martes, 28 de octubre de 2014

PEQUEÑAS COSAS QUE MERECEN LA PENA (2ª PARTE)


SIETE LETRAS, NOMBRE DEL MEJOR GRUPO DEL UNIVERSO Y DE, APARENTEMENTE, LA PRIMERA PARTE DE LA BIBLIA.

Don't get me started” es una expresión inglesa que siempre me ha hecho mucha gracia, primero porque me parece muy divertido que los británicos tengan una expresión tan parecida a “no me hagas hablar”, aunque, teniendo en cuenta la mezcla cultural que tenemos encima, ya me resulta imposible adivinar si es uno de esos casos en los que se trata de una frase traducida del propio inglés que después hemos adoptado por las buenas, como “like there was no tomorrow”.

Segundo, porque es el título de uno de los peores temas firmados por tito Phil, y que, en comparación, hace que “Hijou del houmbre” parezca un texto de Miguel Hernandez. Y mira que a mí me gusta la banda sonora de Tarzan, sobre todo en inglés o en castellano... sudamericano.


En todo caso, sirva esto para avisar de que, si alguien algún día me pidiese que le explicara lo que sé de Genesis, mi inequívoca respuesta sería “no me hagas hablar”. Porque un discurso de Fidel Castro – de nuevo, en comparación - os iba a parecer un corto de Notodofilmfest con respecto a todo lo que pueda decir sobre EL MEJOR GRUPO DEL UNIVERSO. Dios mío, si aún no he dicho nada y ya llevo tres párrafos.

Entremos en materia, tal y como conté en el especial de Subterranea, recuerdo perfectamente el momento en el que me transformé en un fan eterno de Genesis: fue escuchando el directo de “Seconds out” (1977), con el crescendo de “Firth of fifth”, el principio de “CinemaShow”, y con “Supper's Ready” al completo yo ya estaba totalmente entregado a la causa. El grunge, el bacalao y el indie me habían perdido para siempre, o casi, porque mira que toco una de Nirvanna en mis conciertos...

Sí, encima con la primera edición chunga en CD


También recuerdo las navidades en las invertí mis aguinaldos en una visita al Virgin Megastore de Sevilla - ¿Se acuerdan de ellos? - donde me compré cosas como el libro de Armando Gallo “From one fan to another”, el “Selling England by the pound”, el documental “Genesis: a history” y... el VHS de “Urotsukidoji”... Lo cual dice muchas cosas sobre mí....¡y ninguna buena!

Quién me iba a decir que, muchos años después habría hablado con casi todos los miembros del grupo – a falta de dos, y son calvos, más pistas no puedo dar por ahora -, en toda clase de circunstancias: desgranando la carrera en solitario de Steve Hackett mientras éste daba buena cuenta de su ron con cola en Gran Canaria, haciendo sufrir a Chris Stewart (es un decir) con mis preguntas sobre su pasado musical cuando formó parte del jurado del SEFF, agotando a un ya de por sí agotado Ray Wilson con mi grabadora entre barílles de cerveza en el “camerino” de un local valenciano, recibiendo una llamada de Tony Banks y, para este mes: ¡Mike Rutherford!


Veamos, yo sé que para muchos, no hay nada más icónico en el mundo del Ruack que Angus Young con su traje de colegial, el Boss con su guitarra a la espalda mientras recorre un escenario de punta a punta, o Jimmy Page con su Gibson de doble mástil bordando (cuando se acuerda de bordarlo, esto es) el sólo de “Stairway to heaven”. Pero para mí, no hay nada más Rock and Roll que el bueno de Mike armado con otro doble mástil, esta vez compuesto por una guitarra de 12 cuerdas y un bajo, o, aún mejor, como en la gira de “The lamb lies down on Broadway”, con 12 cuerdas y un bajo de 6.



Como a cualquier miembro de Genesis, a Mike lo considero un genio, pero no sólo por sus aportaciones a la banda como compositor, bajista o tocando la guitarra – por sus elegantes arpegios e incluso, oh sorpresa, algunos de sus sólos -, sino también por una carrera en solitario, incluyendo el placer vicisitúdico que produce “Actingvery strange” (1982) y su banda paralela, Mike and the mechanics.



