viernes, 7 de agosto de 2015

LA VIDA ES UNA CANCIÓN LARGA





¡Pero Fran!” - os oigo decir - “con la tirria que le tienes a Ian Anderson ¿Cómo se te ocurre llamar a una de las entradas de tu blog con el nombre de uno de sus temas”? Y mi primera reacción es responderos algo en plan “la vida está llena de estas alegres contradicciones”. Pero también es verdad que yo tampoco soy Diego Manrique y jamás he dicho aquello de “nunca me gustará la zarzuela ni Jethro Tull”. Lo mío con Anderson es antipatía personal (y tampoco tanto, es más bien una exageración en busca de un titular), pero su música me sigue pareciendo increíble, hay gente que le perdona a sus ídolos que sean unos malages, pero como Anderson nunca ha sido del todo un ídolo mío, pues... Pero “Life is a long a song” es un temazo se mire por donde se mire.



Esto también viene a cuento porque el nombre original de este post era “vuestros problemas con Muse”, a rebufo del articulo en profundidad que llenó las páginas centrales – y decoró la portada - del número 131 de This is Rock. Mi colega – y tocayo – Fran Garcia dio la impresión de ser muy consciente de la que se iba a montar cuando se publicara la revista porque comienza su pequeña biografía del grupo con un “mucha gente no considerará a Muse ni siquiera una banda de Rock”, y, por supuesto, en el muro de Facebook se lió un poco parda al publicarse la cubierta.



No sólo en las redes sociales, sino que también algunas personas cercanas a mí me comentaron cosas como “¿Esto qué es ahora, la Super Pop?” Lo cual demuestra el viejo adagio según el cual, basta con tener éxito para que todo el mundo te desprecie. Vamos, como me pasa a mí con Bon Jovi.


En realidad es que a mí me cuesta recordar más de dos canciones de Bon Jovi que no sean una balada. En perfecto castellano, por supuesto.



Ya no se trata sólo de que muchos pongan en duda las credenciales rockeras de Matt Bellamy y los suyos, sino que además tenemos a los que se meten con Muse por el hecho de ser medianamente progresivos. Lo cual ya es de traca, o sea, los fans del género nerd por excelencia – Paco Fox dixit y Rush lo confirmó años ha, en el vídeo de “Subdivisions”- se quejan siempre de la marginalidad que tiene el estilo en los medios, del maltrato de la crítica, etc... Y llega un grupo que admite sin problemas las influencias de los temas épicos de 20 minutos pero, claro, como llenan Wembley (qué gran entrada con ese “Romeo y Julieta” de Prokofiev sonando por la PA, tan exageradamente ridícula que sólo puede ser buena) y se ponen un poco de moda, pues hay que machacarlos ¿No?



Y la cosa es que ni siquiera una cuestión española, esta reacción también la suscita Muse en el Reino Unido en los EEUU y, me imagino, que también por el resto del mundo. Lo cual desencadena las típicas discusiones entre los aficionados a la música que en realidad no llevan a ninguna parte, porque la gente que se pone a discutir de música en las redes sociales (o casi en cualquier parte, ya que nos ponemos, lo que pasa es que por escrito todo gana en gravedad), no quiere un “debate sano y abierto”, sino que se confirme que tienen toda la razón, ergo, todos esto suele terminar en un “¡Tú no tienes ni puta idea!” Muy habitual entre los aficionados de la música en general, y del progresivo en particular. Olvidándose todo el mundo que, hoy en día, deberíamos ser conscientes de que se ha compuesto y publicado tanta música en este universo, que resulta imposible abarcarlo todo. Y recordad, las etiquetas están para ayudar a la hora de describir, no para crear ghettos. La música no se califica ni siquiera en “buena” o “mala” sino en “me gusta” o “no me gusta”. O como una vez escribió Robert Fripp “a veces, sólo se puede decir algo como ¿Te acuerdas de cómo fue escuchar “Purple Haze” por vez primera?” Pues eso.



