jueves, 10 de agosto de 2023

El "Hola blogger"

TODO EL ITALIANO QUE SÉ.

Tengo un amigo (o quizás tenía) que me comentaba cómo a veces conocía a gente por esos foros de dios - los "foros" son las cosas en las que le gente vertía opiniones antes de la llegada de las redes sociales -, y que en cierta ocasión, llegó a entrar en contacto con un italiano que se despidió de una de sus conversaciones vía chat (nada turbio, no se preocupen) con un "¡Hola!"


Claro, nadie le había explicado al pobre chaval (supongamos que era un chaval) que en España - como en muchos países, la verdad - tenemos vocablos muy distintos para saludar y para despedirnos. "Ciao", como todos los españoles que nos creemos que sabemos italiano (spoiler: es mentira) puede querer decir tanto "hola", como "adiós".


Y he aquí que hoy tenemos una despedida. Pero no una de esas despedidas que, como dice el bueno de Wally Week en este artículo vinculado, viene a hacer que mi tanque de soberbia se ponga a rebosar. No, es una despedida y un "hola" a la vez. Y ahora, sí, FRAN OS CUENTA SU VIDA.


En realidad no es para tanto.


LAS MANOS QUIETAS, POR FAVOR



Como algunos ya sabréis, este blog no se puede compartir en las redes de Meta, lo cual, me temo, quiere decir prácticamente, que no se puede compartir en ninguna red social ¿El motivo? Como una persona que levanta un poco una mitad del cuerpo para dejar que se vayan unos cuantos gases mientras está sentado, me inclino (a pensar) que la culpa la tienen algunos desnudos que me he atrevido a incluir a la hora de tratar ciertos temas. Entre ellos, mi famoso artículo sobre la primera biografía que se publicó sobre Amparo Muñoz.


No sé si, como en ese clásico del pop español (que se viene un poco abajo por la letra), hubo usuarios que no pudieron mantener las "manos quietas" para denunciar mis publicaciones, o después de una rápida masturbación, no pudieron dejar de mover dichas extremidades para acusar al blog de pornógrafo ante Mark SUCKERberg. Da igual, la cosa es que si ya tienen poco interés para la gente en general lo que pueda escribir, dejarlo a merced del Sindios que es ahora mismo Twitter/X, parece casi cruel.


Por supuesto, me parece cruel a mí, claro. Que a fin de cuentas soy el que ha tenido que soportar el peso de este blog durante años, pensando que lo mismo me podría abrir las puertas a currar en Yahoo, o, aún mejor, llevarme el curro de mis sueños: moderador de un chat en Terra.es


A lo mejor se me ha ido un poco con el sarcasmo.


Lo cierto es que me lo he pasado muy bien escribiendo en este blog, gracias a él he conseguido contactar con gente muy interesante. Lo mismo puedo decir del podcast, o de los vídeos de conciertos que subo a mis canales de YouTube, o de mis paupérrimas "críticas del paparazzi" que alguna vez he perpetrado. Para mí, esto forma parte de un mundo aparte del de mi curro - que a veces me da a alegrías pero que, sobre todo, me da dinero -, y que me permite desarrollar ciertas inquietudes ¿Tenía ilusiones de convertirmer en algún tipo de influencer? ¿Me lloverían las ofertas para colaborar en medios? ¿Tendría por fin mi sillón en "Sálvame"?

Obviamente, no. Y tampoco pasa nada. Porque como, insisto, la intención de todo esto siempre fue escribir sobre cosas que me interesaran - y a la vista está que me interesan cosas muy distintas -, pues con un par de retweets va uno servido.

El problema reside en que cada dos por tres se anuncia el fin de Twitter/X. Ya sea porque lo compra Elon Musk, o ya sea porque al señor que domina Tesla le da por escribir otra pedorreta mental que no tiene mucho sentido para los pobres transeúntes de dicha Red Social (ni para casi nadie), y ya uno no tiene siquiera la garantía de que le vayan a caer un par de palmadas sobre el hombro en forma de retweets/reposts. Y lo más importante, en lo que nadie ha caído durante todas estas diversas crisis de la Red del pajarito: ¿Qué repercusión tiene todo esto en Jun?