A estos últimos los pude ver en directo, en Barcelona, ya que telonearon a tito Phil durante su “First Final Farewell tour”, aunque para entonces Paul Young ya había fallecido – no, no este Paul Young, aunque, para complicar las cosas, ese Paul Young había sido a su vez telonero de Genesis durante la gira del “Invisible touch” y encima grabó una versión de “Don't dream it's over” con el otro cantante de los Mechanics de entonces, el bueno de Paul Carrack, a los teclados y los coros -, lo cierto es que estuvieron geniales.

ESTE Paul Young, con su anterior grupo, Sad Café


Antes de explicar los motivos para la conversación con Rutherford, me gustaría explicar algo de su “proyecto en solitario”. Mike and the mechanics siempre han tenido un cierto problema de identidad, como el propio Rutherford ha admitido en algunas entrevistas, ya que su música, pop elegante y suave producido por señores maduros no encaja en ninguna vertiente “dura” del espectro pop. Nunca han sido tan contundentes como para ser considerados AOR, ni coquetearon con el Progresivo, ni han adaptado su sonido a un modelo acústico que los acercase a algo un poco más universal como Crowded House o Supertramp. Ergo, no hay apenas revistas, programas de televisión o radio de un estilo en particular que les sirva de plataforma para promocionarse. Hay muchos que añadirían sal a la herida aduciendo que lo que ellos hacen es música para la gente a la que no le gusta la música en realidad y escuchan a Sting, Eric Clapton, Mark Knopfler o tito Phil... hay que ser cabrón para decir esas cosas.

Pero nada de esto explica los motivos para nuestra conversación con el bueno de Mike.

Hace unos meses, a muchos fans del grupo se les hizo el culito Pepsi-Cola al ver una nueva foto de los miembros de la formación clásica (Banks, Collins, Gabriel, Hackett y Rutherford) reunidos. Y aún más Pepsi-cola se les hizo cuando las redes sociales oficiales del grupo colocaron una extraña foto como portada anunciando “excitantes noticias”. ¿Hype? ¿Qué es eso?


Estas dos imágenes, para ser exactos

Cualquier visita a webs como “Genesis-news” despejaban la duda con facilidad: todo tenía que ver con el nuevo documental y recopilatorio que iba a lanzarse en breve. El documental, en su versión televisiva se ha llamado “Genesis: together and apart”, si bien para su próximo lanzamiento en formato físico adopta el nombre de “The sum of the parts”.

¿Qué lo hace distinto del vetusto “A history”, “The Genesis songbook” o las horas y horas de entrevistas que aparecen en lasreediciones de su álbumes? Pues que está grabado en HD y que, se supone, por primera vez, se destacan las trayectorias individuales de cada miembro. Y digo “se supone” porque en “A history” ya se hacía algo de hincapié en ellas, lo más gracioso es que toda la idea de este nuevo reportaje empezó porque el director de Eagle Rock – a estas alturas LA productora audiovisual del Rock -, coleguilla de Rutherford, le había sugerido hacer un documental sobre EL MEJOR DISCO DE TODOS LOS TIEMPOS, también conocido como “The lamb lies down on Broadway”. Pero Mike le dijo que, si bien eso era interesante, aún más iba a serlo analizar el gran corpus creativo que habían sumado todos los que han pasado por Genesis ¡No Mike, lo de “The lamb” era mucho mejor de aquí a Lima!



La pena es que de todo esto no me enteré hasta DESPUES de nuestra conversación, de igual forma, “Together and apart” no se estrenó en la BBC hasta una semana y pico después de la entrevista. Con lo cual Rutherford se libró de que le echase la bronca porque en el montaje se ignora por las buenas la carrera en solitario de Steve Hackett. Algo especialmente sangrante cuando en 1986, el guitarrista estaba también disfrutando de un dulce momento comercial – al igual que el resto del grupo en sus respectivas trayectorias – con su supergrupo GTR. Y la cosa empeora cuando se elimina de un plumazo toda referencia a “Calling all stations” y, por ende, a Ray Wilson.




Que no se me malinterprete, el documental está muy bien montado, - e incluye el aparentemente inevitable efecto de hacer tridimensionales las fotos de archivo -, es tremendamente divertido ver a los cinco compartir ratos en un estudio tomándose el pelo y contemplar algunas grabaciones de vídeos recuperados que se pensaba nunca llegarían a ver la luz – como el mítico show del festival en el “Roundhouse” en el que también estaba presente un David Bowie pre-glam -, pero tal y como he explicado, hay ciertas omisiones que a mí al menos, se me antojan como imperdonables.

