lunes, 18 de enero de 2016

LO QUE NO HICE EN MIS VACACIONES



Siempre está bien empezar un artículo ÉPICO con una referencia – aunque sea velada – a Terry Pratchett. Bien, si nos atenemos a lo que dice la última entrada del blog, no he actualizado desde Agosto del 2015, lo cual, en términos de Internet es como decir que no he actualizado desde el siglo pasado. Así que para desquitarme lo cuento todo, TODO (bueno, a lo mejor no todo) en este resumen de lo que no han sido mis vacaciones.

This is Music

Bueno, tengo apilados al lado del notebook los seis números del This is Rock cuyos entresijos me he dejado sin explicar. Llegados a este punto podríais pensar que esto es ya un poco el colmo: Suelo contar estas historias cuando al menos existe una mínima posibilidad de conseguir el número “vigente” en las estanterías. Bueno, siempre os queda el pedir números atrasados en la web de la revista o esperaros a mi excelso (y tan cacareado) libro que resume todas mis entrevistas y conciertos.



Empecemos por el número 133, con ese Bruce Dickinson potente (y afortunadamente recuperado de un cáncer) acompañado por un desafiante Steve Harris en la portada. Nada más ponerme a repasar las páginas me he dado cuenta de la cantidad de recuerdos agridulces que contiene este número, y si vosotros también lo tenéis cerca, os resultará fácil imaginar los motivos. Sí, sobre todo me refiero a Chris Squire.



Hay un buen montón de homenajes que quiero escribir para el blog: Terry Pratchett, H.R. Giger y lógicamente, el propio Squire están entre ellos. Por un lado me resisto porque tendría que inventarme horas al día para hacerlos, por otro, tampoco quiero que el bitácora se transforme en una serie de panegíricos, pero teniendo en cuenta todas las perdidas acumuladas (cuando empecé a escribir esto Lemmy y Bowie seguían vivos), creo que tampoco hay muchas opciones.



En todo caso, recuerdo que los días alrededor de la llamada internacional que tenía que ponerme en contacto con el bajista fueron precedidos de diversas tensiones personales – una vez más, esto no es “Fran os cuenta su vida”-, y teniendo en cuenta el caos que fue la anterior entrevista con Chris, tampoco llegué yo muy católico a la conversación. A pesar de todo, y de la brevedad de nuestro encuentro telefónico, acabé razonablemente contento, y recuerdo que The Fish (sobrenombre que se ganó el músico por sus largas horas en la bañera comunal de Yes en los días que compartían techo) se rió con un par de mis tonterías.



Lamentablemente, al poco de esta conversación supimos que Squire estaba gravemente enfermo con una tipo de leucemia no muy común. Con todo, había un cierto resquicio para la esperanza, aunque para cuando la entrevista se publicó, uno de los mejores bajistas, cantantes y compositores del Progresivo (y por tanto, de la historia de la música), estaba ya muy cerca de abandonarnos. Cuán extraño es haber sido uno de los últimos que lo entrevistara y más extraño aún es que el motivo de nuestra conversación fuese el glorioso pasado de su banda, cuando él siempre fue un hombre al que le gustaba vivir en el momento.



Para aquellos que quieran a recordar a Squire en toda su imperfecta gloria como dinámico señor de las cuatro cuerdas, ahí tenéis “Progeny: Seven shows from 72”. Para recordar su magia, tenéis cientos de horas de música más repartidas en múltiples discos, colaboraciones y vídeos.

Descanse en paz.

Satriani le gusta a tu hermano

Para mí, Joe Satriani siempre ha sido el típico artista que le gustaba al hermano mayor de tu colega, lo cual es meramente una cuestión generacional. A fin de cuentas, el disco que lo puso definitivamente en el mapa, “Surfin' with the alien”, data de 1987, así que pillaba a buena parte de mis coetáneos más cerca de jugar con los Masters del Universo que flipándolo con los recorridos por el mástil que pudiera ejecutar el bueno de Satch.