Dicho de otra forma, a mí no me importa ser más subterráneo que el Hombre Topo, pero todo tiene un límite, soy consciente de que casi nadie está interesado en leer mis desbarajustes, pero otra cosa es que hacérselo más difícil a los pocos pobres que podrían encontrar medio interesantes mis artículos.


También es cierto que han pasado cosas en el mundo que han complicado mucho la supervivencia de blog. Obviamente, podemos empezar por cierta cosa llamada COVID que ha dejado a media humanidad fuera de juego, por decirlo de forma amable. Este blog siempre se ha construido bajo el modelo de escritor de Starbucks, con la particularidad de que muy rara vez (o de hecho, ninguna) he tenido la oportunidad de tener un local de la cadena de "cafeterías" lo bastante cerca como para escribir desde las mismas.


Pero para expresarlo mejor: este bitácora nació desde un portátil Apple, se mudó a un ordenador de sobremesa durante un breve periodo (aunque las correcciones siempre se han hecho en mi ya vetusto iMac), para después regresar a un fabuloso portátil Windows - en el que se han perdido artículos empezados gracias a que me ha salido un poco regular el invento de HP -, y en la actualidad escribo desde una tablet Android con funda/teclado. No es, desde mi punto de vista, la mejor forma de escribir, pero al menos no tengo que estar tan pendiente de la batería.


Todo esto para decir que la pandemia me dejó sin la coartada de irme a una cafetería para escribir. Ahora bien, sí que estuve escribiendo, aunque no fuera para el blog. El confinamiento (no sé si ya deberíamos olvidarlo oficialmente) lo pasé con mis padres.


No quiero ponerme dramático, mis padres fallecieron en lo que se podría denominar las postrimerías de la pandemia. Ya lo peor había pasado pero aún había mascarillas en los hospitales. Los dos dieron positivo en COVID pero las vacunas evitaron que se complicara más allá de un resfriado largo.


Aún tengo tiempo para darme de hostias con cualquiera que me venga con teorías conspiranoicas alrededor de las vacunas, aviso. Con el agravante de que en general no tengo mucho tiempo para casi nada (contrariamente a lo que sugiere esta entrada del blog).


Mis padres se me van por unas complicaciones que llevaban sufriendo desde hace años. Sobre todo mi madre, cuya salud se resintió mucho nada más empezar el encierro. Si me hubiera pillado en otro momento, quizás me lo podría haber tomado de otra manera. O si me hubiera podido preparar, podría haber sido una de esas personas cuya mayor queja durante el "arresto domiciliario" hubiese sido que me tengo que poner al día con Netflix.


Pero no, puedo decir sin problema que el confinamiento fue una etapa bastante dura y jodida. Las pocas cosas que me mantuvieron con una cierta cordura fueron escribir (poca sorpresa en eso) y, curiosamente, trabajar. Como mucha gente - a veces creo que, efectivamente, la mitad de la población mundial -, me decidí a empezar un diario de la pandemia. Lo enviaba a unos pocos lectores y me dio no pocas alegrías poder compartir las actualizaciones diarias de un periodo que, seguramente, a todos nos gustaría olvidar. A mí incluido. Obviamente, no lo cuento TODO, pero sí lo suficiente como para ser una lectura de cierto interés. Me estoy planteando muy seriamente editarlo por alguna vía independiente o electrónica verbigracia de Amazon o alguna plataforma similar ¿No es territorio del blog? Pues la verdad es que no me lo pareció en su día y tampoco me lo parece ahora. Aunque también puede ingresar fácilmente en la lista de "proyectos de los que hablo que nunca verán la luz". Y esto nos lleva a...


¿QUÉ SERÁ DE "EL COCHE PERFECTO"?


Fuera máscaras, este blog se forjó a base de leer mucho a "Vicisitud y Sordidez" y de ver demasiados programas descargados ilegalmente de "Top Gear". De verdad pensaba que sería capaz de unir mi irregular pasión por los coches - que en realidad siempre ha sido pasión por el estilo de realización por el programa británico, pero sin gustarme su racismo -, junto a los temas caústicos del blog de Paco Fox y compañía.


Por supuesto, todo el que hace cosas como un blog o un podcast - que a veces da la impresión de que es, o ha sido medio mundo -, debe ser consciente de los peligros que acechan en la oscuridad de Internet: principalmente que a nadie le interesan tus mierdas por muy bien o muy mal que estén escritas. 