Pero nada de eso quita para que me hiciera mucha ilusión mi media hora de charla con Mike, un señor que aún mantiene los modales de aristócrata británico que tan nerviosa ponían a Gail Colson, otrora manager de Gabriel y Peter Hammill. Para completar la estampa, poco antes de colgar me contó que estaba llamando desde Sotogrande ¿Desde dónde sino iba a hacerlo un señor de su categoría? A punto estuve de decirle, “ey Mike, si me aguantas un par de horas, cojo el coche y nos vemos en Torreguadiaro (el “pueblo-pueblo” colindante con la urbanización de lujo) que a mí esto de pagar 8 euros por una coca-cola me parece un poco excesivo”.



A pesar de que, en esta ocasión no pude eludir algunas preguntas típicas, logré salirme un poco del guión promocional al referirme a su auto biografía “The living years”. Algo que agradeció, para que vean el nivel de sus modales le expliqué que al editarse dicho volumen, intentamos ponernos en contacto con él, pero las capas y capas de managers lo hicieron imposible. ¿Su respuesta? “Oh, sorry”, dicho con lo que parecía un genuino tono de excusa compungida. Lo dicho, un caballero. Ah, y si se lo preguntan, sí, logré no ser una fan histérica en esta ocasión, y no señalar cosas como que los dos somos libra y que nuestros cumpleaños están a dos días de distancia. O que a mi la gente tampoco suele entenderme cuando hablo.

Para aliviar un poco el disgusto del documental, ahí está el nuevo recopilatorio “R-Kive” - no, no pasará a la historia como el mejor título imaginado, sobre todo teniendo en cuenta que ya existen dos “Archive” - en el que sí se hace un repaso más equitativo de las carreras de Genesis y de sus miembros por separado. Ah, y como a Mike le ha dado mucha pena el no poder incluir ningún tema cantando por Paul Young en el triple CD, pues ahí va uno.



Algo más que “el gordito que toca la guitarra como los ángeles”


¿Que tu grupo favorito es Genesis y que también te encanta Marillion? Qué sorpresa ¿No? Bueno, vale, no lo es. Pero tal y como explico en la introducción de mi entrevista con Steve Rothery, soy raro hasta para estas cosas: me gustan más los discos de Marillion con Steve Hogarth a las voces o los de Fish en solitario que la tetralogía inicial de la banda. Algo que extrañó al propio guitarrista, -”¡Yeah, that's really strange!” fueron sus palabras -, pero que al tiempo le hizo mucha gracia.



Si bien siempre intento no ser muy pesado con lo que me gusta Genesis, ni ellos necesitan mucha promoción, con gente como Marillion, Spock's Beard o Jolly no puedo dejar de cantar sus alabanzas siempre que tengo oportunidad. Por supuesto, a todos nos gustan bandas que, en nuestra opinión deberían disfrutar de un éxito mucho mayor que el poseen, pero en el caso de Marillion es aún más triste porque muchos los consideran unas glorias pasadas de los 80. Tal y como se explicó en un programa de la televisión británica, su caso es aún peor que el de ser ajenos a las corrientes principales, ya que ellos fueron parte de esa corriente años atrás.

Y encima he podido hablar con todos ellos, y todos son unos tíos geniales. Como ya he contado en alguna ocasión, siempre hay un peligro a la hora de acercarte a tus ídolos, y es descubrir que son unos gilipollas de tomo y lomo. Puedo afirmar sin tapujos que en el caso de Genesis y Marillion, (y puedo añadir muchos más músicos del género a la lista), me he encontrado unas personas muy reales, educadas, y de un trato excepcional...¡Aunque Steve Hogarth y PeteTrewavas hablan tanto que casi no puedo meter baza con las preguntas!!!!



En el caso de Rothery, ese señor que siempre nos tiene preocupados a los fans por su sobrepeso y porque nos rompe el corazón con cada solo de guitarra, redondeó la jugada al confesarse fan del “Sandman” de Neil Gaiman... algo que me me hubiera alegrado aún más si, durante la entrevista, no hubiese deseado morirme por culpa de un absurdo resfriado (o gripe) estival. Pero si recuerdan la primera vez que hablé con Peter Hammill, esto de entrevistar en un estado de salud penoso no me resulta ajeno. Lo peor es que ese mismo día me venía bien juntar tres entrevistas a distancia... Al escuchar las grabaciones posteriormente aún me pregunto cómo fui capaz de articular preguntas con sentido...

