viernes, 11 de julio de 2014

ORGULLO Y PROGRESIVO (y algo de metal)



Todos los meses paso por el mismo proceso que intento evitar de todas las formas posibles, pero no hay manera. Primero, la anticipación que provoca saber que algo tuyo va a salir publicado, después, la satisfacción de verlo en papel, de contemplar cómo luce en los kioscos o en otros espacios donde se vende prensa, para, finalmente, el bajón porque uno se pregunta... ¿Y ahora qué?

No se extrañen, lo bueno que tiene esto del periodismo musical – o como coño se llame lo que yo hago – es que nunca hay sequía de contenidos, siempre hay alguien que saca un disco o está de gira y en más de una ocasión, lo que uno piensa que va a ser una conversación anodina, para cumplir el expediente, se transforma en algo mucho más interesante y enriquecedor (BigElf sería un buen ejemplo).

Por todo esto, no tengo problemas en admitir que estoy muy orgulloso de las tres entrevistas que jalonan el This is Rock de este mes, tres oportunidades más o menos relajadas de hablar con tres figuras de la música de una relevancia variable – al menos, tal y como está ahora mismo montado el chiringuito de la opinión pública – pero igualmente intensas e interesantes.


Empezamos con la más corta – como diría Josefina en su noche de bodas -, esto es, Steve Lukather, de Toto. Yo definiría a Luke (apodo que luce en la guitarra de Musicman fabricada bajo sus especificaciones), como un genio de la guitarra que tiene un serio problema a la hora de elegir peinado y camisas. Si usted no coincide con esto, véase cualquier vídeo de Toto y me lo cuenta, ya no es una cuestión de si los cardados o los estampados llegaron a estar de moda, sino de si alguna vez fueron compatibles con el bueno de Steve.

En todo caso, como grupo, siempre se ha visto rodeado de un aura un tanto extraña. Sus miembros, por regla general, han sido convincentes músicos de sesión, y para la crítica, siempre deseosa de descubrir al próximo genio rebelde con tendencias auto destructivas – porque eso mola mucho, aunque desemboquen en la figura del “borracho y drogata que no deja vivir a nadie”, si bien, reconozcamos que esa figura también ha tomado protagonismo en el blog -, ésto siempre ha sido sospechoso.


Lo cual no deja de ser una chorrada, de lo mismo se acusó a Led Zeppelin (salvando las distancias), en sus inicios, como si el hecho de haber tocado en discos de mucho éxito – Lukather aparece en el “Thriller” de Michael Jackson, no menos -, te diese la clave para que todo lo que hagas se transforme en un megahit comercial. Para echar más sal a la herida, Toto siempre han practicado un AOR con rasgos progresivos, vamos, que van en el mismo paquete que Journey, Kansas o Styx, consideración sobre la que, por cierto, hablamos en la entrevista.

En otras palabras, todas las papeletas para recibir hostias por parte de la prensa musical a manos abiertas. A pares.

En este sentido, lo peor para una banda como Toto es hacer música que muchos consideren descaradamente comercial, y encima no tener éxito, al igual que Asia. Después de unos primeros años de enormes sencillos - “Hold the line”, “Africa” -, Lukather y una variable sucesión de músicos (con tantas idas y venidas tan absurdas como en Yes), han mantenido el nombre vivo, confiando más en sus perfeccionistas actuaciones en directo que en la fortuna de sus nuevas obras de estudio.


Mi charla con Steve tiene como base el nuevo directo “Live in Poland”, un CD/DVD/BR para cuyo lanzamiento han tenido que pasar varias cosas: entre ellas, la propia disolución de Toto en 2008, después de que Lukather adujera cansancio de la formula ¿Quieren saber todos los cómos y los por qués de semejante vuelta al ruedo? Pues ahí tienen la entrevista... y hablamos de tito Phil, por supuesto, y de Ringo también. Si es que en este blog somos mucho de baterías cantantes....