Eso sí, una vez que has empezado a encontrar un pequeño público de personas que expresan un mínimo interés por lo que haces, tu deber es darles más de lo mismo para así rentabilizar ese interés. No debes, bajo ningún concepto, mezclar cosas con tan poca conexiones (como neuronales parece tener uno) como una reseña de una serie de anime que viste de pequeño, la trayectoria de una banda de Rock Progresivo que sólo recuerdan los fans más acérrimos del género o un libro de Ayn Rand. Sobre todo si en Vicisitud y Sordidez ya lo han repasado.


Y aún así, quedarán aún más oscuros peligros en tu senda, bravo guerrero de la palabra escrita y de los programas de radio que se distribuyen por la Red de Redes.


Ay, qué asco me he dado por intentar ser gracioso durante el párrafo anterior.


Como persona que no suele leer los comentarios de los artículos que leo (a menos que la opinión que expresan sea muy contraria a la mía, entonces me gusta ver si alguien ha dado una respuesta que yo por vaguería no llegaré a escribir), me ha sorprendido - para mal - la mala bala de cyberbullying que se oferta en Menéame y la extraña tendencia de algunas personas de comentar los posts con una especie de rencor. Llegué a sopesar el escribir un artículo comentando los comentarios, pero por un lado no quiero que la poca vida que le queda a este blog se vea dedicada a responder improperios con más improperios. Aparte, me conozco, mi primer impulso va a ser escribir una respuesta a base de insultos, después me voy a calmar, escribiré una cosa mucho más serena, intentando incluso tender puentes con el comentarista - intentando ganar el "Pardillo Award Definitive Edition" -, después me daré cuenta de que no ha servido de nada - porque si un debate ya sirve de poco cuando uno de los dialogantes se pone a lanzar datos falsos a lo Feijó, ya no les digo online - y me quedaré con mi precioso comentario mancillando mi purísimo blog que no lee tanta gente como para que de para un incidente internacional.


En realidad, esto es un "¿Cómo hemos llegado hasta aquí?" Mientras que el título de este segmento era "¿Qué va a pasar con el blog?" (parafraseo). Pues que se va a quedar como está, básicamente.


¡Vaya timo! Les oigo decir.


¡Vete a la mierda! Respondería, pero mejor me explayo un poco más.


Que se te vayan tus padres en muy poco tiempo ya debería haber sido suficiente como para poner todas las cuestiones que rodean un blog en quinto, sexto o básicamente el último plano de la vida de cualquiera. Las consecuencias vitales, emocionales, legales y de todo tipo que algo así tiene en la vida de uno son tantas que, sólo en el caso de que viviera de escribir podría tener una excusa para ponerme delante de una pantalla y un teclado. Pero no necesito excusas, necesito escribir, de igual forma que necesito cantar o necesito hablar de vez en cuando con gente con una altura intelectual superior a la mía. Y esto último tampoco es tan complicado, lógicamente.


Cuando grabé el último episodio de "Las cosas de Fran" con el Señor Valencia, no creía que algo con un nombre tan poco aclaratorio como "Movida mazo tochas" y con una foto de David Bowie fuera a terminar siendo el más escuchado en iVoox. Pero emplacé a mi interlocutor a una nueva entrega de "Las cosas de Fran" para el 2024, para cuando- se supone - ya me habría leído los volúmenes que Javier habrá publicado con la ayuda de sus compañeros de la ya extinta "El Pájaro Burlón". Y lo cierto es que, a falta de un cuarto volumen, sólo me queda uno.


Así que al menos, el reproductor de iVoox incrustado en la(s) entrada(s) del blog que hablo sobre el podcast, se verá actualizado con un episodio más... Si Javier accede, claro.


Aparte de eso, y como ya comenté en "Movidas mazo tochas", servidor ha estado recorriendo parte de la geografía nacional (e incluso extranjera) con el tributo a David Bowie en el que hago gorgoritos. Y tampoco podemos olvidar que me uní a Sweet Hole y que hemos grabado un disco la mar de pintón titulado "Ubik" que deberíais escuchar en todas las plataformas "del ramo", como decía Jesús Puente en "Su media naranja". Y, obviamente, si ha entendido esa referencia, está en ese punto de su vida en el que se tiene que hacer una colonoscopia.