Cuando empecé a meterme un poco en el mundo de los guitarristas virtuosos, fue con no pocos reparos. Frente a las portadas de romanticismo añejo del “Selling England by the pound” (1973) de Genesis, o cualquiera de los diseños de Roger Dean para Yes (y aledaños), o incluso el “divertido cague” - a falta de una expresión mejor – que provocaban las portadas de Iron Maiden con un Eddie al frente en diversas vicisitudes, el ver a gente como Yngwie Malmsteen en lo que él pensaba que era una postura desafiante con dragones al fondo... pues como que me echaba un poco para atrás.



Y no era para menos, Malmsteen, junto con Steve Vai y Satriani formaron esa especie de triada sagrada de guitarristas Hiperrapidos (a la que algunos añadirían a Eddie Van Halen e incluso, por motivos que nunca comprenderé, a Slash o Kirk Hammet), que impusieron en la cabeza de pocos que, o interpretabas a toda pastilla con el tapping como santo y seña, o no sabías tocar la guitarra.

Por supuesto, esta es la típica actitud de “ser más papistas que el Papa”, y por lo que he podido saber, estos músicos son mucho más abiertos de miras que buena parte de sus fans. Pero tampoco nos engañemos, por mucho que Satriani haya grabado algunas canciones cantadas por él, lo suyo nunca va a ser el pop facilón.

Supongo que en una visión global, me gusta más la carrera de Vai y admiro su espíritu payasete de dar todo el espectáculo posible en sus conciertos, pero admito que tanto él como algunos de los músicos mencionados hasta ahora tienen algunos momentos musicales que, francamente, me resulta complicado aguantar.



Cuando me “tocó” escuchar “Shockwave Supernova” (lo último de Joe), andaba un poco preocupado, ya que para mí los discos de Satriani pueden caer en la categoría de “coñazo insoportable”, - “Joe Satriani” de 1995, lo siento, lo intenté, pero no puedo con ese álbum – o en el de “sorpresa más que agradable”, como el “Time machine” (1993) ¡Y eso era una colección de descartes! Para que ustedes se fíen después de mi criterio...

Pero ya sea por la inclusión de un músico tan loco como Mike Keneally o por incluir a la sección rítmica de The Aristocrats, lo cierto es que la última grabación de Satriani es magnifica, si acaso, y por una vez, me hubiera gustado que, teniendo a ese plantel ayudando, acabara desplegándose con un tema largo de esos que acaban rompiendo alguna cuerda al final, con todos los desarrollos instrumentales de los que son capaces estos monstruos de la música.



Y si todo esto no fuera suficente ¡Satch parece un buen tipo! Él y su gente accedieron a nuestra petición de tenerle 40 minutos al auricular para darle el coñazo con mis preguntas y dio respuestas la mar de interesantes, incluyendo el certificado de defunción de su supergrupo Chikenfoot, en el que comparte escenario con Chad Smith (Red Hot Chilli Peppers) y Sammy Hagar (Van Halen). Una lástima, y una lástima también que me tuviera que perder su gira española, pero hablaremos de los motivos más adelante...

Mi colega Jackson

Estoy seguro de que si usted es asiduo de este blog (si semejante cosa existe) tiene muchas papeletas para sentirse identificado con lo siguiente: hay momentos, durante un concierto, en los que uno experimenta una felicidad absoluta, en los que todo, la música, las voces, el lugar, la acústica, el momento... todo confluye. Y eso es lo que servidor experimentó en el magnifico teatro BARTS de Barcelona cuando el gran, GRAN, Jackson Browne, interpretó “The birds of St. Marks” de su último “Standing in the breach” (2014).

Mi día de los malos pelos y el bueno de Jackson


Reconozco que en ese sentimiento influyó mucho que el señor Browne me cae muy bien, no sólo por tener un corpus creativo envidiable, sino porque como persona me cae aún mejor – de nuevo, si es que eso es posible – ya que desde que lo entrevisté el año pasado hemos mantenido una cordial correspondencia por vía de su asistente personal. Aún hoy lo flipo (me temo que no encuentro palabra mejor), con el nivel de compromiso que tiene este hombre con sus ideas, por eso, supongo, no faltó a felicitar a los barceloneses por su recién elegida alcaldesa... Aunque a mí me parecía una señora mucho más razonable antes de publicar tweets a la altura de Willy Toledo aprovechando el día de la Hispanidad.

