha sido el típico artista que le gustaba
al hermano mayor de tu colega, lo cual es meramente una cuestión
generacional. A fin de cuentas, el disco que lo puso definitivamente
en el mapa, “Surfin' with the alien”, data de 1987, así que
pillaba a buena parte de mis coetáneos más cerca de jugar con los
Masters del Universo que flipándolo con los recorridos por el mástil
que pudiera ejecutar el bueno de Satch.
Cuando
empecé a meterme un poco en el mundo de los guitarristas virtuosos,
fue con no pocos reparos. Frente a las portadas de romanticismo añejo
del “Selling England by the pound” (1973) de Genesis, o
cualquiera de los diseños de Roger Dean para Yes (y aledaños), o
incluso el “divertido cague” - a falta de una expresión mejor –
que provocaban las portadas de Iron Maiden con un Eddie al frente en
diversas vicisitudes, el ver a gente como Yngwie Malmsteen en lo que
él pensaba que era una postura desafiante con
dragones al fondo... pues como que me echaba un poco para atrás.
Y
no era para menos, Malmsteen, junto con Steve Vai y Satriani formaron
esa especie de triada sagrada de guitarristas Hiperrapidos (a la que
algunos añadirían a Eddie Van Halen e incluso, por motivos que
nunca comprenderé, a Slash o Kirk Hammet), que impusieron en la
cabeza de pocos que, o interpretabas a toda pastilla con el tapping
como santo y seña, o no sabías tocar la guitarra.
Por
supuesto, esta es la típica actitud de “ser más papistas que el
Papa”, y por lo que he podido saber, estos músicos son mucho más
abiertos de miras que buena parte de sus fans. Pero tampoco nos
engañemos, por mucho que Satriani haya grabado algunas canciones
cantadas por él, lo suyo nunca va a ser el pop facilón.
Supongo
que en una visión global, me gusta más la carrera de Vai y admiro
su espíritu payasete de dar todo el espectáculo posible en sus
conciertos, pero admito que tanto él como algunos de los músicos
mencionados hasta ahora tienen algunos momentos musicales que,
francamente, me resulta complicado aguantar.
Cuando
me “tocó” escuchar “Shockwave Supernova” (lo último de
Joe), andaba un poco preocupado, ya que para mí los discos de
Satriani pueden caer en la categoría de “coñazo insoportable”,
- “Joe Satriani” de 1995, lo siento, lo intenté, pero no puedo
con ese álbum – o en el de “sorpresa más que agradable”, como
el “Time machine” (1993) ¡Y eso era una colección de descartes!
Para que ustedes se fíen después de mi criterio...
Pero
ya sea por la inclusión de un músico tan loco como Mike Keneally o
por incluir a la sección rítmica de The Aristocrats, lo cierto es
que la última grabación de Satriani es magnifica, si acaso, y por
una vez, me hubiera gustado que, teniendo a ese plantel ayudando,
acabara desplegándose con un tema largo de esos que acaban rompiendo
alguna cuerda al final, con todos los desarrollos instrumentales de
los que son capaces estos monstruos de la música.
Y
si todo esto no fuera suficente ¡Satch parece un buen tipo! Él y su
gente accedieron a nuestra petición de tenerle 40 minutos al
auricular para darle el coñazo con mis preguntas y dio respuestas la
mar de interesantes, incluyendo el certificado de defunción de su
supergrupo Chikenfoot, en el que comparte escenario con Chad Smith
(Red Hot Chilli Peppers) y Sammy Hagar (Van Halen). Una lástima, y
una lástima también que me tuviera que perder su gira española,
pero hablaremos de los motivos más adelante...
Mi
colega Jackson
Estoy
seguro de que si usted es asiduo de este blog (si semejante cosa
existe) tiene muchas papeletas para sentirse identificado con lo
siguiente: hay momentos, durante un concierto, en los que uno
experimenta una felicidad absoluta, en los que todo, la música, las
voces, el lugar, la acústica, el momento... todo confluye. Y eso es
lo que servidor experimentó en el magnifico teatro BARTS de
Barcelona cuando el gran, GRAN, Jackson Browne, interpretó “The
birds of St. Marks” de su último “Standing in the breach”
(2014).