Hablé con Rothery por el lanzamiento de “Live in Rome”, un directo que incluye buena parte de los temas que forman parte de “The ghost of Pripyat”, su primera grabación que lanza bajo su propio nombre, una obra instrumental que recomiendo encarecidamente.



Steve se mostró como un contertulio brillante – que es más de lo que se podía decir de mí aquel día -, lleno de buen humor, culto y... en fin, qué más puedo decir de un genio de las cuerdas. Una vez más:¡Compren!!!!

¡¡¡¡BARCELONAAAAAAAA! (John Wesley band + Flying Colors)

No visitaba la ciudad condal desde el concierto de Roger Waters con su nuevo montaje de “The Wall”, en 2011, y la verdad es que me sigue encantado. Ciertamente, con las señeras presentes en más de un balcón ( y en más de dos), es fácil sentir un resurgimiento del sentir independentista. Pero también es cierto que al hablar con la gente, te das cuenta de que hay mucho de usar como ariete a la población por parte de los medios y de la clase política – no sólo en Cataluña – , mientras que no pocos preferirían dejar la independencia y su promoción como una cuestión muy secundaria, para gastar ese dinero en mejorar las escuelas y en los hospitales.

Wes y Sean


Odio usar el término “minoría silenciosa” , más que nada porque lo acuñó Richard Nixon en su día, pero lo cierto es que, cuando vuelvo a Sevilla, me encuentro con personas cuya antipatía hacia todo lo catalán parece más nacida de lo que vemos en las redes sociales o en los medios de comunicación que de hablar con la gente de allí. Y eso me parece una auténtica mierda.

Pero este no es un blog de política, aunque también es verdad que casi no es un blog sobre coches (como asegura su título), aunque esta es una entrada sobre música y toca hablar de mis motivos para visitar Barcelona: John Wesley y el enésimo supergrupo de Mike Portnoy, Flying Colors.

Dos tercios de Flying Colors


Como algunos de ustedes recordarán, entrevisté a Wesley hace unos meses por motivo del lanzamiento de su “Disconnect”, una obra más que correcta. Pero si verle sobre las tablas no fuera suficiente acicate, resulta que en su grupo está integrado Sean Malone.


Con el bueno de Wes y el bueno de Sean, gracias mil a Aitor Nova. Sí, la cara de cansancio es equivalente a la satisfacción

¿Quién es Sean Malone? Para algunos será conocido como el bajista de los metaleros progresivos Cynic, pero para mí es, ante todo, el hombre detrás de Gordian Knot. “¿Qué es un Gordian Knot?” Os oigo preguntar, bueno, un “nudo gordiano” es un tema de mitología griega, pero es también un proyecto instrumental que Malone montó hace unos años y cuyo segundo disco, el monumental “Emergent” (2003) – con aportaciones de Steve Hackett y Bill Bruford -, me llegó a casa hace años, poco antes de salir para Barcelona, hacia otro concierto de Roger Waters, en aquel caso para la gira de “In the flesh”, la que significó su reencuentro con los fans del Viejo Continente.

Misión cumplida


No sé cuantas veces escuché ese disco durante el viaje en mi vetusto Discman (no aquel cuya foto colgué hace tiempo, sino otro), puede que tantas como el “Amused to death” de Waters. Pero si hay un recuerdo que siempre asociaré con “Emergent” y más concretamente con el tema al Stick “Grace”, es el de esa carretera negra, eterna que recorrió el autobús (sí, he dicho autobús), durante buena parte de la noche y el día siguiente. Por si se lo preguntan, este último viaje a Barcelona lo hice con Ryanair, con lo que se tarda mucho menos en llegar, pero uno se siente tan atocinado como si viajase sobre ruedas, y mira que decían que el trato había mejorado...



Después de los dos impresionantes conciertos -¡lean mi crítica, cojones! -, Wesley se quedó al lado de mesa de merchandising para saludar y firmar a los asistentes, confirmando su fama como el Michael Palin del Progresivo, esto es, alguien que es simpático con todo el mundo y que le cae bien a todos.