Si el concierto no había sido ya gozada suficiente, Jackson – supongo que a estas alturas lo puedo tutear, aunque sea por escrito -, me había dejado unos pases de pos concierto en la taquilla, los cuales compartí con mi compañero de la This is Rock, Tomás Bonilla, quien escribió la más que recomendable crónica del concierto. (Por mucho que me guste escribir, a veces es un lujo hacer fotos de las primeras canciones y que después te pongan un asiento para disfrutar sin tener que ir apuntando cosas).



El señor Browne no tardó en salir a saludar a los fans y amigos que lo esperaban en el patio de butacas, algo que ya dice mucho de la clase que tiene un artista de su talla. Jackson ha vivido durante bastante tiempo en Barcelona, así que había un buen contingente de caras conocidas para él. De nuevo, me impresionó el amor y respeto que le profesan esa gente que, de alguna manera, ha sido impactada por su obra o su personalidad. Tal y como escribí en un tweet, de mayor quiero ser como él. Por supuesto, no fui el único que le llevaba un regalo – hey, el tipo se había gastado los cuartos en mandarme libros desde Los Angeles, algo tenía que darle -, de hecho, tan acostumbrado parece a recibir cosas de sus fans que el tour manager andaba detrás suya recogiendo todos esos trozos de afecto hechos objeto que iban pasando por las manos del músico. Una noche genial.



Bonustrack: A ritmo de Naxo

Aunque nunca he llegado a las cotas de “cinéfago” de algunos de mis amigos, me gusta mucho el cine. En un mundo como en el que vivimos ahora, en el que ni siquiera todos los miembros de la élite intelectual han leído los mismos libros – y no creo que “50 sombras de Grey” o “El codigo Da Vinci” es lo que leería esa supuesta aristocracia intelectual para después comentarlos -, el cine se ha revelado siempre como uno de los bienes culturales que DE VERDAD parecen estar al alcance de la mayoría de la población.



Demonios, a veces da la impresión de que hablar de cine es casi tan divertido como ver las propias películas, sino más. Y si no es así, no creo que nadie se explique cómo es que existan tantas revistas, podcasts y programas de televisión sobre el tema...

La hora de Ving Rhames” no era, en todo caso, lo que se pueda llamar un programa radiofónico sobre cine al uso. De hecho, como ha revelado su principal artífice en alguna ocasión, aquello empezó como algo mucho más serio para después transformarse en una payasada continua.

Pero esas payasadas, ese espíritu de “todovale”, heredado (como bien ha explicado, también en alguna ocasión el señor Victor Olid) del primigenio “Sin audiencia”, le ha granjeó bastante seguidores al mismo tiempo que generaba detractores... pero como “La hora...” era un trolleo en sí mismo, (por no decir un ejercicio en trollear) pues cualquier intento de socavar el programa tenía que conformarse con ser una patochada más.

Algún día – o no – hablaré con más profundidad de “La hora...” pero sólo puedo decir que el “Especial Marvel” con Viruete y el gran Paul Michael Cope (o como coño se escriba, total, tampoco era su auténtico nombre) como sparring formó parte de la banda sonora que me mantuvo cuerdo durante cierto viaje a Murcia...

Tras el fin de “La hora de Ving Rhames”, algunos nos quedamos un poco huérfanos de un programa que fuese tan burro como aquel, y mira que servidor ya escucha cosas que de vez en cuando son bastante bestias – Game Over, Vuelo 180, Tiempo de Culto, Tú no has tenido infancia -, pero al señor Olid también le gusta demasiado hablar de cine (o de casi cualquier cosa) delante de un micrófono.

Así pues, no tardamos en tener “El hijo del aprendiz de Satanás”, que casi se podría definir como “La hora de Ving Rhames con Skype añadido”, aunque el hecho de grabar tantos programas seguidos – un modus operandi que Victor explica cada vez que puede, como también le gusta contar cierta anécdota sobre el rodaje de “Cuentos asombrosos” -, hace que la escucha se vuelva un poco caótica de vez en cuando. El especial sobre Miguel Bosé es una de las cosas que más risas tontas puede provocar durante su escucha, nunca tanta crueldad innecesaria se había concentrado en un MP3. Yo a veces no sé si de hecho me rio de la propia capacidad del trío protagonista para decir tantas barbaridades en lugar de reírme de las barbaridades en sí.

