domingo, 28 de febrero de 2016

THIS IS... FRAN



Hace cosa de un par de meses le comenté en broma al director de la revista que si incluyese todo el material escrito por mí en el mismo número, tendría que cambiar el nombre de la publicación por “This is Fran”. Sí, yo también me di cuenta de que a lo mejor no es la mejor broma que se puede gastar al director de una revista. Pero se rió, que es lo importante.



Lo cierto es que, si bien en el número 139 hay muy poquito firmado por un servidor – una entrevista a Eric Baule y algunas reseñas -, la cosa cambia radicalmente para el número 140. Para empezar, el musculoso y barbudo guitarrista de los Dream Theater, John Petrucci, tuvo a bien hablar con un servidor durante un rato (no muy largo, me temo) sobre el nuevo disco doble de su banda, “The astonishing”, el cual analizo en un destacado hacia el final de revista. Donde están las reseñas, vaya.



Como ya he comentado alguna vez en este blog, no hay reglas sobre las entrevistas. Cierto es que la gente más famosa suele ser más precavida a la hora de hacer declaraciones, hay otros músicos que se las toman con una profesionalidad que asusta, si tienes programada media hora, usan esa media hora hasta el final y no tienen problemas en responder todas tus preguntas, por peliagudas que sean.



En el caso de los miembros de Dream Theater (ya llevo 3 miembros entrevistados, aunque Portnoy estuviese ya fuera de la banda cuando habláramos), siempre me ha dado la impresión de que, o esperan que el periodista vaya a por todas, conociendo todos y cada uno de los detalles de su nueva obra, o no esperan gran cosa en absoluto. Supongo que por eso nuestras charlas suelen ser más bien cortas, eso o que la discográfica no nos quiere dar mucha cancha, les doy a elegir.



En todo caso, les adelanto que la nueva Opera-Rock de los reyes del Metal Progresivo me parece un poco bastante coñazo, y puedo asegurar sin problemas que no es una cuestión de que Petrucci sea más o menos simpático lo que afecta a este juicio. Porque por cierto, lo es un rato.



Quienes sí nos dieron cancha fue la buena gente de Kscope cuando les propusimos unos 40 minutos para hablar con Steven Wilson. De nuevo, un artista que me encanta y que respeto aunque en varios casos no esté en absoluto de acuerdo con su forma de hacer las cosas.



Por ejemplo, me encantó su concierto de Barcelona en el teatro BARTS, fue una de esas ocasiones en las que ni me molesté en pelear (o que la revista peleara por mí) una acreditación. Pagué religiosamente mi entrada y reserve el tema fotográfico al móvil – lo cual no deja de ser una pena porque es un show del que se podían sacar fotos bastante espectaculares -, lo cual, supongo, les explicará por qué no hubo cobertura de sus shows españoles (siendo el otro en Madrid, en La Riviera, un recinto a todas luces nada apropiado para un concierto como el de Wilson). No se trata de que nos den entradas gratis, sino que hoy en día, en un mundo tan visual como el nuestro, el hecho de que una crónica no pueda ir acompañada de fotos del concierto (no se acreditó a ningún medio por deseo del artista), la deja bastante sosa.



Son actitudes que puedo entender, y hasta cierto punto están justificadas a la hora de proteger los bienes activos de un artista, como puede ser su imagen. Pero al mismo tiempo cabe la posibilidad de acercarse fácilmente a posturas ridículas: en la cuenta oficial de Twitter de Wilson, se enlazó un vídeo grabado por un fan de uno de los conciertos que Steven puso en pie en el londinense Royal Albert Hall, unos shows que el propio músico admite en la entrevista, están entre los puntos álgidos de su carrera. El vídeo en cuestión implicaba a Steven y Ninet tocando en directo “Routine”” (de su flipante “Hand. Cannot. Erase”). Aunque el tweet aún está disponible en la cuenta del músico, el vídeo fue “tumbado” - esto es, borrado – porque “Porcupine Tree Ltd” (la representación legal de Wilson en temas editoriales) había realizado una reclamación por cuestiones de Copyright.

Absurdo.



No fue un tema que tocara en mi conversación con el actual pope del Progresivo porque se me ocurrían muchos otras preguntas antes que eso, pero, claro, como soy un malvado plumilla, no pude evitar hacer una velada mención en los párrafos previos. Y aquí, que es mi blog y me lo follo como quiero. Por lo general, con amor y cariño. Y al día siguiente le llamo para saber cómo está, que uno es un caballero.