Como muestra, un botón: cuando le recordé lo de la entrevista se deshizo en agradecimientos, y cuando le pregunté si Malone estaba cerca, no dudó en acercarse al backstage para “traérmelo”. ¿Qué puedo decir sobre uno de los bajistas más increíbles sobre la faz de la tierra? Pues que, para colmo, es también un tipo de trato estupendo. Esta vez no pude aguantarme y le tuve que contar la historia sobre el periplo para ver a Waters con su disco en rotación continua. Y no huyo despavorido al escucharme, sino que le pareció muy bien.

Hablamos un poco sobre sus proyectos, el futuro recopilatorio de Cynic, de cómo es tan fan de Wesley como éste lo es de él y.... bueno, fue genial.

Lo dicho, pequeñas cosas que hacen que los viajes, las pocas horas de sueño y el devanarse los sesos con esta cosa que es la música, merezcan la pena. Último volumen el mes que viene.


Epílogo: ¡Reseñas a go-go! (A encontrar en la revista, esto es)





jueves, 16 de octubre de 2014

PEQUEÑAS COSAS QUE MERECEN LA PENA (1ª PARTE)




Advertencia: Es muy probable que al leer el post de hoy, crean que me he comido a Paulo Coelho, Spencer Johnson y a Wayne Dyer en una posible cena de auto ayuda, auto afirmación y auto papanatismo, o que me he dispuesto a transformar este bitácora en el anti “La realidad estupefaciente”. Nada más lejos de mi intención, pero todos tenemos nuestros momentos de ilusionarnos de manera absurda... y lo mejor es que el mes que viene habrá otro.

Otros mundos, pero están en este.

Por si se lo preguntan (y si no se lo preguntan, mala suerte, ya se lo digo yo): el concierto que anuncie en la entrada anterior fue musicalmente muy bien, y de público... digamos que aún queda UN POCO (pero muy poco, eh) para llenar Wembley, todo se andará...





Pero ahora vamos a la parte del artículo que les va a provocar arcadas.

Bien, cuando el gran Pat Metheny estaba en los últimos compases de su concierto, haciéndonos volar, él solito, con su manejo de las seis cuerdas, me vino la siguiente reflexión: “Ahí fuera existe un mundo lleno de desahucios, paro, enfermedades y dramas en la vidas de cada uno, pero ahora mismo, en este momento, ese mundo se ha detenido”.


Esa es la magia – a falta de una palabra menos “etérea” - de la música, no elimina las desgracias del mundo, pero las hace un poco más llevaderas. O, tal y como se decía Robert Wyatt a sí mismo en sus momentos más bajos, “al menos existe el jazz”.

Como ya hemos explicado aquí en alguna que otra ocasión, aunque a veces nos parezca que la música ofrece una vida mejor que la vida real (una afirmación muy de Robert Fripp), a última hora, la vida no imita tanto al arte como para ser sustituida por este. En otras palabras, la música es genial, pero no se puede vivir sólo de ella, es como esa gente que dice que les gustaría vivir sin responsabilidades, obviando el hecho de que las responsabilidades suelen evitar que nos transformemos en capullos integrales.

Y en el mundo de la música, sobre todo cuando has conquistado el éxito, es muy fácil transformarse en un capullo integral.

Afortunadamente, no me he encontrado ninguno.

A lo que ustedes podrían responder: “Bueno Fran, la mayor parte de los músicos que sueles entrevistar no los conoce nadie, así que tampoco tiene tanto mérito”. Bueno, vale, pero todo es relativo, y el éxito aún más. Puede que Tony Banks no sea una supermegaestrella pero ha formado parte esencial de uno de los grupos – obviamente, para mí el más – destacables de la historia de la música.

Dicho esto, ni Mike Oldfield – de quien creo que muy poca gente podrá discutir que es una supermegaestrella, o al menos lo ha sido, si bien una no muy convencional - ni Ian Anderson (idem de idem), resultaron capullos integrales. Aunque tampoco puedo fardar de que fuesen entrevistas en las que todo fue como la seda. Una cosa es no ser imbécil y otra muy distinta es pretender que tu interlocutor se vuelva tu mejor amigo durante el transcurso de la entrevista.

