lunes, 7 de mayo de 2012

DEPORTIVOS VS. VIDA REAL = SUVs DE LUJO (ERGO, TODOS PERDEMOS)


Ya hemos dicho que en este blog somos mas de “ideas prácticas” que de “grandes ideas”. Me explico, un Aston Martin DBS es una gran idea, buen motor, interior lujoso, diseño apasionante y pragmatismo nulo. Quiero decir, se trata de un coche que no está  a salvo ni en Puerto Banús, con un seguro que requiere varias quinielas con el pleno al 15 seguidas para pagarse cómodamente y con recambios tan fáciles de encontrar como una solución a la crisis que no implique asfixiar al contribuyente.

Bueno, quizás me he pasado


Por otro lado, los Toyota IQ, los Smart o incluso el Fiat 500 son ideas prácticas, o lo serían si costasen lo mismo que un Volvo de tercera mano y tuvieran un maletero de verdad. Pero supongo que se entiende que son coches diseñados para la “vida moderna”. Demonios, hasta un Ypsilon de hace 10 años es más práctico que un Aston Martin de hace 40. Personalmente yo abogo por el A1 deportivo.

Dicho lo cual, no podemos apartar la mirada – yo no, al menos – cuando vemos pasar un Ferrari, un Lambo, o un R8 por nuestro lateral. Obviamente, son vehículos que conducirán personas con un capital de obtención dudosa, con poco respeto por los límites de velocidad, la seguridad de otros conductores o tu novia. La vieja excusa “¡le he levantado la falda a tu novia porque tengo un Jag!” resuena en nuestra mente... ¿solo en la mía? Está claro que no ven lo suficiente Top Gear, EL programa sobre coches de la BBC.

Bonito... y tan práctico como un martillazo en el dedo gordo del pie derecho


Pero como diría James May, eso se debe a que, probablemente, tampoco podríamos apartar la vista si alguien andara por ahí con un Rembrandt a sus espaldas. Por supuesto, no pocos se tomaran como un insulto la comparación – y no sin motivo -, pero tomemos como base la excusa de que en ambos casos, la existencia del cuadro y del superdeportivo se basa en la capacidad de crearlo, no en ningún sentido práctico mas allá del inherente placer que producen.

Antes de que esta entrada se transforme en carne de “Cultureta Watch”, reflexionemos sobre lo que implica la conducción típica de un deportivo: tener el culo a pocos centímetros del suelo, dos plazas en la mayor parte de los modelos (para ti y la prostituta de lujo), suspensión mas incomoda que dormir en el suelo, maletero casi inexistente (para el bolso de la señora salida del lupanar), y una velocidad máxima cuya utilización implicaría multa o cárcel, dependiendo de las consecuencias.

Pere Navarro – no, el del Missisipi no, el ex-director de la DGT, el que no le teme a los micrófonos -, en una entrevista para “Salvados”, explicaba su queja ante los fabricantes de turismos que eran capaces de desarrollar velocidades muy por encima del límite legal establecido. No, no fue una las intervenciones mas aplaudidas de este hombre, pero al igual que un arbitro en un Barça-Madrid, o una Esperanza Aguirre con peajes en las autovías, ya empezaba perdiendo. En cualquier caso, la capacidad motora es una cuestión muy complicada de resolver, ¿a quién beneficia? ¿quién puede aprovecharse de ella? Mi primer pensamiento va hacia los conductores de vehículos en los servicios de emergencia: ambulancias, coches de policía, bomberos...

Y este es el de Jaguar...


Ahora bien, me cuesta imaginarme a un policía poniendo multas al salir de su Quattroporte – aunque hay casos parecidos – o a un 911 reformado para que quepa una camilla en su interior. En un deportivo, los caballos de vapor no sirven para que el coche pueda “tirar” mejor con el maletero a tope, sobre todo cuando eso implica que lleva, como mucho, dos bolsas del super (para que la señora de la vida pueda comer durante un par de días). No, implican que, probablemente, Adrien Brody le saque una nariz – redoble de tambor y golpe al platillo – al cani de extrarradio en su próxima carrera alegal nocturna.