Como habrán comprobado aquellos que hayan leído la entrevista, hacia el final de ella nombramos a Bowie a la sazón de su nuevo y rompedor video “Blackstar”, adelanto de su casi póstumo nuevo disco. Por supuesto, yo no tenía ni idea de que El Delgado Duque Blanco estuviera tan enfermo y, a tenor de las declaraciones que hizo Wilson, él tampoco, así que hablamos de su nueva obra con la ligereza de gente que cree estar ante la enésima demostración de la increíble creatividad de un genio. Yo aún no me lo creo.

Por lo demás, creo que ha salido una entrevista muy resultona, en la cual Steven cuenta algunas cosas con las que me da la impresión la mayor parte de los músicos se pueden identificar la mayor parte de los músicos del planeta. Digo yo que cuando uno recibe felicitaciones por parte del director de la revista y de la persona que mejor escribe en ella, será porque algo habré hecho bien.

¡TITO PHIL!

Nunca, repito, nunca entenderé la repulsión automática que algunas – muchas – personas sienten por el bueno de Phil Collins. Y no hablo solamente desde la perspectiva de fan ciego, como algunos recordarán, en mi post sobre “Discos de divorcio” no se le dejaba precisamente bien ni a él ni a su colega de parranda, el no obstante genial John Martyn. Puedo entender que los fans más recalcitrantes del Progresivo tengan un cierto sentimiento de “traición” por el hombre que prefería cantar “Misunderstanding” en lugar de “Watcher of the skies” (tema que, por cierto, nunca a llego a cantar en Genesis al sustituir a Gabriel). E indudablemente, realizó el camino inverso a, por ejemplo, The Beatles – quienes pasaron de “I wanna hold your hand” a “Tomorrow never knows” en apenas 2 años – cuando decidió cambiar las composiciones de más de 10 minutos por temas pop “sencillos”. (Intentad tocar “Turn it on again”, que os vais a cagar).



¿Y? ¿Esto te desacredita como músico y compositor para toda la vida? A ver, yo todavía me estoy recuperando de lo que hizo Rod Stewart con “The downtown lights” pero eso no quita para que respete al tipo como artista... Y os lo dice alguien que se leyó pacientemente su auto biografía. (Nota: Es increíble como el bueno de Rod consiguió que me cayera rematadamente mal después de leer su opúsculo).



Menos mal, MENOS MAL, que estoy yo para enderezar las cosas. Con un límite de 4500 palabras (el dire propuso 4000, pero conseguí echarme suficiente mierda encima como para ampliar a 500, simplemente porque me gusta escribir y porque a Brand X había que dedicarle ALGO), un servidor desgrana los primeros años de la carrera en solitario de uno de los mejores cantantes, músicos y compositores del mundo... y sí, eso es más frase de fan ciego, pero también estoy dispuesto a admitir que las cosas han ido un poco cuesta abajo desde “Dance into the light”.



¿Habrá más artículos sobre Phil en la revista? Pues a juzgar por algunos comentarios en el perfil de Facebook de la This is Rock, lo dudo mucho, algo que no deja de ser una lástima, pero al menos sirvió como base para un programa especial bastante entretenido por parte de Los Garcia en Candil Radio, aunque insisten en al teoría de que fue Collins el que cambió las fortunas progresivas de Genesis por las más comerciales, aunque yo sigo defendiendo que fue una transición más orgánica por parte de todos los miembros del grupo.



Los dioses siguen sin responder

Cuando suceden ciertas cosas horribles, no hay mucho que se pueda hacer o decir. Digamos que hacerse selfies delante de las velas y flores dedicadas a las víctimas de una matanza a manos de terroristas islámicos no ayuda. Tampoco creo que ayude mucho el dejar que te graben las cámaras de televisión mientras observas con gesto taciturno esos mismos recordatorios, ni siquiera creo que reanudar el concierto que tenías planificado dar antes de las desgracias (o incluso que estabas dando durante) sirva para aplacar un poco la sensación de estar indefensos ante tales horrores.



Pero quizás esto último, el tocar encima de un escenario, o simplemente estar haciendo lo que se supone que tienes que estar haciendo, sea la forma más efectiva de no dejarse derrumbar por los acontecimientos. Lo que sucedió en Le Bataclan y en otros puntos de Paris es un día particularmente negro para todos los que hemos pisado suelo galo alguna vez y para la humanidad en general.



¿Más negro que todo lo que sucede a diario en Birmania, Fran? ¿Más negro que la forma en que se ven obligadas a vivir mucha gente en las zonas más desfavorecidas de tu propia ciudad? ¿Más negro que lo que ocurre en las cientos de guerras sobre las que ningún medio de comunicación se ha dignado en informar?