Mi día de los malos pelos y el bueno de Jackson |
Reconozco
que en ese sentimiento influyó mucho que el señor Browne me cae muy
bien, no sólo por tener un corpus creativo envidiable, sino porque
como persona me cae aún mejor – de nuevo, si es que eso es posible
– ya que desde que lo entrevisté el año pasado hemos mantenido
una cordial correspondencia por vía de su asistente personal. Aún
hoy lo flipo (me temo que no encuentro palabra mejor), con el nivel
de compromiso que tiene este hombre con sus ideas, por eso, supongo,
no faltó a felicitar a los barceloneses por su recién elegida
alcaldesa... Aunque a mí me parecía una señora mucho más
razonable antes de publicar tweets a la altura de Willy Toledo
aprovechando el día
de la Hispanidad.
Si
el concierto no había sido ya gozada suficiente, Jackson – supongo
que a estas alturas lo puedo tutear, aunque sea por escrito -, me
había dejado unos pases de pos concierto en la taquilla, los cuales
compartí con mi compañero de la This is Rock, Tomás Bonilla, quien
escribió la más que recomendable crónica del concierto. (Por mucho
que me guste escribir, a veces es un lujo hacer fotos de las primeras
canciones y que después te pongan un asiento para disfrutar sin
tener que ir apuntando cosas).
El
señor Browne no tardó en salir a saludar a los fans y amigos que lo
esperaban en el patio de butacas, algo que ya dice mucho de la clase
que tiene un artista de su talla. Jackson ha vivido durante bastante
tiempo en Barcelona, así que había un buen contingente de caras
conocidas para él. De nuevo, me impresionó el amor y respeto que le
profesan esa gente que, de alguna manera, ha sido impactada por su
obra o su personalidad. Tal y como escribí en un tweet, de mayor
quiero ser como él. Por supuesto, no fui el único que le llevaba un
regalo – hey, el tipo se había gastado los cuartos en mandarme
libros desde Los Angeles, algo tenía que darle -, de hecho, tan
acostumbrado parece a recibir cosas de sus fans que el tour manager
andaba detrás suya recogiendo todos esos trozos de afecto hechos
objeto que iban pasando por las manos del músico. Una noche genial.
Bonustrack:
A ritmo de Naxo
Aunque nunca he llegado a
las cotas de “cinéfago” de algunos de mis amigos, me gusta mucho
el cine. En un mundo como en el que vivimos ahora, en el que ni
siquiera todos los miembros de la élite intelectual han leído los
mismos libros – y no creo que “50 sombras de Grey” o “El
codigo Da Vinci” es lo que leería esa supuesta aristocracia
intelectual para después comentarlos -, el cine se ha revelado
siempre como uno de los bienes culturales que DE VERDAD parecen estar
al alcance de la mayoría de la población.
Demonios,
a veces da la impresión de que hablar de cine es casi tan divertido
como ver las propias películas, sino más. Y si no es así, no creo
que nadie se explique cómo es que existan tantas revistas, podcasts
y programas de televisión sobre el tema...
“La
hora de Ving Rhames” no era, en todo caso, lo que se pueda
llamar un programa radiofónico sobre cine al uso. De hecho, como ha
revelado su principal
artífice en alguna ocasión, aquello empezó como algo mucho más
serio para después transformarse en una payasada continua.
Pero
esas payasadas, ese espíritu de “todovale”, heredado (como bien
ha explicado, también en alguna ocasión el señor Victor Olid) del
primigenio “Sin audiencia”,
le ha granjeó bastante seguidores al mismo tiempo que generaba
detractores... pero como “La hora...” era un trolleo en sí
mismo, (por no decir un ejercicio en trollear) pues cualquier intento
de socavar el programa tenía que conformarse con ser una patochada
más.