Pero como, efectivamente, “El hijo...” está deviniendo en una cosa tan iconoclasta como la propia Hora de Ving Rhames, era necesario un programa que realmente hablara de cine y no se redujera a chascarrillos baratos. “Aquí vale todo” ya llevaba tiempo como un blog de críticas de cine en el que Naxo Fiol, Arantz Juanes y Victor Olid reseñaban todo el cine – comercial, marginal, subterraneo, directo a vídeo, grandes estrenos – que se les ponía por delante. Así que era sólo falta de tiempo que se acabara adaptando al formato podcast.

Aunque en un principio contó con una regularidad tan raquítica como el propio “Hijo de...” con el tiempo se han estabilizado a un programa quincenal (más o menos) y con una duración que puede oscilar entre los 60 minutos – algo que, me temo ya sólo queda para los especiales auto-bombo – o las 3 horas con absoluta tranquilidad.

Por supuesto, si usted, como yo, tiene la clase de trabajo que implica conducir MUCHO, el tener algo de compañía virtual en forma de voces habladas es siempre reconfortante. Incluso para mí resulta necesario desconectar de vez en cuando de la música, y lo cierto es que la radio convencional a veces no es buena acompañante. Me flipa la radio, literalmente, pero muchos programas “convencionales” son tan sólo un trasiego por lugares comunes (y no me refiero sólo a los de cine), tanto es así, que cuando uno se encuentra un oasis de información sobre temas que de verdad le resultan a uno interesantes, pues hasta 3 horas saben a poco.

Aquí vale todo”, tal y como indica su nombre, lo trata TODO: habla del cine más comercial, de films salidos de la factoría Marvel, comedia de casi cualquier nacionalidad, de mucho cine de género... A veces cine de género muy subterráneo, otras no tanto. Las dos personas que completan el elenco del programa son Aratz Juanes y Naxo Fiol. Los tres integrantes del AVT podcast son “cortometrajistas underground” (por decirlo de alguna manera), además de creadores de fanzines e incluso en el caso de Victor y Naxo, músicos (bueno, el primero hace rap y el segundo tuvo una breve experiencia como cantante punk).

Entre el fin de “La hora....” y el principio de “El hijo...” / “AVT podcast”, Olid pasó por unas cuantas experiencias vitales que habrían hecho trizas al más pintado, pero cual Ave Fenix – o mala hierba, dependiendo de cómo le caiga el hombre -, Victor ha seguido adelante y ha montado su pequeño emporio (de nuevo, por llamarlo de alguna manera) con el apoyo de otros locuelos como él. Dicho emporio tiene el nombre de “Vials of delicatessen”.

En “Vials” se publican DVDs,CDs, libros y (ahora) cómics que trasladan al mundo físico las inquietudes, los exabruptos y las locuras que pertenecen a ese lado de la “subcultura” que ni el freak más recalcitrante ni el hipster más necesitado de atención reivindicarían. Colecciones de cortos absurdos perpetrados por nuestro trío protagonista o gentes afines (Gallardo en modo SuperEstrella), obras inéditas de Jess Franco (¡Jess Franco! ¡Fascinación y reparo al mismo tiempo!), un documental sobre Victor Israel, un libro sobre el cine de Pajares y Esteso, etc...

Antes de viajar a Barcelona para ver a Browne en concierto, había recibido el (entonces) último ejemplar del fanzine “Suburbio” que publica el señor Fiol. Como Don Naxo hace un seguimiento bastante cercano de cada ejemplar una vez que sale de la enorme nave industrial desde la cual dirige la sección catalana de “Vials” (er, entiendo que ustedes entenderán que lo de la nave es broma) a base de emails para el destinatario (“Oye, avísame cuando te haya llegado”), pues entablé una conversación con él que me llevó a proponerle una entrevista para mi raquítico canal de Youtube.

Así que, haciendo honor a mi (más bien falsa) fama de adicto al trabajo, quedé con el señor Fiol para grabar una conversación que luego iría montando con trozos de las películas de las que (seguro) íbamos a hablar. Ergo, ahí lo tienen, casi una hora de charleta sobre pasión por el cine en todas sus formas... no todas agradables para según qué sensibilidades.



The ballad of Fran and H.