Sigo pensando en publicar "Las entrevistas de Francisco Roldán en la This is Rock", con suntuosos extras. Y en la biografía que tengo en la web de SH, sigo tonteando con la idea de publicar ese famoso proyecto de música para piano... ¡Vamos, que a uno no le faltan proyectos que sólo existen en su cabeza!


Sea como fuere, y en lo que concierne a este blog que cierra las puertas / dejará de actualizarse como hasta ahora, sólo puedo decir que abriré uno nuevo en otra plataforma, seguramente wordpress, y que ahí podrán seguir disfrutando de desbarajustes varios, como crítica de cine que recibirá menos aplausos y aún menos dinero que las que escribe Paco Porras (que ya es decir), así que, ustedes dirán "¿Para eso nos hemos tenido que tragar semejante parrafada? ¿No bastaba con un sucinto mensaje de que el blog seguirá en otro lado?" A lo que yo respondo "Bueno, siguiendo la línea de este blog".


Paz pa tos y no seguimos leyendo en breve.


miércoles, 22 de enero de 2020

Reseña de un concierto de LA banda tributo a Genesis con fotos del incomparable Enric Minguillon

THE MUSICAL BOX: A GENESIS EXTRAVAGANZA PART II
Sala Barts (Barcelona) 11/11/2019


Para mí, The Musical Box ha significado siempre la oportunidad de peregrinar (en el fondo, como con muchos artistas que me gustan) a sitios en apariencia tan lejanos – aunque gracias a los vuelos de bajo coste, no muy gravosos de alcanzar – como Madrid, Barcelona o Londres. Es lo que tiene ser un fan irredento de Genesis, que si alguien te pone delante el caramelo de escuchar una reproducción en directo bastante fidedigna de la banda original, haces lo posible por hacerte con él.


Siguiendo la absurda lógica por la que a veces parece regirse el mundo, un proyecto como este tenía que nacer en un lugar – de nuevo, aparentemente – tan lejano como el Canadá francófono (Quebec, no menos), donde unos cuantos locos, dirigidos por Sébastien Lamothe en lo musical y por Serge Morisette en lo visual, decidieran poner en marcha, en 1993, una reproducción dolorosamente fiel de las actuaciones que Gabriel, Banks, Hackett, Collins y Rutherford daban durante la primera mitad de los 70 (del siglo pasado).


Como cualquier banda con cierta trayectoria, los Musical Box han pasado por una serie de conflictos internos, cambios de personal y desafíos que han moldeado la experiencia que pudimos vivir – algunos de nosotros, por enésima vez – en el precioso teatro barcelonés de envidiable acústica. No me quiero detener mucho en esto, pero sin lugar a dudas, mi formación favorita sigue siendo la que incluía a Martin Levac (auténtico clon de Phil Collins, como demuestran sus proyectos en solitario) tanto a la batería como a los coros o a la ocasional voz solista y con David Meyers a los teclados. La Wikipedia, según su cronología, me dice que estos dos músicos nunca coincidieron en TMB, pero tengo fotos que atestiguan lo contrario (y la peluca que lucía Meyers no es excusa, además la enciclopedia gratuita comete el imperdonable error de obviar las funciones de Morisette).


Hay quien podría discutir que hay algo de patético en que unos señores – de ya una cierta edad – insistan en un repertorio y una escenografía de hace 40 años. Algo de razón no les faltaría, pero a mí me parece un poco más digno que ver a esas bandas en las que ya no queda ni un sólo miembro original (conservando sólo el nombre) y definitivamente, mucho más digno que esas “giras con holograma” que amenazan con comerse el futuro de la música en directo. O dicho de otra forma, me encanta Genesis, es mi banda favorita y si quiero ver a unos tíos tomando el desafío de reproducir su música y sus pintas sobre un escenario, es mi puto problema.



El mío y el de bastantes más, he de decirlo, aunque The Musical Box es sin duda “café para los muy cafeteros”, la sala estaba llena a unos minutos de arrancar el espectáculo. Curiosamente, el montaje en esta ocasión es la secuela de una proposición que el año anterior había ocupado la Barts durante dos noches seguidas – en este caso, sólo una, imagino que es mejor asegurar un sólo lleno absoluto a un par de citas que no terminar de agotar el papel – y que denota que la propia banda también se ha cansado de ser tan fiel a los Genesis originales.