Algún
día – o no – hablaré con más profundidad de “La hora...”
pero sólo puedo decir que el “Especial Marvel” con Viruete y el
gran Paul Michael Cope (o como coño se escriba, total, tampoco era
su auténtico nombre) como sparring formó parte de la banda sonora
que me mantuvo cuerdo durante cierto viaje a
Murcia...
Tras
el fin de “La hora de Ving Rhames”, algunos nos quedamos un poco
huérfanos de un programa que fuese tan burro como aquel, y mira que
servidor ya escucha cosas que de vez en cuando son bastante bestias –
Game Over, Vuelo
180, Tiempo
de Culto, Tú no
has tenido infancia -, pero al señor Olid también le gusta
demasiado hablar de cine (o de casi cualquier cosa) delante de un
micrófono.
Así
pues, no tardamos en tener “El
hijo del aprendiz de Satanás”, que casi se podría definir
como “La hora de Ving Rhames con Skype añadido”, aunque el hecho
de grabar tantos programas seguidos – un modus operandi que Victor
explica cada vez que puede, como también le gusta contar cierta
anécdota sobre el rodaje de “Cuentos asombrosos” -, hace que la
escucha se vuelva un poco caótica de vez en cuando. El especial
sobre Miguel Bosé es una de las cosas que más risas tontas puede
provocar durante su escucha, nunca tanta crueldad innecesaria se
había concentrado en un MP3. Yo a veces no sé si de hecho me rio de
la propia capacidad del trío protagonista para decir tantas
barbaridades en lugar de reírme de las barbaridades en sí.
Pero
como, efectivamente, “El hijo...” está deviniendo en una cosa
tan iconoclasta como la propia Hora de Ving Rhames, era necesario un
programa que realmente hablara de cine y no se redujera a
chascarrillos baratos. “Aquí
vale todo” ya llevaba tiempo como un blog de críticas de cine
en el que Naxo Fiol, Arantz Juanes y Victor Olid reseñaban todo el
cine – comercial, marginal, subterraneo, directo a vídeo, grandes
estrenos – que se les ponía por delante. Así que era sólo falta
de tiempo que se acabara adaptando al formato podcast.
Aunque
en un principio contó con una regularidad tan raquítica como el
propio “Hijo de...” con el tiempo se han estabilizado a un
programa quincenal (más o menos) y con una duración que puede
oscilar entre los 60 minutos – algo que, me temo ya sólo queda
para los especiales auto-bombo – o las 3 horas con absoluta
tranquilidad.
Por
supuesto, si usted, como yo, tiene la clase de trabajo que implica
conducir MUCHO, el tener algo de compañía virtual en forma de voces
habladas es siempre reconfortante. Incluso para mí resulta necesario
desconectar de vez en cuando de la música, y lo cierto es que la
radio convencional a veces no es buena acompañante. Me flipa la
radio, literalmente, pero muchos programas “convencionales” son
tan sólo un trasiego por lugares comunes (y no me refiero sólo a
los de cine), tanto es así, que cuando uno se encuentra un oasis de
información sobre temas que de verdad le resultan a uno
interesantes, pues hasta 3 horas saben a poco.
“Aquí
vale todo”, tal y como indica su nombre, lo trata TODO: habla del
cine más comercial, de films salidos de la factoría Marvel, comedia
de casi cualquier nacionalidad, de mucho cine de género... A veces
cine de género muy subterráneo, otras no tanto. Las dos personas
que completan el elenco del programa son Aratz Juanes y Naxo Fiol.
Los tres integrantes del AVT podcast son “cortometrajistas
underground” (por decirlo de alguna manera), además de creadores
de fanzines e incluso en el caso de Victor y Naxo, músicos (bueno,
el primero hace rap y el segundo tuvo una breve experiencia como
cantante punk).