Pero hay ocasiones en las que consigues una extraña conexión, en la que te permites el lujo de descubrir que la gente a la que admiras, a su vez admira a otra gente que tú también consideras genios, que comparte tu punto de vista sobre algunas cosas y que, para colmo, se permiten el lujo de contarte chistes o de decirte al final de la conversación que les ha encantado hablar contigo. Lo cual nos lleva a...



Jackson Browne

A veces la gente me salta con cosas como “anda mira, pues qué raro que no conozcas a este grupo, tú que sabes tanto de música”. Entonces, tengo que explicarles que la parcela de la que me suelo ocupar en This is Rock – progresivo y aledaños -, es una fracción mínima del mundillo. Que hay tal cantidad de géneros y subgéneros que es imposible seguir la pista a tantas corrientes.


Ahora bien, hay ciertos nombres que, creo yo, todo el mundo debería conocer, y Jackson Browne es uno de ellos. Vale, no todo el mundo tiene por qué fliparlo con los cantautores surgidos de la escena californiana de los 70, por mucho que James Taylor o Carole King hayan dado algunas de las canciones que más se tararean en el mundo. Pero hablamos de un señor que tuvo mucha mano en componer algunos de los temas más conocidos de The Eagles, y por ahí sí que deberían entrar en situación muchos aficionados a la música.







Browne no es sólo un gran cantante y compositor, un perfeccionista como sólo alguien de su talla puede serlo, sino una persona con quien se puede discutir de lo divino y lo humano (como se suele decir), y durante nuestra conversación tratamos de muchos temas que han acabado en la entrevista publicada en el This is Rock de este mes: tocar con Nico en Nueva York a finales de los 60, el control de armas en los Estados Unidos, ser producido por Jon Landau...y Woody Guthrie. Y este último tema es particularmente importante para la entrada de hoy.

Algunos de ustedes conocerán a Guthrie por su famosa pegatina “esta maquina mata fascistas” que solía lucir su guitarra, o por ser uno de los primeros cantautores protesta estadounidenses – coetáneo del quizás más conocido ahora, Pete Seeger -, o por servir de inspiración a un Bob Dylan primerizo.

Pero además de todo eso, Guthrie escribió una novela, “House of earth”, publicada finalmente en este 2014, con edición y prólogo a cargo del historiador Douglas Brinkley y Johnny Depp. Sí, ESE Johnny Depp, recordemos que vuestro pirata favorito antes de actor quería ser músico y que su apoyo a músicos con una fuerte carga política queda patente, por ejemplo, en sus apariciones del documental sobre Joe Strummer.

El tema de Guthrie surgió durante la charla con Browne porque este ha puesto música a uno de los textos del cantautor para su último disco, el tema en particular se llama “You know the night” y deberían ustedes escucharlo porque es una preciosidad. Pero no sólo eso, sino que existe una versión de 15 minutos (!!!) que de hecho mencionamos en la entrevista y que se puede encontrar en un disco tributo a Woody.

Browne quedó tan contento con la conversación - telefónica debo especificar, aunque llamó el propio músico...¡la primera vez una hora antes de lo previsto! - que me pidió mi correo para mandarme un mp3 de la toma larga de “You know the night”, y no sólo eso, sino que incluso me preguntó también mi dirección postal para mandarme un copia de “House of earth” a casa, porque “creo que con tu nivel de inglés no tendrás problemas para entender el texto”. Sí, a estas alturas, el pecho de Fran estaba muy muy hinchado.

Lástima que el filtro anti-spam de cierto servidor de correo decidiera que tanto los mensajes de Browne como de su asistente merecían estar en la carpeta de “No deseado”... Una vez más, gracias Microsoft, después os preguntaréis por qué la gente os tiene manía.

Os podéis imaginar los estados por los que pasé durante esos días: primero ilusión por lo bien que había ido la entrevista, después decepción porque el correo de Browne no llegaba – sí, comportándome como una groupie despechada -, y después impresionado porque no sólo Jackson (mi nuevo supercolega Jackson, ya saben) había escrito, sino que encima le pidió a su asistente personal que repitiese la operación de pedirme mis señas.

Tres semanas después llegó un paquete de California, conteniendo el libro, una copia de la reseña en el New York Review (que, curiosamente, no termina de dejar bien del todo al libro) y una tarjeta de esas, que, aparentemente tiene el señor Browne para cuando manda un regalo. Fran era un conejito muy feliz.