A Genesis extravaganza” nos visitó en 2018 para presentarnos una selección de temas del repertorio genesiano que recorrió desde el poco celebrado “From Genesis to Revelation” (1969) hasta el clásico “Wind and Wuthering” (1977 o 1976, según algunas fuentes). En este caso, el concepto se plantó en los años que van entre 1970 y 1978, con lo que el grupo se pudo permitir interpretar temas desde el rompedor “Trespass” (1970) hasta el castigado “...And then there were three” (1978).



Otro elemento que diferencia esta extravagancia con respecto a los shows anteriores, es que en la pantalla de formato cine que ocupa el fondo del escenario se proyectaron algunas nuevas animaciones que sirvieron para ilustrar el contenido de los temas, amén de la recuperación de algunas piezas provenientes del archivo oficial de Genesis.
Poco antes de empezar el concierto, por los altavoces estuvieron sonando clásicos del Progresivo: ELP, Pink Floyd, King Crimson, definitivamente, la forma perfecta de caldear un ambiente. Las luces se apagan, empieza a sonar la toma original de “Ravine”(“The lamb lies down on Broadway, 1974) mientras los músicos toman su lugar, la pantalla nos confirma que vamos a ver “A Genesis Extravaganza, part II” y en lugar de una cita de algún miembro de la banda proyectándose, el grupo entronca directamente con “Eleventh earl of Mar”, una pieza de historia con música épica que narra la historia de John Erskine, protagonista de la (fallida) rebelión jacobita de 1715.




La interpretación instrumental fue prácticamente intachable, Lamothe pudo sacar su imitación del Shergold “desmontable” que Mike Rutherford usó desde finales de los 70 hasta principios de los 80 (suma de bajo de 4 cuerdas con guitarra de 12) y Dennis Gagné lo hizo bastante bien imitando tanto las inflexiones vocales como los ticks de Phil Collins. La cuestión es que su timbre natural lo acerca más a Peter Gabriel, así que uno se queda con esa sensación de estar viendo una versión de Genesis proveniente de una realidad paralela, en la que el cantante original no dejó el grupo. Quizás precisamente por eso, el experimento de montar hace unos años, la reproducción de la gira de “A trick of the tail” (1976, primer disco con Phil como cantante) no fue más allá de una sola tourne. Con todo, fue una delicia ver cómo el guitarrista François Gagnon se calzó la guitarra clásica para reproducir fielmente el pasaje tranquilo – originalmente llamado “House of the four winds” - del tema.

De hecho, lo siguiente fue otro tema de gran épica y el estreno de Collins como sustituto definitivo de Gabriel, “Dance on a volcano”. Dennis se sumó a las percusiones para la intro instrumental, y me quedé bastante perplejo ante lo bien sincronizadas que estaban las imágenes de erupciones de lava con la música. Si esto encajaba igual de bien en 1976, no me quiero ni imaginar lo arduo que tenía que ser trabajar con las proyecciones, dada la tecnología de la época. Aunque Morisette ya tiene experiencia en estas lides, después de todo, fue el encargado de sincronizar las diapositivas utilizadas en la gira de “The lamb lies down on Broadway” para la edición del disco en DVD.




Siguiendo en la misma línea, pero bajando las revoluciones, lo siguiente fue la preciosista balada “Entangled”, otro tema de “A trick of the tail” y, aunque no lo parezca, un auténtico tour de force para cualquier vocalista, ya que requiere una voz en falsete lo bastante enérgica para no perderse en la música. Con el apoyo vocal de Bob St-Laurent (batería) y de Ian Benhamou (teclados), Dennis pudo lucir bastante bien. Por supuesto, qué decir de la coda final en la que los sintes cobran protagonismo, tan dramática y espectacular como en la grabación de los Genesis originales. Una coda que también sirvió para ver una de las nuevas animaciones creadas para estos shows, en este caso, la enfermera que aparece en la portada del álbum – un magnifico retablo de raigambre dickensiana obra de los geniales Hipgnosis – y que nos muestra la “factura” de la que se habla en esta letra con “reminiscencias de Mary Poppins” como explicó Denis antes de la canción.
Como otros recursos del espectáculo, las animaciones se usaron de forma económica, aunque tengo que reconocer que el nivel de las mismas, a veces roza el de “trabajo de fin de curso de After Effects”.



