miércoles, 25 de febrero de 2015

ROGER AND ME


Siempre he sido un poco alérgico a la idea de escribir un bitácora como los que la gente hacía en los albores del fenómeno, esto es, un estricto diario on-line que narre mi día a día. Joder, si hasta el blog de Robert Fripp se acabó transformando en una colección de fotos de dulces y pasteles en el que, muy de vez en cuando, surgía alguna novedad sobre King Crimson. Y hay que ser muuuuuy paciente para atravesar tanta reflexión sobre el arte, el comercio, las reformas en el hogar (sic), la adopción de un conejo como mascota (sic) para llegar a algo que a uno, como fan de la música, realmente le pueda interesar.



              Por si alguien no pillaba la retorcida referencia cinematográfica por la que nombro a este artículo


Pero hará cosa de un mes y pico, tuve uno de esos “momentos francamente” que le hacen pensar a uno que a lo mejor puede ser un buen principio para una entrada de esas que no tratan de nada en particular.





Y entonces me pilló el toro con las actualizaciones sobre lo que había hecho para la This is Rock más reciente (para variar, cuando el siguiente número está a punto de llegar a las estanterias, pero ustedes ya están acostumbrados a mi ritmo ¿No?) y decidí juntarlo todo.




El momento en cuestión fue cuando me dio un arrebato de turista inglés en playas españolas y salí a la calle para andar, despejarme e intentar arroparme en los últimos rayos de sol de la tarde sevillana para quitarme de encima un poco de frío. Porque sí, en Sevilla, se lo crean o no, hace frío y llueve cuando llega el invierno. Y cuando mi paseo me hizo llega a la altura de la estación de trenes, pensé: “Ey, la entrevista a Roger Hodgson no ha salido nada mal”.




Para el que no lo sepa, Hodgson fue, junto con Rick Davies, uno de los líderes de Supertramp, esa banda cuyas canciones todo el mundo conoce, pero como les pasa un poco a The Moody Blues, nadie tiene muy claro a qué género pertenecen, ¿Progresivo? ¿Pop / Rock? ¿Jazz / Pop? “¿Tourtilla de patatas”? (como dijo Mike Oldfield en cierta ocasión).




Lo de Hodgson ha sido, para mí, un poco jugar al gato y al ratón. En varias ocasiones he tenido la oportunidad (no aprovechada) de verle en directo con la consiguiente posibilidad de entrevistarlo. Sin ir más lejos, el mismo verano que entrevisté a Steve Hackett y vi a Springsteen sobre las tablas por primera vez, Hodgson tocaba en la plaza de toros de Estepona. El mismo escenario donde, años antes, había visto a Yes. Unos auténticos Yes, quiero decir, con Anderson y Wakeman en sus filas y no la banda tributo de medio pelo que se arrastra actualmente por los escenarios.




Pero precisamente por ya haber hecho un viaje a Canarias y por el concierto del Boss, pensaba que ya sería excesivo desplazarme hasta la localidad malagueña, una de las alegrías del freelance es que puede disponer de su tiempo como quiera... hasta cierto punto.




Años después, Hodgson tocaba en Barcelona, en el Palau de la Música, justo al día siguiente del segundo show de Roger Waters resucitando su “The Wall” en la ciudad condal (y que fue precisamente el que yo pude ver), nos encontrábamos, de hecho, haciendo la visita guiada por el Palacio cuando nos llevaron a las butacas y desde allí podíamos ver la disposición de los instrumentos de la banda de Hodgson, la batería, las guitarras, los teclados y... la palmera que este hombre insiste en llevar en sus conciertos.





Yo ya sabía que todas las entradas estaban vendidas, pero duele un poco más cuando puedes ser testigo de un poco de lo que te vas a perder en unas horas... Ouch. Y ahí también me di cuenta de lo fan histérica que puedo llegar a ser sin que nadie se llegue a percatar: a pesar de que el Palau es un sitio espectacular desde el punto de vista estético, a mí lo que me embelesaba era ver la disposición del escenario. Ya sé que es una tontería, pero el mero hecho de ver unos atriles, unos micrófonos y unas guitarras sobre el escenario ya me anima. Tarde o temprano, entre todas esas cosas, alguien va a hacer música, y eso sólo puede ser buena señal. La mayor parte de las veces.





Perdida ya toda esperanza, el año pasado se anunció el lanzamiento del clásico “Crime of the century” (1974) de Supertramp en versión “cofresupermegalujoquetecagas” y, sin yo esperarlo, me llegó un correo del dire diciendo que había posibilidades de entrevista telefónica con Hodgson...¡Allá vamos!




Al igual que con Damon Fox o Jackson Browne, la conversación con Roger entra en la categoría de “esto iba a ser una mera cuestión promocional y acabamos con casi una hora de charla”. Hubo un momento, alrededor de los 20 minutos de entrevista (que suele ser un punto crítico) en los que pensaba que nos íbamos a despedir, pero entonces Hodgson siguió contando cosas, entre ellas pequeñas revelaciones que, al menos en lo que a mí respecta, nunca le había oído contar.




He de decir que fue genial, y parece ser que, por fin, voy a poder aprobar la asignatura pendiente de ver a Hodgson en directo este año (¡¡¡¡¡Ueeeee!!!), aunque tengo que confesar que mientras Roger se lamentaba de que Davies siguiera sacando a Supertramp a la carretera mucho después de su “divorcio” artístico, no tuve el nervio de confesar a mi interlocutor que, de hecho, yo había ido a uno de los conciertos de esos Supertramp (en Granada, gira del “Slow Motion”, 2002).





De hecho, en los tiempos del VHS, mis grabaciones del especial de “It was the best of times,” (para RTVE, en 1999) y del directo de Hodgson en el Circulo de Bells Artes madrileño (para 40tv) estaban muy quemadas antes de que los DVDs ocupasen su sitio debajo del televisor. Supongo que hacerme una sesión doble de las es lo más cerca que estaré nunca de ver una reunión de Supertramp. Y después de hablar con Roger, creo que es lo más cerca que estaremos muchos de nosotros de ver una reunión del grupo. Ouch x2.




A los pocos días de la llamada, la manager (y si no me equivoco, también esposa) de Hodgson me llamó para decirme que su representado estaba muy contento con cómo había ido a la conversación. No sé cómo de sincera sería la afirmación, lo cierto es que no me importó que se me enfriase la tostada (ya saben, el tema de los desfases horarios, Roger vive ahora en Estados Unidos) mientras mi pecho se hinchaba de orgullo.




Pequeñas cosas que merecen la pena, one more time.





Y por supuesto, este artículo ha tenido como invitados especiales a los enlaces que muestran algunos de los discos que he reseñado en este número, amén de otras curiosidades.





Hasta la próxima.