En todo caso, y como yo también dije en Facebook – antes de que protestéis , lo puse en mi muro, no me metí en ningún debate -, a mí – el “a mí” es para dejar patente que fue un testimonio de primera mano, no por darme importancia -, el señor Steven Wilson me comentó que consideraba a Muse y a The Mars Volta como bandas con elementos progresivos ¿Qué más queréis? Si un señor a quién Robert Fripp o Ian Anderson eligen para remezclar sus trabajos dice algo así, yo no me veo en la potestad de llevarle la contraria, sinceramente.



Muy bien pero creía que esto NO era “vuestros problemas con Muse”.

Muy cierto, la cosa de llamar a este post “la vida es una canción larga” está relacionada con el hecho de que escribo cosas en el bitácora con cierto retraso, algo por lo que me gustaría pedir disculpas, (a los cuatro gatos que me siguen) como cierto meme que circula por ahí con la efigie de Willy Toledo.

La cuestión es que llevo una temporada en la que he pasado por suficientes altibajos como para transformarme en una maníaco depresivo. “Pero Fran” - os oigo decir, one more time - “nosotros pensábamos que ya eras un ciclotímico”, a lo que yo sólo puedo responder:

(que os jodan)

Desde el cariño y el respeto. Siempre.




Pero la mezcla de cosas en las que me involucro yo solito y aquellas que se presentan sin pedir permiso, pues desembocan en que mis actualizaciones sobre lo que hecho en la This is Rock (que, admitámoslo, es en lo que prácticamente se ha transformado este bitácora, junto con la promoción de mis conciertos, de lo cual hablaré en breve), se vayan a transformar, en este caso, en un 2x1... cercano a un 3x1!

Pero antes...

La gallina está curada, o eso cree ella.

Pues los vecinos no vinieron a cortarnos la cabeza ni mandaron a la policía. Y además he de decir que salí bastante contento de la versión “reducida” de mis “12 canciones tristes” que se produjo en el nervionense café cultural “La gallina en el diván”. Así que, para variar, si está usted leyendo estas líneas y no estuvo presente, pues mal, muy mal. Pero, por suerte, servidor ha podido rescatar por lo menos un vídeo de la actuación, así que ya saben, como dicen en una web que sigo sobre temas freak (sita en Sudamérica), “apliquen play”.



Aunque he de decir que al final no hubo la sesión de “preguntas y respuestas” de la que avisé en la entrada anterior, me sentí bastante cómodo y la gente pareció pasárselo bien.

CUAL DROMEDARIO EN EL DESIERTO

Puede parecer increíble, pero los aficionados del progresivo no sólo nos dedicamos a discutir sobre si Muse encajan o no en el género. Eso sólo es algo que suele propiciar la desconexión emocional de Internet, generalmente, cuando nos encontramos, lo primero que se nos ocurre decir es “¿Has oído a...?” En otras palabras, la recomendación de otros grupos suele ser la primera bala de nuestro revolver conversacional. Porque al igual que El Rocio (o eso dicen), “el Progresivo es compartir”. Bien pensando, casi toda la música es compartir, como bien nos enseñó en su día Napster, y hemos sido unos alumnos especialmente aplicados en este tema...



Pero no nos desviemos más de lo necesario, todo lo anterior viene a cuento porque, cuando yo empecé a ir a conciertos de Progresivo, los freaks como yo, pero más experimentados, solían lanzar el nombre de Camel con una reverencia sorprendente. Sorprendente para mí, puesto que, salvo algunas menciones en algunas biografías sobre otras bandas del ramo, el nombre de Camel rara vez salía a relucir en la prensa musical.



El ostracismo reservado a Andy Latimer – guitarrista / alma del grupo – y a las múltiples formaciones por las que ha pasado Camel me chocaba mucho. Pero por otro lado, y reflexionando sobre el tema, puedo entenderlo.

A ver, el mayor “problema” con Camel es que su música nunca fue tan radical como la de King Crimson, ni tan virtuosa como Yes, ni tan misteriosa como Pink Floyd, ni tan teatral como la de Genesis. Podían tener sus momentos en los que podían rivalizar con todas las características mencionadas, pero por lo general, el sonido Camel es sobre todo algo emocional. No son pocas las personas que afirman que el toque a la guitarra de Latimer les puede producir un buen derramamiento de lágrimas.