Lejanos satélites y pescados a contracorriente

Todo está relacionado, no lo duden, si en el post sobre el número anterior le recordaba a John Wesley que lo vi en concierto como miembro no oficial de Porcupine Tree en 2004, a los Anathema los pude vivir como teloneros del mismo show. Pasan diez años y el combo de los hermanos Cavanagh (y compañía) ha evolucionado de una forma aplastante, trasformándose en una banda referente del progresivo actual. Pude hablar con Vincent, un señor la mar de majo – como yo -, un tanto obsesivo – como yo -, y que ha decidido fijar su residencia en Paris ¿Ven? En algún punto nuestras trayectorias tenía que divergir...


Si bien he de decir que en su día Anathema me impresionaron más bien poco (de hecho, puede que para mí el punto álgido de aquel concierto fuera su versión del “Comfortably Numb” de Pink Floyd), tal y como ya he comentado, su nuevo “Distant Satellites” merece mucho la pena, así que échenle una escucha. Copón.



Y para terminar... ¡Fish! Mucho se había hecho de rogar el ex-cantante de Marillion para la revista, lo cual no deja de ser un poco inexplicable, teniendo en cuenta que la banda que abandonó en 1988 ha aparecido en no pocas ocasiones por las páginas del This is Rock. Sea como fuere, y de cara al festival “Be prog my friend!” que se celebra en Barcelona el 12 de Julio (me da mucha penita no poder ir), pudimos hablar tranquilamente durante... bastante rato, algo que, creo yo, se nota en la longitud de la entrevista. Una que por poco no se produce, a Fish se le puso el mundo un poco del revés cuando su guitarrista, Robin Boult contrajo unas inesperada varicela, lo cual, a los cincuenta y cuatro años, es algo bastante peligroso. Para colmo, la enfermedad se presentó justo a los pocos días de iniciar la gira europea de presentación del último (y genial) “A feast of consequences”.



De nuevo, fue una de esas ocasiones en las que se te hace raro hablar con una voz que has escuchado tantas veces en disco o en otras interviews en vídeo. Pero al mismo tiempo genial, sobre todo al descubrir – y aquí vuelvo a actuar como una fan histérica – que compartíamos gustos tales como “Apocalipsis Now” o, de nuevo, John Martyn. Pero lo mejor fue cuando después de la larga charleta, se me ocurrió decirle a Fish – ¿Habría algo más ridículo que una hipotética gira conjunta de este hombre con Sting y Pink? -, “bueno, voy a hacer algo tan Rock'n'Roll como comprarle un tostador a mis padres”. Lo cual devino en una serie de consideraciones sobre lo buen cocinero que Fish se considera, sobre la clase de platos que le tiene que preparar a su hija cuando se deja caer por casa (la muy guapa Tara, quien contraviene el mito de que no hay escocesas atractivas), ya que trabaja de modelo y no le gusta engordar y... bueno, sobre lo divino y lo humano, parte de eso también ha terminado en la versión impresa.

Con sus 8 paginazas, bate el anterior record de “lo más largo que he publicado nunca” (establecido por Steven Wilson el año pasado) y creo que es bastante completa, no hay muchas piedras que dejemos sin levantar en lo que se refiere a la carrera de Fish – con y sin Marillion -, aunque creo que si la cosa se hubiese prolongado más le habría sugerido que nos pusiéramos a escribir su biografía. Pero el propio cantante ha avisado al respecto en algunas ocasiones, algo que me provoca sentimientos encontrados, vaya usted a saber las burradas que podría contar este hombre.



Ahora bien, sigue siendo un conversador carismático, y si sus capacidades como vocalista no hubieran sido suficiente en su momento para llevarle al temprano éxito con Marillion, estoy seguro de que su capacidad para entablar relación con el público y la prensa, no fueron ingredientes de más en al principio de su trayectoria.


La diéresis es importante, un momento, eso no es una diéresis ¿Verdad?