Entre
el fin de “La hora....” y el principio de “El hijo...” / “AVT
podcast”, Olid pasó por unas cuantas experiencias vitales que
habrían hecho trizas al más pintado, pero cual Ave Fenix – o mala
hierba, dependiendo de cómo le caiga el hombre -, Victor ha seguido
adelante y ha montado su pequeño emporio (de nuevo, por llamarlo de
alguna manera) con el apoyo de otros locuelos como él. Dicho emporio
tiene el nombre de “Vials
of delicatessen”.
En
“Vials” se publican DVDs,CDs, libros y (ahora) cómics que
trasladan al mundo físico las inquietudes, los exabruptos y las
locuras que pertenecen a ese lado de la “subcultura” que ni el
freak más recalcitrante ni el hipster más
necesitado de atención reivindicarían. Colecciones de cortos
absurdos perpetrados por nuestro trío protagonista o gentes afines
(Gallardo en modo SuperEstrella), obras inéditas de Jess Franco
(¡Jess Franco! ¡Fascinación y reparo al mismo tiempo!), un
documental sobre Victor Israel, un libro sobre el cine de Pajares y
Esteso, etc...
Antes
de viajar a Barcelona para ver a Browne en concierto, había recibido
el (entonces) último ejemplar del fanzine “Suburbio” que publica
el señor Fiol. Como Don Naxo hace un seguimiento bastante cercano de
cada ejemplar una vez que sale de la enorme nave industrial desde la
cual dirige la sección catalana de “Vials” (er, entiendo que
ustedes entenderán que lo de la nave es broma) a base de emails para
el destinatario (“Oye, avísame cuando te haya llegado”), pues
entablé una conversación con él que me llevó a proponerle una
entrevista para mi raquítico canal de Youtube.
Así que, haciendo honor
a mi (más bien falsa) fama de adicto al trabajo, quedé con el señor
Fiol para grabar una conversación que luego iría montando con
trozos de las películas de las que (seguro) íbamos a hablar. Ergo,
ahí lo tienen, casi una hora de charleta sobre pasión por el cine
en todas sus formas... no todas agradables para según qué
sensibilidades.
The
ballad of Fran and H.
Cerrando
mis colaboraciones del número 133 de la This is Rock, mi crónica de
uno de los conciertos más esperados por un servidor. El regreso de
Steve Hogarth a Gibraltar. Como ya los compañeros de Vicisitud ySordidez han explicado todo lo que había que explicar sobre el tema
llanito, no me extenderé más al respecto.
La
cosa es que de Gibraltar siempre tengo buenos recuerdos. Yo mismo
enrolé a unos cuantos compañeros hace años para filmar el primer
concierto de Hogarth en la cueva de St. Michael – tal y como
comento Steve durante éste último recital, “un sitio que parece
salido de una portada de Roger Dean” -, aunque el resultado final
no cumpliese las expectativas. Eso sí, me aseguré de que las cintas
acabasen en poder de H ¿Acabarán algún día en alguna antología
audiovisual del cantante de Marillion? Yo no aguantaría la
respiración...
También
fue el lugar elegido por Marillion para el arranque de su gira para
promocionar su “Somewhere else” (2007), en lo que fue un
concierto espectacular, aunque claro, qué voy a decir yo. El hecho
de saludar a Pete Trevawas bajando por la calle principal de camino
al palacio de deportes es uno de esos tontos detalles que me
recuerdan que Marillion no es tan sólo una de las mejores bandas del
universo, sino también que la componen algunos de los tipos más
normales y sanotes (dentro de lo que cabe) del RUACK.
Esta
última visita de H tenía el aliciente de contar con Dave Gregory
(XTC, Tin Spirits) como apoyo a la guitarra y de su hijo, Nial
Hogarth a la percusión. Aunque tal y como comento en mi crónica
del show, la cosa se acabó transformando en una reunión familiar,
ya que Sophia Hogarth – hijísima – se subió al escenario para
cantar el “Ruby Tuesday” de los Rolling.