Lo siguiente fue toda una sorpresa que hizo honor a la cronología de esta nueva extravagancia, “Down and out”, otro tema de apertura, en este caso del primer álbum de Genesis sin Steve Hackett. Sébastien tocó una guitarra eléctrica de 6 cuerdas – un síntoma de la “normalización” del sonido de la banda tras la marcha del guitarrista –, con lo que las notas de bajo tendrían que venir de los pedales, una muestra de cómo trabajaban Banks, Collins y Rutherford de cara a la composición y de lo autónomo que era este trío, ya que Gagnon apenas añadió alguna línea de guitarra durante el tema.

Down and out” es todo un manifiesto sobre la situación en la que bandas como Genesis se encontraban a finales de los 70: “hay gente ahí fuera dispuesta a ocupar tu puesto / una visión más comercial, una cara más fresca”. Los dinosaurios (con apenas 9 años de trayectoria, en aquellos tiempos, tan longevos ya como The Beatles) tomaban nota de la presencia del Punk y otras tendencias musicales del momento. Lo más irónico de que TMB interpretase este tema es que fue uno de los pocos que la banda original dejó de tocarlo en directo porque, tal y como explicó Daryl Stuermer (fiel escudero a la guitarra y al bajo durante las giras tras la marcha de Hackett) en una entrevista, eran “incapaces de encontrar el 1 rítmico en el que empezar a tocar”. Una de las pocas veces en las que las ambiciones compositivas del grupo han derrotado a sus capacidades técnicas.



Quizás, puestos a elegir un tema de “...And then there were three” habría sido más apropiado “Burning Rope” por su dramatismo y porque básicamente es un tema de la época Gabriel pero cantado por Phil Collins. O si se hubiera querido algo más comercial, apostar por el sencillo de éxito “Follow you, follow me”. Pero ya decimos que The Musical Box es un plato para connoisseurs, aunque nadie pidió que el grupo se sacase de la manga unos espejos hexagonales para hacernos el viaje en el tiempo aún más exacto.

Tras esto, un popurri de instrumentales, reflejo del que sirvió para abrir el anterior volumen de “A Genesis Extravaganza”. Algunos fans expresaron que como apertura, era un poco frío – en los tiempos de “A trick of the tail” el mismísimo Elton John se quejaba a Phil Collins por algo parecido cuando cerraban sus conciertos con “Los Endos”, “no me puedo creer que terminéis con un instrumental”- aunque a mí me funcionaba como primer movimiento de una sinfonía o como reivindicación, tal y como se podía leer en la pantalla al principio del bolo, según un extracto de una entrevista con Collins en 1976 “mucha gente no tenía en cuenta nuestras contribuciones”, en protesta por el excesivo interés de muchos críticos por un Peter Gabriel estelar, sin detenerse en que en la banda había otros cuatro músicos.




Este medley arrancó con “...In that quiet earth” (“Wind & Wuthering”), y me permite recordar lo en serio que se toma la banda la recreación de los temas en directo. Gagné se colgó un bajo Rickenbacker para reproducir fielmente los arreglos de disco original. El año pasado, cuando pude hablar con el vocalista (y hacerme el obligado selfie) le felicité por aprender a tocar el violonchelo para “After the ordeal” (“Selling England by the Pound”, 1973) y me contestó que sólo había aprendido a tocar lo que se escucha en el tema. Puede que lo mismo se pueda decir del bajo, la flauta, las percusiones o el teclado que también tocaría en otras partes del bolo, pero hay que tener un compromiso muy fuerte con la música para llevar las cosas tan lejos.

Engarzaron con el break instrumental de “Robbery, assault & battery” quizás unos de los momentos más jazz-rock de Genesis… de no ser por el siguiente “Wot Gorilla?”, o lo que es lo mismo, la visita de una banda de Rock al territorio de Dixieland, con los obviamente curiosos resultados que uno puede esperar.




Lo siguiente fue “Ripples”, una historia sobre la brevedad de la belleza física – ilustrada de forma contundente por las nuevas animaciones que se proyectaron, las cuales daban vida, una vez más, a los dibujos de la carpeta de “A trick of the tail” -, y que mostró uno de los problemas de ser tan fiel a la grabación original. Me explico, en su versión de estudio, la canción es un ejemplo del barroquismo del que Genesis se quiso librar en los 80, de hecho, cuando el grupo original la tocó en directo para la gira promocional de “Duke” (1980) simplificó los arreglos. En parte porque era imposible reproducir todos los elementos que se hallan en el vinilo, en parte porque el grupo empezó a dar más dinámica a sus interpretaciones sobre el escenario.