Las cosas de la vida, hace años, el shoegazing era un género (o subgénero, si así lo prefieren), al que apenas le hacia caso, y en los últimos doce meses, he podido hablar con tres bandas que practican el estilo. La última de esta triada, Lantlôs (ah, la facilidad con la que se escribe alemán ¿Eh, amigos?) es, sobre todo, el proyecto comandado por Markus Siegenhort, quien, continuando en la línea de enfermedades, estaba preso de una importante gripe durante la conversación.


Lantlôs tiene más de un paralelismo con Alcest – además de discográfica y, hasta hace poco, un cantante en común -, sobre todo el giro más alejado del metal de su última grabación, “Melting Sun”. Con todo y con eso, nuestra charla aparece en el nuevo número de la revista hermana This is Metal. Para no distanciarme mucho del asunto, me he puesto mi vieja y agujereada camiseta de Led Zeppelin para escribir esto... ay, más de diez años nos contemplan, amiga ¿Te acuerdas de cuando eras negra en vez de gris?


Como ya habrán notado, este mes no hay previas de las páginas, no sé si será la tónica a partir de ahora o si es sólo cosa de este mes, así que he aprovechado para jalonar este post de enlaces a algunos discos que he reseñado este mes, además de referencias de los entrevistados. Y sí, tal y como anuncian en el programa de radio oficial de la revista, le doy un buen palo al nuevo de Yes. Lo cual es una pena, en serio, si ha habido un fan leal durante muchos años, defendiendo cosas tan difíciles de defender como “Open your eyes”, “Talk” o “The Ladder”. Pero todo tiene un limite, escuchen ustedes y juzguen por sí mismos, por supuesto.

Y como también habrán podido comprobar, el blog vuelve a levantar el vuelo (un poco, esto es) en lo referente a contenidos que no implican publicitar mis aportaciones al This is Rock. En breve me dedicaré a... publicitar mis aportaciones en otros medios ¡Claro que sí!

Por cierto ¿Me despisto un poco y Pink Floyd anuncian nuevo disco? ¿En serio????

martes, 1 de julio de 2014

MÜNCHAUSEN: LOS AÑOS REMENDADOS







Como ustedes ya saben, en este blog no tenemos problemas en reconocer que se hacen cosas por puro amiguismo, que es una cosa que funciona muy mal en las instituciones públicas (y no tanto en las empresas privadas, pero se hace más o menos igual). En todo caso, y al igual que sucedió con Doppler, también hay un genuino interés por mi parte con respecto a lo que hace la banda. Así que hoy nos ocupamos del segundo disco del grupo: “Los años remendados”

¿Quienes son? ¿A qué suenan?

Münchausen son, básicamente, un cuarteto formado por veteranos de la escena del Rock andaluz: Antonio Navarro (guitarra solista, coros), Alex Maroto (bajo), Juanma Silva (batería) y David Cala (voz, guitarra rítmica). Cantan en castellano y practican un estilo que a mi me recuerda mucho a los primeros M-Clan, con vestigios de Héroes del Silencio y otros referentes del Rock'n'Roll patrio. Con sus diez temas, “Los años remendados”, conforman un compacto repertorio que suena más variado y efectivo que el anterior “Hoc Voluerunt” (2011).

Con el tiempo que nos queda” es un principio bastante dramático, una canción con diversos parones, subidas y bajadas, “somos polvo, sangre, barro” se canta con bastante convencimiento hacia el final de un tema que ya marca los principales aspectos del grupo: ejecución al servicio de la música y no al revés, así como una producción de altos vuelos. Muy buena mezcla y masterización de la mano de Marco A. Rondán, de Infërno Productions.


