Está
muy bien admirar a Lady Gaga, a Bono o a Madonna, pero,
curiosamente, hay un buen montón de gente ahí fuera que bebe los
vientos por músicos poco conocidos a los que consideran tan ídolos
e influyentes como los típicos que decoran las camisetas de gente
que no han escuchado nada mas que el “Imagine” de John Lennon, no
sabrían seguir las letras de los Ramones mas allá de “Hey ho,
let's go!” o que creen que Sid Vicious era realmente el cantante de
los Sex Pistols.
Cuidado,
no es que esta gente – bueno, Lennon y los Ramones – no fueran
importantes para la historia del pop y del rock, pero la cara de la
música no sería la misma sin otros “maestros silenciosos” como
Robert Fripp, Paul Buchanan o Joe Zawinul, gente que ha ocupado pocas
portadas pero que son mencionados con reverencia por muchos artistas.
A
Tony Banks le ha tocado, en ese sentido, bailar con la mas fea, puede
que fuera tan responsable (sino más) de la música de la etapa más
celebrada artísticamente de Genesis – cuando Peter Gabriel cantaba
– y de la de explosión comercial del grupo cuando tito Phil agarró
el micro, pero nunca ha conseguido por su cuenta ni el éxito ni el
reconocimiento crítico de los cantantes de la banda.
Afortunadamente, siempre ha tenido el suficiente sentido del humor
como para no rebotarse mucho cuando, por ejemplo a mediados de los
ochenta, a una presentadora de la televisión australiana le dio por
presentar a Genesis como “el nuevo grupo de Phil Collins”. Ouch.
Para
colmo, Banks toca los teclados, probablemente el instrumento menos
cool – hasta el fagot ha tenido mejores reivindicaciones
– dentro del Ruack, aunque al menos nos ha ahorrado la estampa de
verle una keytar
colgando del cuello, aunque
durante una época fue el instrumento que deseaba para mi...
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¿Tony and the mechanics? ¿Face Banks? ¡No! ¡Bankstatement! Así seguro que conquisto las listas de éxito... |
Da
igual, siempre digo que Banks es mi miembro favorito de la banda, lo
cual es cierto de una forma un tanto retorcida, ya que por su culpa
me metí en este maldito asunto de los sintetizadores, pero
preguntarme si “The fugitive” me gusta tanto como “Face Value”
o “So” sería una encuesta un poco traidora. Si la comparación
fuera con “Testify”, lo mismo la balanza se inclina un poco hacia
Antonio Bancos...
No
obstante, hay momentos de absoluta grandeza que sí rivalizan con las
obras del resto de los miembros de Genesis o incluso con temas de la
banda madre, ya sea la épica dramática de “An
island in the darkness”, el solo de piano en “Still
takes me by surprise” o ese bizarro (en cualquiera de las
acepciones de la palabra) instrumental que es “Charm”,
con esa guitarra de Daryl Stuermer entrando cuando menos te lo
esperas, fuck yeah.
El
problema básico que siempre ha tenido Banks es que si bien era el
que tenía el mejor porte del grupo, su timidez y lo limitado de su
voz – que él mismo admite que se parece a la de Neil Tennant de
los Pet Shop Boys – han jugado en su contra a la hora de
promocionar sus discos en solitario. Su desgracia ha sido que los
mejores interpretes de su música ya pertenecían a Genesis (y eso
incluye al injustamente denostado Ray Wilson), con lo que o se veía
forzado o a cantar él mismo los temas o tenía que recurrir a
diversos cantantes, con resultado variable y creando un poco de
confusión sobre la autoría de los álbumes.
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Genesis llevando al límite su máxima de "la imagen no es importante para nosotros" |
Eso
no significa que no contase con buenas voces, tanto Andy Taylor (nada
con ver con el de Duran Duran) como Fish – que siempre ha tenido
bastante de clon garrulo de Peter Gabriel – realizaron una labor
magnifica en “Still”. Por otro lado, Toyah Wilcox y Jayney Klimek
hicieron eso tan raro de dar una visión femenina a canciones que
podrían haber encajado perfectamente en un disco de Genesis.
Es
una lástima, Banks, como el resto de sus colegas siempre se ha
definido básicamente como un compositor y si bien el fantasma de
otro grande como Burt Bacharach queda un poco diluido en baladones
como “Hold on
my heart”, probablemente con la promoción adecuada,
actuaciones en directo y una banda estable, otra fortuna le hubiera
sonreído. O se habría visto acuciado por las deudas a lo John
Entwistle, vaya a usted a saber. Sea como fuere, después del
sinsabor que dejó “Strictly inc.” (un intento de firmar discos
bajo otro nombre que se tradujo en ventas aún mas bajas de lo
habitual), y de que “Calling All Stations” con Genesis no
consiguiera reverdecer viejos laureles comerciales, Banks decidió
volver la mirada a la música orquestal.
Finales
y nuevos principios
La
primera indicación de que lo mismo Tony estaba pensando en componer
una obra sinfónica apareció en el artículo de la revista inglesa
“Classic Rock”(Febrero del 2000). Con el nombre de “Genesis: Is
this the end?” (profético, aunque fuera por ocho años), se
componía de entrevistas con Banks, Mike Rutherford y Steve Hackett.