Cerrando mis colaboraciones del número 133 de la This is Rock, mi crónica de uno de los conciertos más esperados por un servidor. El regreso de Steve Hogarth a Gibraltar. Como ya los compañeros de Vicisitud ySordidez han explicado todo lo que había que explicar sobre el tema llanito, no me extenderé más al respecto.

La cosa es que de Gibraltar siempre tengo buenos recuerdos. Yo mismo enrolé a unos cuantos compañeros hace años para filmar el primer concierto de Hogarth en la cueva de St. Michael – tal y como comento Steve durante éste último recital, “un sitio que parece salido de una portada de Roger Dean” -, aunque el resultado final no cumpliese las expectativas. Eso sí, me aseguré de que las cintas acabasen en poder de H ¿Acabarán algún día en alguna antología audiovisual del cantante de Marillion? Yo no aguantaría la respiración...



También fue el lugar elegido por Marillion para el arranque de su gira para promocionar su “Somewhere else” (2007), en lo que fue un concierto espectacular, aunque claro, qué voy a decir yo. El hecho de saludar a Pete Trevawas bajando por la calle principal de camino al palacio de deportes es uno de esos tontos detalles que me recuerdan que Marillion no es tan sólo una de las mejores bandas del universo, sino también que la componen algunos de los tipos más normales y sanotes (dentro de lo que cabe) del RUACK.

Esta última visita de H tenía el aliciente de contar con Dave Gregory (XTC, Tin Spirits) como apoyo a la guitarra y de su hijo, Nial Hogarth a la percusión. Aunque tal y como comento en mi crónica del show, la cosa se acabó transformando en una reunión familiar, ya que Sophia Hogarth – hijísima – se subió al escenario para cantar el “Ruby Tuesday” de los Rolling.



Como siempre, es estremecedor escuchar la voz de Hogarth, sobre todo cuando interpreta canciones que uno no se espera como el “Message to my girl” de Split enz (gracias, señor H, ahora no me la puedo sacar de la cabeza), o el Wichita lineman de Glen Campbell, o... prácticamente cualquier cosa. El único momento en el que perdió a parte del público fue cuando se puso a leer parte de sus diarios a una audiencia que no era 100% británica ni completamente ducha en el idioma británico.

Por cierto, dichos diarios han sido publicados en dos partes - “The invisible man diaries” - y aunque su lectura puede resultar un poco repetitiva, son una visión fascinante sobre la vida de un músico que se une a un grupo de éxito, éxito que se va extinguiendo poco a poco, que tiene que compatibilizar el hecho de ser un padre de familia, con el recorrer la carretera, la adulación de los fans, un matrimonio que se desintegra, las anécdotas de las giras, el encontrar un nuevo amor, comprar una casa y tener que pedir prestado a los colegas...



Y si alguien que estuvo en el concierto se pregunta quién fue el que pidió a Hogarth que tocase “Toxic” y el músico le respondió con el muy inglés gesto de los dos deditos... erm... fuí yo.... ¡En su momento me pareció gracioso! Debería haber gritado “Lost at sea”, en fin, forgive, forgive...

Y entonces van, y pasan cosas. (TiR 134)

El año pasado, mi amigo Noné y yo tocamos “Wild wood” en el que concierto que di (dimos) en Coria del Rio. Fue una concatenación de alegres coincidencias: yo había puesto un vídeo de Weller en mi muro de Facebook, la gente empezó a comentar lo bueno que era el ex-cantante de The Jam, a compartir otras canciones, y en uno de esos ensayos – en los que nos pasamos más tiempo escuchando música ajena que tocando lo que se supone vamos a tocar -, Noné me saltó con “Wild wood”.



Pasan los meses, y estoy estrechando la fuerte – bastante fuerte para un tipo de su edad – mano que compuso esa canción. La entrevista con Weller fue una de esas cosas que se estuvieron debatiendo hasta el último segundo, todo dependía de los huecos entre la prueba de sonido, el concierto y... bueno, la cena, que Paul funciona con horario inglés, recordemos. Así que hasta más o menos el día antes no sabía si iba a tener que coger un tren para charlar (y ver en directo) a uno de los compositores de Rock y Pop más importantes de la historia.