Ulises” se empieza con un eficiente (si bien no muy largo) solo de guitarra, como también corta es la canción, más que nada que un vehículo para un estribillo que amenaza con quedarse en la cabeza del oyente. Hay un efecto interesante en la voz en la coda del segundo estribillo, en el que se imita el efecto de cantar a través de un megáfono al que sigue otro solo de guitarra en los que el músico se dedica a exprimir el pedal del wah-wah, muy bueno.

Con todo, era algo más que inevitable que el optimismo de “Que nadie borre tu sonrisa” se transformara en una de las cartas de presentación de “Los años remedados”. Puede que sea uno de los momentos más conservadores de todo el disco, pero consigue conjurar ese optimismo al que antes hacíamos referencia sin caer en ñoñerías.

Por algún motivo, se me antoja “Patente de corso” como un tema que desentona en el disco. Quizás porque tiene el sonido de un montón de buenas ideas que, una vez unidas en una sola composición, no acaban de cuajar, eso no quita para que me encante esa línea de guitarra que parece sacada del “All the young dudes” the Bowie / Mott the hopple.


No llega a los cuarenta segundos el “entreacto” un corte para voz y guitarra acústica que sirve como fuerte contraste con respecto a “Nadando contra el aguacero”. Probablemente la letra más peleona de todo el álbum, con no pocas referencias bastante envenenadas para el que las sepa leer: “el mayor pecado es pensar, tu regresa pronto al rebaño / los mercaderes tomaron el templo y la curia se dejó acariciar...” El grupo saca su lado más rockero y además de sacar brillo a las guitarras, hay unos platos bastante explosivos en la sección rítmica. Ah, y un pequeño intermedio electrónico, un diminuto aviso de lo que viene después.

Pero antes, un preciosista dueto con Priscila Gago (de Naked Nana) es el protagonista de “Ángeles”, para mí, el momento más pop de todo el disco, ojo, no lo digo como algo negativo, pero sin duda es lo más suave que van a encontrarse nuestros oídos durante la escucha.

Vuelve la energía en “Por el ojo de una aguja”, y unos textos que, a pesar del romanticismo que despliegan, son en realidad mucho más descarnados si se analizan cuidadosamente. Lo que más me gusta de esta canción son los pequeños quiebros que sirven de puente entre las distintas secciones y ese momento de guitarra a lo Andy Summers después del segundo estribillo, lo cual es sólo un pequeño detalle en el canal derecho que una mente tan enferma como la mía podría señalar.

Otro tipo de empaque tienen los seis minutos de “A barlovento”, un tema que se va desplegando poco a poco, con un efectivo riff de guitarra que empieza con las cuerdas muteadas pero que da paso a un medio tiempo con aires de balada de estadio. Atención a las líneas de Hammond de Pedro Dominguez (invitado de lujo), canela fina.




La electrónica de la que habíamos hablado antes se deja ver de modo mucho más obvio en “Caracola”. Los ritmos programados y los sintes dominan el paisaje sonoro, algo que puede chocar después de los ambientes más orgánicos de las temas que le han precedido, pero sobre todo los pequeños toques de piano funcionan muy bien. Aparte de como fuerte contraste, (y cierre) también le da a la producción una oportunidad para jugar con los espacios, probablemente lo más minimalísta de todo el cancionero, con un pequeño texto recitado a modo de despedida.

¿Balance? Pues no es la primera vez – ni será la última, me temo -, que me encuentro con un álbum auto producido que suena tan bien como esos lanzamientos en los que se invierten miles – decenas de miles, cientos de miles - de euros. La clave del asunto es ¿De qué es esto realmente señal? ¿De que el futuro está en la independencia más absoluta o de que la industria discográfica prefiere rechazar ciertas propuestas en favor de A) Nombres ya establecidos o B) sólo posibles ídolos de jovencitas cuya edad no suele sobrepasar la media de sus propias fans?

Vaya usted a saber, lo cierto es que “Los años remendados” es la confirmación del talento de una maquinaria bien engrasada, un buen disco de Pop / Rock español. Lo cual no es algo que se diga muy a menudo.