Curiosamente, fue éste último el que dejó caer que Tony quizás
considerase seriamente lo de poner un pie en el mundo clásico. Tiene
su lógica, Hackett había logrado un cierto éxito con el disco que
había grabado para EMI Classics, “A midsummer's night dream”,
una serie de piezas para guitarra clásica y orquesta que había
escalado a lo mas alto de las listas del género, lo cual no deja de
tener algo de trampa porque para conseguir esa posición no había
que vender mucho más de 20.000 copias.
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Nada va mejor con un Yamaha DX7 que una chaqueta a rayas |
Pasarían
cuatro años hasta que ese comentario de pasada se convirtiese en un
disco compacto que pudiéramos escuchar en nuestros reproductores. Se
llamó “Seven”, y lo editó Naxos – EMI pasó de Tony, quiźas
asustados ante la tristes ventas y elevado presupuesto de “Return
to the center of the earth” de Rick Wakeman -, un sello
especializado en vender clásica a precios altamente competitivos.
Tan competitivo como 9 euros, creo recordar. Pero, ay amigos, la
música contenida valía mucho mas que esos 9 euros, con lo cual
entra con holgura dentro de “Cultura Barata”, y a diferencia de
con otros discos que uno se compra nada mas salir, en ningún momento
tiene uno la sensación de que lo han timado, sino al revés.
Con
un título nada rimbombante – a fin de cuentas se componía de
siete piezas -, “Seven” estaba lleno de momentos líricos y
pastorales, siguiendo la mejor tradición de los compositores
ingleses de principios del siglo XX, como Holst,
Elgar o
Vaughan
Williams. Escuchar “Spring
Tide” hacía que se te vinieran un montón de imágenes
evocadoras a la cabeza, una banda sonora perfecta para un film (o
serie de televisión) que aún está por rodarse. Y por supuesto,
nada de teclados, salvo algunos toques de piano aquí y allá,
eludiendo uno de elementos habituales de “teclísta de rock hace un
disco con orquesta”.
Ahora
bien, una cosa del mundo clásico: es un ambiente muy jodido
comparado con el rock o el pop, que como todos ustedes saben, tampoco
es un camino de rosas precisamente. Si tiene usted un grupillo y es
razonablemente bueno, practicando un estilo mínimamente popular,
pues te puedes sacar bastantes bolos al año. Pero si tiras por lo
clásico, o te transformas en un gran interprete de algún
instrumento y/o compositor, – lo cual es un territorio minado
repleto de interrogantes –, intentas hacerse fijo en un orquesta –
ríanse de unas oposiciones - o tiras por la composición.
El
problema es que durante el siglo XX, la música clásica “oficial”,
es decir, aceptada por los estirados mandamases y que se promociona
por los programas oficiales de los teatros de mayor importancia,
suele ser un batiburrillo sonoro vanguardista y experimental que en
muchos recitales de orquestas se suelen colar entre las enésimas
interpretaciones de piezas populares de Mozart o Bethoveen. La música
debe evolucionar, y teniendo en cuenta los cambios de estética,
tarde o temprano, la partitura tradicional y armónica iba a ser
superada, un poco como el arte abstracto ha sustituido al figurativo.
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Y esto fue la sesión de fotos promocional para "Seven" |
¿Les
he perdido ya a estas alturas? Bueno, conozco mucha gente que opina
que las bandas sonoras de gente como John Williams – hay
un guitarrista clásico del mismo nombre -, Jerry Goldsmith o
Michael Nyman, son ejemplos de música clásica “moderna”. Si
miran los manuales de Historia de la Música, verán que dichos
autores y sus obras son denostados con el adjetivo de “música
comercial”, si acaso Nyman es el que consigue un mayor
reconocimiento porque la música que hace para sus proyectos lejos de
la pantalla se acercan mucho al coñazo que es la música clásica
actual.
Porque
sí, hacer algo melódico, con motivos reconocibles y ritmos que se
pueden seguir con golpes de zapato es hacer concesiones al público,
ser muy “decimonónico”, predecible o aburrido para aquellos que
practican la deconstrucción musical. La tontería, lamentablemente,
es que las composiciones atonales la sirven los entendidos en bandeja
de plata a un público que va a estos recitales con el mismo
propósito con el que se va al palco de un partido de fútbol o en
las corridas de toros: a
cerrar negocios mientras dan buena cuenta del bebercio y el comercio.
...Y
en este contubernio se mete el señor Banks, quién sufrió una breve
polémica en una publicación del ramo, cuando insinuaron que lo que
único que había hecho era darle sus maquetas con sintetizadores al
orquestador Simon Hale y que éste último se había encargado de
pasarlas al lenguaje sinfónico mientras Tony seguía jugando al
golf. En aquella ocasión, también estuvo presente el director de orquesta Mike Dixon, mientras que para "Six" los dos puestos los ha ocupado el compositor de bandas sonoras - por decir uno de los aspectos de su variada carrera - Paul Englishby.
Con
todo,”Seven” consiguió las mejores ventas de la carrera en
solitario de Tony desde de su debú en solitario con “A curious
feeling” (próximamente monográfico...¡en inglés!), llegando,
ciertamente, a lo mas alto de las listas de clásica. Y no tengo
problema en decir que probablemente es lo mejor que ha hecho este
hombre, una vez liberado de las ataduras y las expectativas del mundo
pop.
Por
supuesto, desde entonces hubo una reunión de Genesis que mantuvo a
Tony bastante ocupado y durante su promoción, afortunadamente, algún
periodista tuvo la decencia de preguntarle qué es lo que iba a hacer
una vez que se terminase el periplo de la banda madre. Y aunque
algunos albergábamos la esperanza de que le entraran ganas de hacer
otro disco de canciones – insisto, “Seven” es de lo mejor, pero
me sigue gustando su faceta rock -, el teclísta ya daba pistas de
que después de la turné, ya tenía el cupo rellenado de tocar con
una batería y una voz, queriendo repetir con la orquesta.