Como
siempre, es estremecedor escuchar la voz de Hogarth, sobre todo
cuando interpreta canciones que uno no se espera como el “Message
to my girl” de Split enz (gracias, señor H, ahora no me la puedo
sacar de la cabeza), o el Wichita lineman de Glen Campbell, o...
prácticamente cualquier cosa. El único momento en el que perdió a
parte del público fue cuando se puso a leer parte de sus diarios a
una audiencia que no era 100% británica ni completamente ducha en
el idioma británico.
Por
cierto, dichos diarios han sido publicados en dos partes - “The
invisible man diaries” - y aunque su lectura puede resultar un poco
repetitiva, son una visión fascinante sobre la vida de un músico
que se une a un grupo de éxito, éxito que se va extinguiendo poco a
poco, que tiene que compatibilizar el hecho de ser un padre de
familia, con el recorrer la carretera, la adulación de los fans, un
matrimonio que se desintegra, las anécdotas de las giras, el
encontrar un nuevo amor, comprar una casa y tener que pedir prestado
a los colegas...
Y
si alguien que estuvo en el concierto se pregunta quién fue el que
pidió a Hogarth que tocase “Toxic” y el músico le respondió
con el muy inglés gesto de los dos deditos... erm... fuí yo.... ¡En
su momento me pareció gracioso! Debería haber gritado “Lost at
sea”, en fin, forgive, forgive...
Y
entonces van, y pasan cosas. (TiR 134)
El
año pasado, mi amigo Noné y yo tocamos “Wild wood” en el que
concierto que di (dimos) en Coria del Rio. Fue una concatenación de
alegres coincidencias: yo había puesto un vídeo de Weller en mi
muro de Facebook, la gente empezó a comentar lo bueno que era el
ex-cantante de The Jam, a compartir otras canciones, y en uno de esos
ensayos – en los que nos pasamos más tiempo escuchando música
ajena que tocando lo que se supone vamos a tocar -, Noné me saltó
con “Wild wood”.
Pasan
los meses, y estoy estrechando la fuerte – bastante fuerte para un
tipo de su edad – mano que compuso esa canción. La entrevista con
Weller fue una de esas cosas que se estuvieron debatiendo hasta el
último segundo, todo dependía de los huecos entre la prueba de
sonido, el concierto y... bueno, la cena, que Paul funciona con
horario inglés, recordemos. Así que hasta más o menos el día
antes no sabía si iba a tener que coger un tren para charlar (y ver
en directo) a uno de los compositores de Rock y Pop más importantes
de la historia.
¿Cómo
fue? Pues tal y como le comenté a la compañera de Live Nation: “¿Te
acuerdas del capitulo de los Simpson en el que a Bart no le dejan ver
la película de Rasca y Pica? Bart le pregunta a Lisa que cómo ha
estado, después de que ella haya podido ir al cine y le responde
pssst. Entonces Bart le
insiste para que se sincere con él y ésta le responde HA
SIDO LA MEJOR PELI DE LA HISTORIAAAAAAA (o
algo así)”.
Pues más o menos igual,
aunque la audiencia con Weller fue corta, creo que la entrevista que
se ha publicado es un buen testimonio de todo el jugo que servidor le
puede sacar a una charla. Aunque esté mal que yo lo diga, canela
fina, señores...
Sobre el concierto, poco
tengo que decir, además de contar con unos teloneros de lujo – que
hasta se marcaron una versión de The Jam – fue la clase de recital
en el que un músico encuentra el equilibrio perfecto entre tocar sus
clásicos -uf, ese “You do something to me” -, el nuevo material
– si “Saturns Pattern” no es la mejor canción para levantarse
por la mañana con energía,que baje Dios y lo vea -, y el repertorio
hecho para mandar a los fans fuera de la sala con un sonrisa de oreja
a oreja. Sino, a ver quién se explica ese final apoteósico con
“This town called Malice” con toda La Riviera pegando botes.