También hay que tener en cuenta que Camel llegaron a un cierto éxito comercial un poco después al resto de las bandas clásicas del Progresivo con lo que la prensa se quedó con el detalle de que, desde cierto punto de vista, aparecieron un poco tarde y aprovechando el empuje de sus coetáneos. Para rematar su música era un tanto demasiado suave, un tanto demasiado gentil como tener cabida en publicaciones especializadas. Incluso las revistas de Metal (durante años, uno de los pocos recovecos en los que se podía encontrar Progresivo en prensa escrita) lo tenían complicado para hablar de Camel sin dar la impresión de que se trataba de la cerdita Peggy haciendo una visita guiada a una fábrica de Campofrío.

Objetivamente, por supuesto, todas estas motivaciones son absurdas ¿Por qué demonios, el Popu, el Ruta o la (ya extinta) Rolling Stone no podían dedicar algo más de un párrafo o una furtiva reseña a lo que muchos consideraban un grupo imprescindible del Progresivo y de la Historia de la Música en general?

Esto ha cambiado, en parte porque, como ya he comentado en algunas ocasiones, hay un cierto impulso en los medios de reconocer las aportaciones de la música progresiva. Y también por una crueldad muy cierta del mundo de la música: no hay nada mejor para que la gente te aprecie que el hecho de estar a punto de morirte. Aunque Scott Adams es menos clemente con el tema, afirmando que nada le gusta más a un editor que un escritor que va y se muere. Si el luctuoso suceso se produce durante una gira promocional, ya ni les digo, sobre todo si le da EL parraque durante una multitudinaria firma de libros, con cámaras de televisión grabando y tal.



Con todo, el desorden sanguíneo y el prolongado – además de exigente – tratamiento para el mismo que tuvo que sufrir Latimer no es cosa de risa. Tal y como escribo en el prólogo de mi entrevista con el líder de Camel, muchos aficionados a la música del inglés recibíamos con una mezcla de aprensión y esperanza las actualizaciones sobre su estado de salud.

Pero Camel volvió, y aunque dicha vuelta fue como una representación de su música – tranquila pero el mismo tiempo vibrante -, consiguió colgar el cartel de “entradas agotadas” en no pocos recintos. A la banda le había llegado el reconocimiento para actuar en cómodos teatros, por mucho que después algunos se lleguen a cerrar por motivos un tanto absurdos.

Y no sólo eso, que son merecida cabeza de cartel de la segunda edición de el festival “Be Prog!” Si un festival de Progresivo en plena Barcelona no es suficiente prueba de que algo se mueve en mi género favorito, pues... ya no sé qué puede serlo.

De hecho, su participación en dicho festival fue la motivación principal para nuestra entrevista. Como viene siendo (afortunadamente) habitual con las leyendas vivientes de la música, Latimer fue un encanto de persona, transmitiendo la sensación de ser alguien con un optimismo casi inquebrantable. Lo cual no es poco teniendo en cuenta las desgracias que han sacudido el mundo – musical y personal – de la banda.

Además del fallecimiento, en 2002, del gran teclísta Peter Bardens hay que sumar que poco antes de nuestra conversación, el cantante Chris Rainbow también se despedía de este mundo a consecuencia del Parkinson, o que el también teclísta Guy Leblanc nos decía adiós por culpa de un cáncer. Qué extraño es ahora ver el vídeo en directo “In from the cold” en el que Leblanc aparece con un vigor casi juvenil al tocar las notas de tantos temas memorables. He de reconocer que esta muerte me cogió por sorpresa y la encontré especialmente triste. Ni siquiera logro recordar si sucedió después de que se publicase la entrevista o después de enviársela al director, pero desde luego es una lástima no haberle podido hacer un homenaje en dicha entrevista.

Volviendo a Latimer, tan sólo me queda decir que si hay alguien que se merece un reconocimiento mayor del que tiene, es él. Una persona capaz de ser amable conmigo después de escuchar una versión mía de uno de sus temas a través del teléfono sin montar en cólera merece por lo menos una estatua en la plaza mayor.

Ah, si no os comprásteis la entrada para el Be Prog! No sé qué coño estáis haciendo leyendo este bitácora.

El disfrute del sonido azul que se sale por la tangente, con el Gran Elfo escuchando discos en directo.