Todo
empieza, para variar, con una dama.
En
realidad, la culpa de que a Anthony George Banks le entrara el
gusanillo por lo sinfónico la tiene una banda sonora, la de “The
wicked lady”, un título de poca repercusión con Faith Danaway
como protagonista. El vinilo con la música del film se componía por
una cara con la música del teclísta convenientemente orquestada
para armonizar con el ambiente de la película – una cosa en plan
“Los tres mosqueteros”, por decir algo - y en la otra, las
composiciones tal y como habían sido grabadas por Banks en su
estudio casero, con sintetizadores y cajas de ritmo. Curiosamente, el
single de la banda sonora fue una de las pistas registradas
por Tony en su domicilio, quizás se quería emular el éxito de
“Carros de Fuego”, vaya a saber usted.
Escuchar
su música interpretada por una masa de violines y vientos fue una
experiencia que le abrió los ojos y los oídos a Tony, decidiendo
que iba a intentar meterse en el mundo de las bandas sonoras, o, en
su defecto, hacer un disco sinfónico antes de “colgar las botas”.
Lamentablemente, en el tema de las peliculas solo consiguió componer
algunos temas para un film protagonizado por Kevin Bacon - ¡nooooooo
los seis grados de separación!!! -, y el score de una
producción de ciencia ficción con un presupuesto muy muy – pero
que muy – bajo, con el nombre de “Lorca and the outlaws”. Como
curiosidad, a finales de los 70 firmó con Mike Rutherford la banda
sonora del film de terror intelectual “El grito”, una
rareza que servidor tiene en algún VHS y que gira en torno a la
capacidad de un hombre de matar con un grito aborigen...
Seven,
six...
El
primero en soltar la liebre sobre “Six” fue Martin Robertson,
saxofonista que ya había grabado algunos golpes de viento en otras
obras en solitario de Banks, quién publicó en su web que había
viajado a Praga para grabar lo que describió como un “concierto
para saxofón”. Pero pasaría un año hasta que el resultado viese
la luz, este 2012 para ser más concretos.
En
cuanto se dijo la fecha de lanzamiento de la nueva obra orquestal del
Tony, supe que tenía que aprovechar para entrevistarlo. Verán,
hablar por las buenas con un músico que no tiene nada que
promocionar suele ser complicado, así que ni corto ni perezoso puse
en marcha mi grandiosa red de contactos para lograr la entrevista...
vamos, que mandé un correo a la distribuidora de Naxos en España y
en siete días ya casi tenía cerrada la entrevista. No les voy a
mentir, servidor colabora con “This is Rock” por el principal
motivo – mas allá de la satisfacción de firmar artículos en una
publicación de tirada nacional – de poder entrar en contacto con
tus ídolos.
Esto,
obviamente, puede ser un arma de doble filo, uno de mis mayores
miedos cuando pude sentarme con Steve Hackett fue precisamente ése:
A pesar de su fama de tipo agradable, ¿lo habré pillado en un mal
día? ¿Le sentará mal alguna de mis preguntas nacidas de una
genuina curiosidad? ¿Será un capullo en el fondo? Por suerte, por
ahora la entrevista con Allan Holdsworth ha sido la única
verdaderamente incómoda y me consta que fue por circunstancias
externas...
En
el caso de Tony y de la mayor parte de los miembros de Genesis juego
con la ventaja de que todos son gente hasta cierto punto normal y a
los que la fama no se les ha subido mucho a la cabeza. Además, tanto
su manager como la gente que les lleva las relaciones con la prensa
tienen fama de tratar muy bien a los periodistas, de hecho, el
entorno del grupo tiene fama de tratar bien hasta a la novia del
técnico de luces – como dice Bill Bruford – así que... ¿qué
podía salir mal?
El
día antes de la entrevista, la estoica Carol Willis-Impey – no
quiero ni pensar lo que tuvo que ser trabajar en las relaciones
públicas de Genesis durante su explosión comercial a mediados de
los 80 -, me llamó para asegurarse de que había cogido bien mi
número de móvil, con sus prefijos internacionales correctos y todo.
Porque, como ya habrán adivinado, la época en la que los grupos
alquilaban helicópteros para que el entrevistador pudiera acceder a
ellos – anécdota de Jordi Sierra i Fabra – ya ha pasado, y en
lugar de una tertulia alrededor de un desayuno inglés en algún
hotel céntrico de Londres, servidor iba a ser llamado desde el
domicilio del teclísta en Surrey. Lo cual no me parece mal, que
conste, pero comparado con la gente del fanzine
inglés, que se van al estudio de la banda y tal para hacer las
entrevistas, pues... como que queda un poco descolorido...
Una
hora al auricular, y tan contento
Esta
entrada en el blog no es la entrevista sobre aspectos musicales, más
que nada porque ésta ya se publicó en el número 94 de “This
is Rock”, así que si quieren saber lo que hablamos, pues
aflojen un poco de mosca y pidan el ejemplar en la web de la revista,
que además ese ejemplar esta trufado de material interesante y 5
euros se los gasta usted en un abrir y cerrar de ojos en cosas
probablemente mucho menos alegres.