Xátiva,
quiero ser como tú
A veces, uno no puede más
que sentir otra cosa que envidia sana cuando entrevista a bandas
noveles, y mientras más hablaba con Juan “Doc” Giner, esa
sensación se fue acrecentando. A ver, tienen una banda en la que
todos los miembros tienen muchas influencias en común, viven todos a
un paseo de distancia de los otros y encima el ayuntamiento de su
ciudad les pone un sitio donde ensayar. En otras palabras, lo que me
habría gustado a mí tener con su edad. Y cuando escribes cosas así
es cuando te das cuenta de que REALMENTE te haces mayor. Eso y el
hecho de pasarte más rato mirando lavadoras y frigoríficos que los
distintos packs de venta de la Xbox One.
Noah Histeria es el
nombre del grupo del señor Giner y es una interesante mezcolanza de
Progresivo, Metal y letras en castellano que poco a poco se está
haciendo un hueco en la escena nacional. Mantuvimos una interesante
conversación por teléfono que acabó (de forma muy resumida) en el
número 134 de la revista así como en el primer (y último por
ahora) ejemplar de RockDuro.
Prog
is my bussiness... and bussiness is good
Va a sonar a tópico,
pero una de las cosas que más me gustan de colaborar con This is
Rock es que me da la oportunidad de hablar con gente de otros países
y culturas de temas interesantes (especialmente, su música), algo
que, como ustedes ya saben, a falta de viajar por todo el mundo,
sirve como cura para la tontería y los nacionalismos. Aunque sé de
gente que por mucho que viaje, sigue siendo igual de rancia... cosas
de la vida.
Hablar con Mariusz Duda –
cantante, bajista y a todas luces Lider Supremo de los polacos
Riverside – me sirvió para recordar los años en los que veíamos
al bloque del Este europeo (y más allá) como una amenaza temible a
la que eliminar. En lugar de ver la realidad, al pueblo que las
pasaba canutas porque tras una revolución, los dirigentes habían
decidido malentender el comunismo para transformarlo en la versión
más temible de las dictaduras absolutistas. Con comités de por
medio, eso sí.
Escuchar a Mariusz
hablando de ir a los mercados para poder pillar alguna cinta grabada
con música (en Polonia, si existían las tiendas de discos durante
los 80, es harto improbable que vendiesen decadentes discos de Rock
occidental) me recordó que, siempre, no importa dónde estés, hay
un mundo completamente a unas pocas horas de vuelo. O a una media
hora andando.
Por lo demás, “Love,
fear and the time machine” es un trabajo notable cuya escucha
recomiendo encarecidamente. Sé que a más de uno le ha dado un poco
de sueño – desde luego es más suave que sus grabaciones
anteriores -, pero estoy bastante seguro de que después de la
primera escucha irán volviendo a él.
Y de Polonia a Estados
Unidos, desde allí me llamó por teléfono el gran Alan Morse,
guitarrista de los irredentos Spock's Beard. Aunque me encanta como
músico (sigo pensando que es uno de los guitarristas más
infravalorados de la historia), Alan es un hueso duro de roer como
entrevistado, personalmente creo que Ted Leonard (cantante), habría
sido una mejor elección, pero, cosas del dire de la revista... Con
todo, tuvimos un momento de recuerdo para el gran Chris Squire (Alan
había tocado con él para el concierto aniversario de Rickenbacker)
y acabamos con una entrevista bastante apañada.
De hecho, una de las
cosas de las que hablamos fue de la mala suerte que había tenido el
grupo con España. Eran uno de los nombres anunciados para el
festival Finisterrae de 2013, pero este se canceló a última hora,
algo que no impidió a Alan venirse a tocar, aunque fuese en un bar
sumándose los demás músicos que ya tenían comprando el billete de
avión o se encontraban ya en nuestro país de gira. Señalo esto
porque Spock's Beard es una banda que me gustaría ver en cualquier
próxima edición del Be Prog!