Tranquilos, que ni me ha dado por Cristian Castro ni me he comido las setas alucinógenas caducadas que tenía en la nevera (lo de las setas es BROMA ¿Vale? BROMA, no manden aún una patrulla a mi casa), pero como ya les comenté esto iba a ser un 2x1, y qué mejor forma de rematarlo que juntando el resto de mis colaboraciones en un solo epígrafe. Así que me he puesto las dos revistas al lado del notebook; según paso las paginas señalo qué lleva mi firma y añado algún enlace de reseñas que se pueden encontrar en los números de Mayo y Junio.



Lo primero que me encuentro es mi rápida entrevista a Anadele, cantante y guitarra de los magníficos Jolly con quien pude hablar 10 minutos antes (literalmente) de su actuación en la sala Copérnico. Nunca me cansaré de defender la dilogía “The audioguide to happiness” y fue un placer charlar – aunque fuera de forma tan breve – con un tipo tan simpático como Anadele.



Igualmente, siempre seré un gran defensor del toque melódico a la guitarra de Phil Manzanera. He de decir que su nuevo “The sound of blue” me gustó desde la primera nota y que tenía al músico en mi lista de “artistas a los que un día me gustaría entrevistar”, y aunque resultó un poco raro mantener la entrevista en castellano (creo que para Manzanera también lo tuvo que ser porque de vez en cuando le fallaba el vocabulario, supongo que son ya muchas décadas acostumbrado a hablar en inglés casi todo el tiempo), nos las apañamos para repasar muchos temas, con una inusitada sinceridad, todo sea dicho. Ya sólo me falta el resto de Roxy Music...



Seguimos para Bingo (o puede que sólo para Línea, depende de cómo se mire) con Andy Tillison. Como ustedes ya saben, con músicos como Arjen Lucassen me encuentro cara a cara con el caso del artista que me encanta como persona pero no consigo conectar con su música. Al revés que Ian Anderson (bueno, cada vez me cuesta más conectar con los nuevos proyectos del líder de Jethro Tull), o, en el caso de The Tangent (banda que lidera Tillison), pues sucede un 50%



Y es que con Tillison tengo un serio problema de irregularidad, que con el último disco se exagera cosa fina. Aunque no firmo la reseña publicada en la revista, os puedo decir tranquilamente que poco tiene que ver con mi opinión. Desde mi punto de vista, lo realmente interesante de “A spark in the aether – The music that died alone Part II” empieza a partir de la segunda mitad, cuando Andy y sus músicos se empiezan a desmelenar, dejando aparte la herencia de los Genesis de finales de los 70 y de UK.



Lo mismo se podría decir de una conversación con Tillison. Durante un rato hay algo de tensión, pero después la cosa se relaja. Creo que en parte eso se debe a que Andy es un tipo un tanto obsesivo (manda cojones que yo precisamente diga eso de alguien) y hasta que no deja clara la idea que intenta vender, pues como que no para. Una vez que nos pusimos a hablar de otras cosas que no eran el disco nuevo, todo fue mucho mas fluido. Al final fue una conversación muy placentera, y me ha dado mucha cosa cuando, unos meses después ha tenido que ser ingresado en un hospital a causa de un infarto, pero parece que todo ha quedado en un susto.



Y pasamos al número 132, cuyo principal atractivo fue el MACRO artículo sobre álbumes en directo, un género que suscita pasiones entre los aficionados a la música, tantas como recelos. No en vano muchos opinan que buena parte de los “discos en vivo”, las más de las veces tienen poco de “en vivo”. Mezclando anécdotas personales, investigación y numerosas escuchas, creo que el reportaje parido por los colaboradores de la revista quedó bien digno.



Y por supuesto, no puedo (ni debo) olvidarme de mi entrevista con el Gran Elfo, el señor Damon Fox, realizada en las escaleras de la madrileña Sala Copernico. Este es el glamour del Rock, señores... ¡Y no se me pueden olvidar mis reseñas de los conciertos en Sevilla de Barón Rojo y de Wilko Johnson!



Por cierto, todo parece indicar que mi próxima entrada sobre mis colaboraciones en This is Rock va a ser otro 2x1...¡Necesito días de 48 horas!