¿Cómo fue? Pues tal y como le comenté a la compañera de Live Nation: “¿Te acuerdas del capitulo de los Simpson en el que a Bart no le dejan ver la película de Rasca y Pica? Bart le pregunta a Lisa que cómo ha estado, después de que ella haya podido ir al cine y le responde pssst. Entonces Bart le insiste para que se sincere con él y ésta le responde HA SIDO LA MEJOR PELI DE LA HISTORIAAAAAAA (o algo así)”.



Pues más o menos igual, aunque la audiencia con Weller fue corta, creo que la entrevista que se ha publicado es un buen testimonio de todo el jugo que servidor le puede sacar a una charla. Aunque esté mal que yo lo diga, canela fina, señores...



Sobre el concierto, poco tengo que decir, además de contar con unos teloneros de lujo – que hasta se marcaron una versión de The Jam – fue la clase de recital en el que un músico encuentra el equilibrio perfecto entre tocar sus clásicos -uf, ese “You do something to me” -, el nuevo material – si “Saturns Pattern” no es la mejor canción para levantarse por la mañana con energía,que baje Dios y lo vea -, y el repertorio hecho para mandar a los fans fuera de la sala con un sonrisa de oreja a oreja. Sino, a ver quién se explica ese final apoteósico con “This town called Malice” con toda La Riviera pegando botes.

Xátiva, quiero ser como tú

A veces, uno no puede más que sentir otra cosa que envidia sana cuando entrevista a bandas noveles, y mientras más hablaba con Juan “Doc” Giner, esa sensación se fue acrecentando. A ver, tienen una banda en la que todos los miembros tienen muchas influencias en común, viven todos a un paseo de distancia de los otros y encima el ayuntamiento de su ciudad les pone un sitio donde ensayar. En otras palabras, lo que me habría gustado a mí tener con su edad. Y cuando escribes cosas así es cuando te das cuenta de que REALMENTE te haces mayor. Eso y el hecho de pasarte más rato mirando lavadoras y frigoríficos que los distintos packs de venta de la Xbox One.



Noah Histeria es el nombre del grupo del señor Giner y es una interesante mezcolanza de Progresivo, Metal y letras en castellano que poco a poco se está haciendo un hueco en la escena nacional. Mantuvimos una interesante conversación por teléfono que acabó (de forma muy resumida) en el número 134 de la revista así como en el primer (y último por ahora) ejemplar de RockDuro.

Prog is my bussiness... and bussiness is good

Va a sonar a tópico, pero una de las cosas que más me gustan de colaborar con This is Rock es que me da la oportunidad de hablar con gente de otros países y culturas de temas interesantes (especialmente, su música), algo que, como ustedes ya saben, a falta de viajar por todo el mundo, sirve como cura para la tontería y los nacionalismos. Aunque sé de gente que por mucho que viaje, sigue siendo igual de rancia... cosas de la vida.



Hablar con Mariusz Duda – cantante, bajista y a todas luces Lider Supremo de los polacos Riverside – me sirvió para recordar los años en los que veíamos al bloque del Este europeo (y más allá) como una amenaza temible a la que eliminar. En lugar de ver la realidad, al pueblo que las pasaba canutas porque tras una revolución, los dirigentes habían decidido malentender el comunismo para transformarlo en la versión más temible de las dictaduras absolutistas. Con comités de por medio, eso sí.



Escuchar a Mariusz hablando de ir a los mercados para poder pillar alguna cinta grabada con música (en Polonia, si existían las tiendas de discos durante los 80, es harto improbable que vendiesen decadentes discos de Rock occidental) me recordó que, siempre, no importa dónde estés, hay un mundo completamente a unas pocas horas de vuelo. O a una media hora andando.



Por lo demás, “Love, fear and the time machine” es un trabajo notable cuya escucha recomiendo encarecidamente. Sé que a más de uno le ha dado un poco de sueño – desde luego es más suave que sus grabaciones anteriores -, pero estoy bastante seguro de que después de la primera escucha irán volviendo a él.



Y de Polonia a Estados Unidos, desde allí me llamó por teléfono el gran Alan Morse, guitarrista de los irredentos Spock's Beard. Aunque me encanta como músico (sigo pensando que es uno de los guitarristas más infravalorados de la historia), Alan es un hueso duro de roer como entrevistado, personalmente creo que Ted Leonard (cantante), habría sido una mejor elección, pero, cosas del dire de la revista... Con todo, tuvimos un momento de recuerdo para el gran Chris Squire (Alan había tocado con él para el concierto aniversario de Rickenbacker) y acabamos con una entrevista bastante apañada.