Porque, efectivamente,
allí que me planté, cámara en mano, para hacer crónica visual y
escrita (la escrita con el apoyo de mi colega Tomás Bonilla) de esta
nueva edición del festival Progresivo más grande con el que cuenta
nuestro país. Fue un día agotador, que abrió con los propios
Riverside a una hora prácticamente indecente para tocar Rock, sea
Progresivo o no. Las 16:30.
Como mi entrevista con
Duda fue después del festival, pudimos hablar de la actuación (muy
alucinante desde cualquier punto de vista) y éste me confesó que
aunque es cierto que había salido genial, él había subido al
escenario con algo de acojone porque la última vez que la banda
había tocado bajo un sol de justicia todo lo que podía ir mal, fue
mal.
No voy a contar mucho más
del festival porque ya existe una crónica (de hecho, la buena gente
de Madness Live la compartió en su Facebook), pero baste decir que
todo fue todo lo bien que cabría esperar. La única queja que se me
ocurre y es algo de lo que hablé con Tim Bowness hace poco es... que
creo que no me gustan los festivales, ni siquiera los de Progresivo.
A ver, disfruté como un
enano, ni siquiera el hecho de que a última hora los IQ (para mí,
uno de los acicates del cartel) se cayeran y fueran sustituidos por
Vincent Cavanagh en formato acústico pudo empañar una programación
envidiable. La cosa es que tantos grupos, tan seguidos acaban
agotando y uno no puede disfrutar tanto como le gustaría. Supongo
que prefiero ver a un artista tocar con su propio equipo y darse el
gusto de poner a prueba todo su set en lugar de versiones reducidas
de sus conciertos. Y si nada lo impide, repetiré en este 2016.
Es también probable que
yo andase un poco mosca porque era consciente de que al día
siguiente me iba a tocar coger un avión temprano para volver a
Sevilla, dormir todo lo que pudiese y después coger el coche para
ver a Sting en Córdoba. Sé lo que estáis pensando, “pobre Fran,
que se estresa tanto con ir a conciertos de puta madre”. Ya, ojalá
siempre tuviese esa clase de problemas todo el tiempo...
Volví de la tierra de
los califas con más sueño que un gatito al lado de una estufa y con
sentimientos encontrados. De nuevo, ya existe una crónica del
concierto en la revista, tan sólo decir que me dio mucha alegría
ver a David Sancious sobre un escenario después de haberle hecho una
entrevista hace unos años y que ojalá el de Newcastle hubiese
tocado algún tema de “The last ship”, porque de verdad que creo
que está entre lo mejor que ha hecho en toda su carrera. En fin...
Y
UN DÍA TE LLAMA TONY BANKS AL MÓVIL (OTRA VEZ)
Si a mí me ofrecen otra
oportunidad para charlar con Tony Banks, qué quieren que les diga,
yo aparto el día que haga falta para semejante menester. Oír desde
el otro lado de la línea telefónica a Tony de nuevo fue, como se
pueden ustedes esperar, magnífico, y aunque le prometí al pobre no
engancharlo durante tanto tiempo como la vez anterior... pues
acabamos con 45 minutos de charleta, vamos, hasta que la garganta del
mítico teclísta aguantó. Y eso que accedió a grabar un saludo
para el programa de radio de la revista.
Lo más gracioso fue mi
manera de pedírselo y su forma de responder, “¿Puedo pedirle un
favor?”, respuesta: “Posiblemente”. Muy inglés, supongo.
El motivo para la
entrevista en este caso fue la edición de “A chord too far”, el
cofre de 4 Cds que recopila la magnifica carrera en solitario de
Tony. Os puedo asegurar que la escucha de semejante corpus creativo
no se me hizo en ningún momento pesada (por mucho que el diseño de
estos cofres no incluya la palabra “comodidad” en su descripción
del manejo) y me sirvió para recordar un montón de buenos momentos
en los que me ha acompañado su música.
Por eso, cuando escuchas
de boca del propia artista lo triste que han sido algunas de las
ventas de sus álbumes se le cae a uno el alma a los pies. De verdad
que a mí no me termina de caber en la cabeza que un señor que está
(o estaba) en el mismo grupo que Phil Collins no haya coseguido en
algunas ocasiones el pasar la barrera de las 1.000 copias. Eso es un
golpe bajo.