The Musical Box no tiene ese problema, y Denis Gagné sumó las líneas adicionales de teclado, lo cual deviene en una cantidad de elementos que se volvían difícil de discernir, por muy bueno que sea el técnico de sonido. Pero es un queja nimia, para cuando volvió el estribillo al final del tema, el público estaba más que entregado. Como lo estuvo con el cierre instrumental de la primera parte, efectivamente, “Los Endos”, con las luces reproduciendo la mítica portada del directo “Seconds Out” (1977). En el anterior volumen de la extravagancia, durante el crescendo final, se usó el palo láser que Genesis había empleado en la gira de “A trick of the tail”, pero en este caso se optó por un diseño de luces verdes que recordaban, curiosamente, al que se se usó, muy posteriormente, para los conciertos promocionales de “Invisible Touch” (1986).




Durante el descanso se proyectó un homenaje a Betty Swanwick, la artista cuyo cuadro “The Dream” sirvió a Gabriel como inspiración para “I know what I like” y que fue portada – tras adaptarlo a los requerimientos del formato vinilo – de “Selling England by the pound”. También aparecieron imágenes de las distintas etapas de Genesis que cubre TMB, amén de una petición para que aquellos fans que tuvieran alguna grabación en 8 mm de las giras tempranas de la banda se pusiera en contacto a través del perfil de Facebook oficial de The Musical Box. Siguen investigando, pues.


Tras los 15 minutos de descanso, y después de que los pipas montasen el “infame” bombo que se supone Peter Gabriel tocaba durante los directos – Collins nunca fue un gran fan del pulso rítmico del cantante sobre las tablas - nos cayó encima “The Fountain of Salmacis” (“Nursery Cryme”, 1971). Una de esas épicas composiciones de los primeros Genesis basadas en la mitología griega, que durante mucho tiempo se podría haber considerado intrascendente y fuera de lugar en este mundo moderno en el que vivimos. Pero su historia – básicamente, la parábola de Hermafrodita, que se fusiona con su enamorada Salmacis en un solo cuerpo – se revela como de ferviente actualidad en esta época de géneros sexuales fluidos.

El grupo la tocó, de nuevo, con una exactitud impresionante, aunque a Denis se le notó en algún momento con pequeñas dificultades para moverse a través de los complejos intervalos que también resultaban un problema para el propio Gabriel en su día.

Antes de presentar el siguiente tema, Denis explicó cómo fue una de las primeras composiciones en las que el grupo intentaba proponer “un viaje” para el oyente en lugar de ir en círculos – como, considero personalmente, ocurre la mayor parte de las canciones pop -, hablamos de “Stagnation” (“Trespass”, 1970), todo un ejemplo de las diversas sonoridades que exploraban los (entonces) jóvenes músicos: empezando por una serie de preciosistas arpegios en las guitarras acústicas de 12 cuerdas hasta que entra la batería y el órgano Hammond rompiendo la armonía, terminando el conjunto en una enorme melodía vocal que la banda siguió utilizando hasta en su gira de 2007.


El siguiente plato fue “Can-utility and the coastliners” (“Foxtrot”, 1972), otra rareza, dado que el grupo original la tocó muy pocas veces en directo – Steven Wilson me aseguró en una entrevista por teléfono que se debía a que Tony Banks no le tenía mucho aprecio, al ser un tema sobre todo compuesto por Steve Hackett -, y que cuenta la historia del rey Canuto II, de quien se aseguraba que podía controlar las mareas. Sting (compañero de giras de Peter Gabriel) hizo una referencia al enloquecido monarca en el vídeo de “If I ever lose my faith in you” (“Ten summoner’s tales, 1993). Otra interpretación calcada al vinilo, incluyendo las voces a lo Monty Python que cierran el tema, y es que conviene recalcar que buena parte de los temas de la primera etapa de Genesis terminan en lugar de apagarse con el típico fade out que después se ha vuelto rutinario en sus grabaciones.