No,
esta entrada contiene mis pareceres sobre el señor Banks como
entrevistado y sobre algunas anécdotas que discutimos que no
encajaban en una revista de música, ah, y por supuesto una reseña
de “Six”. En otras palabras, estos son los “extras” de la
entrevista. Para empezar, y hasta que llegue el día en que tenga que
entrevistar (¡ojala!) a Roger Waters, Peter Gabriel o a tito Phil,
ésta es la que me ha producido mas nervios, mas miedos a meter la
pata y para la que he preparado más soportes de grabación
alternativos por si alguno fallaba.
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Maniobras sintéticas a la luz del día |
Con
una puntualidad británica, el señor Banks llamó a la hora que se
había acordado, dijo mi nombre tan bien como le permitió su acento
(“¿Fransiscou?”) mientras yo me permitía el lujo de ser un
manojo de nervios y dejaba caer el móvil, a punto de colgarle a mi
teclísta favorito sin querer. Por cierto, Tony llamó sin número
oculto, con lo cual, sí amigos, tengo el número particular de este
hombre y puedo hacerle llamadas telefónicas a las cinco de la mañana
(hora inglesa) y susurrarle al auricular: “Reúnete con Peter y haz
una gira con The lamb lies down on Broadway...”...o mas bien
no.
Una
cosa que siempre me ha llamado la atención es que a pesar de su fama
de persona tímida, Tony habla mucho, MUCHO y muy MUY rápido. En ese
sentido, creo que le pasa igual que a mi, y si no está relajado con
su interlocutor, intenta decir muchas cosas por miedo a que no le de
tiempo a decir todo lo que le pasa por la cabeza. Con todo, me parece
que no tardó en percibir que la persona al otro lado de la línea
era un fan cuando le pregunté por las primeras sesiones de grabación
para “Seven” en los míticos Abbey Road, un dato que
probablemente solo sabe alguien que, o se ha currado mucho la
entrevista o es un lector habitual de las webs sobre Genesis.
Lo
que le pasó a Tony en los estudios hechos famosos por The Beatles
refleja un poco lo mismo que le ocurrió a Ron Geesin cuando intentó
orquestar “Atom Heart Mother” para Pink Floyd. Si el arreglísta
escocés tuvo que aguantar los desmanes y casi insultos de la sección
de viento, Banks se enfrentó a una orquesta muy londinense y muy
real pero con el mínimo interés por grabar su obra, con algunos mas
interesados en leer “The Sun” que la propia partitura.
A
Tony le hizo mucha gracia que me acordara de ese detalle, con lo cual
dejamos atrás algunas confusiones que habíamos tenido al principio
– provocadas porque, si ya hablo rápido en castellano, imagínense
mi inglés animado por el nerviosismo – y tuvimos una charla la mar
de agradable. Aunque Carol no me puso límites de tiempo para el
phoner, la conversación se prolongó durante cerca de una
hora, mas o menos como me pasó con el bueno de John Wetton, a quién
tenía que hablar durante 20 minutos como mucho y acabamos con 45
minutos de charleta.
Otra
cosa que creo le agradó mucho fue mi conocimiento de su carrera en
solitario y que no le formulara las típicas preguntas de si habría
otra gira con Phil o con Peter (tengo más que asumido que si un
grupo como Genesis tiene que dar una noticia como esa, va a ser con
algo mas rimbombante que dentro de una entrevista sobre proyectos en
solitario). No pude resistirme, como fan de Top
Gear, a preguntarle por las constantes bromas que se gastan en EL
programa de la BBC sobre coches a costa del grupo.
Me
explico: en un par de ocasiones, los “viejos” del programa -
James May y Jeremy Clarkson – putean al “jovencito” Richard
Hammond tuneando el equipo de música de los coches que tiene que
usar para que Genesis suene a toda pastilla y sin poder apagarlo.
Vale, no destronará a los Monty Python como reyes de la comedia
británica, pero, como dice Jordi Costa, cuando dos cosas que te
gustan se gustan entre ellas, pues no puedes sentir una extraña
forma de placer.
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Clarkson dándolo todo al doble bombo, lástima que su todo no sea mucho... |
Clarkson
ya ha expresado muchas veces su gusto por el progresivo, de hecho
escribió una líneas sobre sus recuerdos al escuchar “Selling
England by the Pound” para la caja de remasterizados “70-75” y
May admite que la manía de Jezza por poner al máximo volumen
a King Crimson mientras conduce, es una de las cosas que más le
sacaba de quicio durante la grabación del viaje al
Polo Norte. Cuál no sería mi sorpresa cuando Tony me contó que
Clarkson era conocido suyo y que también había entablado alguna
conversación con May, y por supuesto, le hacía mucha gracia las
bromas a expensas de su música en el programa. A lo que ya no me
atreví fue a preguntarle si le habían ofrecido ir para el segmento
de “estrella en un coche de precio razonable”, sobre todo porque
Banks es un entusiasta de las caravanas, vehículo que los
responsables de Top Gear han intentado destrozar de las formas mas
imaginativas posibles en los sucesivos programas.