Lo más gracioso es que, durante las tres semanas que tardó en llegar el paquete, recordé que el libro, de hecho, estaba editado en España y que, para colmo, ya había leído una reseña en un periódico. No se puede estar en todo ¿Saben? Como el ejemplar que me envió Browne lo pienso tener como oro en paño, y a pesar de que, efectivamente, yo leo bastantes cosas en inglés, pues me he hecho con la edición de Anagrama.

Pero toda esta perorata es para decir que, de vez en cuando, en mundos como el “real” o “el de la música”, existen muchos obstáculos, muchas tonterías. Te tienes que enfrentar a excusas, malentendidos, o las desgracias que mencioné anteriormente, pero también sucedes pequeñas cosas que ayudan a que lo que uno hace, por poco impacto que tengan en el Gran Esquema de Las Cosas, merezcan la pena. No es que una leyenda de la música (algo que para mí Browne sin duda era antes de la entrevista) te regale un libro, bueno, sí, pero no es el regalo, es el gesto. Por supuesto, en la vida pasan muchas más cosas buenas y positivas, pero ésta se sale UN POCO de lo normal. Y me encanta. Por cierto, no dejen de pegarle una escucha al “Standing in the breach”, porque es un discazo.



Empyrium

Me encantaría quedar como un incansable investigador de músicas, pero me temo que en ocasiones los discos llegan a mí, primero, porque la discográfica los manda a la revista, el director hace una criba por géneros y lo distribuye entre los distintos “especialistas”. Eso no quiere decir que reseñe todo lo que cae en mis manos, más que nada porque entonces no haría otra cosa y porque hay casos en los que hay disqueras que se centran en un estilo en particular del que no soy especial conocedor ni fan.


Pero a veces te llevas sorpresas y alegrías, “The turn of the tides”, lo nuevo de los alemanes Empyrium es una de ellas, una obra a la que la etiqueta "folk metal épico" no le va

a la zaga, que ya reseñé en el ejemplar del mes pasado y no puedo dejar de recomendarla. Por si fuera poco, su lider, Markus Stock, es un germano con la cabeza en su sitio, como espero que quede patente en la entrevista. En otras palabras ¡Compren! ¡Compren! ¡Compren!

The sixxis


A veces uno escucha a un grupo por primera vez y se dice “esto va a se grande”. A mí me ha ocurrido – y he acertado – en un par de ocasiones, una fue con Porcupine Tree y la otra al ver el video de “Sugar” de System of a Down en el Friday Night Rock Show de Vh1, presentado por el inigualable Tommy Vance.

The Sixxis el año pasado en la Joy Eslava


No sé si a The Sixxis les sucederá lo mismo, pero sin duda fue emocionante verlos telonear a The Winery Dogs en la Joy Eslava el año pasado y sentir cómo se iban ganando al público tema a tema. Aunque su vocalista, Vladdy Iskhavov, resultó ser un poco más serio de lo que yo esperaba, tuvimos oportunidad de analizar su corta pero intensa carrera.

Neal Morse

Más coincidencias. Cuando hablé por última vez con Morse – de cara a la promoción de “Kaleidoscope” de Transatlantic -, le comenté que me gustaría que hiciese otro disco como sus dos primeros álbumes en solitario - “Neal Morse” (1999) e “It's not too late” (2002) -, esto es, grabaciones en las que se concentraba en canciones cortas de buen pop.


Y justamente, a eso se había dedicó durante el mes en el que se concentraron las entrevistas, por eso ahora tenemos “Songs from November”, repleto de temas que dejan atrás (al menos momentáneamente), el progresivo épico. Aunque, tal y como explico en la entrevista, Morse a veces hace las cosas un poco difíciles – por el hecho de ser demasiado bueno, imagínense -, creo que habrá algunas cosas que les agradará saber sobre uno de mis compositores favoritos.

Pues por ahora fin de la primera parte, mientras llega la segunda, yo voy a dedicarme a leer el libro que me ha recomendado Jackson Browne. Ya lo sé, queréis ser tan guays como yo, y si os esforzáis, puede que algún día lo logréis... ¡Que no hombre, que no, que es broma! Bueno, casi. Ah, y todos los enlaces que jalonan esta entrada, (que no están en el texto, quiero decir, bueno, salvo Morse que ya se reseñó el mes pasado) son una vez más, adelantos de las cosas que reseño en la sección de criticas del ejemplar de este mes. Por si acaso...