De hecho, una de las cosas de las que hablamos fue de la mala suerte que había tenido el grupo con España. Eran uno de los nombres anunciados para el festival Finisterrae de 2013, pero este se canceló a última hora, algo que no impidió a Alan venirse a tocar, aunque fuese en un bar sumándose los demás músicos que ya tenían comprando el billete de avión o se encontraban ya en nuestro país de gira. Señalo esto porque Spock's Beard es una banda que me gustaría ver en cualquier próxima edición del Be Prog!



Porque, efectivamente, allí que me planté, cámara en mano, para hacer crónica visual y escrita (la escrita con el apoyo de mi colega Tomás Bonilla) de esta nueva edición del festival Progresivo más grande con el que cuenta nuestro país. Fue un día agotador, que abrió con los propios Riverside a una hora prácticamente indecente para tocar Rock, sea Progresivo o no. Las 16:30.



Como mi entrevista con Duda fue después del festival, pudimos hablar de la actuación (muy alucinante desde cualquier punto de vista) y éste me confesó que aunque es cierto que había salido genial, él había subido al escenario con algo de acojone porque la última vez que la banda había tocado bajo un sol de justicia todo lo que podía ir mal, fue mal.



No voy a contar mucho más del festival porque ya existe una crónica (de hecho, la buena gente de Madness Live la compartió en su Facebook), pero baste decir que todo fue todo lo bien que cabría esperar. La única queja que se me ocurre y es algo de lo que hablé con Tim Bowness hace poco es... que creo que no me gustan los festivales, ni siquiera los de Progresivo.



A ver, disfruté como un enano, ni siquiera el hecho de que a última hora los IQ (para mí, uno de los acicates del cartel) se cayeran y fueran sustituidos por Vincent Cavanagh en formato acústico pudo empañar una programación envidiable. La cosa es que tantos grupos, tan seguidos acaban agotando y uno no puede disfrutar tanto como le gustaría. Supongo que prefiero ver a un artista tocar con su propio equipo y darse el gusto de poner a prueba todo su set en lugar de versiones reducidas de sus conciertos. Y si nada lo impide, repetiré en este 2016.





Es también probable que yo andase un poco mosca porque era consciente de que al día siguiente me iba a tocar coger un avión temprano para volver a Sevilla, dormir todo lo que pudiese y después coger el coche para ver a Sting en Córdoba. Sé lo que estáis pensando, “pobre Fran, que se estresa tanto con ir a conciertos de puta madre”. Ya, ojalá siempre tuviese esa clase de problemas todo el tiempo...



Volví de la tierra de los califas con más sueño que un gatito al lado de una estufa y con sentimientos encontrados. De nuevo, ya existe una crónica del concierto en la revista, tan sólo decir que me dio mucha alegría ver a David Sancious sobre un escenario después de haberle hecho una entrevista hace unos años y que ojalá el de Newcastle hubiese tocado algún tema de “The last ship”, porque de verdad que creo que está entre lo mejor que ha hecho en toda su carrera. En fin...



Y UN DÍA TE LLAMA TONY BANKS AL MÓVIL (OTRA VEZ)

Si a mí me ofrecen otra oportunidad para charlar con Tony Banks, qué quieren que les diga, yo aparto el día que haga falta para semejante menester. Oír desde el otro lado de la línea telefónica a Tony de nuevo fue, como se pueden ustedes esperar, magnífico, y aunque le prometí al pobre no engancharlo durante tanto tiempo como la vez anterior... pues acabamos con 45 minutos de charleta, vamos, hasta que la garganta del mítico teclísta aguantó. Y eso que accedió a grabar un saludo para el programa de radio de la revista.



Lo más gracioso fue mi manera de pedírselo y su forma de responder, “¿Puedo pedirle un favor?”, respuesta: “Posiblemente”. Muy inglés, supongo.