Cuando
hablamos de las posibilidades de tocar sus piezas en directo, Tony me
confirmó que en el Reino Unido la situación sobre las
programaciones de las orquestas era muy parecida a la española, es
decir, o mucho clasicismo tradicional o mucha vanguardia. Algo
parecido sucede con la radio, ya que en Inglaterra o escuchas la BBC
Radio 4 o ClassicFM, aunque eso es ya una emisora más para escuchar
música clásica que las que tenemos en España, sus políticas son
muy diferentes. Por un lado, la pública se acopla a ese estilo de o
Mozart/Bethoveen/Bach o avant-garde, mientras que la otra si
apuesta de vez en cuando por poner compositores modernos más
melódicos. Hay una acusación con la que se podría señalar a Tony;
él hace sus discos con orquesta porque tiene la pasta para pagarlo
todo por adelantado mientras otros compositores de clásico actuales
se las ven y se las desean para llegar a ensayarlas con músicos de
verdad y no con el Sibelius.
No le faltaría razón, pero no creo que Banks haga estos álbumes
por puro capricho y si no contrata un pequeño teatro y una orquesta
para tocar sus obras en vivo, creo que tiene mas que ver con la
personalidad reservada del propio compositor que con las limitaciones
de presupuesto. No todo el mundo, para bien o para mal, es Paul
Mccartney.
En
otra cuestión, la curiosidad me pudo y tuve que preguntarle a Banks
sobre las ventas de “Seven”, ya que en su día el webmaster de la
antigua página del grupo comentó que rondaban los 10.000
ejemplares. Tony corrigió ese detalle, afirmando que esas habían
sido las ventas en el Reino Unido pero que su primer disco orquestal
había llegado a vender 30.000 copias en todo el mundo (ahhh, no hay
futbolista que no lea el Marca ni músico que no pregunte por las
ventas). Cifras modestas, sin duda, pero que si se ven desde la
perspectiva de un disco en solitario de lo que viene siendo un músico
pop casi desconocido fuera de su grupo y sin casi promoción, pues
lucen bastante bien.
Hablando
de promoción, una noticia que no me esperaba era que Tony estrenase
su propia web,
pensando que alguien de una personalidad tan reservada no llegaría
nunca a tener un dominio propio. A excepción de quizás las páginas
de Peter Gabriel o Steve Hackett, la historia de Genesis en Internet
siempre ha sido un poco irregular, por no decir bastante errática.
Como otros grupos, empezaron con muchas ganas debido al primer
impulso de las webs en la segunda mitad de los noventa para ir
perdiendo el interés paulatinamente. Desde 1997, hemos tenido
alrededor de 3 dominios diferentes para el grupo, además de las webs
específicas para algunos lanzamientos, un caos desde el punto de
vista del marketing. Y como suele pasar, la información más
interesante se suele publicar en las páginas creadas por fans.
La
verdad es que con respecto a su anterior álbum, para “Six” se ha
echado toda la carne en el asador; no solo un dominio,sino también
cuenta en Twitter, Facebook, Flickr y Youtube, por no hablar de
vídeos con el “making of”. Aunque dudo mucho que la página se
actualice muy a menudo, espero que Tony cumpla su promesa y nos deje
escuchar sus maquetas un día de estos. Eso si, nada de eso apareció
hasta que el disco estaba prácticamente en la calle, y de hecho el
fanzine inglés no tuve acceso mas a que a unas cortas muestras de
música para hacer su entrevista. Hasta cierto punto esa actitud es
comprensible, tal y como Banks me comentó, que una copia del álbum
se “extravíe” se puede traducir en un recorte de las ventas
importantes por las descargas ilegales. Se podría decir que esto
raya en lo paranoico, pero claro, ¿donde pone uno el límite?
Por
ejemplo, hay un fan en Youtube que se autodenomina “Banksian
central” y que probablemente está haciendo el mejor trabajo
posible promocionando a su artista favorito, recopilando todas las
intervenciones de Tony en los medios, incluyendo el estreno de la
pieza “Siren” dentro de uno de los programas de ClassicFM (de
mucha ayuda a la hora de escribir los primeros párrafos para la
revista). Incluso ha subido a su cuenta algunos temas casi
inencontrables de la carrera en solitario del teclísta... junto con
el resto de su discografía, incluyendo “Seven” en su
totalidad...
Tras
un buen rato de charla, a Tony le llamaron a la puerta – por lo que
pude discernir en modo cotilla, me parece que era el cartero – y me
preocupé tanto por su factura de teléfono como para hacer las
últimas preguntas antes de colgar. Por supuesto, hablamos un poco de
teclados, le recordé que mi Korg TritonLe tenía un sonido llamado
“Watcherofthesky” que intentaba imitar el Mellotron del primer
tema de “Foxtrot”. Igualmente, hay otro programa en la
workstation Oasys con el nombre de ese álbum, con las
característicos arpegios de 12 cuerdas del grupo en aquellos años,
por todo esto le pregunté si sentía un reconocimiento por parte de
las personas que programaban dichos sonidos. En su habitual tono de
“yo no me creo nada mucho”, Tony me señaló que probablemente la
gente que programaba los sintetizadores quizás andaban un poco
desesperados a la hora de buscar nombres, y que precisamente el
sonido del Triton no era una copia muy convincente porque el
Mellotron si algo tenía, era mucha crudeza, así que cualquier
imitación tenía que tener eso en cuenta.
Una
cosa que al principio diferenció a Banks de los otros teclistas
estrella del progresivo – Wakeman y Emerson – , aparte de no
ponerse capas
o clavar
cuchillos en los órganos Hammond, es que nunca usó ninguna de
las máquinas de Moog, optando por sintes mas “marginales” como
el ARP en
los 70 o los Oberheim en los 80 – casi se le cae uno, o eso parece,
durante el vídeo de “This
is Love”-, con lo cual su sonido era siempre un poco diferente.