Todo hay que decirlo, no
creo que se deba exclusivamente cosa del publico o de la
discográfica, Tony siempre ha sido una persona un tanto tímida (una
timidez que para algunos pasa por altivez) y sin alguien como Collins
o Peter Gabriel, el promocionarse a sí mismo siempre le ha resultado
un poco difícil. Una lástima porque en esos cuatro discos (y en las
futuras reediciones que van a venir de mano de Esoteric / Cherry Red)
hay temazos ¡A por ellos en cuanto salgan, copón, copín y copete!
A
veces sólo escribo reseñas... otras veces... pues no.
Las cosas estuvieron
tranquilas en mi frente para el número 137, salvo algunas reseñas
de discos – pueden encontrar algunos ejemplos a lo largo de esta
entrada, así como de otros álbumes reseñados por un servidor en
otros números -, pero la diversión vuelve para el número 138.
He de confesar que antes
de que se planteara una entrevista con el grupo, yo no había hecho
nunca mucho caso a Edison's Children. Sabía que era “la niña de
los ojos” de Pete Trewavas (bajista de Marillion a quién ya he
entrevistado en un par de ocasiones anteriormente), y que sus discos
habían gozado de una buena acogida por parte de los fans de
Marillion.
Pero fue zambullirme en
sus discos y descubrir mucha y buena música, así que cuando al
final las agendas de Pete, Erick Blackwood (guitarrista y al igual
que Trewavas, cantante del grupo) y de un servidor cuadraron, gracias
a la magia del Skype nos pudimos sentar para una entrevista
transatlántica (ah, qué fino puedo llegar a hilar) entre España,
Reino Unido y Estados Unidos.
El resultado final de los
90 minutos (sí, me cagué literalmente encima cuando me di cuenta
de todo de lo que tenía por transcribir) son 6 paginazas en las que
podéis descubrir muchos detalles sobre este grupo. Por otro lado,está mi entrevista por email (estaban de gira y con poco tiempo
disponible) a los tres Aristocrats, esto es, Marco Minneman, Bryan
Beller y Guthrie Govan o lo que es lo mismo, los tres músicos más
incalificables de los últimos años que cuando se juntan crean
música instrumental de alto octanaje. Casi na.
Y para seguir con algo
más de calma, en el número 139, de nuevo, me encargo sobre todo de
reseñar álbumes y de una entrevista con, oh sorpresa, uno de los
artistas cuya obra reseño. Fue otra de esas entrevistas por correo
electrónico (esta vez por falta de tiempo por mi parte) con ese
virtuoso de las 6 cuerdas que es Eric Baule, quien presenta un disco
alejado de su “banda madre”, Moonloop.
Culminando todo este
periplo vital, decir que en los últimos meses las cosas no han
estado en absoluto tranquilas en el frente “propiamente” musical
de uno. Sí, amigos, me he integrado en no sólo una, sino DOS
bandas, las cuales tendrían que haberse estrenado en directo
(contando conmigo al menos) el pasado 4 de Octubre cuando servidor
cumplió años. Y que es el motivo por el que desistí de ir al concierto de Satriani... además, ya llevaba muchos viajes "concertiles".
Por vicisitudes de la
vida, la cosa se quedó en un set reducido de “12 canciones
tristes” y en el estreno de la banda de Rock Clásico llamada
Grial, véanlo en este ÉPICO vídeo:
Al poco, por fin pude
estrenarme con la otra banda, el grupo de versiones Bitácoras, ya
saben, hagan un “me gusta” en su perfil de Facebook y no dejen de
hablarle a todos sus colegas, amigos, conocidos y familiares de la
existencia de estas dos bandas que seguro vamos a dar mucha guerra en
los próximos tiempos...
Y esto es todo por
ahora... ¡POR AHORA!
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