El siguiente tema de “Trespass” en caer fue “Looking for somenone”, que además abría ese temprano clásico del grupo. Aparte de ser otra interpretación intachable de los Musical Box, he de decir que por muy castigado por la historia que haya sido el batería John Mayhew (fue expulsado de la banda y su sucesor fue nuestro amigo Phil), sus aportaciones a temas como este se me antojan esenciales.
Una inconfundible introducción de piano nos llevó a “Selling England by the Pound”, esto es, la señal de entrada para “Firth of Fifth” y uno de los puntos para el lucimiento del guitarrista, a la que siguió la bellísima “Cinema Show” que dio pasó a “Aisle of plenty”. En otras palabras, el literal cierre del disco, esta vez sí, inevitablemente con un fade out…
Para terminar el show principal, se recurrió a la composición que da nombre a esta banda. “The Musical Box” sonó tan enérgica como de costumbre y de nuevo – como en algunas recreaciones de la gira de “Foxtrot” y en la anterior “Extravaganza” - Denis apareció sobre el escenario con un disfraz a lo “Dama-Zorro” que ilustraba la carpeta de “Foxtrot”. Nuevamente, esto es una referencia para los muy cafeteros: Peter Gabriel no empezó a disfrazarse por una necesidad artística, sino que en principio fue una maquinación publicitaria.
Cuando se lanzó “Foxtrot”, se sugirió que alguien se vistiera como la imposible criatura como elemento promocional. Gabriel consideró que si alguien debía hacer algo así, era él. De esta forma, podría quitarse la espina de que la prensa no hablase de ellos por ser “¡Jodidamente aburridos” - como le espetó el jefe de prensa de Charisma Records -, aunque decidió no decírselo a nadie del grupo. A diferencia de otros disfraces que vendrían después, la unión de un vestido de mujer – de su esposa de entonces, para ser más exactos – y cabeza de zorro no tenía ninguna conexión con la música. “The musical box” es una oscura opereta con toques del Lewis Carroll más chungo sobre la represión sexual, aliñada con asesinatos y reencarnaciones, no muy distante en tono del “Otra vuelta de tuerca” de Henry James. Una opereta en la que el disfraz del “Anciano Henry” es más adecuado, pero lo cierto es que todas estas son consideraciones para el fan de la rama dura. Con su uso dramático de las luces, el clímax final ” Now! Now! Now!” funcionó tan bien como siempre. De nuevo, hay que mencionar las nuevas animaciones que dan vida a los personajes que ideó Paul Whitehead para la carpeta y que no muestran su “sanguinolento” instinto hasta el punto en el que la guitarra eléctrica rompe en mitad de la canción con un toque que casi se asemeja a un chillido.





¡Pero no se vayan, que aún hay más! Esta fue la única parte del set-list que había visto antes del concierto y una que esperaba con lógica expectación: “Supper’s Ready”, si hay un bis definitivo, es una composición épica de 23 minutos sobre la lucha entre el bien y el mal. Antes de atacarla, Denis nos avisó que el año que viene volverían a Barcelona para una interpretación íntegra del Mejor Disco de Todos los Tiempos – no admito discusiones en este sentido -, “The lamb lies down on Broadway” (1974) cuyas canciones habían sido, lógicamente, obviadas para este montaje.



Otra demostración de que con la “extravagancia” el grupo se estaba tomando algunas libertades se pudo notar en la puesta en escena para “Supper’s Ready”: Denis no se disfrazó de flor para “Willow Farm” ni se puso la cabeza hexagonal de Magog durante “Apocalypse in 9/8”, dejando que las proyecciones en pantalla se ocuparan de ilustrar esos momentos. Aunque sí apareció vestido de blanco para el apoteósico final de “As sure as eggs is eggs”, aunque usó un pie de micro en lugar del tubo fluorescente que Gabriel utilizaba para simbolizar el triunfo final de las fuerzas del bien.


¿Veredicto? Tengamos en cuenta que los tres momentos que me engancharon definitivamente a Genesis fueron interpretados – esto sucedió durante una escucha del directo “Seconds Out” y son el crescendo de “Firth of Fifth”, el inicio de “The Cinema Show” además de “Supper’s Ready” al completo – poco puedo decir que no sea que me encanta tener este motivo para poner los pies en la ciudad condal. Hubo algunos momentos en los que The Musical Box tuvieron algunas dificultades, pero dada la naturaleza del repertorio, lo raro es que no fuese un show repleto de errores.
¿Volveré a Barcelona para verles recrear de nuevo “The Lamb”? La duda ofende.