Además, se hartaba de usar pedales en los sempiternos Hammond y el
propio Mellotron, y como antes no existía Internet, era tarea muy
complicada saber qué cachivaches utilizaba para crear sus líneas de
teclado. Igualmente, para replicar el sonido del piano en directo, y puesto que Genesis no podía gastarse mucho dinero en los transportes durante los setenta (o no querían romperle las espaldas a sus pipas), usaron el piano eléctrico RMI, cuando la mayoría de músicos optaron por el Rhodes.
Eso
no quita, por supuesto, para que buena parte de sus sonidos sean muy
“de la época”, pero qué les voy a decir yo, que he escuchado
tantas veces los discos que ya casi he perdido todo contexto
histórico. Incluso cuando aparecieron los primeros samplers, eligió
el carísimo Synclavier (solo se lo podían permitir Frank Zappa y
Pete Townshend) entre otros motivos porque Peter Gabriel había
elegido el Fairlight y quería evitar comparaciones en el sonido.
Siguiendo con el tema de los sintes, saqué a colación lo mucho que
echaba de menos el foro de la web oficial, en el que participaba el
productor Nick Davis, que nos soplaba información jugosa – desde
el punto de vista técnico, entiéndase – sobre los discos. Como
por ejemplo, en la interpretación de “Cinema show” del Rainbow
(caja de los directos), Nick nos soltó que la pista original en la
que estaba grabada el ARP estaba prácticamente inutilizable, así
que Tony tuvo que volver a tocarla casi 30 años después en el
estudio de la banda. Pero como sus manos no se mueven tan rápido
como antes, tuvieron que ralentizar la velocidad de la grabación y
después acelerarla de nuevo. Afortunadamente, este primigenio sinte
no tenía más de 7 u 8 sonidos así que encajarlo no fue tarea tan
ardua como pudiera parecer. Para esta clase de datos se inventó el
término “trivia”.
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Y también a la guitarra, qué tío |
Una
de las cosas que mas pena me dio de nuestra charla fue oírle de su
propia boca que “el grupo está bastante muerto” (por Genesis), y
que no piensan sacar mas material inédito. Lo primero tiene una
cierta lógica porque Phil Collins está prácticamente retirado, sus
problemas de espalda no le dejan tocar la batería y Peter Gabriel
nunca parece estar muy por la labor de comprometerse con una reunión,
como ya me explicó Steve Hackett en su día. Tampoco era cuestión
de acosar a Banks con ideas peregrinas como “Bueno, pero si Chester
Thompson tocase la batería y Phil solo se dedicara a cantar...”.
Sobre lo segundo tampoco quise insistir demasiado porque,
básicamente, tiene razón hasta cierto punto, con los discos ya han
hecho todo lo que se podía hacer, remezclarlos en 5.1,
remasterizarlos y añadir todos los extras que consideraban
oportunos, aunque nosotros los fans cansinos podíamos pensar en
algunas sugerencias.
Entre
ellas, sacar “Three sides Live”, “The Mama tour”, “The
invisible touch tour”, “In Concert '76” y “When in Rome” en
Blu-Ray (perdón, acabo de mojar la silla con solo imaginarlo), o
buscar una versión decente de algún vídeo de la gira del 77, o de
la reunión con Peter en el 82, etc, etc... Pero estamos aquí para
hablar de “Six”...
Seis
piezas, seis
El
motivo para titular sus obras orquestales de forma tan discreta, es
que, según el propio compositor, quería huir de títulos tan
rimbombantes como “Concierto para piano, opus 1 o sinfonía número
2 de Tony Banks”, algo que, apostillo, hicieron en su día otros
colegas como Keith Emerson o Jon Lord (descanse en paz). Eso en lo
que se refiere al álbum, porque en lo que se refiere a las piezas
individuales, sí que a recurrido a una imaginería un poco mas
épica, a fin de cuentas siempre se sintió un poco decepcionado de
que el temas más largo y épico de Genesis tuviera un nombre tan
humilde como “La
cena está lista”.
Aún
así, el propio Banks aclara que los títulos son una mera decoración
y que no hay realmente unas intenciones detrás de ellos, aunque
admite que quería dar una serie de claves sobre lo que uno podría
interpretar como “el
camino del héroe”. Así pues, una pequeña fanfarria nos
recibe en “Siren”, la pieza que permite a Martin Robertson
brillar al saxo. A pesar de haber hecho carrera en el jazz y en el
clásico, los fans de Tony lo conocíamos por pequeñas
intervenciones en “Bankstatement” y en “Still”, las cuales no
daban muchas pistas del despliegue lírico del que era capaz este
hombre. El intercambio de melodías entre Robertson – por lo visto
amigo y vecino de Banks desde hace muchos años - y la sección de
cuerdas es simplemente impresionante, mientras el tema principal que
se va desarrollando es muy Tony Banks. Es, definitivamente, una
perfecta introducción a la obra porque despliega muchos de los
colores orquestales – pizzicato y percusión melódica en la
sección intermedia – mientras prueba con un tempo mas animado que
“Spring Tide” en “Seven”.
“Still
Waters” es un nombre apropiado para un tema mucho mas tranquilo en
principio, en el que las cuerdas llevan buena parte del peso. Es una
composición muy en la línea del disco anterior, de hecho algunas de
sus partes vienen de los “restos” de “Seven”, y a Banks le
gustó lo suficiente como para intentar grabarlo en esta ocasión.