El motivo para la entrevista en este caso fue la edición de “A chord too far”, el cofre de 4 Cds que recopila la magnifica carrera en solitario de Tony. Os puedo asegurar que la escucha de semejante corpus creativo no se me hizo en ningún momento pesada (por mucho que el diseño de estos cofres no incluya la palabra “comodidad” en su descripción del manejo) y me sirvió para recordar un montón de buenos momentos en los que me ha acompañado su música.



Por eso, cuando escuchas de boca del propia artista lo triste que han sido algunas de las ventas de sus álbumes se le cae a uno el alma a los pies. De verdad que a mí no me termina de caber en la cabeza que un señor que está (o estaba) en el mismo grupo que Phil Collins no haya coseguido en algunas ocasiones el pasar la barrera de las 1.000 copias. Eso es un golpe bajo.



Todo hay que decirlo, no creo que se deba exclusivamente cosa del publico o de la discográfica, Tony siempre ha sido una persona un tanto tímida (una timidez que para algunos pasa por altivez) y sin alguien como Collins o Peter Gabriel, el promocionarse a sí mismo siempre le ha resultado un poco difícil. Una lástima porque en esos cuatro discos (y en las futuras reediciones que van a venir de mano de Esoteric / Cherry Red) hay temazos ¡A por ellos en cuanto salgan, copón, copín y copete!



A veces sólo escribo reseñas... otras veces... pues no.

Las cosas estuvieron tranquilas en mi frente para el número 137, salvo algunas reseñas de discos – pueden encontrar algunos ejemplos a lo largo de esta entrada, así como de otros álbumes reseñados por un servidor en otros números -, pero la diversión vuelve para el número 138.



He de confesar que antes de que se planteara una entrevista con el grupo, yo no había hecho nunca mucho caso a Edison's Children. Sabía que era “la niña de los ojos” de Pete Trewavas (bajista de Marillion a quién ya he entrevistado en un par de ocasiones anteriormente), y que sus discos habían gozado de una buena acogida por parte de los fans de Marillion.



Pero fue zambullirme en sus discos y descubrir mucha y buena música, así que cuando al final las agendas de Pete, Erick Blackwood (guitarrista y al igual que Trewavas, cantante del grupo) y de un servidor cuadraron, gracias a la magia del Skype nos pudimos sentar para una entrevista transatlántica (ah, qué fino puedo llegar a hilar) entre España, Reino Unido y Estados Unidos.



El resultado final de los 90 minutos (sí, me cagué literalmente encima cuando me di cuenta de todo de lo que tenía por transcribir) son 6 paginazas en las que podéis descubrir muchos detalles sobre este grupo. Por otro lado,está mi entrevista por email (estaban de gira y con poco tiempo disponible) a los tres Aristocrats, esto es, Marco Minneman, Bryan Beller y Guthrie Govan o lo que es lo mismo, los tres músicos más incalificables de los últimos años que cuando se juntan crean música instrumental de alto octanaje. Casi na.



Y para seguir con algo más de calma, en el número 139, de nuevo, me encargo sobre todo de reseñar álbumes y de una entrevista con, oh sorpresa, uno de los artistas cuya obra reseño. Fue otra de esas entrevistas por correo electrónico (esta vez por falta de tiempo por mi parte) con ese virtuoso de las 6 cuerdas que es Eric Baule, quien presenta un disco alejado de su “banda madre”, Moonloop.




Culminando todo este periplo vital, decir que en los últimos meses las cosas no han estado en absoluto tranquilas en el frente “propiamente” musical de uno. Sí, amigos, me he integrado en no sólo una, sino DOS bandas, las cuales tendrían que haberse estrenado en directo (contando conmigo al menos) el pasado 4 de Octubre cuando servidor cumplió años. Y que es el motivo por el que desistí de ir al concierto de Satriani... además, ya llevaba muchos viajes "concertiles".



Por vicisitudes de la vida, la cosa se quedó en un set reducido de “12 canciones tristes” y en el estreno de la banda de Rock Clásico llamada Grial, véanlo en este ÉPICO vídeo:



Al poco, por fin pude estrenarme con la otra banda, el grupo de versiones Bitácoras, ya saben, hagan un “me gusta” en su perfil de Facebook y no dejen de hablarle a todos sus colegas, amigos, conocidos y familiares de la existencia de estas dos bandas que seguro vamos a dar mucha guerra en los próximos tiempos...

Y esto es todo por ahora... ¡POR AHORA!

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