A pesar de lo bien que lucen, de su belleza intrínseca, de sus miles de detalles que los transforman en el súmmum de la vida tras el volante, es difícil justificar las prestaciones de los superdeportivos. Si nuestras ciudades estuvieran diseñadas como departamentos estancos – sección de viviendas, sección de comercios, sección de estadios deportivos – con anchas autopistas diseñadas en una continua línea recta y amplios aparcamientos, en una suerte de distópia / utopía futurista, entonces... incluso entonces la existencia de estos coches seguiría sin justificarse.



Pero son geniales, quién lo pone en duda, aunque si uno ya maldice su suerte con un coche “normal”, imagínense cómo sería su vida diaria pasada la emoción inicial de verse “subyugado por la belleza”. Cuando el miedo a los rayones, los escupitajos o el robo superan a todas las ventajas, que puestas en perspectiva, no son muchas.

La gente se ha dado cuenta de esto... de aquella manera. Las ventas en la gama alta siguen en la línea de años anteriores, si bien algo rezagadas o con extraños impulsos desde China, pero las marcas especializadas en este sector del mercado ya le han visto las orejas al lobo (a fin de cuentas, la mayoría pertenecen a conglomerados con marcas titulares de menos glamour) y han decidido tirar por “la calle de en medio”.

¡Sí amigos! ¡Uno de los temas fetiches de este bitácora ha vuelto! Pero prometo que será la última vez... en bastante tiempo. Visto el ejemplo del Cayenne, otras marcas como Lamborghini, Bentley o Maserati (Jaguar deshoja la margarita) han decidido que si lo de ser una marca exclusiva está muy bien, puede llegar el día en el que los biplaza con mas sed de combustible que una presidenta argentina no gocen del favor de su reducido público, o que este haya menguado a niveles insostenibles.

Si en economía, cuando se habla de “los mercados” uno no puede mas que sacar la metafórica hacha en busca de unos terribles criminales, en lo que se refiere a lo automovilístico, las demandas del público parecen ser el equivalente a una negociación sindical. Por ejemplo, Nissan se descuelga con una versión deportiva de su Todocamino, Juke - el ejemplo contrario a las marcas de lujo con sus SUVs – que gusta, y mucho, a la prensa del sector, indicando una nueva posible veta a explotar. Y entonces deciden que solo van a fabricar 20 unidades. ¿¡Me lo explica?!

A lo que nos enfrentamos, entonces, es a una nueva generación de coches que solo sirven para dificultarnos el aparcamiento – nadando a contracorriente de lo que vendría a ser la tendencia a dimensiones mas efectivas y compatibles con la vida diaria, incluso en poblaciones pequeñas -, sin mas justificación que lucir el logotipo de una marca cuyos precios serían incompatibles en otros modelos... un momento... ¿De verdad creemos que estos coches, incluso en sus posibles versiones híbridas, son el futuro? ¿Tanto nos importa conducir un Maserati, cuando ni siquiera sus prestaciones lo colocan por encima de ningún coche del mercado? (de la misma, gama, quiero decir) ¿No será que en este absurdo ejercicio por mantenerse de ciertas marcas, los que salimos perdiendo somos nosotros, el público? ¿No sería mejor dejarse de monsergas y devolver a la vida a Saab?

La solución


Si no cree que estas preguntas son relevantes, entonces planteo que lo mejor es que todos nos vayamos a comprar los sedientos Rolls Royce Phantoms y demos la despedida que se merece al motor de gasolina (y a nuestro futuro económico) hasta que todos conduzcamos el Renault eléctrico de David Guetta, porque nos mereceremos quedarnos sin combustible. Mas rápido de lo que usted pueda decir “YPF”.

Para la próxima entrada, prometo no poner ni hiperenlances ni fotos, será como un relato corto, será... una anécdota verídica. Ya pueden plantearse la música a escuchar mientras lo leen.

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