Una sutil línea de violín solista se dasarrolla, mientras los
trombones empiezan a formar un motivo mas “heroico” que se deja
notar con mucha mas presencia minutos después. El tempo marcial
termina por marcar la diferencia en la segunda parte de estas “aguas
tranquilas” que vuelven a su cauce al final de sus seis minutos.
Es
en la tercera pista, “Blade”, en la que Charlie Siem puede
brillar en todo su esplendor, con un abrupto inicio, sorprendente en
lo que llevamos de música orquestal de Tony. Casi todos los que
hemos escuchado el disco – y el propio compositor – admite que el
solo más rápido del violinista remite al de teclado en “Cinema
Show” (de “Selling England by the pound”), uno de los temas
cuya parte instrumental ha sobrevivido de forma muy longeva en las
giras de Genesis. El contrapunto de la orquesta cuando termina el
solo da la impresión de que estamos escuchando dos piezas diferentes
en una sola, pero entonces Siem “coge el relevo” y Banks hace esa
clase de juegos con lo que, dentro de un contexto pop, serían esos
extraños cambios de acorde que te dejan torcido en el sillón, y se
permite hacerlo en dos ocasiones... Termina de forma más tranquila
pero sin haber bajado la guardia en ningún momento, ciertamente el
mundo de las bandas sonoras se está perdiendo a un gran creador.
![]() |
Siem, Banks, Englishby |
El
cuarto tema recupera el tono tranquilo de “Still Waters”, “Wild
Pilmigrage” da paso a un desarrollo pausado de las melodías, hasta
que el crescendo desemboca en una conjugación de las cuerdas y los
vientos mucho mas grandilocuente. Hay una cierta sensación de
amenaza, de tensión que se acaba liberando en el último minuto,
antes de retomar el lento desarrollo de la sección de cuerdas que
escuchamos al principio.
“El
oraculo” tiene un principio mas ominoso, con las flautas y el fagot
tomando el papel protagonista. Es, sin duda, el tema que más puede
recordar a los desarrollos instrumentales de los álbumes de Banks en
solitario. Esa fue una pregunta que me hubiera gustado plantear, si
había sentido la tentación de orquestar algunos de sus viejos temas
fuera de Genesis, pero como ya hablamos de algunas versiones
“sinfónicas” de los temas del grupo, me pareció innecesario
(que se me pasó, vamos). A diferencia de “Blade” o “Siren”,
no parece que los músicos hayan podido imprimir algo de personalidad
en su interpretación y hayan hecho una toma escrupulosamente fiel a
la partitura.
![]() |
Robertson, Banks y Davis |
Terminamos
con “City of Gold”, - me imagino que el destino final de nuestro
héroe -, que pronto deja paso a un tempo urgente en el que la
intensidad sube y baja para que la sección de viento propugne una
fanfarria que cerrará los doce minutos – el tema mas largo – de
esta pista. En algunos momentos parece recapitular algunos de los
motivos melódicos de las composiciones previas, pero en esta es sin
duda en la que Banks introduce mas variaciones y desarrollos. Sus
constantes subidas y bajadas lo hacen un cierre perfecto para esta
obra.
La
portada vuelve a ser una obra del difunto Stephen Knapp, su viuda
vive cerca de la familia Banks – Tony lleva más de 35 años casado
con Margaret y tiene dos hijos, por si a alguien le interesaba -, y
esta vez ofrece una imagen que recuerda al “Beirut virtual” que
aparecía en las pantallas de la gira “Turn it on again” cuando
tocaban “Domino”.
“Six”
deja el listón muy alto en lo que se refiere a la carrera en
solitario de Tony, orquestal, pop o progresivo. Si bien no puedo
decir que todos los álbumes del teclísta sean perfectos, tampoco
podría pensar en ningún tema que no me guste especialmente, no
obstante, con “A curious feeling”, “Seven” y este “Six”,
consigue una continuidad que no tienen, por ejemplo “The Fugitive”
o “Bankstatement”.
Por
supuesto, no todo el mundo coincide conmigo, en un número de la
revista “Prog”, Sid Smith (biógrafo de King Crimson y webmaster
de su discográfica) señala que Banks ha sido demasiado conservador,
dejándose llevar por sus intereses melódicos, los que considera
demasiado dulces. Leyendo esta crítica, me enfurecí como solo un
fan en modo energúmeno puede enfadarse, y teniendo en cuenta los
gustos de Smith, ésta es la hipotética carta que le hubiera enviado
al escritor si me hubiese dejado llevar por esa ira:
“Querido
Señor Smith, aunque respeto mucho su obra, las líneas que escribe
para diversos lanzamientos discográficos y comparto su amor por el
género progresivo, es obvio que ha dedicado muy poco tiempo a
escuchar la obra en solitario del señor Banks. Por otro lado,
supongo que los Soundscapes de su admirado Robert Fripp, en versión
sinte de
guitarra u orquestados
por Andrew Keeling, deben ser artísticamente superiores a este
álbum, ya que llenar 15 o 30 minutos con un solo acorde y diversos
bucles sonoros será en su opinión la cumbre de la composición
moderna.”
Afortunadamente
soy una persona razonable incapaz de escribir una pataleta tan
infantil, ni siquiera en mi propio blog. Ops.