No puedo responder a ninguna de esas preguntas porque, simplemente, no creo que una vida valga más que otra y todos los que argumentáis en las redes sociales como si creyerais lo contrario, no hacéis más que darle la razón al reciente fallecido maestro Umberto Eco.



Cierto, buena parte de la tristeza global que generaron los ataques de Paris se debió a que “pasó cerca de casa”, y en el caso de la comunidad musical – incluyo a los fans en esto – el golpe fue especialmente sentido porque, simplemente, cualquiera de nosotros podría haber estado allí, mierda, una de las víctimas era “uno de los nuestros”, por así decirlo. Un tipo que estaba allí porque su pasión por la música le había llevado a ayudar a las bandas, a estar en medio de la locura promocional, mano a mano con el merchandising. Probablemente mal pagado y haciendo todo lo posible para que las cosas saliesen bien. Un perfil que nos suena a más de uno, creo.

Saco a relucir todo esto, ahora que aún nos queda bastante para llegar al primer aniversario de los sucesos (que es cuando TODO el mundo se pondrá a recordarlo), porque su sombra se proyectaron sobre las otras dos entrevistas que aparecen en la revista. De hecho, el nombre de una las bandas guarda una fuerte relación con la locura que desató los ataques.



The mute gods” (los dioses callados) es el nombre del nuevo proyecto de Nick Beggs, a su vez Dios del Bajo quien, como algunos de ustedes recordaran, me ofreció una bandeja de Doritos hace unos años, cuando lo entreviste en los camerinos del Hotel Auditorium, horas antes de su concierto con Steven Wilson. El nombre de la “banda” - como explicamos en la entrevista, es más “Nick Beggs lo hace todo y sus colegas le ayudan” - hace referencia precisamente a los callados que se mantienen los dioses frente a todas las tonterías que hacemos los seres humanos en su nombre.

Al igual que la otra entrevista, esta fue una conversación que se vio retrasada por todo tipo de vicisitudes – no os podéis ni imaginar una de las ubicaciones desde la que intenté hablar con Beggs-, pero al final nos echamos un buen rato de charleta y hablamos de Pat Metheny, lo cual es siempre bueno. Muy bueno. Recomiendo encarecidamente “Do nothing 'til you hear from me” y si os mola el dueto final que se marca el señor Beggs con su hija Lula, entonces no dudéis en echar un vistazo a la carrera en solitario de la chica. Diametralmente opuesta a lo que hace el padre, pero igualmente interesante.



En el caso de Devin Townsend – un habitual ya en este blog y yo casi diría que en mi vida -, lo acontecido en Le Bataclan fue nombrado por el canadiense como una de las peores cosas que le habían sucedido nunca porque él mismo había estado por los pasillos de la sala probando equipos, además de, lógicamente, tocando en la misma.

Una ventisca muy horripilante en Vancouver dejó totalmente incomunicado al simpático Devin el día que iba a tener lugar nuestra charla telefónica, pero 7 días y después de varias disculpas por parte tanto de la buena gente de Inside Out como del propio Townsend, pues pudimos hablar con cierta calma durante buenos 30 minutos sobre su directo en el Albert Hall (habrá que buscarle un certificado de recinto progresivo al lugar o algo) con las aventuras de Ziltoid – el extraterrestre adicto al café -, y sobre “Casualties of Cool”, una de las mejoras cosas (más sutil y calmada, todo que hay que decirlo) que este hombre ha hecho en su carrera.



Antes de terminar esta entrada, me gustaría decir una cosa más sobre los sucesos de Le Bataclan; tengo sentimientos encontrados sobre todo lo que han hecho los Eagles of Death Metal después de los ataques. Por mi parte, había un cierto interés por saber qué se les pasaba por la cabeza después de lo acontecido. Quiero pensar que dicho interés era más por el poco instinto periodístico que me pueda quedar a estar alturas que por el puro morbo.

Del mismo modo, que las declaraciones se efectuaran en una exclusiva para la nueva “bíblia de lo cool” que es Vice (¿En serio??? ¿¿¿En serio????) resulta un poco extraño, aunque reconozco que tiene un cierto sentido que fuera la plataforma elegida para una labor tan desagradable. Igualmente, el triunfalismo de la vuelta a escena del grupo – en este caso en el Olympia – resulta al mismo tiempo inspirador y preocupante, sobre todo después de las declaraciones del vocalista sobre el control de armas. En fin, es un mundo complicado, y supongo que cada uno reacciona al horror como puede.

Prometo más risas la próxima vez.

O no. En todo caso, menos mal que existe Rosendo.