Hablar
con Tony fue fantástico, tuve un par de momentos de quinceañera
histérica (interiormente, quiero decir) cuando hablamos de algunos
de sus temas favoritos tanto de Genesis como de su carrera en
solitario y vi que coincidíamos bastante, aunque, como diría
William Borroughs, un autor nunca es demasiado efectivo a la hora de
juzgar su propia obra. De hecho, me extrañó que señalara
“Blackdown” como el motivo principal para meterse en esta
aventura de componer para una orquesta, y que no se sintiese muy a
gusto con el resultado de “Spirit of gravity” en el disco
anterior, cosas de los genios, supongo. Ciertamente, los desarrollos
de las melodías son geniales y una demostración de lo que puede
hacer un músico cuando no tiene que pensar en unas estructuras
concretas.
La
mejor recompensa fue cuando íbamos a colgar el teléfono y Banks se
despidió con un “Thanks a lot, it was great”, aunque aún había
sitio para más gozo cuando le preguté a Carol si era posible que
Tony me firmase el librito del CD de “Six” y/o “Duke”. Al
mes, me llegó una copia del álbum orquestal firmada por el
compositor y la versión CD/DVD de Duke firmada por el teclísta y
Mike Rutherford. Fuck yeah.
Finalmente,
qué puedo decir sobre un tipo que me cae tan bien, un disco que me
parece tan bueno y que se puede adquirir por unos míseros 5,99
euros, salvo ¡COMPREN,
COMPREN,
COMPREN!
PD:
El blog volverá con varios artículos de épica variable al tema
automovilístico, lo prometo. El día menos pensado...
¡MARAVILLOSO!¡¡¡¡ÉPICO!!!! Voy a escuchar ahora mismo el Six con unas ganas como sólo las puede tener alguien que considera 'Undertow' una de las mejores canciones de la historia.
ResponderEliminarY a los fanáticos de Fripp y la música moenna que denostan a lo melódico, pues... pues que sean felices en su aséptica tristeza. Ellos sabrán. Y que les den un par de hostias bien dadas, joder.
¡Muchas gracias tocayo!
ResponderEliminarMe ha encantado!
ResponderEliminarHay una cosa que creo que tenemos en común: mi miembro favorito de Genesis es Tony Banks. Le han (por así decirlo) subestimado. Si tu coges i le quitas el todo el piano a Genesis, qué te queda? Casi nada. Muchas veces es el piano el que marca el sentimiento que le han puesto en una canción.
Has oído "Supper's Ready"? Hay trozos en que el piano es... la repanocha (por no decir algo un poco más fuerte)!
Es más, me descargué una foto que salía Tony Banks en su estudio con 6 teclados (6!).
Ah, y tengo una cosa a decir: puedo tener 12 años, pero mi gusto por la música no és el de los niños de mi edad.
Saludos
Hola Núria, muchas gracias, yo creo que todos los miembros de Genesis son todos unos genios, y en eso incluyo a Anthony Phillips o a Ray Wilson, además, he tenido el placer de entrevistar a tres de ellos (Steve, Ray y Tony) y puedo confirmarte que además de ser unos músicos increíbles, son unos tipos estupendos. Si te sirve de consuelo, yo también empecé a escuchar a Genesis a tu edad, y para entonces estaban tan pasados de moda para buena parte del público como ahora, pero si quieres escuchar como unos vejestorios contamos historias y anécdotas del grupo, aquí tienes el enlace la primera parte del especial de Genesis en el que participé: http://www.ivoox.com/subterranea-2x07-especial-genesis-parte-1-audios-mp3_rf_1642899_1.html las dos partes en total suman seis horas... Dios mío, no sé lo que puede ser escuchar todo eso de una tacada...
EliminarSobre Oldfield... yo lo admiro mucho y desde luego que no le quito mérito a haber sido capaz de triunfar a pesar de su complicada infancia y vida familiar, pero todos somos posibles objetos de crítica (¡hasta yo! ¡Fíjate lo que te digo!) y tal como explico en el artículo, algunas de sus decisiones artísticas me parecen mas bien cuestionables. En el caso del libro, me parece muy bien que Oldfield haga la clase de biografía que él vea mejor, pero el "co-autor", Jon Collins tiene un libro sobre Marillion (otra banda que recomiendo), mucho mas completo que Changelling.
Saludos!
No se que pasó con lo que escribí.
ResponderEliminarEn cualquier caso genial. Muy buena la entrevista y el tono.
Me sentí muy identificado. Me pasó algo parecido en entrevistas con gente que me encantaba, incluso pude trabajar con alguno. Dejo mi blog con temas parecidos. Tony es un tipo que adoro y que ha significado mucho en mi vida.
http://ricardomurad.blogspot.com.es/2007/03/pat-metheny-el-eterno-viajero.html
Muchas gracias por el comentario Ricardo, le he echado un vistazo por encima a tu blog y me gusta ver que los dos hemos visto también a Mike Stern en directo (aunque yo no lo he podido entrevistar). Metheny es uno de los grandes y de los que también se puede pasar horas escuchando, "Beyond the Missouri Sky" es un disco precioso y por ahí debe aún andar un VHS que grabé de algún festival de jazz, con la actuación de sólo guitarra y contrabajo. De nuevo, muchas gracias.
EliminarPues acabo de oír el álbum Seven, que lo mío es la Clásica y muy poco el Rock. Me ha encantado tu texto y este acercamiento a el compositor. ¡Que me has vuelto un fan! Su música muy inglesa podría decir, muy contenida y lírica pero sobre todo me ha gustado su personalidad tan bien retratada con tus ojos de admirador. Gracias.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por el comentario! Unos años después lo volví a entrevistar, aunque ya por su carrera en solitario (salía una caja recopilatoria) y lo tuve al pobre otros 45 minutos al teléfono....
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